los fenicios, habiendo triunfado en sus empresas, acumularon grandes riquezas y resolvieron navegar hacia el mar que se extiende fuera de las Columnas de Hércules y que es llamado Océano (Diodoro de Sicilia V, 20).
INTRODUCCIÓN.
El fenómeno de la colonización fenicia no es fácil de analizar, comúnmente se ha pensado en una de expansión colonial en la que se fundarían, más que colonias, pequeñas factorías comerciales destinadas al comercio con los indígenas y a la explotación de las zonas ricas en recursos. Con esto se buscaba contraponer esta expansión fenicia con el proceso de colonización griega que se caracterizaba por ser una expansión motivada bien por el exceso demográfico en la metrópoli, bien por tensiones sociales, y destinada a la apropiación de territorio para su puesta en explotación. Sin embargo, esto es simplificar el problema, la expansión fenicia es un proceso complejo y costoso que sólo pudo ser realizado por un estado fuerte y en plenitud de sus facultades económicas y que se caracterizó por su heterogeneidad. Así, no todos los asentamientos se fundaron por el mismo motivo; mientras que Gadir servía para abastecerse de metales mediante su conexión con las rutas atlánticas que funcionaban desde hacía siglos (no olvidemos que se encontraba justo enfrente del núcleo principal de la cultura tartésica), Ibiza, por ejemplo, demuestra tanto el interés por controlar la navegación hacia Occidente -Ibiza constituye una escala fundamental en el viaje desde Oriente-, como la voluntad de llegar a los mercados indígenas del Este y Norte de la Península.
En este trabajo, se intentarán contestar a una serie de preguntas relacionadas con el proceso colonial. En primer lugar, ¿Por qué?, es decir, se analizarán las posibles causas que impulsaron a los fenicios ha llevar a cabo una empresa tan compleja y arriesgada. Seguidamente se analizará el ¿cómo? de la expansión, es decir, las condiciones medioambientales y técnicas bajo las cuales se realizó dicha expansión y de que manera estas la condicionaron. En tercer lugar, se expondrán una serie de aspectos generales de la colonización como son las relaciones con la metrópoli y los indígenas o el urbanismo de las colonias más relevantes. Para finalizar, se intentará responder al ¿Donde? o lo que es lo mismo, se expondrán de forma ordenada los asentamientos semitas más importantes identificados hasta el momento por todo el mediterránea.
LAS CAUSAS DE LA COLONIZACIÓN FENICIA.
En este apartado intentaremos exponer las posibles causas que llevaron en un momento determinado de su historia a las ciudades fenicias de Oriente, y en especial a Tiro, a emprender una expansión comercial y colonial por todo el Mediterráneo.
Tradicionalmente se ha considerado que la expansión fenicia por Occidente venía provocada por la presión asiria, sobre todo desde Tiglatpileser III, que tendría un doble efecto sobre las ciudades-estado fenicias: por un lado, les impondrían fuertes tributos en forma de materias primas (sobre todo plata) y, por otro, les privarían de las tierras interiores que formaban el hinterland agrícola necesario para su supervivencia. Estos dos hechos provocarían en estas ciudades una necesidad de materias primas unida a una necesidad de productos agrícolas que desembocarían en el proceso de expansión objeto de este trabajo. Esta hipótesis ha sido defendida por ilustres investigadores como García y Bellido, Pierre Cintas, Niemeyer, Moscati, etc., pero actualmente es muy criticada.
D. Ruiz Mata apunta que esta visión tradicional pasa por alto un hecho de capital importancia como es que la auténtica presión asiria se da en un momento, reinados de Sennaquerib y Asarhadón (primera mitad de VIII a. C.), en que las colonias fenicias de Occidente están ya plenamente formadas. De este modo, las teorías que apuntan que en la Península Ibérica se produjo más bien una colonización agrícola impulsada por la necesidad de hallar nuevas tierras cultivables queda herida de muerte. Ruiz Mata, por su parte, hace descansar el motivo de la colonización en una búsqueda de metales, de los que Próximo Oriente es deficitario y que los fenicios necesitan, ya que habían perdido los mercados del Mar Rojo gracias a los cuales se abastecían de metales preciosos como el oro de Ophir. En esta línea se sitúa también Blázquez.
Carlos García Wagner por su parte, apunta que la causa principal de la colonización fenicia sería la búsqueda de materias primas para las manufacturas que servían para soportar el comercio con zonas de Próximo Oriente de las cuales Fenicia conseguía productos agrícolas imprescindibles para su subsistencia. De este modo, rechaza también la tesis tradicional de la presión asiria que, según él, sólo sería un elemento coadyuvante y ni tan siquiera el más importante, algo que queda demostrado por el hecho de que los inicios de la expansión fenicia por el Mediterráneo no son anteriores al IX a. C., con lo que, según él, no coinciden con los momentos de mayor actividad política y militar asiria.
También Liverani se ocupa de las causas de la colonización, señalando que las causas de la colonización fenicia deberían buscarse principalmente en tres ámbitos: en la situación en las tierras de destino, en los recursos con los que se comercia y en la situación en la zona de origen de los colonos. Para él la instalación permanente debió producirse por la conjunción de estos tres factores; en primer lugar, el hecho de que en el siglo VIII a. C. los indígenas en ascenso ya no aceptan las baratijas que los fenicios les ofrecían hasta ese momento, ahora "son interlocutores mucho más consistentes. Con ellos no basta la simple arribada estacional de naves aisladas, si requiere una capacidad de presión e intervención directa en los terrenos económico, político y, en última instancia, militar. En segundo lugar, Liverani señala como la aparición de colonias marca un cambio, se da en un momento en que se pasa de demandar metales a apreciar los recursos agrícolas y ganaderos que son abundantes en el territorio colonizado, todo lo contrario de lo que pasa en tierras fenicias orientales. En tercer lugar, Liverani apunta que en el país de origen (las ciudades-estado fenicias) debió existir algún motivo que indujera a los colonos a dejar sus tierras y lanzarse a unas empresas tan prometedoras como arriesgadas. Este motivo Liverani no lo sitúa ni en las tensiones internas, que sí fue el caso de muchas fundaciones griegas, ni en la presión asiria que considera tardía con relación al desarrollo del proceso de expansión. De este modo él opina que "no parece que las presiones internas (socioeconómicas) y externas (imperiales) expliquen por sí solas el movimiento colonial fenicio, que debió ser una adaptación a las formas de presencia y explotación de la cuenca mediterránea" (6).
Para Susan Frankenstein el inicio del proceso colonizador se debería a una búsqueda de materias primas para satisfacer el aumento de la demanda de los socios comerciales extranjeros y políticamente superiores (caso de Asiria) y de sus propios talleres artesanales. Por consiguiente, para ella: "La expansión fenicia hacia el Mediterráneo Occidental es pues, sobre todo, una maniobra en busca de nuevas fuentes de materias primas en áreas hasta entonces no explotadas, en un momento de creciente demanda en el Próximo Oriente paralela a un declive de los suministros procedentes de fuentes tradicionales, como Anatolia e Irán"7.
