Blogia
Terrae Antiqvae

Astures contra romanos

Astures contra romanos

Foto: Recreación de guerrero astur. Los arqueólogos ven indicios de un gran choque militar durante la romanización en la vía Carisa.

Por José A. ORDÓÑEZ, La Nueva España, 27 de julio de 2004

¿Hubo una gran batalla entre astures y romanos en la vía Carisa en torno al 25 o 26 antes de Cristo? Ésta es una de las incógnitas a las que se enfrentan Jorge Camino, Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada, los arqueólogos encargados de la campaña estival de excavaciones en el campamento imperial del monte Curriechos y en el cercano sistema de defensa indígena del pico Homón de Faro. Hasta el momento, la investigación en el emplazamiento astur no ha dado pistas sobre un hipotético choque militar a gran escala. Sin embargo, en el enclave romano sí que hay algunos rastros que pudieran llevar hacia una respuesta positiva. Los arqueólogos los estudiarán antes de ofrecer una tesis definitiva. Los romanos lograron salvar la resistencia astur. Está probado. ¿Cómo? Ahí está la cuestión.

El conjunto formado por los dos emplazamientos militares al paso de la vía Carisa por el límite entre los concejos de Aller y de Lena puede considerarse como un teatro bélico en toda regla. Siglo I antes de Cristo: a un lado, en lo alto del monte Curriechos, el campamento romano situado a mayor altura (1.728 metros) de cuantos se han encontrado en Europa hasta la fecha. Justo enfrente, a un kilómetro de distancia en línea recta, el pico Homón de Faro, donde los indígenas plantearon la defensa de los valles interiores del territorio que hoy es Asturias con un muro de 450 metros de longitud, por cuatro o cinco de alto y seis de ancho. Por entre ambas fortificaciones discurre la vía Carisa, el camino construido por los legionarios romanos para penetrar en el «corazón» de la Asturia transmontana.

La entrada a la región fue defendida por cientos de guerreros.

Otro de los aspectos que llama la atención de la investigación que se lleva a cabo este verano en el entorno de la vía Carisa pasa por determinar el número aproximado de guerreros astures que se concentraron en el Homón de Faro para tratar de contener el avance romano. Los arqueólogos aseguran que una estructura defensiva de 450 metros de longitud lineal y cinco metros de alto no se construye ni se mantiene así como así, por lo que apuntan a un contingente militar amplio, integrado por cientos de guerreros indígenas llegados de los valles centrales asturianos. Erigir la gran barrera prueba, a juicio de los expertos, la existencia de una cierta organización de la población local y un sentimiento de identificación con un territorio al que se quiere defender de las tropas invasoras.

Los arqueólogos mantienen, además, que el sistema defensivo astur tenía un componente exclusivamente militar y no corresponde a un ente de población estable, aunque lo fuese solamente en época estival. Los astures subieron al Homón de Faro ex profeso para luchar e impedir la invasión romana. Lo más probable es que construyeran el gran muro al tener conocimiento del lento pero constante avance de los legionarios por la vía Carisa. Todo el proceso les llevará varios meses de duro trabajo, quién sabe si a contrarreloj, que, finalmente, se les vendría abajo ante el imparable empuje imperial. La caída del Homón de Faro supuso el principio del fin de la cultura astur en la región transmontana.

Los expertos esperan concluir la investigación en el emplazamiento defensivo indígena del Homón de Faro en muy pocos días y dedicarán el mes de agosto a profundizar en el conocimiento del campamento romano. Esta labor se antoja fundamental para averiguar si el entorno de la vía Carisa fue el escenario de la gran batalla que facilitaría el derrumbe astur y la conquista romana de Asturias. La tesis definitiva verá la luz en septiembre.

Defensa colaborará en la interpretación militar del enclave.

Los romanos sabían bien a dónde y por dónde iban. Una línea recta imaginaria tirada desde el monte Curriechos hacia el Norte llegaría directamente a Gijón. Los indígenas tampoco eligieron al azar dónde hacerse fuertes. El Homón de Faro está en un punto especialmente angosto de la vía Carisa, en una situación estratégica inmejorable desde el punto de vista geográfico y militar.

La función de la plaza fuerte indígena está bien clara: defender sus territorios del avance imperial desde su misma «puerta», desde la cordillera. ¿Y la del campamento romano? Caben dos interpretaciones. O bien entender el emplazamiento como una cabeza de puente del avance al centro de la región o como una fortificación obligada por la férrea oposición planteada por los guerreros indígenas. Los arqueólogos han encontrado vestigios que pueden corresponder a una fortificación anterior que o bien fue arrasada por los indígenas o abandonada con la llegada de un invierno que a 1.700 metros de altitud se presentaba insufrible para unas tropas poco acostumbradas a rigores climáticos extremos.

Aunque la existencia de una gran batalla, quién sabe si definitiva para vencer la resistencia de los astures, no está comprobada, sí que parece seguro que, al menos, las estribaciones del monte Curriechos y del Homón de Faro fueron el escenario, hace ya 22 siglos, de varias escaramuzas entre invasores y defensores. Los arqueólogos han localizado entre los restos del emplazamiento astur un notable arsenal de «balas» de piedra para disparar con hondas. Se trata de cantos rodados de un notable tamaño y peso -en torno a los cuatro kilos- que fueron trasladados ex profeso al lugar por los guerreros astures.

Por otro lado, la distancia entre las fortificaciones impedía a los romanos utilizar su artillería para vencer la resistencia astur, por lo que, de existir, la batalla debió de librarse en un espacio abierto de la zona. Cuerpo a cuerpo. Los arqueólogos no han encontrado indicios que refieran a un hipotético asedio de la plaza defensiva astur por parte de los romanos, aunque sí han localizado una zapa realizada por los legionarios para tumbar la muralla. Una curiosidad: la forma en que se realizó la operación permite asegurar que su autor fue un hombre diestro.

