Descubren en los Andes peruanos la civilización más antigua de América
Foto: EN LA PIRÁMIDE. Winifred Creamer, con sombrero, dirige los trabajos. / PROYECTO NORTE CHICO
Se desarrolló dos milenios antes que la olmeca en México y construyó las primeras pirámides del mundo Fue una de las sociedades más avanzadas de su tiempo, aunque desconocía la escritura, los metales y la cerámica
Por LUIS ALFONSO GÁMEZ/BILBAO, El Correo Digital, 23 de diciembre de 2004
Las primeras pirámides del mundo se construyeron en Perú, a unos 200 kilómetros al norte de Lima. Fueron obra de una civilización que surgió en la región de Norte Chico hace más de 5.000 años, dos milenios antes que los olmecas en México y que la cultura Chavín, considerada hasta ahora la cuna de la civilización de los Andes centrales. Descendientes de cazadores-recolectores, aquellos hombres ya no lo eran. Cultivaban la tierra, pescaban en el mar con redes de algodón y levantaban edificios monumentales al mismo tiempo que los mesopotámicos diseñaban las primeras ciudades y antes de que los egipcios levantaran las pirámides. «Su nivel de desarrollo era muy alto para la época», explica desde Chicago la antropóloga Winifred Creamer, de la Universidad del Norte de Illinois y codirectora del Proyecto Arqueológico Norte Chico.
La civilización más antigua de América vivió en cuatro valles peruanos -los de los ríos Huaura, Supe, Pativilca y Fortaleza- donde se han encontrado más de veinte centros urbanos y ceremoniales que datan de hace 4.000 a 5.000 años. «Es una densidad de enclaves muy alta», destaca la antropóloga estadounidense. Su equipo ha estudiado ya trece de esas ciudades del interior y en todas ellas hay pirámides de piedra, grandes plazas circulares y extensas áreas residenciales. «Este descubrimiento va a cambiar el panorama de la arqueología peruana», indica desde Lima el experto Álvaro Ruiz, codirector de los trabajos junto a Creamer y Jonathan Hass, del Museo Field de Chicago.
Los investigadores empezaron a explorar los cuatro valles peruanos en 2001 y aprovecharon los agujeros abiertos por los huaqueros -como se llama a los cazatesoros locales- para conseguir material que someter al análisis del carbono 14, que permite determinar la antigüedad de restos orgánicos -huesos, madera, carbón...- hasta 50.000 años antes del presente. Los resultados de las pruebas, de los que hoy informan los científicos en 'Nature' han sido sorprendentes: un total de 95 dataciones con una antigüedad que va de 3200 a 1800 antes de Cristo (aC).
Agricultura sin cereales
«Tan importante como las fechas en sí es el hecho de que prácticamente todas las muestras que hemos tomado datan de entre 3000 y 2000 aC. No fue un único sitio donde la gente hacía algo inusual, sino una región entera, una cultura en la que la gente se había organizado para construir grandes pirámides y plazas circulares hundidas, algo nunca visto antes en el mundo», dice Creamer.
La cultura de Norte Chico se extendió por unos 1.800 kilómetros cuadrados durante más de 1.200 años. Cada centro urbano ocupaba de 10 a 100 hectáreas, y sus pobladores habían construido sistemas de regadío -«abrir canales en estos valles es muy fácil»- para sus cultivos de algodón, frijoles, calabaza, ají y otras plantas. Los arqueólogos no han encontrado restos de cereales, a diferencia de los otros tres sitios donde se desarrolló independientemente la agricultura: Mesopotamia, China y Mesoamérica, que incluye el centro y sur de México y partes adyacentes de América Central. En lo que hoy es Irak, el trigo se empezó a sembrar hacia 8500 aC; en China, se cultivaba mijo mil años después; y en Mesoamérica se plantaba maíz antes de 3500 aC.
Los peruanos de hace 5.000 años carecían de escritura, metales, cerámica y telares, y completaban su dieta con pescado procedente de la costa que conseguían a cambio de productos como las redes de algodón, con las que en asentamientos ribereños como Áspero se practicaba la pesca. «Su dieta era muy saludable, pero diferente a la del resto del mundo», apunta Creamer. Y continuó siéndolo hasta principios del segundo milenio aC, cuando los cereales entraron en sus vidas y tomaron la misma senda dietética que otros grupos humanos.
«Los sistemas de regadío pueden explicar tanto la aparición como la desaparición de la cultura de Norte Chico. Pudo surgir cuando alguien descubrió la posibilidad de irrigar los campos. Hacia 1800 aC, cuando esta civilización comienza a declinar, empezamos a encontrar grandes canales más al norte. La población se trasladó a valles más fértiles y llevó consigo el conocimiento del regadío». Y dejaron atrás las primeras pirámides del mundo.
Arquitectura monumental
«Estamos ante las primeras edificaciones monumentales de la Historia», señala Ruiz, miembro del equipo de la Universidad del Norte de Illinois. Cada centro urbano de Norte Chico tiene de una a siete pirámides aterrazadas rectangulares, con dimensiones que van de los 20 x 40 metros a los 60 x 100, y una altura de hasta 25. Las más grandes tienen un volumen de entre 80.000 y 150.000 metros cúbicos. Están hechas de piedras y barro, y enlucidas, y tienen habitáculos en la parte superior.
Los investigadores suponen que se trata de construcciones religiosas, que completarían las plazas circulares hundidas situadas frente a las escaleras de las pirámides. «Estas plazas tienen de 20 a 40 metros de diámetro y 2 de profundidad», indica Ruiz, para quien estaríamos ante el destino final o el punto de partida de procesiones ceremoniales. «Alrededor de las plazas hundidas, hay dos filas de bancos», indica Creamer, para quien tanto el sistema de producción de alimentos como la construcción de estos edificios monumentales tuvo que precisar de mucha gente, aunque no se puede estimar cuánta, porque no se han encontrado enterramientos.