Pero, sin duda, es María Eugenia Aubet8 quien traza una visión más completa sobre las posibles causas del inicio de la "diáspora" colonial fenicia. Su hipótesis parte de consideración de la colonización como un proceso producto de la conjugación de numerosos factores interrelacionados, aunque unos más importantes que otros, que actuarían en un largo periodo de tiempo. De esta manera, en un momento determinado uno de estos factores o un estímulo exterior actuarían como elemento desencadenante del proceso, simplemente como desencadenante, nunca como causa directa y única. Por consiguiente, Aubet rechaza tanto la hipótesis tradicional sobre la presión Asíria, como la de otros autores que opinan que la colonización se debió únicamente a la propia dinámica interna de la sociedad fenicia y a la necesidad de materias primas (sobre todo metales) durante el periodo de máximo desarrollo de su comercio, es decir, bajo el reinado de Hiram I de Tiro, durante el siglo X a.C., alegando contra estas últimas hipótesis el hecho de que no se documenta establecimiento fenicio alguno en esta fecha tan temprana.
Como hemos dicho, Aubet tiene en cuenta una serie de variables que consideradas en conjunto pudieron provocar el inicio de la colonización fenicia, estas son: el medio geográfico, el déficit agrícola y la sobrepoblación, la demanda de materias primas proveniente de las industrias especializadas, la demanda de metales preciosos, en especial plata, en el oeste del continente asiático, la pérdida de una serie de circuitos internacionales por parte de los fenicios, la presión de Asiría y, por último, la posibilidad que tenían los fenicios de llevar a cabo una empresa de tal envergadura gracias a la desarrollada infraestructura comercial que poseía. A continuación pasaremos a analizar estas variables más detenidamente.
Sin caer en un determinismo ecológico, el medio geográfico es un aspecto importante que, sin duda, influyó en los fenicios a la hora de dirigir sus miradas hacia el Mediterráneo. Recordemos que hacia 1200 a. C. las invasiones de los pueblos como "pueblos del mar", redujeron el espacio de las ciudades-estado fenicias casi exclusivamente a su espacio urbano y un pequeño hinterland. Este espacio debió ser a todas luz insuficiente para mantener una población en aumento que se concentraba en las ciudades. Además, hacia 1200 a. C., se dieron una serie de cambios climáticos en la región de Siria-Palestina que provocaron una sustitución de la vegetación de tipo mediterráneo por otra de tipo desértico y sahariano así como por una reducción del bosque producto de un acusado descenso del índice de lluvias. La costa fenicia no ser verá tan perjudicada por estos cambios, esto provocará que la gente se concentre en ellas, lo que a su vez producirá un aumento demográfico difícilmente soportable por el reducido espacio agrícola del que estas ciudades disfrutaban tras las invasiones del siglo XII a. C. y los cambios climáticos antes reseñados. De este modo, estos dos factores, invasiones y cambios medioambientales, provocaron en estas ciudades un déficit en el abastecimiento de alimento así como un exceso demográfico que tenemos que considerar como factores de desequilibrio que ayudan a entender el porqué del inicio de la colonización.
Este déficit agrícola en las ciudades fenicias sería lo que justificaría el pacto entre Hiram I y Salomón por el cual Hiram recibiría productos agrícolas a cambio de una serie de prestaciones (el asesoramiento técnico el la construcción del templo, etc.) Además, el exceso demográfico está documentado arqueológicamente ya que existe un notable aumento de los asentamientos a lo largo de la costa libanesa. Estos dos hechos -déficit agrícola y sobrepoblación- también explican el que Hiram I e Ithobaal I intenten y consigan dominar la zona de Akko y Monte Carmelo, zona fértil de la que se podían extraer abundantes recursos agrícolas.
Los fenicios fueron famosos por su artesanía de lujo, pero esta artesanía necesitaba de materias primas que no estaban en la propia Fenicia (si exceptuamos algunas pocas, caso de la madera de cedro. Por este motivo las ciudades fenicias, que se habían convertido en el principal exportador de objetos de lujo a estados del próximo Oriente como Asiria o Israel, intentarán alcanzar los depósitos de materias primas. Así, los fenicios se vieron en la necesidad de "controlar las rutas comerciales marítimas y terrestres que le garantizaran el abastecimiento de materias primas y la distribución de sus mercancías"9. He aquí otro factor de capital importancia a la hora de intentar conocer las razones que impulsaron a los fenicios a llevar a cabo su expansión por el mediterráneo.
En un momento determinado en la zona de Próximo Oriente la plata se convierte en el patrón de referencia, es decir, todas los productos estipulaban su valor en una determinada cantidad de plata. Esto hizo que la demanda de ese metal fuera abundante y que los grandes imperios pasaran a necesitar un suministrador. Este papel de suministrador es el que Tiro asumirá trayendo plata y metales, de las minas anatólicas entre el siglo X y finales del VIII a. C. primero, y, cuando en 800 a. C. se establece la alianza sirio-urartia y estas minas queden cerradas para los fenicios, de las minas del sur de España. Esto último queda demostrado por el hecho de que entre 720-650 a. C., momento en que tanto las minas anatólicas como los metales que venían vía Mar Rojo estaban fuera del control de los fenicios, las fuentes documentan la entrada de gran cantidad de plata procedente de Tiro a Asiria.
Así pues, el hecho de que la plata alcance el valor de patrón de referencia hace que este metal aumente su valor y que los fenicios intenten controlar su comercio, incluso después de perder el control de las reservas minerales de Anatolia. Para conseguir este control parece que la única solución era dominar las florecientes minas del occidente mediterráneo. Tenemos aquí pues, un importante factor a considerar con relación al proceso de expansión.
También debió influir en el inicio del proceso colonizador el hecho de que durante finales del IV y principios del VIII a. C. Tiro perdiera sus principales circuitos comerciales en el continente asiático; el que unía Fenicia con Israel y el que la conectaba con la zona del norte de Siria y sur de Asia Menor, debido a diferentes avatares políticos. Tras la muerte de Salomón, poco a poco se fueron deteriorando las relaciones entre el reino de Israel y Tiro, hasta que durante el reinado de Ahab se manifiesta una total hostilidad frente a la ciudad fenicia. Este hecho provocó que la ruta comercial que unía Tiro con Israel, el Mar Rojo y Ophir y de la que los fenicios obtenían metales y productos agrícolas, se cerrara para los fenicios. La pérdida de esta ruta obligó a Tiro a dirigir su mirada hacia el norte de Siria y Cilicia. Allí, con la instalación de asentamientos en el golfo de Alejandreta, Tiro conseguirá el dominio de tierras fértiles, el suministro de metales de Cilicia y Anatolia y dará salida a sus productos manufacturadas. Pero a partir de 800 a. C. con el establecimiento de la alianza entre Urartu y los reinos del norte de Siria, los depósitos metalíferos de Cilicia y Anatolia queda fuera del dominio de Tiro. Además, las campañas de Salmanasar III en el Orontes hace que Tiro pierda influencia en estas tierras tan aptas para la agricultura. A todo esto se une la consolidación a finales IX a. C. del reino de Aram-Damasco que, aprovechando un momento de debilidad asiria, se expansiona hacia el sur (Israel y Judá) con lo que Tiro pierde gran parte de su comercio terrestre y sus actividades quedan reducidas a intercambios de mercancías de lujo con los poderosos monarcas de Damasco.
