Cádiz. El testimonio iconográfico de uno de los monumentos más citados
Las excavaciones arqueológicas realizadas en 1996 en el solar del antiguo Teatro Andalucía dejaron al descubierto parte de una factoría de salazones erigida probablemente pocos años antes del cambio de era. Esta factoría será abierta al público en fechas próximas, tras una complicada labor de restauración y consolidación realizada por la Delegación Provincial de Cultura, en un acto que contará con la presencia de la consejera de Cultura, Rosa Torres. Y ahora que este patrimonio arqueológico está a punto de poder ser visitable, cabe recordar que en una de sus dependencias, concretamente en el interior de una cisterna, se localizó un dibujo que representa la imagen completa de una torre-faro que supuso un hallazgo de indiscutible importancia para la arqueología atlántica de época romana.
Los arqueólogos se encontraron entonces con el que no se duda en calificar como un descubrimiento excepcional, "ya que estamos ante un testimonio iconográfico de uno de los monumentos que más citaron los autores del medievo", explica Ángel Muñoz, entonces arqueólogo de la Delegación de Cultura y ahora director del conjunto arqueológico de Baelo Claudia, quien recuerda que el dibujo representaba una torre-faro compuesta de doce cuerpos escalonados en cuyo cuerpo inferior se distinguía una entrada abovedada y escaleras o escalinatas en cinco de ellos, mientras que del cuerpo superior parten cuatro haces de luz. Junto a este dibujo apareció otro que mostraba dos cuerpos incompletos, además de intuirse otro escalonado con decoración de retícula romboidal. Todas las representaciones estaban hechas con carboncillo en el recubrimiento de mortero de cal de las paredes.
Los datos arqueológicos informan de que la cisterna donde aparecieron estos dibujos estaba compuesta por dos cámaras paralelas, unidas con un lateral común y comunicadas por un pequeño hueco, que presentaba en la zona de acceso por la cubierta una acumulación de sillares a modo de escalinata para facilitar el acceso y uso una vez abandonada la factoría.
Las unidades estratigráficas de colmatación parcial de las cámaras ofrecieron, por lo demás, escasos materiales arqueológicos. Los que se localizaron se concentraban en los sedimentos inferiores, que descansaban sobre la solería, realizada igualmente con mortero de cal. Allí se depositaban cerámicas correspondientes a vajilla de cocina (morteros, ollas, etcétera) y de transporte (ánforas), destacando, por su interés cronológico, los fragmentos de ánforas romanas tardías de la forma Late Roman la de Sciallano y Sibella, cuyos centros de producción se sitúan en las riberas del Mar Negro, costa sur de Turquía, Chipre y Rhodas. "Estas ánforas estuvieron destinadas al transporte de aceite y vino y circularon durante el siglo V d.C.", indica Muñoz.
La excavación tiene por tanto en el dibujo hallado un emblema que perdurará en el tiempo. Pero ¿a qué monumento de la antigüedad representaba? Ángel Muñoz afirma que si bien no existen referencias a él en la producción literaria de los autores clásicos, sí que son "bastante elocuentes" los textos medievales. Así, explica, el primer documento que habla del faro es la Crónica mozárabe, que a mediados del VIII d.C. describía sus elementos singulares. Asimismo, en el siglo X d.C. aparece reflejado en un texto de Al-Masudi, si bien sus referencias, apunta Muñoz, "presentan cierto matiz legendario".
De mediados del XII es un texto de Al-Zuhrí en el que se hace la descripción más detallada y completa del monumento, "ya que al parecer lo conoció directamente antes de su destrucción". Y de esta misma época es La crónica Pseudo-Turpini, un texto cristiano escrito por un monje anónimo que debió conocer las fuentes árabes citadas. Y ya más tardíos son los de Al-Garnati siglo XII, Yakut y Al-Kazwini siglo XIII, Jiménez de Rada, Alfonso X y Al-Himyari, quien entre los siglos XIV y XV recopiló notas históricas y geográficas y que en el capítulo dedicado a Kadis recalca la mención a la torre.