Con la caída de la fortificación las tropas imperiales encontraron franco el paso hacia los valles del centro de la región, hacia el verdadero «corazón» de la región que denominaron Asturia transmontana. Una «bendición» para los sufridos legionarios de la Legión V Alaudae, que completaron el paso de la Cordillera siempre a una gran altitud para evitar caer en las posibles emboscadas que les pudieran tender los astures. Así, una vez atravesado el puerto, los legionarios que construyeron la vía Carisa siguieron ganando altura hasta llegar, por ejemplo, a la cumbre del monte Curriechos, donde decidieron, si es que no se vieron obligados por los indígenas, acampar.

Los arqueólogos al cargo de la campaña en el entorno de la Carisa contarán con la colaboración del Ministerio de Defensa para completar la valoración del enclave desde el punto de vista bélico. Un experto militar visitará la zona en las próximas semanas para interpretar el emplazamiento del campamento romano y de la gran muralla astur. Su opinión pondrá sobre la mesa hipótesis de ataque y defensa para tratar de averiguar lo que pasó en el monte Curriechos hace 22 años.

Las investigaciones, aunque han ofrecido ya resultados muy relevantes, no han hecho más que comenzar. La vía Carisa seguirá siendo un excelente camino para conocer un poco mejor la historia antigua de Asturias y la de su romanización.

LOS CELTAS

Por Javier García

La cuestión celta

Al contrario que en otros pueblos protohistóricos, entre los celtas no se produjo nunca una concentración suficiente del poder político que nos habría permitido hoy deslindar los pueblos de origen celta de aquellos que no lo eran.

No es posible recurrir a una definición concreta. Deberemos atender a muchos y diversos factores a la hora de identificar a los diferentes pueblos de filiación céltica. Podremos fijarnos en cómo los definieron otros pueblos coetáneos, como griegos y romanos. Pero éstos no tenían el mismo interés compartimentador que tenemos nosotros, y muchas veces, por ejemplo, se limitan a nombrarlos con su propio nombre, sin adscribirlos a ningún otro grupo aglutinante. También aspectos como la unidad lingüística, la raza, la similitud de los restos arqueológicos, una misma organización social, parecidos gustos artísticos, la religión, etc... son rasgos definitorios. El problema aparece, cuando determinados pueblos cumplen sólo algunos de los requisitos propuestos, o cuando ciertos aspectos de los mismos se nos presentan confusos, fruto del contacto con otras culturas y pueblos.

No obstante, y apuntada la polémica, creo que se puede convenir, sin pretensiones científicas, que el fenómeno céltico tiene sus orígenes en la emigración de un pueblo de origen ario, que partiendo de las tierras comprendidas entre el mar Caspio y los montes del Cáucaso, se asienta en la Europa Central. Posteriormente sigue su periplo hacia el oeste, y seguramente gracias a su mayor desarrollo, va extendiendo su cultura, imponiéndose o yuxtaponiéndola a la de otros pueblos que va encontrando en su camino.
En este sentido puede ser aclarador V. Kruta: "En el apogeo de su poder los celtas ocuparon en Europa un enorme territorio que limitaba al Oeste con el Atlántico, de la Península Ibérica a las Islas Británicas, al norte con el reborde interior de la gran llanura septentrional alemana y polaca, al este por el arco de los Cárpatos y al sur por el litoral mediterráneo a partir de la costa catalana, la vertiente norte de los Apeninos y el borde meridional de la cuenca del Danubio antes de las Puertas de Hierro.

Sin embargo, no sólo estos territorios no tuvieron jamás una unidad política, sino que los restos hacen ver la irregularidad de la implantación céltica que en algunas zonas se superpuso a poblaciones anteriores, pero dejó también amplios enclaves a poblaciones que seguramente o con probabilidad no eran célticas."

Este es el contexto en el que deberemos analizar la presencia celta en nuestra tierra

Los celtas en la Península Ibérica.

La existencia de dos polos lingüísticos diferenciados entre los pueblos indoeuropeos de la península, uno más arcaizante en la región occidental frente a otro propiamente celta en la región oriental de la Meseta, divide las opiniones de los historiadores acerca del incuestionable proceso de celtización de la península. Los diversos autores no se ponen de acuerdo sobre el número de invasiones celtas, ni sobre las fechas de las mismas, ni sobre su carácter.

Tradicionalmente, el proceso se dividiría en tres fases fundamentales:

La penetración de pueblos de origen indoeuropeo (no propiamente célticos ¿ligures?) en el occidente peninsular, con anterioridad a la penetración celta, es un proceso tan oscuro como indudable. A partir del análisis lingüístico es indiscutible la existencia de un sustrato indoeuropeo anterior a la influencia céltica. Estos primeros aportes étnicos pueden remontarse a once siglos antes de nuestra era y se relacionan con la penetración de la metalurgia del bronce en la península. Con estos pueblos habrá que relacionar una lengua hablada en el occidente peninsular y que conocemos con el nombre de lusitana. Esta lengua presenta claras diferencias con las de origen céltico, aun procediendo ambas de un tronco común, lo que explicaría las coincidencias entre las dos lenguas.

Entre los siglos IX y VIII a. de J.C. se producen las primeras penetraciones celtas propiamente dichas, extendiendo la llamada "cultura de los campos de urnas" sobretodo por Cataluña y el valle del Ebro, aunque también por la meseta y el noroeste peninsular.

Pero es a partir de los siglos VI y V a. de J.C. cuando la celtización se hace más intensa y ya para el siglo IV, los geógrafos e Historiadores latinos distinguen en el espacio peninsular a los elementos no indígenas con el nombre de keltoí y céltici.

Otros autores, más modernos, sostienen básicamente que el proceso de celtización es un fenómeno que se produce de forma continua a lo largo del primer milenio antes de nuestra era. Estaría inmerso en el propio carácter nómada de los pueblos que habitaban el suroccidente europeo en la protohistoria, y en definitiva el fenómeno no estaría sujeto a determinadas oleadas invasoras sino que sería fruto del ir y venir de muchos y variados pueblos de origen indoeuropeo a lo largo del milenio en cuestión. Estos historiadores se basan fundamentalmente en la continuidad cultural que aportan las más recientes excavaciones arqueológicas. No parecen existir cambios bruscos en la cultura de los pueblos en cuestión, lo que parece debería ocurrir si hubieran sido objeto de diversas invasiones.