De este modo, fuera de los dos circuitos que le habían dado prosperidad, a Tiro sólo le queda una salida: el Mediterráneo. Estamos a finales del siglo IX a. C. y es el momento en que se funda Kition y Cartago. Este cambio hacia Occidente también se ve favorecido por la reorientación de la demanda asiria hacia las materias primas, dejando un tanto de lado las manufacturas. Algo que hace que Tiro tenga que buscar nuevas fuentes de aprovisionamiento fuera del continente asiático.
Sin duda, la presión asiria también debió influir en los fenicios a la hora de tomar la decisión de iniciar la diáspora. Aunque, como ya se ha apuntado, no en los términos que tradicionalmente se ha defendido. Así, la presión asiria no sería tal que redujera el comercio fenicio a un mero intercambio forzoso obligando o Tiro a emprender una expansión hacia el Mediterráneo en busca del crecimiento económico. Por el contrario, aunque desde Tiglatpileser III se creó un cerco político y económico sobre las costas de Fenicia por parte de Asiria, Tiro no fue atacada ya que Asiria sabía que dejándola hacer (aunque con las pertinentes restricciones), Tiro podría ser más útil al Imperio. Así, imponiendo tanto un tributo como un intercambio preferencial, Asiria no intervino en los asuntos comerciales de Tiro, con lo que a fin de cuentas, "Tiro se convertía en un instrumento de la expansión asiria". (10)
De este modo, las ciudades fenicias jugaron un importante papel en la economía asiria, ya que el Imperio Asirio necesitaba de las materias primas y productos de lujo que Tiro le proporcionaba mediante tributo; pero a cambio, Tiro conservó una independencia comercial (con algunas restricciones) que le permitió prosperar. Esta relación provocaba en Tiro la necesidad de metales para pagar esos tributos que garantizaban su relativa independencia comercial que le servía para aumentar su poderío económico. En la búsqueda tanto de esos metales como de materias primas los fenicios se dirigirán hacia Occidente.
Todo esto lleva a Aubet a afirmar que:
"Asiria exigía a Tiro lo que no podía obtener fácilmente en otros
territorios: al principio hierro para su maquinaria de guerra y más tarde
plata, oro y bronce. Desde finales del siglo VIII a. C. Fenicia será la prin-
cipal abastecedora de materias primas en Oriente, lo que implica que
la demanda asiria determinó nuevamente la tendencia expansionista ha-
bitual en la política de Tiro, esta vez dirigida hacia el Mediterráneo Occi-
dental" (11).
Un último aspecto que Aubet considera es el hecho de que la expansión colonial tiria debió efectuarse en un momento no de crisis, sino de prosperidad, ya que esta expansión colonial necesitaría de una organización logística, de una planificación y de una financiación tan grande que sólo se podía habeer llevado a cabo en circunstancias muy adecuadas, es decir, cuando el estado fuera lo suficientemente sólido y las expectativas de éxito son lo suficientemente grandes. Apuntamos esto ya que la complejidad que la colonización implica no puede ser soportada por ninguna compañía comercial o iniciativa individual por poderosa que esta fuera. Este momento Aubet lo sitúa ente IX y 720 a. C., momento en que se documenta un atesoramiento de plata por parte de los asirios que sólo puede ser explicado por la existencia de unas fuentes de aprovisionamiento fabulosas como son las del Sur de la Península Ibérica.
En resumen, como causas desencadenantes del proceso colonizador fenicio debemos tener en cuenta una serie de factores que tienen que ser considerados en su conjunto. Por un lado estaría el déficit crónico de alimentos que padecen las ciudades estado fenicias tras la crisis, tanto política como climática, del 1200 a. C. Pero también influiría la búsqueda de materias primas para satisfacer la demanda tanto de los estados políticamente superiores, como de sus propios talleres artesanales. También habría que tener en cuenta tanto la pérdida de sus circuitos comerciales tradicionales en el continente asiático, como la presión asiria en forma de tributo. Y por último, debemos considerar el hecho de que los fenicios sólo llevaron a cabo su expansión colonial cuando esta fue posible, es decir, cuando dispusieron de los medios necesarios como era una tecnología adecuada, un estado próspero económicamente, unos productos con gran aceptación, etc.
En fin, innumerables circunstancias se unieron en un determinado momento formando una coyuntura en la que los fenicios hicieron lo que creyeron que sería más rentable para ellos, expandirse por todo mediterráneo.
LOS CONDICIONAMIENTOS DE LA EXPANSIÓN FENICIA POR EL MEDITERRÁNEO.
Tras abordar el porqué de la colonización fenicia se impone ahora, sin duda, exponer una breve visión del como de esa expansión. Así pues, en las líneas que siguen, vamos a intentar mostrar bajo que condicionamientos, tanto naturales (vientos y corrientes), como técnicos (naves y sistemas de navegación), se realizó esa expansión por el Mediterráneo y de que manera influyeron en el proceso que denominamos colonización fenicia.
De todos es conocido que los fenicios eran considerados en la antigüedad como un pueblo diestro en todas las actividades relacionadas con el medio acuático. Homero, Heródoto, Estrabón Plinio, etc... aplican a los fenicios y a sus herederos cartagineses todo tipo de calificativos sobre su habilidad de navegantes, de constructores de embarcaciones, de conocedores del mar y de todo lo que este podía ofrecer12. Este dominio del mar por parte de los fenicios, junto a las condiciones de la navegación en la antigüedad, lleva a Aubet a sospechar que la navegación jugó un papel importante en la organización, forma y articulación de la presencia fenicia en Occidente (13).
Así, aunque los sistemas y técnica de navegación y las condiciones naturales no fueron los únicos factores que influyeron en la elección de los lugares de asentamiento, sí que condicionaron esta elección de manera relativamente importante. Veamos pues, de que manera influyeron estos condicionamientos en el establecimiento de una red de asentamientos fenicios en Occidente.
-Los condicionamientos técnicos: técnicas, sistemas de navegación y tipología de las naves utilizadas en la expansión y consolidación de la presencia fenicia en las colonias-
Las fuentes clásicas nos hablan de la superioridad fenicia en el mar durante la antigüedad. Pero, ¿De que medios técnicos disponían los fenicios cuando llevaron a cabo su expansión?.
Por lo que respecta a las técnicas de navegación, sabemos que los fenicios practicaron tanto la navegación de cabotaje como la navegación de altura, es decir, eran capaces de navegar de noche y en mar abierto. Antiguamente se creyó que los fenicios sólo navegaban por el día y paraban a pernoctar en la costa, incluso algunos investigadores intentaron justificar esta hipótesis apuntando que los trayectos cortos de las embarcaciones fenicias se correspondían con las distancias existentes entre las colonias que podemos documentar en el Mediterráneo. Todo esto llevaba a pensar que la expansión fenicia se realizó mediante una navegación diurna de cabotaje. Hoy en día esta hipótesis es muy discutida. En primer lugar porque se aprecia que los enclaves no responden a esa necesidad de reposar durante la noche, ya que si esto fuera así, no existirían zonas sin presencia fenicia que de hecho existen y los fenicios no hubieran pisado zonas que sí pisaron. En segundo lugar, este sistema de cabotaje es demasiado peligroso ya que obliga a navegar demasiado cerca de la costa de día y a fondear por la noche en lugares desconocidos con los peligros que ello supone. De este modo la navegación de cabotaje sería adecuada para un tráfico local, pero nunca para un viaje a larga distancia como fue la colonización fenicia (14).