Todas estas fuentes documentales coinciden en señalar en que se trataba, dice Ángel Muñoz, "de un edificio de altura considerable, entre 60 y 124 codos es decir, entre 50 y 104 metros de varios cuerpos superpuestos, en número de tres, rematado por una estatua de notables dimensiones de 6 a 8 codos, esto es, de 5 a 6,7 metros hecha de bronce dorado, cobre, hierro con cobre o latón con baño de oro el material depende de la versión tenida en cuenta y que representaría a algún emperador, según A. García y Bellido.
El dibujo del faro completo parece alejarse de los datos facilitados por los textos, sobre todo en el número de cuerpos y en la estatua que lo coronaba, siguiendo el modelo del Faro de Alejandría. Sin embargo, los otros dos dibujos sí responden mejor a las descripciones documentales. Y todas las fuentes dicen que el almirante almorávide Ibn-Maimún mandó incendiar el edificio hacia el año 1145 para hacerse con el oro del que creía que estaba realizada la estatua y financiar con él su movimiento independentista contra los almohades. La avaricia de un hombre destruyó un monumento.
"El gran descubrimiento de la península ibérica"
Los niveles de relleno que tenía la cámara donde apareció la representación de la torre-faro colmataron parcialmente el dibujo, cubriendo los tres primeros cuerpos del mismo y quedando el resto exento de tierras. "Este dato nos indica que dichas representaciones pictóricas fueron ejecutadas como muy tarde durante el siglo V d.C., no descartándose que pudiera dibujarse con anterioridad, incluso al finalizar su construcción, pocos años antes del cambio de la Era, o durante la limpieza de las mismas en algún momento de su funcionamiento como parte de la factoría de salazones", indica Ángel Muñoz, quien además comenta que también podría tratarse de un dibujo realizado por alguna persona que utilizara la cisterna como refugio, una vez abandonada la factoría y previamente a la colmatación parcial de la misma en el siglo V d.C.
La singularidad del descubrimiento hizo que se planteara su extracción y exposición en el Museo de Cádiz, donde hoy se pueden contemplar en todo su esplendor, tras los trabajos de restauración llevados a cabo.
Su descubrimiento llevó a la Delegación Provincial de Cultura a celebrar una jornada monográfica sobre el hallazgo, celebrada el 13 de marzo de 1997, que llevaba por título La Torre-Faro de Cádiz. Jornada sobre el redescubrimiento de una imagen mítica. En esta jornada participaron varios especialistas, que hablaron sobre diversos aspectos relacionados con estas construcciones, destacando, recuerda Ángel Muñoz, el gran valor que representaba este hallazgo, que fue calificado por uno de los ponentes, Pedro Rodríguez Oliva, profesor de la Universidad de Málaga, como "el gran descubrimiento de la península ibérica en lo que respecta a la arqueología clásica".
Fuente: AIDA R. AGRASO, Diario de Cádiz, 26 de junio de 2005
Enlace: http://www.diariodecadiz.com/diariodecadiz/articulo.asp?idart=1481744&idcat=827
Los faros en el mundo antiguo
No cabe duda que el descubrimiento de la representación de la torre-faro en la cisterna romana del solar donde hasta hace algunos años se erigía el Teatro Andalucía, marcó un hito, a los que la arqueología gaditana nos tiene acostumbrado muy a menudo. Sarcófagos fenicios, enterramientos con elementos de orfebrería relevantes, teatro romano, terracotas de excepcional interés, contextos fenicios arcaicos novedosos y un amplio etcétera, no son sino algunas muestras de esos objetos e inmuebles singulares que nuestro subsuelo nos proporciona paulatinamente. Entre ellos, el dibujo del Faro del Teatro Andalucía, vino a completar allá por 1996, ese amplio elenco de piezas excepcionales que enriquecen nuestro Pasado y nuestra Historia.