En definitiva, el núcleo del problema estaría en hacer coincidir los datos lingüísticos con los arqueológicos. Labor que todavía está pendiente.

De cualquier forma y como conclusión podemos apuntar las palabras de García y Bellido: " en líneas generales la arqueología, la lingüística y los datos históricos coinciden en darnos el testimonio de que a una población indígena se superpuso una población formada por elementos centroeuropeos que en el siglo IV a. de J.C. se distribuyen, como estos mismos testimonios manifiestan, por las dos mesetas, Aragón, Portugal y Galicia, con pequeños enclaves en Andalucía, Levante y Cataluña".

Los pueblos celtas

Empezaremos por el noroeste, donde nos encontramos con los galaicos, que ocupaban una zona más amplia que la Galicia actual bajando por el sur hasta el Duero y por el este hasta el Navia. Continuando por la costa estarían los astures, que también ocupaban una región mayor que la actual Asturias y asimismo bajarían hasta el Duero. Cruzando el Sella se encontraban los Cántabros que lindaban con el río Asón, a partir del cual habitaban los autrigones, que a su vez limitaban por el este con los pueblos de raíz vascófona y al sur con los turmódigos. Volviendo otra vez al Atlántico, al sur del Duero se situarían los lusitanos que limitaban al este con vacceos y vetones, los cuales limitaban a su vez por oriente con La Celtiberia que lindaba al nordeste con los berones que podemos situar en la actual Rioja.

Esta descripción debe considerarse sólo en un aspecto geográfico, ya que estos pueblos nunca tuvieron una estructura política que nos permita considerarlos como tales.

LA CULTURA CASTREÑA

Los celtas del noroeste

Para todos es un lugar común considerar a Galicia como el pueblo celta de orígenes más puros de la península. Sin embargo, la arqueología no ha podido aportar pruebas suficientes de la presencia de pueblos de origen celta en el ángulo noroeste de la península con anterioridad a las primeras noticias dadas por los geógrafos e historiadores griegos y romanos.

Como ya hemos visto, es a partir del siglo VI a. de C. cuando podemos hablar en la península de una cultura propiamente celta que se manifiesta principalmente en la meseta y en la conocida como área celtibérica, donde alcanza su mayor esplendor con la llegada de la edad del hierro.

Este hito supone el hallazgo y explotación de la riqueza minera del área del Moncayo y zonas próximas, lo que origina una ruptura con las estructuras sociales típicas de la edad del bronce, provocando el desarraigo de numerosos grupos, que emigran hacia el oeste. Estas migraciones serán las que a la postre darán a todo el noroeste peninsular su carácter céltico.

La doctora G. López Monteagudo nos dice: "Diodoro designa como celtíberos a todos los habitantes de la meseta, lo que coincide con la afirmación de Plinio de que la Celtiberia llegaba hasta el Atlántico. Teniendo en cuenta que estas fuentes son tardías, puede suponerse que la situación que describen era debida a la expansión de los pueblos celtibéricos del extremo oriental de la Meseta sobre otros grupos indoeuropeos que habitaban el resto de esta amplia región.", y también: "Estrabón cita unos keltoí en las cercanías del cabo Nerión, llamado por Mela Promontorium Celticum, que habían llegado hasta allí en compañía de unos turduli y que eran parientes de otros keltikoí que vivían junto al Anas. Según García y Bellido, estos céltici habían salido de la región oriental de la Meseta en dirección a Lusitania, en donde encontramos otros céltici en la desembocadura del Guadiana; desde aquí habían reemprendido el camino hacia Galicia, en donde parte de ellos se fundieron con otros céltici que vivían dispersos en la región galaica."(La región galaica abarcaba toda la zona comprendida al norte del Duero y al oeste de la línea que forman el Sella en Asturias y el Esla en León, no sólo la Galicia actual)

Estas migraciones producen en su contacto con los pueblos de origen indoeuropeo que predominan en la zona del noroeste peninsular, una nueva cultura mezcla de ambas. Se trata de la llamada Cultura Castreña, que se desarrolla durante la edad de hierro, pero que hunde sus orígenes en la del bronce, cuando todavía no se atestigua la presencia celta en la zona. Se trata de una cultura en la que los elementos célticos son incuestionables, pero que presenta rasgos y costumbres peculiares que no encajan con lo que sabemos de los celtas y que debemos atribuir a un primitivo aporte indoeuropeo, seguramente ligur o ilirio, o de ambos.

La cultura castreña

La presencia de castros es común a todo el área celta de la Península. Sin embargo, los castros del Noroeste presentan particularidades respecto a los de la Meseta. Mientras en Castilla la forma es cuadrangular aquí es redonda u oval, tanto en el castro como en las casas. Mientras en la Meseta algunos alcanzan la categoría de oppida, en el noroeste su tamaño es siempre reducido y además son mucho más frecuentes y próximos entre sí. Así Manuel Bendala nos dice: "En las fases más antiguas los castros se organizan interiormente en casas redondeadas y aisladas, una vieja tradición que nos remite a tiempos prehistóricos; constituyen un paradigma, no sólo de escaso aprovechamiento del espacio ocupado, sino de individualidad, ausencia de coordinación y de jerarquías sociales, quizá el mejor contrapunto a la idea del asentamiento planificado y sujeto a un plan que aplica una determinada autoridad comunitaria. Este tipo de casas se mantiene de forma muy conservadora en la que se considera cultura castreña por antonomasia, la «castrexa» del noroeste, propia de los galaicos y pueblos limítrofes, fundamentalmente los astures de las inmediaciones.".

Podemos definir la cultura castreña como aquella que se desarrolla entre los siglos VI a. de C. y V de nuestra era, aunque hunde sus raíces en la Edad del Bronce, en tierras de la antigua Gallaecia romana, y cuyo elemento más característico es el castro.

Los castros

Los castros deben su origen a las invasiones de los Sefes. Los nativos, pacíficos, que hasta el momento vivían en el llano y en las vegas de los ríos, trasladan sus viviendas a sitios más inexpugnables y de fácil defensa, amurallándose.