A las razones esgrimidas anteriormente habría que unir el hecho probado del conocimiento, por parte de los fenicios, de la navegación nocturna y de altura. Ya durante los siglos VIII y VII a. C. la tenemos documentada. Para que esta sea posible es necesario la existencia de algún punto de referencia que haga que el rumbo no se pierda. Las estrellas, en especial la Polar, es el punto de referencia utilizado normalmente. Plinio indica que los fenicios habían aplicado a la orientación los conocimientos astronómicos de los caldeos; prueba de ello es que la estrella Polar pasara a llamarse estrella Fenicia (15) y que la constelación de la Osa mayor se conociera en el mundo clásico como Phoiniké (16).
Pero al hecho de que los fenicios conociesen los sistemas de orientación nocturna que les permitían navegar de noche -por lo tanto sin necesidad de escalas-, se une otro argumento que hace que la hipótesis de que los fenicios realizaron su expansión utilizando una navegación de altura pase a ser una realidad. Este argumento es hecho de que en el Mediterráneo la tierra se pierde de vista en muy pocas ocasiones aunque se navegue muy alejado de la costa, sólo en la costa africana desde el sur de Túnez al Sinaí y también entre las Baleares y las islas de Córcega y Cerdeña se pierde de vista la costa.
De todo lo expuesto hasta el momento se puede deducir sin ningún género de dudas que los fenicios realizaron su expansión valiéndose de una navegación de altura gracias a la amplia visibilidad de la costa propia del mediterráneo, así como su como conocimiento de las estrellas.
Hemos visto como navegaban los fenicios, pero, ¿Qué barcos utilizaban?:
En primer lugar estaban las naves de transporte local. Estas naves eran pequeñas y estaban provistas de uno o dos remeros, poseían los extremos redondeados y el mascaron de proa en forma de cabeza de caballo. Como embarcación de pequeño tonelaje parece haber servido únicamente para transporte local y para la pesca. Así pues, este era el barco común para los desplazamientos cortos a lo largo del litoral, con lo que no nos interesan tanto.
En segundo lugar encontramos las naves mercantes, esta sería la nave utilizada en la expansión fenicia por occidente. El tipo habitual de barco mercante era panzudo y ancho, por lo que en griego se le denominaba gaulós (bañera); podía alcanzar hasta los treinta metros de manga por unos siete de anchura y se dirigía con timones laterales colocados a popa; como propulsión auxiliar llevaba remos que permitían maniobrar con rapidez en caso de que no hubiese viento en número que podía alcanzar los 18 o 20, pero el impulso fundamental lo facilitaban las corrientes de aire sobre una gran vela cuadrada colocada en un mástil central. Esta ausencia de remeros debe ponerse en relación con la necesidad de disponer de la bodega libre para llevar la máxima carga posible. Su capacidad oscilaba entre 100-500 toneladas y su velocidad, con viento favorable, en torno a unos cinco nudos (17).
En tercer lugar estarían las naves de guerra fenicias, en las que no me detendré debido a que no considero que fueran de capital importancia a la hora de estudiar el proceso de expansión fenicia. Además, en anteriores exposiciones ya se trató el tema con la suficiente profundidad.
Así pues, los fenicios, diestros marineros, surcaron con sus gaulós las aguas del Mediterráneo, utilizando una navegación de altura basada en su conocimiento de determinadas estrellas (la estrella polar), en busca de lugares donde establecerse.
-Los condicionamientos naturales: los vientos y las corrientes en el Mediterráneo-.
En nuestro afán de contestar a la pregunta: ¿Cómo se expandieron los fenicios?, no podíamos dejar sin estudiar las condiciones naturales del Mediterráneo, ya que, sin duda, esas condiciones influyeron en gran medida en la elección de los lugares en los que asentarse. De este modo, expondremos ahora de que manera las corrientes y los vientos existentes en el Mediterráneo pudieron condicionar a los fenicios en dicha elección.
-Las corrientes-
En el Mediterráneo las corrientes suelen ser superficiales, estaciónales y originadas por los vientos dominantes, variables y costeros. En la antigüedad para naves de gran tamaño, caso de los gaulós fenicios, era esencial navegar a favor de estas corrientes debido al peso y la escasa maniobrabilidad que poseían estos enormes buques.
En el Mediterráneo la corriente dominante discurre en orientación contraria a las agujas del reloj y se forma por la entrada de agua desde el Atlántico por el estrecho y desde el Mar Negro por los Dardanelos. Esta entrada de agua se debe al desnivel que existe entre el Mediterráneo y estos mares. De este modo, de Gadir a Tiro domina una corriente este-oeste que discurre a lo largo de la costa africana hasta Port Said desde donde se dirige al Norte bordeando la costa de Fenicia e Israel, Asia Menor y el Norte del Egeo. Llegados a este punto a esta corriente general se le une una nueva corriente que viene de Mar Negro. Así, se forma otra corriente que discurre por el Norte de Creta y llega al Adriático, sube por la costa este y baja por la costa oeste de dicho mar, discurre por el Mar Tirreno, llega al golfo de Génova y se dirige al Sur de España.
A la hora de cruzar el estrecho los barcos se encontraban de frente con la corriente atlántica, por lo que había que esperar a que soplase viento de levante que contrarrestasen la corriente para cruzar el estrecho y llegar a Gadir.
Esta corriente marina marca la ruta seguida por los barcos fenicios en sus viajes hacia Occidente. D este modo, saliendo de Tiro, las naves se dirigirían hacia Kition, desde donde enfilarían hacia la mitad Norte del Mediterráneo, es decir, por las islas de Creta, Sicilia, Cerdeña, Ibiza, etc., acabando el viaje en el sur de España. Siendo observador se verá como en dichas zonas es donde más presencia fenicia podemos documentar. En este sentido, los asentamientos de la costa oriental de Andalucía deberían relacionarse con la necesidad de los barcos de esperar condiciones favorables para cruzar el estrecho, -aunque como más adelante veremos esta no sería la única causa de la presencia fenicia en las costas mediterráneas andaluzas-. Pero entonces, ¿Cómo se explica el establecimiento de Gadir?, para Aubet, el establecimiento de este enclave de tan difícil acceso respondería a una posición privilegiada para relacionarse con el núcleo indígena tartéssico y con las rutas comerciales del Norte y Centro de España. Vamos atisbando así la enorme complejidad del fenómeno colonial.
-Los vientos-
En el estrecho de Gibraltar los vientos se reducen a ponientes y levantes y según predominen unos sobre otros hay años de ponientes o años de levante. Los vientos de levante suelen predominar durante los meses que van de Marzo a Septiembre, mientras que en los demás meses se alternan ponientes con levantes.
En años de poniente, cuando los vientos de este soplan con fuerza, la travesía de estrecho en dirección al Atlántico o a Gadir es particularmente peligrosa por lo que había que esperar vientos favorables. Los vientos de levante pueden predominar en la entrada oriental del estrecho, por lo que cuando en invierno coinciden ponientes y levantes, es prácticamente imposible cruzar el estrecho.