Los faros durante la Antigüedad tuvieron una doble función. Por una parte parece claro que dentro de su aspecto funcional, sirviesen tanto para señalizar escollos y sectores difíciles para la navegación, como para indicar la entrada de zonas portuarias o de fondeaderos. Por otra parte su carácter simbólico o conmemorativo, tampoco debe resultarnos extraño. De ambos encontramos ejemplos en el mundo clásico. Así el conocido faro de Chipiona, el Monumentum Caepionis, citado por Estrabón y Mela, debió tener la función de avisar de los escollos de la Punta de Salmedina, en la entrada del Baetis. El faro de La Coruña, la denominada Torre de Hércules, durante la Antigüedad ostentó por el contrario un carácter eminentemente simbólico, ya que representaba el fin de la tierra del noroeste del mundo clásico. Tan sólo a partir del siglo XVIII adquiere funcionalidad y uso como ayuda a la navegación.
Este aspecto delimitador del fin del mundo conocido, podríamos extenderlo al faro de Gades, que sin duda representó el fin de la tierra en el suroeste. Sin embargo, tampoco debemos excluir su posible y aparente sentido funcional, como señalizador de la entrada a la amplia ensenada marina interior que conformaba la zona portuaria de la Polis Gaditana.
Es evidente que la construcción de faros en la Antigüedad, tiene sus antecedentes en las señales con fuego o humo que se hacían desde la costa para ayudar a los navegantes. En época helenística los faros se consolidan como estructura arquitectónica, de la que es buen ejemplo el de Alejandría. Con el imperio romano, ante el control de las rutas marítimas, los faros adquieren en el Mediterráneo una gran expansión y desarrollo. Es en estos momentos cuando se generaliza su servicio nocturno y se apoya su construcción por los poderes públicos.
Desde el punto de vista morfológico son bastante comunes las estructuras compuestas por varios cuerpos superpuestos, generalmente en número de tres o cuatro. El dibujo del de Gades con doce cuerpos, si realmente fue como está representado en la cisterna de la factoría del Teatro Andalucía, sería uno de los más grandes del mundo antiguo, comparable al de Alejandría con un total de tres cuerpos sucesivos y más de ciento treinta metros de altura o el de Gesoriacum, con doce pisos, como el de Gades, y aproximadamente sesenta metros. También se edificaron con un solo cuerpo, como el de Brigantium (La Coruña).
Un elemento también bastante común en estos faros es el de presentar accesos mediante rampas o escaleras rodeando el exterior del edificio, como en el caso del faro de Gades, en el que se aprecian con claridad en cinco de sus cuerpos, así como una clarísima entrada abovedada, también bastante usual en el mundo antiguo.
Por último un aspecto igualmente destacable es la presencia en estas construcciones de elementos escultóricos, que han sido interpretados desde formulaciones religiosas, estéticas, políticas e incluso acústicas. En el caso del de Gades, este fenómeno no lo encontramos en la representación de la cisterna del Teatro Andalucía, pero sí ampliamente en los textos medievales, que aluden a una gran figura de bronce dorado de más de cuatro metros altura, representando un personaje barbado con manto que le llegaba hasta la mitad de las piernas y que recogía sobre uno de sus brazos. Uno lo tenía extendido apuntando con el dedo índice, y el otro sujetaba un cetro o bastón de mando. Para García y Bellido este personaje con barba, al que en la Edad Media se identificó con Hércules, debe relacionarse con algún emperador romano, quizás con paludamentum, de época de Adriano o posterior y por tanto con una cronología de después del primer cuarto del siglo II d.C., fecha que encaja en los límites ofrecido por el registro arqueológico de la cisterna romana del Andalucía, que establece una cronología de ejecución del dibujo del Faro Gaditano entre la fecha de construcción de la industria, pocos años antes del cambio de la Era y el siglo V d.C. momento en que se colmata parcialmente de tierras la cisterna y se oculta parte del dibujo, quedando únicamente visibles, hasta su redescubrimiento en 1996, los nueve cuerpos superiores y los cuatro haces de luz.