«Lamentablemente, todavía no hemos identificado los cementerios», explica Ruiz, quien sospecha que, como la región ha estado permanentemente habitada desde entonces, los restos de los miembros de la cultura de Norte Chico están debajo de los de otras civilizaciones posteriores. Los estudiosos tampoco han dado con mercados ni talleres, y no están seguros de que la gente viviera en estas ciudades del interior todo el año o sólo en determinadas épocas. Las casas típicas son de caña y barro, y su futura excavación facilitará valiosa información sobre esta primera civilización, a la que bien puede calificarse de la Sumeria de Sudamérica, en honor de la primera cultura conocida, que se desarrolló en Mesopotamia hace más de 5.000 años.
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En Perú surge un Egipto
El Mercurio, 23 de diciembre de 2004
Una pacífica e inusual civilización, experta en construcciones monumentales, intercambio comercial y que vivió 4.500 años antes de los incas, acaba de delatar su grandioso pasar histórico que duró 1.200 años.
Esta vida transcurrió en los valles Pativilca y Fortaleza del Norte Chico del Perú, centro del más temprano origen conocido de casi todas las culturas que siguieron en Sudamérica.
En treinta sitios de esa región, ese grupo de arqueólogos de la Universidad del Norte de Illinois y del Field Museum de Chicago, se encontró con numerosos y fidedignos datos que confirman la existencia de esta extensa civilización en el mismo lugar y época, la llamada precerámica tardía.
Una época, 3 mil años a de C., que no dejó rastro alguno de cerámicas, ni de telares ni pinturas ni de esculturas.
"Pero con una civilización que creó una sofisticada arquitectura en escala comparable a la egipcia", nos señala Winifred Creamer, coautora de esta reveladora investigación.
Excavaciones, incluyendo 95 análisis de fechado de radiocarbono a partir de muestras de junco, conforman el valioso material de los felices científicos que hoy publican su trabajo en "Nature".
El clima seco congeló el pasado que ahora aparece y resplandece ante nuestros ojos.
Grandes constructores
"Hallamos una civilización de hace 5 mil años con grandes estructuras en extensiones de 10 a 100 hectáreas; descubrimos plazas circulares hundidas, de dos metros de profundidad", cuenta el peruano Álvaro Ruiz, coautor del trabajo.
Cada plaza, de hasta 40 metros de diámetro, enfrenta impresionantes montículos de entre 8 y 30 metros de altura, sitios ceremoniales de una cultura aún por descifrar. "No son exactamente pirámides, sino que estructuras escalonadas con cimas planas que dan cuenta de actividades religiosas", precisa Álvaro Ruiz.
Si no hubiera una religión formalizada, un poder complejo y centralizado, estas colosales construcciones no podrían elevarse. ¿Cómo? Es la incógnita que entusiasma a los científicos. Ahora excavarán la zona de las viviendas, donde surgen auténticas ciudades.
Recorriéndolas, los indagadores del pasado distinguieron áreas residenciales, un "barrio alto" donde vivían las elites y los especialistas de las construcciones. Los pre incas eran verdaderamente grandes constructores, sus obras crecían y se preocupaban de renovarlas.
"Quizás el ambiente seco motivó a esta cultura a ser tan creativa en sus construcciones. Casi todas las civilizaciones antiguas, como Mesopotamia y Egipto, surgieron en medio del desierto", sostiene Creamer.
"Se trataba de una civilización sin indicios de guerra y de violencia", agrega. Y trae por testigo las numerosas estructuras desprotegidas, sin murallas.
Con el junco fabricaban "chicras", una bolsas que llenaban con piedras para usarlas como elemento de relleno en la construcción, parecido a como hoy construimos los "gaviones" con que canalizamos los ríos. Precisamente esas chicras sirven hoy para reconocerles el carbono y fechar la misteriosa civilización.
Los artesanos de Supe, un pueblo cercano, utilizan hoy esa misma fibra vegetal para confeccionar canastas.
Consultados los investigadores sobre los restos humanos de esta civilización, lamentaron que los huaqueros y la construcción de grandes carreteras dañaron severamente todos los sitios. No han encontrado tumbas. Piensan que las hallarán debajo de entierros de civilizaciones posteriores que vayan asomando tras excavaciones.
"Ello nos ayudará a entender mejor la jerarquía social y la demografía de esta zona, madre de la civilización de los Andes Centrales", profetiza Ruiz.
Hábiles comerciantes
Winifred Creamer cree que estos pobladores de Sudamérica llegaron primero a la costa y que, con el tiempo, fueron entrando a los valles hasta especializarse en sus curiosas costumbres de construcción y agricultura.
A diferencia de las grandes civilizaciones, no vivían del cultivo de los granos. Más bien dependían de plantas domesticadas, como algodón, zapallo, frijoles, ají, lúcuma camote y paltas. Pero su alimentación base provenía de otra parte.
Con la gente de la costa, establecieron un sistema regular de intercambio comercial. Les entregaban productos agrícolas e hilo de algodón para la manufactura de redes de pescar; a cambio, recibían pescados y moluscos, fundamentales en su dieta.
Este sistema de trueque se mantuvo hasta el año 1.800 a de C. Después, llegaron otras civilizaciones que cultivaron la papa y los granos. Culturas que heredaron, no obstante, algo de estos patrones arquitectónicos pre incaicos hasta que se desvanecieron en el tiempo.
Los arqueólogos están realmente fascinados con su descubrimiento. Con anterioridad, sólo habían hallado algunos datos en sitios, como Caral.