En resumen, en esta parte del trabajo, hemos intentado presentar una breve visión tanto de los medios que los fenicios utilizaron en su expansión por el Mediterráneo, como de los condicionamientos técnicos y naturales bajo los cuales emprendieron esta empresa. De este modo, hemos visto como los fenicios conocían la navegación nocturna y de altura y como utilizaron fundamentalmente unas naves amplias y lentas, los gaulós, en su expansión por Occidente. Pero también, hemos observado como una parte importante de los emplazamientos coloniales fenicios, responden a necesidades impuestas por las propias características medioambientales que impone la navegación en el Mediterráno.
ASPECTOS GENERALES DE LA COLONIZACIÓN FENICIA.
-¿CUÁNDO INICIARON LOS FENICIOS SU EMPRESA COLONIZADORA?-
Vistos el porqué y el cómo, debemos ahora resoponder a la pregunta: ¿cuándo llegaron los fenicios a Occidente?. Pregunta que, como ahora veremos, no es nada fácil de responder.
La fecha del inicio de la colonización fenicia en Occidente es uno de los temas más polémicos de la Historia de la Antigüedad, esto se debe a la contradicción que surge entre las fechas que ofrecen las fuentes escritas y las que nos ofrece la Arqueología.
Las fuentes escritas ofrecen la imagen de una temprana presencia fenicia en Occidente. Así, Veleyo Patérculo sitúa la fundación de Cadiz ochenta años después de la guerra de Troya (Hist. Rom. I,2,1-3), Plinio el Viejo afirma que el templo de Heracles en Lixus era más antiguo que el de Cadiz (XIX, 63), Estrabón (1,3,2 y III,2,14) y Pomponio Mela (III,6) sitúan las fundaciones fenicias de España poco después de la Guerra de Troya y "antes de la época de Homero" respectivamente, el Seudo Aristóteles fecha la fundación de la colonia fenícia de Útica 287 años antes que la de Cartago (De Mirabilis auscultationibus 134), etc... De este modo, si seguimos al pie de la letra estas noticias, Cádiz sería fundada en torno al 1104-1103, Lixus antes y Útica en torno al 1101 a. C. Sin embargo, Aubet ha señalado la poca fiabilidad de estas noticias basándose en el estudio del contexto cultural, la época helenística, en el que se crearon. Así, afirma que la tendencia helenística de ennoblecer el origen de algunas ciudades, su obsesión por las fechas fijas y la sobrevaloración de Homero como fuente histórica, provocaría que la fecha de la presencia de los fenicios en Occidente se situase en torno al XII a. C. Por consiguiente, Aubet señala la poca consistencia de estas noticias que hace que no superen un análisis crítico riguroso.
Estas dudas sobre la fiabilidad de las fechas recogidas en las fuentes escritas se ven confirmadas por los datos que arroja el registro arqueológico. Las excavaciones de diversos asentamientos fenicios en la Península Ibérica y otras partes de Mediterráneo no permiten retrasar la presencia fenicia en el Mediterráneo Central y Occidental más allá de los inicios del VIII a. C.
Esta evidente contradicción entre fuentes escritas y fuentes arqueológicas, ha provocado que algunos investigadores propongan una solución de compromiso: la precolonización. Esta, según ellos, sería una etapa que iría del XII-VIII a. C. en la cual habría viajes y contactos esporádicos con los indígenas sin un asentamiento sólido por parte de los futuros colonizadores de forma que las huellas dejadas en el registro arqueológico serían casi inexistentes, aunque la presencia fenicia si se diese.Sin embargo, la existencia de esta etapa de precolonización ha sido puesta en duda. Así, Aubet19, critica los argumentos en los que se fundamenta esta hipótesis de la existencia de una etapa de precolonización, ya que se sustenta en la existencia de una serie de restos arqueológicos cuya interpretación no está ni mucho menos clara. En primer lugar, se relacionaron una serie marfiles decorados de la región de Carmona con los marfiles cananeos del II milenio a. C., pero hoy en día se cosidera que las características de estos marfiles de Carmona responden a las las de la artesanía fenicia del marfil de los siglos VIII-VII a. C. En segundo lugar, también se quiso ver en una figurilla de bronce hallada en Seliunte (Sicilia) una prueba de la presencia fenicia en Sicilia en época muy arcaica, pero el hecho es que la presencia fenicia en Sicilia de esta figurilla se concibe hoy en día más bien como producto de la expansión micénica, que se sabe que alcanzó el Sur de Italia antes del 1200 a. C. y que mantuvo fluidos contactos con la costa cananea20. En tercer lugar, también se quiso ver en la llamada estela de Nora, hallada en Cerdeña y datada por características epigráficas en torno al IX a. C., otro indicio de la la existencia de una etapa de precolonización, pero la realidad es que los paralelos de la estela en Oriente ofrecen un arco temporal muy amplio, entre 830-730 a. C., con lo que esta estela no era tan representativa de una tempana presencia fenicia en Occidente.
Así pues, el análisis de estos y otras materiales arqueológicos no justifica el que se hable de una etapa de precolonización entre XII-VII a. C. Entonces, ¿Cuando se asentaron realmente los fenicios en las riberas del Mediterráneo Occidental? Como anteriormente dijimos, la arqueología, basándose en asociaciones entre materiales fenicios y griegos de algunos yacimientos fenicios de la Península Ibérica, ofrece unas fechas de en torno al segundo y tercer cuarto del VIII a. C. para la presencia fenicia en el Extremo Occidente Pero hoy en día, el uso del Carbono 14 arroja un marco cronológico que sitúa la colonización fenicia varias decenas de años antes de lo que se creía a partir de la asociación con las cerámicas griegas. Este hecho hizo a algunos autores como Aubet, Castro, Llull y Mico y Mederos proponer una cronología anterior en más de un siglo a la que normalmente es admitida por la arqueología, es decir, unas fechas aproximadas de en torno a la primera mitad de IX a.C (21).
-Características físicas de los asentamientos fenicias: entre tierra y mar-
Los asentamientos fenicios poseían características comunes; eran pequeños, estaban situados en lugares parecidos y tenían una topografía similar. La comparación entre yacimientos demuestra que los fenicios eran muy selectivos a la hora de elegir un lugar donde asentarse. Así, buscaron por todo el Mediterráneo lugares que se parecieran a los que habían dejado en sus tierras de origen, es decir, islas cercanas a la costa como Tiro y Arados o promontorios rocosos unidos al continente como Biblos y Sidón. De este modo, veremos como procuraban establecerse lo más cerca de la costa, pero huyendo a la vez de ella, ya que se observa claramente que preferían lugares ligeramente separados de ella como islas o islotes (Cádiz, Motya, Rachgoun, etc.) o promontorios rocosos unidos a la costa como Málaga y Almuñecar. También eran aprovechadas penínsulas que servían de refugio por su fácil defensa y que también eran útiles estratégicamente por su posición avanzada en el mar (caso de Tharros o Nora en Cerdeña). También se buscaban las desembocaduras de los ríos que facilitaban tanto el desembarco de los navíos como las relaciones con el interior, además de garantizar el abastecimiento de agua dulce. En este tipo de asentamientos (los situados en las desembocaduras de los ríos), el hábitat y la necrópolis se hallaban en orillas distintas. A este esquema responde la mayoría de los asentamientos fenicios de la costa andaluza (Morro de la mezquitilla, Toscanos, etc.), Útica, Bithia o Lixus.