Generalmente los castros constan de un recinto amurallado en piedra, de forma oval o redonda, que cobija en su interior un conjunto de chozas dispuestas de forma desordenada, con paredes generalmente de tapial(tierra seca con maderas), ya que sólo en fases tardías se construyen paredes de piedra, y techumbre de paja. La fragilidad de la construcción explica el que sus restos no hayan llegado hasta nosotros. La puerta era de tablones de madera, y suele estar un poco elevada del suelo, seguramente para impedir el paso del agua al interior. El suelo se igualaba con piedra menuda sobre la que se colocaba arcilla apisonada, y con cantos se hacía el hueco para la lumbre.

Generalmente los castros son de muy pequeño tamaño. Muy pocos podrían albergar más de una docena de chozas en su interior.

Suelen situarse en lugares preeminentes, sobre colinas o montes de mediana altura, aprovechando las defensas naturales cuando es posible(por ejemplo, junto a terraplenes) y con buena visibilidad sobre el terreno circundante. Todo ello nos define un hábitat en el que las necesidades defensivas son primordiales.

Son muy abundantes, sobretodo en Galicia y norte de Portugal, donde se cuentan por miles. También se prodigan en las montañas leonesas y la zona occidental de Asturias. En Sanabria y Carballeda podemos encontrar restos de ellos en gran parte de sus pueblos.

Está comúnmente aceptado el atribuir a los celtas la creación y habitación de los castros. Sin embargo, y a pesar de lo poco que sabemos, se tienen datos suficientes para afirmar que la cultura castreña era distinta de la del resto de la zona céltica. Seguramente debe más al aporte de ese sustrato indoeuropeo arcaizante del que hemos hablado anteriormente. Probablemente, el mismo motivo que hubo para la tardía celtización del noroeste peninsular, es el que ha permitido la mayor perduración en la zona de los rasgos célticos: su situación geográfica, alejada de las sucesivas corrientes de penetración cultural que tuvieron otras zonas de la Península.

En este sentido Bendala dice:"La primitiva estructura de los castros galaicos se mantuvo vigente hasta tiempos muy avanzados, y sólo en época romana se advierten procesos de incorporación a los sistemas de control territorial basados en asentamientos mayores, del tipo de los oppida,..."

La sociedad castreña.

La gran abundancia de castros así como su diminuto tamaño, nos permiten hacernos a la idea de una sociedad muy poco vertebrada y con grandes dosis de inseguridad.

La población se repartiría de forma muy dispersa por el territorio, constituyendo núcleos de población muy pequeños, donde se asentarían las diferentes centurias o gentilitates, correspondiéndose cada una con un castro. Esta sería la forma básica de organización social, intermedia entre la familia y la tribu. Dentro de cada castro convivirían distintas familias, tomadas en un sentido extenso, que supuestamente tendrían unos lazos de parentesco entre sí.

Abarcando diferentes castros estaría la tribu, pueblo o gens, sin que sepamos qué tipo de relaciones existían entre las diferentes gentilidades que la componían, aunque parece que gozaban de gran autonomía y en ellas residía la soberanía. Tenían sus propios dioses gentilicios y cultos familiares, así como un derecho particular, del que quedaba excluido el ajeno al grupo. De este modo el individuo queda desprotegido fuera de su propio castro o gentilidad, por lo que el nivel de cohesión política se ha de considerar muy débil o casi inexistente.

El carácter cerrado de esta sociedad queda atenuado por la existencia de una institución que los romanos llamaron pacto de hospitalidad. El acuerdo podía pactarse entre individuos o entre las distintas gentilidades, considerándose mutuamente ambas partes, en pie de igualdad, como protectores y protegidos. El extraño, no enemigo del clan, podía acogerse a la hospitalidad del grupo, pero ésta sólo estaba garantizada mediante la existencia previa del pacto. De la institución se derivaba que los miembros de ambas gentilidades fuesen recíprocamente considerados como amigos y huéspedes, participando los de un grupo en los derechos del otro y transmitiendo esta consideración a sus herederos. Los pactos se hacían por escrito en las llamadas tesseras de hospitalidad, documentos epigráficos hechos en bronce o plata y de los que cada una de las partes guardaba una mitad. Suelen presentarse con formas diferentes, a veces como animales, otras representando manos entrelazadas. Su datación corresponde a los siglos que van desde el II a. de C. hasta el II de nuestra era.

La escasa diferenciación entre las cabañas de los castros, así como la pobreza de los ajuares encontrados, nos permiten pensar en una sociedad muy igualitaria, cuyo principal desvelo sería el cuidado de los siempre amenazados rebaños que pastaban en los alrededores del castro.

Los hombres dedicarían su tiempo principalmente al cuidado de los rebaños, la caza, la pesca y la guerra. El evidente carácter defensivo de los castros nos hace pensar en una sociedad muy inestable en la que la guerra sería un elemento cotidiano; no debido tanto a factores extraños como a su propia idiosincrasia, pues las defensas que proponen no serian un gran obstáculo para otros pueblos más desarrollados, como el romano.

Las mujeres y los niños se ocuparían de la recolección de frutos, principalmente bellotas, con las cuales, previamente secas y trituradas, elaboraban un pan que se conserva bastante tiempo, y que constituía una base fundamental de su alimentación.

La agricultura tenía escaso desarrollo técnico y era labor encomendada a las mujeres, costumbre que todavía podemos rastrear en las zonas de influencia castreña.

La jerarquización de estas sociedades estaría en función de elementos como la edad y el sexo, tal y como nos dice Estrabón: "Comen sentados sobre bancos construidos alrededor de las paredes, alineándose en ellos según sus edades y dignidades...". Los ancianos estaban muy considerados dentro del grupo, eran los portadores de la sabiduría, pues en una sociedad de tradición oral son los más viejos los que han podido aprender los diferentes entresijos de la cultura que han heredado. Junto a ellos estarían los portadores de la timé, seguramente jóvenes guerreros protagonistas de correrías saqueadoras sobre los pueblos cerealistas más ricos del sur, y que tantos problemas ocasionaron a las legiones romanas.