Ahora con treinta nuevos lugares se dan cuenta de la inmensa cobertura que dominó esta cultura por tanto tiempo desconocida. Ellos dicen que están recién "raspando" la superficie de los secretos de esta civilización temprana.
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Estimados integrantes de la lista de arqueología:
Por encargo de la doctora Ruth Shady Solis, jefa del
Proyecto Especial Arqueologico Caral-Supe, Perú, les
transmito la siguiente comunicación.
Atentamente,
Pedro Novoa
PEACS
Lima, 27 de diciembre de 2004
Señores Miembros de la Lista de Arqueología
De mi consideración:
Es grato dirigirme a ustedes para poner en su
conocimiento la apropiación ilícita de los resultados
de la investigación sobre los orígenes de la
civilización en el Perú, que el Proyecto Especial
Arqueológico Caral-Supe/INC PEACS/INC viene
obteniendo en una década de trabajos en Caral y el
valle de Supe, de parte de dos arqueólogos
norteamericanos, los esposos Jonathan Haas y Winifred
Creamer, con la complicidad de uno nacional, Álvaro
Ruiz Rubio. Esta conducta se inició hace algunos años
y continúa con mayor intensidad, posiblemente, porque
no ha habido reclamo legal nuestro ni censura de parte
de las autoridades e instituciones de nuestro país.
LOS HECHOS SON LOS SIGUIENTES:
1. Historia de nuestras investigaciones:
En 1994 un equipo de arqueólogos liderados por la
suscrita, inició los estudios en el valle de Supe.
Identificamos 18 asentamientos con arquitectura
monumental y doméstica, ubicados entre el litoral y
los primeros 40 kilómetros del valle. Caral fue uno de
ellos, ubicado en el inicio del valle medio.
En 1996 iniciamos las excavaciones en Caral y, sobre
la base de los resultados, probamos la existencia de
asentamientos extensos y con arquitectura monumental y
residencial en el interior del valle sin ninguna
asociación con cerámica y por lo cual pertenecían al
período Arcaico Tardío (3 000 1 800 a.C.).
Los trabajos que hasta entonces se habían hecho
estaban limitados al litoral (Feldman: Aspero, Perú:
Architecture, Subsistence Economy and other Artifacts
of a Preceramic Maritime Chiefdom, tesis de Doctorado,
Department of Anthropology, Harvard University. 1980)
o no habían evaluado la antigüedad o la trascendencia
social cultural y política de esta ocupación (Williams
y Merino: Inventario, catastro y relimitación del
Patrimonio Arqueológico del Valle de Supe. Instituto
Nacional de Cultura. 1979 y Zechentner: Subsistence
Strategies in the Supe Valley of the Peruvian Central
Coast during the Complex Preceramic and Initial
Periods. Ph.D. dissertation, Department of
Anthropology, UCLA, 1988).
Nuestros resultados fueron publicados en forma
continua desde 1997 a la fecha (véase la bibliografía
adjunta) en medios académicos, pero también a través
de exposiciones museográficas y en la prensa del país.
2. Intervención de Haas Creamer:
Respecto a la presencia en Perú de los esposos Haas y
Creamer, debo informar que los conocí cuando fui
invitada a Chicago a la reunión sobre el fenómeno del
Niño en 1999. Hice una presentación sobre Caral, ellos
mostraron interés y anunciaron que viajarían al Perú
al año siguiente. En efecto, en el 2000, ellos
llegaron a Lima y los llevé a conocer Caral donde
permanecieron un fin de semana. Para entonces nuestra
investigación en el valle de Supe ya tenía seis años
de trabajo ininterrumpido y varias publicaciones. Como
había hecho antes con los colegas Betty Meggers del
Smithsonian Institution y Henning Bischof del Museo
Manheinn en Alemania, comprometí a los Haas Creamer
a que gestionaran en sus instituciones el pago de 12
muestras para fechados por radiocarbono 14. En
diciembre de ese año, Haas me anunció por teléfono que
ya tenía los resultados y que éstos indicaban que
Caral era tan antigua como yo había planteado. Me
propuso entonces publicar los fechados en Science,
conjuntamente con él y su esposa para que,
posteriormente, fuera más fácil conseguir fondos para
Caral, mediante la presentación en los Estados Unidos
de un proyecto binacional. Así Caral tendría los
recursos económicos que carecía hasta entonces. Acepté
esa propuesta aún cuando Haas y Creamer nunca habían
excavado en Caral.
3. Pretensiones y atribuciones incorrectas:
Lo incorrecto es que, a partir de la publicación de
Science, en abril del 2001, la página Web del Field
Museum, donde trabaja Haas, atribuyó a sus
investigadores el establecimiento de la fecha e
importancia de la ciudad más antigua de América (texto
de la noticia original en:
http://www.sciencedaily.com/releases/2001/04/010427073646.htm,
texto actual:
http://www.fieldmuseum.org/museum_info/press/press_hass.htm)
y, asimismo, la página Web de la Universidad de
Illinois, donde trabaja Creamer, destacó el
descubrimiento de la civilización más antigua de
América de parte de su profesora Creamer
(http://www.niu.edu/pubaffairs/presskits/wcjo/release.html).
Por tales mentiras y expresiones de conducta
incorrectas, decidimos no concretar el proyecto con
los Haas Creamer.