Así pues, como dicen Grass et alii:
"...pequeñas aglomeraciones incrustradas en unos islotes costeros (Motya, Rachgoun, Mogador, Cádiz) o en la caleta de una isla grande (Sulcis) o en el extremo de una península (Tharros, Nora); otras comunidades eligieron sus emplazamientos en la desembocaduraza de un río (Bithia, Toscanos, Morro de la Mezquitilla) o en el fondo de un golfo (Útica, Cartago, Cagliari, Palermo, Ibiza). Los fenicios se instalaron siempre entre tierra y mar (25)".
-El urbanismo en las colonias fenicias-
La estructura interior de los asentamientos fenicios no puede ser establecida de un modo completo ya que, o bien las excavaciones están sin acabar, o bien los únicos datos que poseemos provienen de sondeos poco extensos que no son de ninguna manera suficientes para llegar a un buen conocimiento de la estructura urbanística de las colonias. Además, ningún asentamiento (con escasas excepciones) se hallan tan bien conservado como para permitir la excavación de la planta urbanística de forma global, por el contrario, muchos de ellos están completos o parcialmente destruidas. De este modo los yacimientos que nos permiten abordar los problemas de organización del espacio son pocos: Toscanos. Morro de Mezquitilla y Chorreras en la Península Ibérica, Motya en Sicilia y Monte Sirai en Cerdeña.
Actualmente, sabemos poco de las dimensiones reales de los asentamientos fenicios, lo que hace que los cálculos demográficos tengan poca fiabilidad. Aun así, se puede apuntar que la población de las áreas fenicias fue creciendo des siglo VIII a VII a.C. (26)
La función más importante de estos establecimientos era el comercio, algo que queda probado por la existencia de un puerto en todos los asentamientos. Además, los testimonios de tráficos, esencialmente ánforas son siempre más importantes que los de las actividades relacionadas con la industria o la artesanía (27). Los asentamientos fenicios no parece que albergaran instalaciones donde se trabajara el mineral en bruto. Las producciones sí existen, están dedicadas al trabajo artesano del marfil, metales, tejidos, etc. cuyo producto se dirigirían al consumo más bien local o regional.
Como hemos dicho, el estado actual de las excavaciones no permite observar de manera clara la organización y distribución interna del espacio urbano fenicio, pero sin duda se pueden rastrear ciertas características comunes que están o debieron estar presentes en todos los establecimientos. Así, las necrópolis están muy lejos de las zonas de hábitat en la isla de enfrente o en la orilla opuesta de un río, etc. Al tofet se le arrincona aún más que a la necrópolis, localizándose muy a las afueras de la ciudad.
El hecho de que los fenicios escogieran para sus asentamientos un islote o una península, podrán llevar a pensar que deberían haber construido grandes fortificaciones para proteger a los comerciantes y a sus mercancías. Sin embargo, en la Península Ibérica, sólo en Toscanos se han podido detectar restos de una muralla, se trata de una profunda fosa de sección triangular que rodeaba el núcleo más antiguo del establecimiento, sin que pueda asegurarse que estuviera reforzada por una empalizada o incluso una muralla. Sin embargo, esto no implica que tras la instalación no se llevaran a cabo ciertas fortificaciones, como si está documentado para el caro griego28.
Por lo que respecta a los puertos, no se sabe demasiado. Esto puede deberse a que las islas y penínsulas donde se asentaban los fenicios son, sin necesidad de obra alguna, lugares muy adecuados para desembarcar29.
En algunos yacimientos importantes como Toscanos, Morro de la Mezquitilla y Chorreras, se han identificado calles y casas. La información sobre los almacenes es numerosa y los mejores conservados son las de Motya y Toscanos, en ambos casos están formado por grandes salas alargadas con una capacidad muy superior a las que requería la vida de una unidad familiar, por lo que allí sería donde se almacenarían ánforas y recipientes cuyos restos, además, se encuentran en esos lugares en abundancia. Las casas descubiertas ofrecen formas y tamaños distintos, esto puede relacionarse con la existencia de una diferenciación social. Así, la casa de un rico comerciante fenicio bien situado, por ejemplo, pudo estar compuesta por varias habitaciones agrupadas alrededor de un recinto o patio interior (casa A de Toscanos), mientras que una casa más modesta contaría solamente de una habitación con un hogar (casa F de Toscanos). Algunos investigadores apuntan que las casas fenicias de Occidente serían semejantes a las de la metrópoli que podemos observar en los relieves asirios, por lo que tendrían varios pisos, algo que se ha comprobado en diversos yacimientos (30).
Por lo que respecta a la organización urbanística, esta no era armónica, las casas se iban apiñando unas con otras según crecía la ciudad, lo que responde a un concepto urbanístico oriental. La disposición de las calles era de tipo laberíntico, algunas estaban pavimentadas con losas de piedra y otras eran de tierra apisionada31.
En resumen, la organización urbanística de los asentamientos fenicios es difícil de identificar debido a las deficiencias de los restos con los que se cuentan. Aún así, podemos afirmar que las ciudades fenicias contrastaban en gran medida con las griegas de sur de Italia o Sicilia. En ellos las casas poseían un zócalo de piedra y paredes de adobe, no sabemos si estaban fortificadas, llevaban lejos a sus muertos por causas religiosas o de simple salubridad, y no han sido identificadas estructuras portuarias. La imagen que nos queda de los fenicios es pues, de máxima austeridad -aunque esta visión este coartada por la conservación diferencial-.
-Relaciones con los indígenas-
Parece ser que las relaciones entre colonizadores e indígenas fueron fluidas y dominadas por el entendimiento, prueba de ello sería el hecho de que se documenten pocos asentamientos fortificados así como el que exista solamente una noticia que hace referencia al pago de tributo por parte de los fenicios a los indígenas, se trata del pago que los fenicios hicieron a los libios para poder asentarse en el territorio de Cartago (Justino XVIII, 5,14). Además, tenemos pruebas de la coexistencia pacífica entre fenicios e indígenas como son la noticia de Diodoro de Sicilia (V, 16,2-3) acerca de la mezcla de poblaciones en Ibiza o la abundante presencia de cerámica indígena entre el material de las tumbas y el tofet en Motya (32).
La distancia que separaba una comunidad indígena de un asentamiento fenicio nunca era muy grande, así, o bien se situaba a pocos kilómetros de distancia, o bien en las márgenes de los asentamientos fenicios33. Esto es debido a que los intereses económicos de ambas comunidades pasaban por la colaboración. De este modo, el elemento indígena, sin duda, fue importantísimo en la estrategia económica fenicia y en la consolidación del poblamiento semita en Occidente, ya que el éxito y la duración de la colonización fenicia en Occidente sólo se entienden sobre la base de la existencia de unas circunstancias económicas favorables, en función de la disposición y de la estructura política de las comunidades indígenas implicadas. Así pues, la empresa colonial y comercial fenicia sólo se podría haber consolidado si se daban las condiciones precisas: la existencia de unas sociedades indígenas capaces de garantizar el flujo de bienes excedentarios y de procurar mano de obra nativa en los puertos, minas y campos de cultivo. Y todo esto en condiciones de estabilidad, paz y buen entendimiento que garantizasen la continuidad en los intercambios.