LOS ASTURES

Descripción geográfica

Se considera con este nombre al conjunto de pueblos o tribus que habitaban las tierras que con posterioridad los romanos convirtieron en el Conventus Jurídico de Asturia, dentro de la provincia de Gallaecia.

Aunque los límites del Conventus no parecen ser muy precisos, F.J. Lomas no difiere demasiado de Schulten y nos dice: "A Occidente de los Cántabros y de los Vacceos, con quienes también lindan por el Sur, se encuentran los Astures ocupando gran parte de Asturias, León y Norte de la provincia de Zamora. Sus lindes orientales son los que los separan de los Cántabros desde el Sella hasta la ribera del Gradefes junto al Esla; de aquí el Esla primero y el Duero después hasta la frontera portuguesa los separaba de los Vacceos. Por occidente los separaba de los galaicos lucenses y bracarenses el Navia desde su desembocadura hasta sus fuentes, o mejor, la rótula asturiana, la Sierra de Rañadoiro, para continuar por la Sierra de Picos de Ancares y Sierra del Caurel hasta el río Sil, perteneciéndoles Quiroga y Puebla de Tribes, y corriendo sus lindes por la Sierra de San Mamed, Montes del Invernadero hasta el nacimiento del río Sabor, perteneciendo Bragança a los Astures y siendo el límite más meridional dicho río hasta alcanzar el Duero."

La simple división administrativa hecha por Roma, no nos permite pensar en la existencia de una previa homogeneidad, ni política, ni administrativa, ni tan siquiera cultural, entre los diversos pueblos que habitaban el territorio delimitado. En esta línea, y una vez conocidos los límites del Convento Astur, debemos hacer una primera subdivisión del territorio entre los astures que poblaban al norte de la cordillera Cantábrica y los que lo hacían al sur. Así la cadena montañosa sirve de frontera orográfica entre pueblos que presentan claras diferencias culturales, los Astures Transmontani y los Augustani. Antes de la conquista romana a los pueblos que habitaban tras la cordillera los asimilaban con los Cántabros.

Mientras las culturas hispanocelta y castreña han dejado sus huellas al sur de la cordillera desde al menos la Segunda Edad del Hierro, al norte de la misma la población debió ser muy escasa con anterioridad al siglo II a. de C. cuando, coincidiendo con el apogeo de la cultura hispanocelta, comienza la celtización de la Asturia trasmontana. Por tanto, al igual que comentábamos para todo el noroeste peninsular, la actual Asturias sería la última zona del territorio Astur en conocer la cultura celta, y al mismo tiempo la que mejor ha conservado su acerbo cultural; siendo consecuencia los dos fenómenos de una misma causa: "Los condicionamientos geográficos de la región, apartada de influencias culturales ajenas al territorio"

Por otra parte, pienso que en la Asturia correspondiente al sur de la Cordillera Cantábrica se deberían tener en cuenta, además, las diferencias culturales existentes entre la zona montañosa occidental, de clara influencia galaica, y la zona meseteña oriental, más abierta a influjos vacceos o vetones.

Los pueblos astures

Las primeras noticias que tenemos de los Astures son como consecuencia del enfrentamiento que mantuvieron con los romanos durante las llamadas Guerras Cántabras, en tiempos de Augusto.

Plinio reconoce 22 tribus entre los Astures, aunque sólo nos da el nombre de tres ciudades y otras tres tribus; por otra parte Tolomeo cita doce ciudades y siete tribus. La población del territorio alcanzaría los 240.000 individuos libres según el censo de Plinio.

Siguiendo a Schulten, estas tribus serían:

Los Gigurri: Son citados por Plinio y Tolomeo. Todo parece indicar que este pueblo habitaría la región de Valdeorras y su núcleo más importante sería Calubriga.

Los Pésicos: Son conocidos también por Plinio y Tolomeo. Parece que se situarían al norte junto a la costa.

Los Zoelas: Son citados por Plinio, pero Tolomeo ya no los cita. Pemón Bouzas y Xosé A. Domelo en su libro "Mitos, ritos y leyendas de Galicia (la magia del legado celta)", dicen que: "LOS ZOELAE eran precélticos y ocupaban las tierras comprendidas entre Zamora, Ourense y las hoy portuguesas de Tras-Os-Montes". Sin embargo yo creo que más bien habría que ceñirlos a la comarca de Tras-Os-Montes. Su asentamiento más importante parece que estuvo en Castro de Avellaes, aunque también conocemos como zoela la ciudad de Curunda, cuyo emplazamiento nos es desconocido.

Los Orniaci: Son citados por Tolomeo. Hornija en el Bierzo puede traer su nombre del de la tribu. Su capital sería Intercatia, junto a Cacabelos.

Los Lungones: Tolomeo cita Paelontium como su capital, que podría corresponder a Beloncio, al Este de Oviedo.

Los Saelenos: Como su capital Tolomeo nombra Nardinium, y los sitúa al Sur de Asturia. Yo los propongo como posibles habitantes de Sanabria y Carballeda. ¿Se podría deducir de su nombre el siguiente proceso?: Selenóbriga»»»Senóbriga»»»Senábriga»»»Senabria»»»Sanabria. La respuesta se la dejo a personas con más entendimiento que yo sobre el tema.

Los Superatii: Son citados por Tolomeo. Su capital era Petavonium, en el pueblo de Rosinos de Vidriales.

Los Tiburi: Su capital sería Nemetobriga, según Tolomeo. Se correspondería con Puebla de Tribes en Orense.

Los Cabarci: Pueblo situado al norte de la Cordillera Cantábrica.

Los Penii: Su ubicación nos es del todo desconocida.

Los Bedunienses: Su capital sería Bedunia, entre Benavente y Astorga.

Los Lancienses: Su centro principal sería Lancia, junto al pueblo de Villasabariego.

Los Brigaecinos, con capital en Brigaecia, junto a Benavente

Los Amacos: Citados por Tolomeo, su capital sería Astúrica Augusta.