Sin embargo, ellos han creado un programa de
investigación paralelo en el norte chico, que vienen
desarrollando desde el año 2002 y desde entonces, han
venido aprovechando la imagen de Caral y los
resultados nuestros sobre la civilización más antigua
de América, como indican los siguientes documentos:
a. Este año, la revista American Way de la línea aérea
American Airlines
(http://americanwaymag.com/aw/travel/feature.asp?archive_date=11/1/2004),
difunde que las investigaciones en Caral vienen siendo
asistidas por el Field Museum de Chicago (donde labora
Jonathan Haas) con investigadores de la Universidad de
Northern Illinois (centro de trabajo de la esposa,
Winifred Creamer).
b. El documento sustentado a favor de National Science
Foundation ante el Congreso Norteamericano en defensa
de su fondos presupuestales, incluye como argumento el
apoyo económico que ha dado a la investigación sobre
los orígenes de la civilización de Winifred Creamer y
Jonathan Haas, que han descubierto una sociedad
compleja en la costa del Perú, que predata a otras
formas de civilización en el Hemisferio Occidental, y
menciona a Caral como la ciudad más antigua en el
nuevo mundo (http://www.aaanet.org/gvt/nsf_fy04.htm).
La verdad es que Creamer ni Haas nunca han trabajado
en Caral y tampoco ellos o sus instituciones han
entregado un dólar al Proyecto Caral.
c. Recientemente los Haas Creamer han publicado un
artículo en la revista Nature, volumen 432, de
diciembre de 2004, atribuyéndose nuevamente la autoría
de haber descubierto que el desarrollo de la
complejidad social en Perú se remonta al Arcaico
Tardío, entre 3000 y 1800 a.C., y que este proceso se
dio en el norte chico en sociedades agrícolas y
pesqueras. No hacen en el texto referencia a que ese y
los otros planteamientos ya fueron señalados por
nosotros a partir de los trabajos en Caral-Supe, valle
del área nor-central o norte chico, salvo unas notas
bibliográficas (véase el artículo de Nature); como
señala mi colega norteamericano Michael Moseley: Haas
y su esposa con un proyecto paralelo y mayor difusión
en los medios de comunicación de los Estados Unidos
están obteniendo crédito internacional por un trabajo,
datos e interpretaciones, que ya ustedes han dado a
conocer previamente en el Perú.
Es evidente que los señores Haas Creamer pretenden
ignorar que un equipo de arqueólogos peruanos
conducidos por la suscrita, desde hace una década,
viene investigando acerca de los orígenes de la
civilización en la costa nor central o norte chico,
en el valle de Supe; y que fuimos nosotros los que
planteamos al área nor central como la sede de la
civilización más antigua de América. Pero, además, los
señores Haas Creamer hacen uso de nuestros
resultados, publicados previamente en libros, folletos
y numerosos artículos, sin citar la fuente
bibliográfica (véase la bibliografía del PEACS y el
artículo de Nature).
Con su comportamiento los señores Haas Creamer
vienen atentando no solo contra mi derecho intelectual
como arqueóloga, sino contra el derecho de un proyecto
de investigación peruano al que se pretende expropiar
de su autoría.
Ante este caso de flagrante falta de ética profesional
e intelectual nos hemos dirigido al Instituto Nacional
de Cultura para que sancione a los señores Haas
Creamer por presentar como propios los resultados de
investigaciones ajenas.
No nos oponemos a la investigación de los arqueólogos
extranjeros en el Perú pero ésta debe hacerse con
ética y respeto al derecho intelectual de los
profesionales peruanos y a la preservación del
patrimonio cultural de la nación.
Lo que pongo en su conocimiento y solicito su apoyo
para que se haga efectiva la defensa del derecho
intelectual nuestro y del país.
Atentamente,
Dra. Ruth Shady Solís
Jefa del Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe
www.caralperu.gob.pe
caral en terra.com.pe
BIBLIOGRAFÍA SOBRE CARAL PREPARADA POR EL PROYECTO
ARQUEOLÓGICO CARAL-SUPE:
SHADY, Ruth
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SHADY, Ruth, Marco MACHACUAY y Sonia LÓPEZ
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SHADY, Ruth
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de Caral - Supe (Segunda Parte). En Boletín del Museo
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SHADY, Ruth, Marco MACHACUAY y Rocío ARAMBURÚ
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SHADY, Ruth
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1999 El Sustento Económico del Surgimiento de la
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Arqueología y Antropología de la UNMSM, año 2, nº 11,
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SHADY, Ruth
1999 Flautas de Caral: El conjunto musical más antiguo
de América. En Boletín del Museo de Arqueología y
Antropología de la UNMSM, año 2, nº 10, Lima, pp. 4-5.
SHADY, Ruth
1999 La Religión como una forma de cohesión social y
manejo político en los albores de la civilización en
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Antropología de la UNMSM, año 2, nº 9, Lima, pp.
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SHADY, Ruth y Sonia LÓPEZ
1999 Ritual de Enterramiento de un Recinto en el
Sector Residencial A. En Caral-Supe. En: Boletín de
Arqueología PUCP, No.3: 187-212.
SHADY, Ruth
1999 La Ciudad Sagrada de Caral-Supe. Museo de
Arqueología y Antropología UNMSM. Lima, 14 pp.
SHADY, Ruth
1997 Caral. La Cité Ensevelie, En: Revista
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1997 La Ciudad Sagrada de Caral - Supe en los Albores
de la Civilización en el Perú. Fondo Editorial,
UNMSM, 75 pags.