Además, el comercio colonial sólo se establece en los territorios que disponen de un hinterland consumidor, donde comunidades indígenas con experiencia en el intercambio regional, que cuentan con una autoridad política capaz de actuar como centro de distribución de recursos en el marco de redes jerarquizadas de intercambio y de controlar el acceso a los recursos de la región o de los territorios periféricas dependientes. Circunstancias estas, que están presentes en gran parte de Andalucía durante los siglos VIII-VII a. C., zona en la que los establecimientos fenicios son muy numerosos (34).
En resumen, no cabe la menor duda de que los establecimientos fenicios no estaban aisladas y de que las sociedades indígenas que les rodeaban fueron modificadas por su presencia en mayor o menor grado. Pero no sólo la presencia de los fenicios fue importante para los indígenas, sino que los fenicios también buscaron la presencia de sociedades indígenas que les permitieran consolidar su presencia en la zona por medio del establecimiento de lazos económicos que repercutirían en el desarrollo de ambas comunidades. Así pues, el estudio de las sociedades indígenas precoloniales es de gran importancia a la hora de estudiar la dinámica colonial y comercial del mundo fenicio.
-La relación entre metrópoli y colonia-
La relación entre metrópoli y colonia era estrecha y venía representada en primera instancia por el hecho de que cuando se fundaba una colonia siempre se construía templo en honor de Melqart. Este dios simbolizaba y garantizaba la presencia del rey de Tiro en la colonia, ya que este era la reencarnación humana de Melqart. De este modo, en todos las fundaciones tirias importantes se construyó un templo a Melqart que nos informa de la preocupación de los colonos llegadas a Occidente de legitimizar su fundación. Así, la presencia del dios convertía automáticamente el establecimiento en una prolongación de la patria de origen, el reino de Tiro en la mayoría de las ocasiones, a la vez que aseguraba las relaciones pacíficas en el comercio con los indígenas, ya que se ofrecía protección sagrada a las transacciones.
Pero la relación entre la metrópoli y las colonias no era sólo simbólico-religiosa, sino que la construcción del templo también establecía unos vínculos económicos y políticos. Así, los cartagineses enviaban cada año desde la fundación hasta época helenística un tributo al Melqart de Tiro que consistía en una décima parte del tesoro público. Este tributo no debió de ser ni mucho menos exclusivo de Cartago y nos informa de la función de los templos de Melqart: vincular religiosa, económicamente y políticamente las colonias con la metrópoli y asegurar, de este modo, la dependencia de Cádiz, Cartago, etc. con relación a la metrópoli (35).
LA PRESENCIA FENICIA EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL.
Es con Ithobaal I (887-856 a. C.) cuándo la presencia fenicia en el Mediterráneo Oriental se convierte en una expansión territorial dejando, de este modo, de ser exclusivamente una presencia comercial. Este creará el reino de Tiro-Sidón, es decir, se anexionará una gran franja de territorio de la costa libanesa en dirección norte. Este reino será, según Aubet36, el principal responsable de la presencia fenicia en Occidente. Además, durante el reinado de este monarca es cuando primero aparecen citadas fundaciones de colonias fenicias: Auza, en la costa Libia (esta colonia todavía no ha sido localizada) y Botrys, en el Norte de Biblos, y que se corresponde con la moderna Batrun, en pleno territorio de Biblos, lo que ha llevado a algunos investigadores a formular la hipótesis de un dominio tirio sobre Biblos.
En el continente asiático las miradas de Tiro se dirigieron tanto hacia el Sur (el reino de Israel) en busca de salidas al Mar Rojo y de alimentos, como hacia el Norte (Sur de Asia Menor y Norte de Siria) en busca del acceso a las reservas de metal. Por lo que respecta al Sur, se conocen una serie de yacimientos que algunos investigadores han querido relacionar con las ciudades que Salomón cedió a Hiram de Tiro en la tierra de Cabul a cambio de asesoramiento técnico en la construcción del Templo, estos son los yacimientos de Aczib, Tell Abu Hawan y Tell Keisan en la llanura de Acre, y Atlit, Tell Mevorakh, etc. al sur del monte Carmelo. Estos últimos han proporcionado arquitectura funeraria consistente en tumbas de incineración y exvotos similares a los de Sidón Y Biblos, además, se ha hallado una inscripción de Eshmunazar de Sidón (siglo V) en Tell Dor, que podría indica el control fenicio sobre la franja costera del reino de Israel hasta mediados del I milenio a. C.
La presencia fenicia en Cilicia y el norte de Siria, en especial en el Golfo de Alejandretta, se explica por la posición privilegiado que este golfo tenía para el control de los accesos a las reservas de metal del sureste de Anatolia. Así, los anales asirios citan una instalación portuaria fenicia en Myriandros, en el Golfo de Alejandretta, y un enclave comercial a orillas de Eufrates que aún no se ha localizado. Además, se documenta el uso del fenicio como lengua oficial y la invocación al Melqart de Tiro en los reyes del norte de Siria y de Cilicia, lo que nos indicaría que sobre esta zona existió una influencia política y cultural fenicia. Así pues, estos fenicios del reino de Tiro-Sidón, instalaron una serie de factorías y escalas en el golfo de Alejandretta y, como ahora veremos, en el litoral de Chipre, mediante las cuales dominaron el comercio de metales y esclavos en Cilicia, los Montes Tauro y el Eufrates, y también las rutas marítimas hacia el Egeo.
Pero este mercado del norte de Siria y Cilicia se perderá a finales del IX a. C. por circunstancias de política internacional lo que marcará un giro en la política comercial fenicia que ahora dirigirá sus miradas hacia Occidente empezando por Chipre. En esta isla se fundará la primera colonia fenicia del Mediterráneo documentada por la Arqueología, Kition. Esta fundación muestra como por primera vez Tiro se vio obligada a desarrollar un control directo sobre un territorio de ultramar y en ella hay que ver el inicio de la la política comercial que llevará a los fenicios a colonizar gran parte de la mitad meridional del Mediterráneo.
La fundación de Kition debe ponerse en relación con los abundantes recursos minerales, en especial de cobre existentes en la isla. Kition, junto la moderna Larnaka, fue una población extensa y próspera, algo que queda demostrado por la gran cantidad de material arqueológico encontrado en su emplazamiento. Esta colonia estuvo muy vinculada a los reyes de Tiro, que construyeron allí en gran templo de Astarté, el conjunto religioso fenicio más importante conocido hasta la fecha. El edificio se componía de una gran sala con entradas al sur y al este, dividido primitivamente en cinco naves por cuatro filas de soportes, quizá de madera, que se construyó en el VIII a. C. Desde esta base en la isla, el reino de Tiro-SIdón conseguirá grandes beneficios gracias a la explotación y el comercio de las zonas del interior de la isla como las minas de mineral de Tamassos.
En resumen, la pérdida de los dos circuitos comerciales que los fenicios dominaban en el continente asiático, hará que esos dirijan sus miradas hacia Occidente, fundando la primera colonia sólida en ultramar documentada por la Arqueología: Kition, en la isla de Chipre, colonia que debe entenderse como trampolín hacia Occidente del que nos ocuparemos ahora.