Fuente: Diario de Cádiz, 26 de junio de 2005
Enlace: http://www.diariodecadiz.com/diariodecadiz/articulo.asp?idart=1481750&idcat=827
Los arqueólogos se encontraron entonces con el que no se duda en calificar como un descubrimiento excepcional, "ya que estamos ante un testimonio iconográfico de uno de los monumentos que más citaron los autores del medievo", explica Ángel Muñoz, entonces arqueólogo de la Delegación de Cultura y ahora director del conjunto arqueológico de Baelo Claudia, quien recuerda que el dibujo representaba una torre-faro compuesta de doce cuerpos escalonados en cuyo cuerpo inferior se distinguía una entrada abovedada y escaleras o escalinatas en cinco de ellos, mientras que del cuerpo superior parten cuatro haces de luz. Junto a este dibujo apareció otro que mostraba dos cuerpos incompletos, además de intuirse otro escalonado con decoración de retícula romboidal. Todas las representaciones estaban hechas con carboncillo en el recubrimiento de mortero de cal de las paredes.
Los datos arqueológicos informan de que la cisterna donde aparecieron estos dibujos estaba compuesta por dos cámaras paralelas, unidas con un lateral común y comunicadas por un pequeño hueco, que presentaba en la zona de acceso por la cubierta una acumulación de sillares a modo de escalinata para facilitar el acceso y uso una vez abandonada la factoría.
Las unidades estratigráficas de colmatación parcial de las cámaras ofrecieron, por lo demás, escasos materiales arqueológicos. Los que se localizaron se concentraban en los sedimentos inferiores, que descansaban sobre la solería, realizada igualmente con mortero de cal. Allí se depositaban cerámicas correspondientes a vajilla de cocina (morteros, ollas, etcétera) y de transporte (ánforas), destacando, por su interés cronológico, los fragmentos de ánforas romanas tardías de la forma Late Roman la de Sciallano y Sibella, cuyos centros de producción se sitúan en las riberas del Mar Negro, costa sur de Turquía, Chipre y Rhodas. "Estas ánforas estuvieron destinadas al transporte de aceite y vino y circularon durante el siglo V d.C.", indica Muñoz.
La excavación tiene por tanto en el dibujo hallado un emblema que perdurará en el tiempo. Pero ¿a qué monumento de la antigüedad representaba? Ángel Muñoz afirma que si bien no existen referencias a él en la producción literaria de los autores clásicos, sí que son "bastante elocuentes" los textos medievales. Así, explica, el primer documento que habla del faro es la Crónica mozárabe, que a mediados del VIII d.C. describía sus elementos singulares. Asimismo, en el siglo X d.C. aparece reflejado en un texto de Al-Masudi, si bien sus referencias, apunta Muñoz, "presentan cierto matiz legendario".
De mediados del XII es un texto de Al-Zuhrí en el que se hace la descripción más detallada y completa del monumento, "ya que al parecer lo conoció directamente antes de su destrucción". Y de esta misma época es La crónica Pseudo-Turpini, un texto cristiano escrito por un monje anónimo que debió conocer las fuentes árabes citadas. Y ya más tardíos son los de Al-Garnati siglo XII, Yakut y Al-Kazwini siglo XIII, Jiménez de Rada, Alfonso X y Al-Himyari, quien entre los siglos XIV y XV recopiló notas históricas y geográficas y que en el capítulo dedicado a Kadis recalca la mención a la torre.