*********** REPORTAJES FOTOGRÁFICOS ***********
Caral, Perú. El lugar de nacimiento de la cultura americana
Caral, Perú. Imágenes del yacimiento y reconstrucciones virtuales
Artículos relacionados en la revista:
08/01/2005 - Perú. La Ciudad Sagrada de Caral. Orígenes de la Civilización Andina
23/12/2004 - Descubren en los Andes peruanos la civilización más antigua de América
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Se desarrolló dos milenios antes que la olmeca en México y construyó las primeras pirámides del mundo Fue una de las sociedades más avanzadas de su tiempo, aunque desconocía la escritura, los metales y la cerámica
Por LUIS ALFONSO GÁMEZ/BILBAO, El Correo Digital, 23 de diciembre de 2004
Las primeras pirámides del mundo se construyeron en Perú, a unos 200 kilómetros al norte de Lima. Fueron obra de una civilización que surgió en la región de Norte Chico hace más de 5.000 años, dos milenios antes que los olmecas en México y que la cultura Chavín, considerada hasta ahora la cuna de la civilización de los Andes centrales. Descendientes de cazadores-recolectores, aquellos hombres ya no lo eran. Cultivaban la tierra, pescaban en el mar con redes de algodón y levantaban edificios monumentales al mismo tiempo que los mesopotámicos diseñaban las primeras ciudades y antes de que los egipcios levantaran las pirámides. «Su nivel de desarrollo era muy alto para la época», explica desde Chicago la antropóloga Winifred Creamer, de la Universidad del Norte de Illinois y codirectora del Proyecto Arqueológico Norte Chico.
La civilización más antigua de América vivió en cuatro valles peruanos -los de los ríos Huaura, Supe, Pativilca y Fortaleza- donde se han encontrado más de veinte centros urbanos y ceremoniales que datan de hace 4.000 a 5.000 años. «Es una densidad de enclaves muy alta», destaca la antropóloga estadounidense. Su equipo ha estudiado ya trece de esas ciudades del interior y en todas ellas hay pirámides de piedra, grandes plazas circulares y extensas áreas residenciales. «Este descubrimiento va a cambiar el panorama de la arqueología peruana», indica desde Lima el experto Álvaro Ruiz, codirector de los trabajos junto a Creamer y Jonathan Hass, del Museo Field de Chicago.
Los investigadores empezaron a explorar los cuatro valles peruanos en 2001 y aprovecharon los agujeros abiertos por los huaqueros -como se llama a los cazatesoros locales- para conseguir material que someter al análisis del carbono 14, que permite determinar la antigüedad de restos orgánicos -huesos, madera, carbón...- hasta 50.000 años antes del presente. Los resultados de las pruebas, de los que hoy informan los científicos en 'Nature' han sido sorprendentes: un total de 95 dataciones con una antigüedad que va de 3200 a 1800 antes de Cristo (aC).
Agricultura sin cereales
«Tan importante como las fechas en sí es el hecho de que prácticamente todas las muestras que hemos tomado datan de entre 3000 y 2000 aC. No fue un único sitio donde la gente hacía algo inusual, sino una región entera, una cultura en la que la gente se había organizado para construir grandes pirámides y plazas circulares hundidas, algo nunca visto antes en el mundo», dice Creamer.
La cultura de Norte Chico se extendió por unos 1.800 kilómetros cuadrados durante más de 1.200 años. Cada centro urbano ocupaba de 10 a 100 hectáreas, y sus pobladores habían construido sistemas de regadío -«abrir canales en estos valles es muy fácil»- para sus cultivos de algodón, frijoles, calabaza, ají y otras plantas. Los arqueólogos no han encontrado restos de cereales, a diferencia de los otros tres sitios donde se desarrolló independientemente la agricultura: Mesopotamia, China y Mesoamérica, que incluye el centro y sur de México y partes adyacentes de América Central. En lo que hoy es Irak, el trigo se empezó a sembrar hacia 8500 aC; en China, se cultivaba mijo mil años después; y en Mesoamérica se plantaba maíz antes de 3500 aC.
Los peruanos de hace 5.000 años carecían de escritura, metales, cerámica y telares, y completaban su dieta con pescado procedente de la costa que conseguían a cambio de productos como las redes de algodón, con las que en asentamientos ribereños como Áspero se practicaba la pesca. «Su dieta era muy saludable, pero diferente a la del resto del mundo», apunta Creamer. Y continuó siéndolo hasta principios del segundo milenio aC, cuando los cereales entraron en sus vidas y tomaron la misma senda dietética que otros grupos humanos.
«Los sistemas de regadío pueden explicar tanto la aparición como la desaparición de la cultura de Norte Chico. Pudo surgir cuando alguien descubrió la posibilidad de irrigar los campos. Hacia 1800 aC, cuando esta civilización comienza a declinar, empezamos a encontrar grandes canales más al norte. La población se trasladó a valles más fértiles y llevó consigo el conocimiento del regadío». Y dejaron atrás las primeras pirámides del mundo.
Arquitectura monumental
«Estamos ante las primeras edificaciones monumentales de la Historia», señala Ruiz, miembro del equipo de la Universidad del Norte de Illinois. Cada centro urbano de Norte Chico tiene de una a siete pirámides aterrazadas rectangulares, con dimensiones que van de los 20 x 40 metros a los 60 x 100, y una altura de hasta 25. Las más grandes tienen un volumen de entre 80.000 y 150.000 metros cúbicos. Están hechas de piedras y barro, y enlucidas, y tienen habitáculos en la parte superior.
Los investigadores suponen que se trata de construcciones religiosas, que completarían las plazas circulares hundidas situadas frente a las escaleras de las pirámides. «Estas plazas tienen de 20 a 40 metros de diámetro y 2 de profundidad», indica Ruiz, para quien estaríamos ante el destino final o el punto de partida de procesiones ceremoniales. «Alrededor de las plazas hundidas, hay dos filas de bancos», indica Creamer, para quien tanto el sistema de producción de alimentos como la construcción de estos edificios monumentales tuvo que precisar de mucha gente, aunque no se puede estimar cuánta, porque no se han encontrado enterramientos.