Respecto a la relación que hemos establecido entre tribus y ciudades, Lomas dice: " Muchas de estas ciudades se formaron a partir de la existencia previa en la región de una unidad social que bajo el influjo de Roma fue dando mayor importancia al principal lugar de habitación hasta convertirlo en cabecera de comarca...". Es muy importante tener en cuenta que las primeras noticias que tenemos de los Astures son como consecuencia de su dominación por Roma, y que éstos tratan de asimilar la cultura nativa a la suya propia, por lo que debemos tomar con muchas reservas el carácter aglutinador que tuvieron estas ciudades con anterioridad a la influencia romana.

La sociedad Astur

Pocas noticias tenemos que nos permitan diferenciar a los Astures de otros pueblos limítrofes como Galaicos o Cántabros, por lo menos hasta el momento en que se produce su dominación por Roma. Podemos por tanto decir que su cultura sería similar a la de aquellos y que quedaría englobada dentro de la Castreña del noroeste peninsular. Teniendo en cuenta que esta cultura se va diluyendo cuanto más al sur y al este se ubican los diferentes pueblos, como ya hemos visto, podemos encontrarnos con culturas bien diferentes dentro del territorio Astur, como la que debió desarrollarse en el castro de Santiago de Villalcampo (Zamora), donde han aparecido cinco verracos, más propios de la cultura vetona.

La más interesante descripción que tenemos de ellos, engloba a todos los pueblos montañeses del noroeste y se la debemos a Estrabón, que nos dice: "Todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua, duermen en el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan ciñéndose la frente con una banda. Comen principalmente chivos y sacrifican a Ares un chivo, cautivos de guerra y caballos. Hacen también hecatombes de cada especie al modo griego.. Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas, con pugilato, carrera, escaramuza y combate en formación. Los montañeses, durante dos tercios del año, se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secar, triturándolas y luego moliéndolas y fabricando con ellas un pan que conservan un tiempo. Beben zythos y el vino, escaso, lo beben en raras ocasiones, pero el que tienen lo consumen pronto en festines con los parientes. Usan manteca en vez de aceite. Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango. Los manjares se pasan en círculo y a la hora de la bebida danzan en corro al son de flauta y trompeta, pero también dando saltos y agachándose... Todos los hombres visten de negro, sayos la mayoría con los que se acuestan también sobre jergones de paja. Utilizan vasos de madera, igual que los celtas. Las mujeres van con vestidos y trajes floreados... A los condenados a muerte los despeñan y a los parricidas los lapidan más allá de las montañas o de los ríos... A los enfermos, como antiguamente los egipcios, los exponen en los caminos para que los que han pasado la misma enfermedad los aconsejen."

Esta descripción no debemos tomarla demasiado al pie de la letra, pues Estrabón, en su afán de demostrar la falta de humanitas de estas gentes, probablemente exagera. Por ejemplo: los expertos, tras el análisis de los restos encontrados, han demostrado que su alimentación era bastante más rica de lo que se puede entender en el texto. Además del pan de bellota, consumían pan de trigo. Los cultivos más habituales eran las habas, los guisantes y el lino, de cuya semilla obtenían aceite, además de cebada, de cuya fermentación obtenían el zythos(especie de cerveza). No se sabe qué tipo de propiedad se ejercía sobre la tierra, aunque se supone que era colectivista. Las técnicas de cultivo y el utillaje eran muy rudimentarios y los campos, de pequeña extensión, eran trabajados por las mujeres, como ya hemos visto.

Sobre las creencias religiosas de los Astures es más bien poco lo que se sabe. Se conocen nombres de dioses, pero se ignoran sus advocaciones en la mayoría de los casos, así como la estructura de su panteón, si es que la tenía. Sólo dos aspectos podemos señalar. Uno es que no hacían representaciones antropomorfas de sus dioses. El otro es que parece indudable la existencia de cultos astrales, sobretodo a la luna, entre estos pueblos.

Sanabria y Carballeda

Etimología

En opinión de Román del Cerro los antropónimos como Senabre, Sanabre, Sanabria, etc..., deben relacionarse con ESE/NABAR, del íbero ESE - "casa" y NABAR -"planicie entre montañas receptora de aguas".

Por otra parte, según Fernández de Prada, la etimología de Sanabria nos indica los orígenes celtas de la comarca. El autor hace descender el topónimo de sena-briga, en donde el segundo elemento es celta y significa "castro" o "fortaleza colocada en alto". Este nombre latinizado se quedó en Senabria y posteriormente en Sanabria, como hoy lo conocemos.

Seguramente ambas teorías son compatibles entre sí. Podría tratarse de un primer nombre de origen íbero posteriormente celtizado con la terminación "briga".Algo así como "ESE-NAB-BRIGA".

Todavía se conserva en el habla de la zona el término "Senabrés" como gentilicio.

Yo voy a poner un tercer elemento en la discordia. ¿Podría relacionarse el término con la tribu Astur de los Seleni, citados por Tolomeo?

Los pobladores
No hay datos explícitos sobre la tribu que pobló la comarca en aquellos tiempos, aunque si sobre sus vecinos.

Los Zoelae, a quienes pertenecía la ciudad de Castro de Avellaes, en la comarca portuguesa de Tras Os Montes, y que se extendían por el sur hasta el Duero son relativamente conocidos. Se conserva de ellos un pacto de hospitalidad del siglo I y su renovación y ampliación en el siglo II. Además son citados por Plinio a propósito de la calidad de su lino. Pemón Bouzas y Xosé A. Domelo dicen que ocupaban las tierras comprendidas entre Zamora, Ourense y las hoy portuguesas de Tras-Os-Montes. Por lo que serían los habitantes de Sanabria. Desconozco la existencia de estudios al respecto, pero desde mi ignorancia creo que atribuyen un territorio demasiado extenso a la tribu. Si nos fijamos en el resto de las conocidas, vemos que el espacio que ocupan se corresponde con el curso de los diferentes ríos.