Todas estas fuentes documentales coinciden en señalar en que se trataba, dice Ángel Muñoz, "de un edificio de altura considerable, entre 60 y 124 codos es decir, entre 50 y 104 metros de varios cuerpos superpuestos, en número de tres, rematado por una estatua de notables dimensiones de 6 a 8 codos, esto es, de 5 a 6,7 metros hecha de bronce dorado, cobre, hierro con cobre o latón con baño de oro el material depende de la versión tenida en cuenta y que representaría a algún emperador, según A. García y Bellido.
El dibujo del faro completo parece alejarse de los datos facilitados por los textos, sobre todo en el número de cuerpos y en la estatua que lo coronaba, siguiendo el modelo del Faro de Alejandría. Sin embargo, los otros dos dibujos sí responden mejor a las descripciones documentales. Y todas las fuentes dicen que el almirante almorávide Ibn-Maimún mandó incendiar el edificio hacia el año 1145 para hacerse con el oro del que creía que estaba realizada la estatua y financiar con él su movimiento independentista contra los almohades. La avaricia de un hombre destruyó un monumento.
"El gran descubrimiento de la península ibérica"
Los niveles de relleno que tenía la cámara donde apareció la representación de la torre-faro colmataron parcialmente el dibujo, cubriendo los tres primeros cuerpos del mismo y quedando el resto exento de tierras. "Este dato nos indica que dichas representaciones pictóricas fueron ejecutadas como muy tarde durante el siglo V d.C., no descartándose que pudiera dibujarse con anterioridad, incluso al finalizar su construcción, pocos años antes del cambio de la Era, o durante la limpieza de las mismas en algún momento de su funcionamiento como parte de la factoría de salazones", indica Ángel Muñoz, quien además comenta que también podría tratarse de un dibujo realizado por alguna persona que utilizara la cisterna como refugio, una vez abandonada la factoría y previamente a la colmatación parcial de la misma en el siglo V d.C.
La singularidad del descubrimiento hizo que se planteara su extracción y exposición en el Museo de Cádiz, donde hoy se pueden contemplar en todo su esplendor, tras los trabajos de restauración llevados a cabo.
Su descubrimiento llevó a la Delegación Provincial de Cultura a celebrar una jornada monográfica sobre el hallazgo, celebrada el 13 de marzo de 1997, que llevaba por título La Torre-Faro de Cádiz. Jornada sobre el redescubrimiento de una imagen mítica. En esta jornada participaron varios especialistas, que hablaron sobre diversos aspectos relacionados con estas construcciones, destacando, recuerda Ángel Muñoz, el gran valor que representaba este hallazgo, que fue calificado por uno de los ponentes, Pedro Rodríguez Oliva, profesor de la Universidad de Málaga, como "el gran descubrimiento de la península ibérica en lo que respecta a la arqueología clásica".
Fuente: AIDA R. AGRASO, Diario de Cádiz, 26 de junio de 2005
Enlace: http://www.diariodecadiz.com/diariodecadiz/articulo.asp?idart=1481744&idcat=827
Los faros en el mundo antiguo
No cabe duda que el descubrimiento de la representación de la torre-faro en la cisterna romana del solar donde hasta hace algunos años se erigía el Teatro Andalucía, marcó un hito, a los que la arqueología gaditana nos tiene acostumbrado muy a menudo. Sarcófagos fenicios, enterramientos con elementos de orfebrería relevantes, teatro romano, terracotas de excepcional interés, contextos fenicios arcaicos novedosos y un amplio etcétera, no son sino algunas muestras de esos objetos e inmuebles singulares que nuestro subsuelo nos proporciona paulatinamente. Entre ellos, el dibujo del Faro del Teatro Andalucía, vino a completar allá por 1996, ese amplio elenco de piezas excepcionales que enriquecen nuestro Pasado y nuestra Historia.