«Lamentablemente, todavía no hemos identificado los cementerios», explica Ruiz, quien sospecha que, como la región ha estado permanentemente habitada desde entonces, los restos de los miembros de la cultura de Norte Chico están debajo de los de otras civilizaciones posteriores. Los estudiosos tampoco han dado con mercados ni talleres, y no están seguros de que la gente viviera en estas ciudades del interior todo el año o sólo en determinadas épocas. Las casas típicas son de caña y barro, y su futura excavación facilitará valiosa información sobre esta primera civilización, a la que bien puede calificarse de la Sumeria de Sudamérica, en honor de la primera cultura conocida, que se desarrolló en Mesopotamia hace más de 5.000 años.
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En Perú surge un Egipto
El Mercurio, 23 de diciembre de 2004
Una pacífica e inusual civilización, experta en construcciones monumentales, intercambio comercial y que vivió 4.500 años antes de los incas, acaba de delatar su grandioso pasar histórico que duró 1.200 años.
Esta vida transcurrió en los valles Pativilca y Fortaleza del Norte Chico del Perú, centro del más temprano origen conocido de casi todas las culturas que siguieron en Sudamérica.
En treinta sitios de esa región, ese grupo de arqueólogos de la Universidad del Norte de Illinois y del Field Museum de Chicago, se encontró con numerosos y fidedignos datos que confirman la existencia de esta extensa civilización en el mismo lugar y época, la llamada precerámica tardía.
Una época, 3 mil años a de C., que no dejó rastro alguno de cerámicas, ni de telares ni pinturas ni de esculturas.
"Pero con una civilización que creó una sofisticada arquitectura en escala comparable a la egipcia", nos señala Winifred Creamer, coautora de esta reveladora investigación.
Excavaciones, incluyendo 95 análisis de fechado de radiocarbono a partir de muestras de junco, conforman el valioso material de los felices científicos que hoy publican su trabajo en "Nature".
El clima seco congeló el pasado que ahora aparece y resplandece ante nuestros ojos.
Grandes constructores
"Hallamos una civilización de hace 5 mil años con grandes estructuras en extensiones de 10 a 100 hectáreas; descubrimos plazas circulares hundidas, de dos metros de profundidad", cuenta el peruano Álvaro Ruiz, coautor del trabajo.
Cada plaza, de hasta 40 metros de diámetro, enfrenta impresionantes montículos de entre 8 y 30 metros de altura, sitios ceremoniales de una cultura aún por descifrar. "No son exactamente pirámides, sino que estructuras escalonadas con cimas planas que dan cuenta de actividades religiosas", precisa Álvaro Ruiz.
Si no hubiera una religión formalizada, un poder complejo y centralizado, estas colosales construcciones no podrían elevarse. ¿Cómo? Es la incógnita que entusiasma a los científicos. Ahora excavarán la zona de las viviendas, donde surgen auténticas ciudades.
Recorriéndolas, los indagadores del pasado distinguieron áreas residenciales, un "barrio alto" donde vivían las elites y los especialistas de las construcciones. Los pre incas eran verdaderamente grandes constructores, sus obras crecían y se preocupaban de renovarlas.
"Quizás el ambiente seco motivó a esta cultura a ser tan creativa en sus construcciones. Casi todas las civilizaciones antiguas, como Mesopotamia y Egipto, surgieron en medio del desierto", sostiene Creamer.
"Se trataba de una civilización sin indicios de guerra y de violencia", agrega. Y trae por testigo las numerosas estructuras desprotegidas, sin murallas.
Con el junco fabricaban "chicras", una bolsas que llenaban con piedras para usarlas como elemento de relleno en la construcción, parecido a como hoy construimos los "gaviones" con que canalizamos los ríos. Precisamente esas chicras sirven hoy para reconocerles el carbono y fechar la misteriosa civilización.
Los artesanos de Supe, un pueblo cercano, utilizan hoy esa misma fibra vegetal para confeccionar canastas.
Consultados los investigadores sobre los restos humanos de esta civilización, lamentaron que los huaqueros y la construcción de grandes carreteras dañaron severamente todos los sitios. No han encontrado tumbas. Piensan que las hallarán debajo de entierros de civilizaciones posteriores que vayan asomando tras excavaciones.
"Ello nos ayudará a entender mejor la jerarquía social y la demografía de esta zona, madre de la civilización de los Andes Centrales", profetiza Ruiz.
Hábiles comerciantes
Winifred Creamer cree que estos pobladores de Sudamérica llegaron primero a la costa y que, con el tiempo, fueron entrando a los valles hasta especializarse en sus curiosas costumbres de construcción y agricultura.
A diferencia de las grandes civilizaciones, no vivían del cultivo de los granos. Más bien dependían de plantas domesticadas, como algodón, zapallo, frijoles, ají, lúcuma camote y paltas. Pero su alimentación base provenía de otra parte.
Con la gente de la costa, establecieron un sistema regular de intercambio comercial. Les entregaban productos agrícolas e hilo de algodón para la manufactura de redes de pescar; a cambio, recibían pescados y moluscos, fundamentales en su dieta.
Este sistema de trueque se mantuvo hasta el año 1.800 a de C. Después, llegaron otras civilizaciones que cultivaron la papa y los granos. Culturas que heredaron, no obstante, algo de estos patrones arquitectónicos pre incaicos hasta que se desvanecieron en el tiempo.
Los arqueólogos están realmente fascinados con su descubrimiento. Con anterioridad, sólo habían hallado algunos datos en sitios, como Caral.
Ahora con treinta nuevos lugares se dan cuenta de la inmensa cobertura que dominó esta cultura por tanto tiempo desconocida. Ellos dicen que están recién "raspando" la superficie de los secretos de esta civilización temprana.
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Estimados integrantes de la lista de arqueología:
Por encargo de la doctora Ruth Shady Solis, jefa del
Proyecto Especial Arqueologico Caral-Supe, Perú, les
transmito la siguiente comunicación.