Así a los Orniacos correspondería el curso del río Cúa y la ribera derecha del alto Sil. A los Gigurri la ribera izquierda del Sil, con el Casoio. A los Tiburi el Bibei y el Navea. Los Amacos entre el Turienzo y el Órbigo. Los Bedunienses entre el Turienzo y el Eria, en la margen derecha del Órbigo. Los Brigaecinos entre el Órbigo y el Esla. Los Lancienses entre el Bernesga y el curso alto del Esla. De esta forma, nos queda al sur una zona en la que sabemos habitaban al menos tres tribus:

Los Superati, cuyo centro estaría en Petavonium(Rosinos de Vidriales).El nombre es de origen latino y se refiere a los que están por encima de un supuesto río Ata, tal vez el Tera. Un ejemplo de esto lo tenemos en los Supertamarici. La denominación latina tal vez se deba a la inexistencia de un nombre con el que se conocieran a si mismos los pueblos que habitaban la región, lo que indicaría una falta de unidad política entre los mismos.

Los Zoelas habitaron en Castro de Avellaes y sabemos que llegaban hasta el Duero, por lo tanto, podemos suponer que su territorio se extendía por el curso del río Sabor, probablemente hasta el Aliste o la Sierra de la Culebra.

De Los Seleni sabemos que habitaron al sur del Convento Astur, por lo que ante la falta de territorios donde ubicarlos, me inclino a pensar que bien pudieron ser los moradores de las tierras al sur del Tera.

En consecuencia, los antiguos habitantes de Sanabría y Carballeda parece que tuvieron que pertenecer a alguno de estos grupos o tal vez a varios. La cuestión no tiene mayor relevancia, pues bien poco es lo que sabemos acerca de la idiosincrasia de cada una de estas tribus, por lo que el tema se reduce a mera curiosidad.

Los Castros

La comarca, incluida dentro del Convento Astur, pertenece culturalmente a la llamada Cultura Castreña del noroeste peninsular. El elemento más característico de esta cultura, el Castro, no sólo tiene presencia en la comarca, sino que es muy abundante. Yo tengo noticia de veintiocho castros en la región:

En primer lugar, y aunque falta comprobarlo arqueológicamente, todo parece indicar que la misma Puebla de Sanabria esté fundada sobre un primitivo castro, atendiendo sobretodo a su posición estratégica sobre inmejorable cerro. Perteneciendo al municipio, nos encontramos con las ruinas del castro de Castellanos de Sanabria.

En Calabor El Castillo.
En Lubian el castro de As Muradellas.
En Hermisende Castromil y en La Tejera: el Castelo de los Moros.
En Cobreros Castro de Sanabria, otro en Terroso, y en Avedillo: el Castriello. También hay otro en San Román, y en Limianos otro más en Peña la Torre.
La Plaza en Sampil.
También podemos ver un castro en Palacios, junto al Tera.
En la Requejada el castro de La Cerca en Rionegrito. El Castriello, a medio camino entre Doney y Santiago de la Requejada, es de considerable tamaño y con dos murallas. También en Santiago de la Requejada el de Valleciudad, en el que se han encontrado restos celtas en las excavaciones realizadas.
En Rioconejos el castro de Pared del Corralón, con gran muralla.
El Castro y Castiello en Lanseros.
Castro de la Cigarrosa en Espadañedo.
También encontramos el Castro del Burro en Fresno de Carballeda, con las típicas barreras de piedras hincadas y en Otero de Centenos y en la Peña del Castillo en Santa Cruz de los Guerragos y en Donadillo.
En Villardeciervos el Castillo y La Peña del Castro.
El Castillo en Vega del Castillo
Y para terminar Los Corralones en Carbajales de la Encomienda.

También debemos tener en cuenta todos los pueblos que, como Puebla, hayan ido evolucionando a partir de un castro primitivo, y todos aquellos que me son desconocidos y que a lo mejor ha echado en falta alguien, a quien agradecería que me lo comunicara para así poder engrosar la lista.

Creo que hay un trabajo interesante sobre los castros en la comarca que todavía no he podido leer por estar agotada la edición. Si alguien pudiera facilitarme el acceso al libro, se lo agradecería enormemente.

Los petroglifos

Son sin duda también de origen celta los petroglifos que aparecen por la zona. Unas veces sobre peñas próximas a los restos de castros, otras, en piedras sueltas encajadas en edificios construidos con posterioridad y generalmente de carácter religioso. Algunos de estos restos que conozco son:

En Sotillo, sobre una peña hay huellas de la Virgen y marcas de herradura del caballo de Santiago. También en Ferreros encontramos herraduras y en La Requejada en el castro de La Cerca. Asimismo encontramos herraduras en Cervantes y cazoletas y herraduras en la Peña del Caballo en Carbajales.

De otro signo son la losa en la iglesia de Manzanal de Arriba, cuyo origen debe ser preromano y en la iglesia de Letrillas una rueda solar(Estela funeraria rota) y una cabeza de raíces celtas.

Quizá, las personas que grabaron las supuestas herraduras en las peñas, se quedaran atónitas al conocer la interpretación que les han dado sus descendientes. Con lo bien representado que les quedó un eclipse de luna.

El carácter idolátrico que para todos los pueblos celtas tuvo la luna, está ampliamente documentado. En este sentido, Estrabón nos dice:"...los celtíberos y otros pueblos que lindan con ellos por el norte adoran a una divinidad innominada a la que las familias rinden culto danzando hasta el amanecer en las noches de luna llena.". Por otra parte, la doctora G. López Monteagudo afirma que: "La simbología lunar, acompañada de otros motivos astrales, es muy frecuente en las estelas funerarias que se prodigan por toda la Hispania celta y que también aparecen en muchas regiones de la Galia y Britania....Testimonios de cultos astrales, y quizá al mismo tiempo funerarios, hay que ver en las cazoletas y signos geométricos tan frecuentes en peñas y piedras de Galicia y de la Meseta, que aparecen a veces en relación con caballos,...."

La tradición
Es impresionante observar cómo han pervivido en la cultura local tradiciones ancestrales, algunas veces enmascaradas por otras culturas.

El territorio
Las marcas de herradura, antes mencionadas, se corresponden en más de un caso con una leyenda en la que Santiago salta con su caballo hasta una fuente.