Los faros durante la Antigüedad tuvieron una doble función. Por una parte parece claro que dentro de su aspecto funcional, sirviesen tanto para señalizar escollos y sectores difíciles para la navegación, como para indicar la entrada de zonas portuarias o de fondeaderos. Por otra parte su carácter simbólico o conmemorativo, tampoco debe resultarnos extraño. De ambos encontramos ejemplos en el mundo clásico. Así el conocido faro de Chipiona, el Monumentum Caepionis, citado por Estrabón y Mela, debió tener la función de avisar de los escollos de la Punta de Salmedina, en la entrada del Baetis. El faro de La Coruña, la denominada Torre de Hércules, durante la Antigüedad ostentó por el contrario un carácter eminentemente simbólico, ya que representaba el fin de la tierra del noroeste del mundo clásico. Tan sólo a partir del siglo XVIII adquiere funcionalidad y uso como ayuda a la navegación.
Este aspecto delimitador del fin del mundo conocido, podríamos extenderlo al faro de Gades, que sin duda representó el fin de la tierra en el suroeste. Sin embargo, tampoco debemos excluir su posible y aparente sentido funcional, como señalizador de la entrada a la amplia ensenada marina interior que conformaba la zona portuaria de la Polis Gaditana.
Es evidente que la construcción de faros en la Antigüedad, tiene sus antecedentes en las señales con fuego o humo que se hacían desde la costa para ayudar a los navegantes. En época helenística los faros se consolidan como estructura arquitectónica, de la que es buen ejemplo el de Alejandría. Con el imperio romano, ante el control de las rutas marítimas, los faros adquieren en el Mediterráneo una gran expansión y desarrollo. Es en estos momentos cuando se generaliza su servicio nocturno y se apoya su construcción por los poderes públicos.
Desde el punto de vista morfológico son bastante comunes las estructuras compuestas por varios cuerpos superpuestos, generalmente en número de tres o cuatro. El dibujo del de Gades con doce cuerpos, si realmente fue como está representado en la cisterna de la factoría del Teatro Andalucía, sería uno de los más grandes del mundo antiguo, comparable al de Alejandría con un total de tres cuerpos sucesivos y más de ciento treinta metros de altura o el de Gesoriacum, con doce pisos, como el de Gades, y aproximadamente sesenta metros. También se edificaron con un solo cuerpo, como el de Brigantium (La Coruña).
Un elemento también bastante común en estos faros es el de presentar accesos mediante rampas o escaleras rodeando el exterior del edificio, como en el caso del faro de Gades, en el que se aprecian con claridad en cinco de sus cuerpos, así como una clarísima entrada abovedada, también bastante usual en el mundo antiguo.
Por último un aspecto igualmente destacable es la presencia en estas construcciones de elementos escultóricos, que han sido interpretados desde formulaciones religiosas, estéticas, políticas e incluso acústicas. En el caso del de Gades, este fenómeno no lo encontramos en la representación de la cisterna del Teatro Andalucía, pero sí ampliamente en los textos medievales, que aluden a una gran figura de bronce dorado de más de cuatro metros altura, representando un personaje barbado con manto que le llegaba hasta la mitad de las piernas y que recogía sobre uno de sus brazos. Uno lo tenía extendido apuntando con el dedo índice, y el otro sujetaba un cetro o bastón de mando. Para García y Bellido este personaje con barba, al que en la Edad Media se identificó con Hércules, debe relacionarse con algún emperador romano, quizás con paludamentum, de época de Adriano o posterior y por tanto con una cronología de después del primer cuarto del siglo II d.C., fecha que encaja en los límites ofrecido por el registro arqueológico de la cisterna romana del Andalucía, que establece una cronología de ejecución del dibujo del Faro Gaditano entre la fecha de construcción de la industria, pocos años antes del cambio de la Era y el siglo V d.C. momento en que se colmata parcialmente de tierras la cisterna y se oculta parte del dibujo, quedando únicamente visibles, hasta su redescubrimiento en 1996, los nueve cuerpos superiores y los cuatro haces de luz.
Fuente: Diario de Cádiz, 26 de junio de 2005
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