Atentamente,
Pedro Novoa
PEACS
Lima, 27 de diciembre de 2004
Señores Miembros de la Lista de Arqueología
De mi consideración:
Es grato dirigirme a ustedes para poner en su
conocimiento la apropiación ilícita de los resultados
de la investigación sobre los orígenes de la
civilización en el Perú, que el Proyecto Especial
Arqueológico Caral-Supe/INC PEACS/INC viene
obteniendo en una década de trabajos en Caral y el
valle de Supe, de parte de dos arqueólogos
norteamericanos, los esposos Jonathan Haas y Winifred
Creamer, con la complicidad de uno nacional, Álvaro
Ruiz Rubio. Esta conducta se inició hace algunos años
y continúa con mayor intensidad, posiblemente, porque
no ha habido reclamo legal nuestro ni censura de parte
de las autoridades e instituciones de nuestro país.
LOS HECHOS SON LOS SIGUIENTES:
1. Historia de nuestras investigaciones:
En 1994 un equipo de arqueólogos liderados por la
suscrita, inició los estudios en el valle de Supe.
Identificamos 18 asentamientos con arquitectura
monumental y doméstica, ubicados entre el litoral y
los primeros 40 kilómetros del valle. Caral fue uno de
ellos, ubicado en el inicio del valle medio.
En 1996 iniciamos las excavaciones en Caral y, sobre
la base de los resultados, probamos la existencia de
asentamientos extensos y con arquitectura monumental y
residencial en el interior del valle sin ninguna
asociación con cerámica y por lo cual pertenecían al
período Arcaico Tardío (3 000 1 800 a.C.).
Los trabajos que hasta entonces se habían hecho
estaban limitados al litoral (Feldman: Aspero, Perú:
Architecture, Subsistence Economy and other Artifacts
of a Preceramic Maritime Chiefdom, tesis de Doctorado,
Department of Anthropology, Harvard University. 1980)
o no habían evaluado la antigüedad o la trascendencia
social cultural y política de esta ocupación (Williams
y Merino: Inventario, catastro y relimitación del
Patrimonio Arqueológico del Valle de Supe. Instituto
Nacional de Cultura. 1979 y Zechentner: Subsistence
Strategies in the Supe Valley of the Peruvian Central
Coast during the Complex Preceramic and Initial
Periods. Ph.D. dissertation, Department of
Anthropology, UCLA, 1988).
Nuestros resultados fueron publicados en forma
continua desde 1997 a la fecha (véase la bibliografía
adjunta) en medios académicos, pero también a través
de exposiciones museográficas y en la prensa del país.
2. Intervención de Haas Creamer:
Respecto a la presencia en Perú de los esposos Haas y
Creamer, debo informar que los conocí cuando fui
invitada a Chicago a la reunión sobre el fenómeno del
Niño en 1999. Hice una presentación sobre Caral, ellos
mostraron interés y anunciaron que viajarían al Perú
al año siguiente. En efecto, en el 2000, ellos
llegaron a Lima y los llevé a conocer Caral donde
permanecieron un fin de semana. Para entonces nuestra
investigación en el valle de Supe ya tenía seis años
de trabajo ininterrumpido y varias publicaciones. Como
había hecho antes con los colegas Betty Meggers del
Smithsonian Institution y Henning Bischof del Museo
Manheinn en Alemania, comprometí a los Haas Creamer
a que gestionaran en sus instituciones el pago de 12
muestras para fechados por radiocarbono 14. En
diciembre de ese año, Haas me anunció por teléfono que
ya tenía los resultados y que éstos indicaban que
Caral era tan antigua como yo había planteado. Me
propuso entonces publicar los fechados en Science,
conjuntamente con él y su esposa para que,
posteriormente, fuera más fácil conseguir fondos para
Caral, mediante la presentación en los Estados Unidos
de un proyecto binacional. Así Caral tendría los
recursos económicos que carecía hasta entonces. Acepté
esa propuesta aún cuando Haas y Creamer nunca habían
excavado en Caral.
3. Pretensiones y atribuciones incorrectas:
Lo incorrecto es que, a partir de la publicación de
Science, en abril del 2001, la página Web del Field
Museum, donde trabaja Haas, atribuyó a sus
investigadores el establecimiento de la fecha e
importancia de la ciudad más antigua de América (texto
de la noticia original en:
http://www.sciencedaily.com/releases/2001/04/010427073646.htm,
texto actual:
http://www.fieldmuseum.org/museum_info/press/press_hass.htm)
y, asimismo, la página Web de la Universidad de
Illinois, donde trabaja Creamer, destacó el
descubrimiento de la civilización más antigua de
América de parte de su profesora Creamer
(http://www.niu.edu/pubaffairs/presskits/wcjo/release.html).
Por tales mentiras y expresiones de conducta
incorrectas, decidimos no concretar el proyecto con
los Haas Creamer.
Sin embargo, ellos han creado un programa de
investigación paralelo en el norte chico, que vienen
desarrollando desde el año 2002 y desde entonces, han
venido aprovechando la imagen de Caral y los
resultados nuestros sobre la civilización más antigua
de América, como indican los siguientes documentos:
a. Este año, la revista American Way de la línea aérea
American Airlines
(http://americanwaymag.com/aw/travel/feature.asp?archive_date=11/1/2004),
difunde que las investigaciones en Caral vienen siendo
asistidas por el Field Museum de Chicago (donde labora
Jonathan Haas) con investigadores de la Universidad de
Northern Illinois (centro de trabajo de la esposa,
Winifred Creamer).
b. El documento sustentado a favor de National Science
Foundation ante el Congreso Norteamericano en defensa
de su fondos presupuestales, incluye como argumento el
apoyo económico que ha dado a la investigación sobre
los orígenes de la civilización de Winifred Creamer y
Jonathan Haas, que han descubierto una sociedad
compleja en la costa del Perú, que predata a otras
formas de civilización en el Hemisferio Occidental, y
menciona a Caral como la ciudad más antigua en el
nuevo mundo (http://www.aaanet.org/gvt/nsf_fy04.htm).