En Carbajales estos dos lugares corresponden con el límite sur del actual municipio, por lo que la leyenda bién podría ser el último vestigio de una primitiva división territorial, en la que Santiago sustituye a algún héroe o divinidad más antigua. Los límites entre los diferentes castros no podemos asimilarlos con las actuales divisiones municipales, ya que probablemente el dominio de cada castro se reduciría al control de determinadas tierras de pasto(donde se encuentra la Peña del Caballo), sin lindes precisos, y al aprovechamiento del agua de las fuentes, así como pequeñas extensiones dedicadas al cultivo agrícola colectivo. Tal clase de dominio, no tuvo dificultad para transmitirse de generación en generación, sustentado por una sencilla historia mitológica de fácil comprensión y asimilación.

Tengo constancia de la existencia de tal leyenda sólo en Carbajales y en Otero de Bodas, por lo que si alguien conoce la historia en otros pueblos le agradecería que me lo comunicara.

El lino
Como ya he dicho antes, fueron famosos por su lino los Zoelas tal y como nos dice Plinio:"...De la misma Hispania y desde hace poco tiempo, ha venido a Italia el lino de los Zoelas, utilísimo para las redes de caza...".

Aunque desconocemos si los Zoelas habitaron Sanabria y Carballeda, lo que si queda claro es que la importancia que la industria del lino tuvo en la comarca, hasta por lo menos mediado el siglo XIX, perdurando algunos telares hasta el XX, tiene sus orígenes en la fama del lino zoélico.

El colectivismo agrario
Este es un rasgo que no se corresponde con la Cultura Castreña, sino más bien con la cultura cerealística Vaccea, aunque es común en muchos pueblos de caracter trashumante. Probablemente su difusión por la comarca sea tardía y se corresponda con el abandono de los castros tras la conquista romana. Maluquer reconoce la perduración hasta nuestros días de ésta cultura en las vecinas comarcas de Aliste y La Cabrera.

Por otra parte, parece que la zona pudo verse influenciada por los vacceos desde muy antiguo, ya que según parece, el aprovechamiento de los agostaderos de la sierra era conocido, desde mucho antes de la invasión romana, por los pueblos celtíberos.

En Carbajales todo el ganado pastaba en común(La Becera), siendo el único toro del pueblo propiedad del concejo. El cargo de pastor era rotativo, correspondiendo a cada casa, según sus cabezas de ganado, un determinado número de días de pastoreo. Asimismo, también pastaban en común las ovejas.

Por otra parte, todavía en este siglo, existían tierras propiedad del concejo que eran cultivadas por todo el pueblo y los beneficios se destinaban a sufragar los gastos propios del mismo.

En la WEB de Rioconejos también se habla de este tipo de colectivismo. Si conoces la pervivencia de este tipo de costumbres en la zona, te agradecería la información.

Francisco Sánchez de Robleda me manda la siguiente información:

".....en Robleda, y hasta hace pocos años (max.5 creo yo) aun se tocaba a concejo para reparar los caños de riego y limpiar las calles de maleza, solía ir un miembro de cada casa y aun hay monte (se corta leña para el invierno) y praos del común o del pueblo, ...."

Muchas gracias Francisco.

La sociedad
Una curiosa tradición, vigente por lo menos hasta los años 60 del S.XX, era la que vinculaba a los pueblos de Carbajales, Letrillas y Utrera en las rogativas(bendición de los campos).

El día de Las Candelas (2 de Febrero, fiesta de Letrillas), tanto Utrera como Carbajales, acudían a la fiesta con sus respectivos pendones y correspondiente Santa, siendo obligatoria la asistencia de un miembro de cada casa, estando penada la incomparecencia. Otro tanto ocurría en la fiesta de Utrera, así como el día de Santa María Egipciaca en Carbajales.

Sería interesante poder establecer este tipo de vínculos entre otros pueblos de la región. Si conoces algún otro caso, por favor, comunícamelo.

El carácter cerrado de la antigua sociedad Castreña ha pervivido hasta el S.XX en la costumbre del Piso (cantidad que todo forastero que pretenda a alguna chica del pueblo debe pagar a los mozos del mismo para poder hablar con ella).

2 comentarios

eduardo castro -

hola!ante todo gracias a los que han colaborado con todo lo documentado en esta pagina me ha servido de gran ayuda, pues estamos formando una tribu astur en asturias, para acudir de invitados a las fiestas de astorga (antigua asturica agusta) son unas fiestas de recreacion historica en la cual la gente acude o bien con su traje astur o con el de romano son unas fiestas que llevan muy poco tiempo pero la gente tiene mucha ilusion y pone mucho empeño el año pasado montaron un campamento fabuloso en la ciudad donde cada tribu hizo su castro y otro campamento romano,mercado astur, circo romano, juegos astures, noche de druidas, boda astur... en fin que os invito a que os paseis por esas fiestas durante finales de julio principios de agosto y quien se anime un poco mas y quiera formar parte de la tribu... estaremos encantados un saludo para cualquier duda adjunto mi e-mail no lo dudeis tulutino@hotmail.com

Francisco Rubio Perez -

En algunos pueblos de la tierra de campos zamorana, aparte de la costumbre de pagar el piso a los forasteros que pretendian hablar con alguna muchacha del pueblo, existe otra costumbre que yo asocio sobre manera con la cultura vacea. Es sabido que los vaceos repartian las tierras mediante un sistema de suerte entre sus habitantes para luego cultivarlas, tambien es sabido que los vaceos disponian de grandes rebaños de ovejas, pues bien el tema es que en la mencionada zona, los pastores del pueblo (solo aquellos que disponen de suerte) sortean cada año las tierras del pueblo sobre las que pueden ir a pastorear los rastrojos despues de que los agricultores recojan la cosecha de cereal. Dicha \"suerte\" como asi se llama va vinculada a un rebaño ( en teoria con un determinado numero de ovejas) y solamente se puede traspasar a quien le compre el rebaño, es decir la suerte existente es la misma siempre desde tiempo inmemorial, aunque un pastor puede aumentar su cupo de suerte comprandole a otro pastor que se retira su rebaño y suerte correspondiente. Creo que desde el punto de vista historico y antropologico seria interesante conocer en que otras zonas funciona algo parecido o si es solamente propio de la mencionada zona, ya que en tal caso seria un dato de lo mas interesante para conocer la continuidad historica o no en el uso de un territorio.

un saludo