La verdad es que Creamer ni Haas nunca han trabajado
en Caral y tampoco ellos o sus instituciones han
entregado un dólar al Proyecto Caral.
c. Recientemente los Haas Creamer han publicado un
artículo en la revista Nature, volumen 432, de
diciembre de 2004, atribuyéndose nuevamente la autoría
de haber descubierto que el desarrollo de la
complejidad social en Perú se remonta al Arcaico
Tardío, entre 3000 y 1800 a.C., y que este proceso se
dio en el norte chico en sociedades agrícolas y
pesqueras. No hacen en el texto referencia a que ese y
los otros planteamientos ya fueron señalados por
nosotros a partir de los trabajos en Caral-Supe, valle
del área nor-central o norte chico, salvo unas notas
bibliográficas (véase el artículo de Nature); como
señala mi colega norteamericano Michael Moseley: Haas
y su esposa con un proyecto paralelo y mayor difusión
en los medios de comunicación de los Estados Unidos
están obteniendo crédito internacional por un trabajo,
datos e interpretaciones, que ya ustedes han dado a
conocer previamente en el Perú.
Es evidente que los señores Haas Creamer pretenden
ignorar que un equipo de arqueólogos peruanos
conducidos por la suscrita, desde hace una década,
viene investigando acerca de los orígenes de la
civilización en la costa nor central o norte chico,
en el valle de Supe; y que fuimos nosotros los que
planteamos al área nor central como la sede de la
civilización más antigua de América. Pero, además, los
señores Haas Creamer hacen uso de nuestros
resultados, publicados previamente en libros, folletos
y numerosos artículos, sin citar la fuente
bibliográfica (véase la bibliografía del PEACS y el
artículo de Nature).
Con su comportamiento los señores Haas Creamer
vienen atentando no solo contra mi derecho intelectual
como arqueóloga, sino contra el derecho de un proyecto
de investigación peruano al que se pretende expropiar
de su autoría.
Ante este caso de flagrante falta de ética profesional
e intelectual nos hemos dirigido al Instituto Nacional
de Cultura para que sancione a los señores Haas
Creamer por presentar como propios los resultados de
investigaciones ajenas.
No nos oponemos a la investigación de los arqueólogos
extranjeros en el Perú pero ésta debe hacerse con
ética y respeto al derecho intelectual de los
profesionales peruanos y a la preservación del
patrimonio cultural de la nación.
Lo que pongo en su conocimiento y solicito su apoyo
para que se haga efectiva la defensa del derecho
intelectual nuestro y del país.
Atentamente,
Dra. Ruth Shady Solís
Jefa del Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe
www.caralperu.gob.pe
caral en terra.com.pe
BIBLIOGRAFÍA SOBRE CARAL PREPARADA POR EL PROYECTO
ARQUEOLÓGICO CARAL-SUPE:
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SHADY, Ruth, Marco MACHACUAY y Rocío ARAMBURÚ
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SHADY, Ruth
1999 Los Orígenes de la Civilización y la Formación
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Caral-Supe. (Primera Parte). En Boletín del Museo de
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SHADY, Ruth
1999 Flautas de Caral: El conjunto musical más antiguo
de América. En Boletín del Museo de Arqueología y
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SHADY, Ruth
1999 La Religión como una forma de cohesión social y
manejo político en los albores de la civilización en
el Perú. En Boletín del Museo de Arqueología y
Antropología de la UNMSM, año 2, nº 9, Lima, pp.
13-15.
SHADY, Ruth y Sonia LÓPEZ
1999 Ritual de Enterramiento de un Recinto en el
Sector Residencial A. En Caral-Supe. En: Boletín de
Arqueología PUCP, No.3: 187-212.
SHADY, Ruth
1999 La Ciudad Sagrada de Caral-Supe. Museo de
Arqueología y Antropología UNMSM. Lima, 14 pp.
SHADY, Ruth
1997 Caral. La Cité Ensevelie, En: Revista
Archéologie, Nº 340, pags. 58-65, Francia.
1997 La Ciudad Sagrada de Caral - Supe en los Albores
de la Civilización en el Perú. Fondo Editorial,
UNMSM, 75 pags.
*********** REPORTAJES FOTOGRÁFICOS ***********
Caral, Perú. El lugar de nacimiento de la cultura americana
Caral, Perú. Imágenes del yacimiento y reconstrucciones virtuales
Artículos relacionados en la revista:
08/01/2005 - Perú. La Ciudad Sagrada de Caral. Orígenes de la Civilización Andina
23/12/2004 - Descubren en los Andes peruanos la civilización más antigua de América
*************************************************************
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Deseo saber si registran canales de regadío y de qué antigüedad? Es para aportar en la Audiencia Pública en el Congreso de la República por el Día Mundial del Agua: \"El Agua y la Cultura\" el 22 de marzo 2006.
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miguel -
Clarissa -
Terrae Antiqvae
He leido la lista de sus publicaciones y me he percatado que tienen un informe sobre estudios de los arqueólogos Hass y Cramer en una región al norte de Lima llamada Supe. De casualidad encontré este enlace a un mensaje de la Dra. Ruth Shady Solís (quien es en principio la descubridora de este antiguo asentamieto humano),:
http://listserver.com.ar/pipermail/ant-arq/2005-January/002635.html
Por favor léanlo y formen sus propias conclusiones.
Atte.
Clarissa
Manuel González -
Jeffry Vera Roca -