LAS COLONIAS FENICIAS DEL MEDITERRÁNEO CENTRAL.
Antes de comenzar a enunciar los establecimientos que los fenicios crearon en el Mediterráneo Central, debemos apuntar que estos fueron gradualmente cayendo bajo la influencia política, económica y religiosa de Cartago hasta tal punto que el Mediterráneo Central fenicio constituyó un área cultural formada por asentamientos fenicios en la costa de África, Sicilia y Cerdeña en la que estos establecimientos fueron adoptando un modelo urbano muy similar al de Cartago, algo que permite definir esta presencia fenicia en el Mediterráneo Central de las del Extremo Occidente "en el que las reducidas necrópolis, la limitada extensión de los asentamientos, la presencia de almacenes de mercancías, la ausencia de recintos sacros y otros elementos parecen indicar, al menos inicialmente, en cierto grado de provisionalidad o transitoriedad del poblamiento fenicio original" (37).
Esta influencia cartaginesa irá aumentando progresivamente hasta tal punto que en el VI a. C., en respuesta al avance griego, primero, y romano después, consiga un control político total sobre los antiguos centros fenicios del Mediterráneo Central ,inaugurandose el periodo púnico, periodo en el que las particularidades propias de las diferentes zonas fenicias del Mediterráneo Central desaparecerán creándose así, un área unificada ya no sólo culturalmente, sino también políticamente, bajo el dominio de Cartago.
Veamos pues, cuales fueron los establecimientos fenicios más importantes del Mediterráneo Central:
-Cartago-
Contrariamente a lo que se ha afirmado muchas veces, Cartago desde un principio se consolidó como una auténtica ciudad colonial adoptando una estructura política, religiosa y urbanística que otros centros del Mediterráneo tardarían mucho tiempo en adoptar. Así, desde un principio Cartago fue el asentamiento más sólido de los fenicios en Occidente, fue la "capital nueva" o Qart-Hadasht, como indica su nombre semita, es decir, la nueva Tiro de Occidente.
La importancia de este nuevo asentamiento explica que en torno a él se crearán varios mitos de fundación entre los que destacan dos: el que hace responsable de la fundación de Cartago a Azoros y Karkhedón y el relato de Dido o Elissa. Este último es el más conocido y el que mejor cuadra con la realidad arqueológica del lugar. Con relación al primer mito de fundación, hubo una serie de autores como Filisteo de Siracusa (historiador griego de la primera mitad del IV a. C.) o Eudoxio de Cnido (también del IV a.C.) para los cuales, en palabras de este último, "poco ante de la guerra de Troya los tirios colonizaron Cartago bajo el mando de Azoros y Karkhedón, del cual recibió nombre la ciudad". El mismo Apiano, una delas fuentes más importante para la historia de Cartago, defendió este relato de la fundación de Cartago. Sin embargo, estos textos son fragmentarios y poco coherentes, además, Azoros y Karkhedón no son más que las transcripciones en griego del nombre de Tiro (Sôr en semita) y Cartago (Qart-Hadast) por lo que el mito pierde toda su credibilidad.
Pero la realidad es que las fuentes que nos mencionaban el relato de la fundación de Cartago por la exiliada Dido o Elissa, son más numerosos y coherentes. Además, sabemos que se basaban en los anales de Tiro, hoy perdidos. Anales consultados por Timeo de Tormina del que beberán Cicerón o Veleyo Patérculo, autores estos que sitúan el nacimiento de Cartago en 814 a. C. por obra y gracia de Dido. Pero veamos el relato de la fundación de Cartago por Dido.
Según este relato basado, como ya se ha dicho, en los anales de Tiro, hacia el 820 a. C. Mattan I dejó el trono de Tiro en manos de su hijo, Pigmalión, de 11 años de edad. Este tenía una hermana, Elissa (la Dido latina), que estaba casada con el tío de ambos, Acherbas o Zakerbaal, sumo sacerdote de Heracles (Melqart) que ocupaba el segundo rango de poder en la ciudad. Pigmalión asesinó a Acherbas esperando eliminar a un rival y enriquecerse con sus propiedades. Este hecho provocó que su viuda, Elissa , junto con un grupo de fieles tirios cenominados los "principes", entre los que estaba Barcas (antepasado de los Bárcidas), huyeran a Chipre tras rendir el pertinente homenaje a Melqart. En Chipre se les unió el sacerdote de Astarté con la condición de que en la futura cuiudad el sacerdocio fura hereditario entre los miembros de su familia, además de Chipre cogieron 80 niñas destinadas a la prostitución sagrada, es decir, a asegurar la continuidad de la religión fenicia en Occidente. La expedición llegó a la actual costa de Túnez donde fue bien recibida por los uticienses, colonos de Útica. También fueron bien acogidos por los indígenas libios cuyo rey, Hierbas, les ofreció comprar todo el territorio que pudiesen abarcar con una piel de buey. Entonces Elissa, llamada ya Dido (la errante) por los indígenas, cortó la piel en tiras muy finas con las que delimitó el perímetro de toda la colonia de Byrsa, en la que se situó la Cartago arcaica. El nombre Byrsa, es decir, el de la colina donde se situó la ciudad, es el vocablo griego que significa "piel de buey" aunque probablemente los griegos lo asimilaron al oír pronunciar una palabra semita, brt, que significa ciudadela fortificada. Posteriormente el rey pretendió casarse con Elisa pero esta se negó y para evitar el casamiento a la fuerza, se arrojó a una hoguera y pasó a ser divinizada. Todos estos acontecimientos se desarrollarían en el séptimo año del reinado de Pigmalión, es decir, en torno al 813-814 a. C.
En el relato se pueden rastrear elementos fantásticos y arreglos típicamente helenísticos como el nombre de Byrsa o la leyenda de la piel de buey. Sin embargo, también posee ciertos elementos extraños al mundo clásico como son la prostitución sagrada, la autoinmolación, los nombre semitas Acherbas, Pigmalión o Elissa, etc. que muestran que probablemente el mito en lo importante se fundamentó en lo recogido sobre la fundación de Cartago en los anales de Tiro.
En lo esencial, el relato de fundación de Cartago nos indica como esta ciudad nació con un carácter especial, es decir, con la firme voluntad de asentarse indefinidamente ya que es una colonia tiria fundada por prófugos políticos que no están dispuestos a volver a la metrópolis, algo que queda demostrado por el hecho de que se llevaran todo lo necesario para garantizar la continuidad de la religión fenicia allí donde van, caso del sacerdote de Astarté y las 80 niñas. Por consiguiente, "Cartago nace con el rango de colonia tiria" (38), como dice Aubet.
Teniendo en cuenta que las descripciones de Cartago de los textos clásicos se refieren a época púnica, ¿Qué conocemos realmente de la Cartago fenicia?.
Cartago estuvo emplazada en una península del golfo de Túnez y en el centro de una de las rutas de navegación más importante del Mediterráneo, además, está provista de un hinterland sumamente fértil y contaba con una situación portuaria inmejorable. Pero la verdad es que hasta hace poco de la Cartago fenicia sólo conocíamos las necrópolis, la capillita Cintas (un depósito de ofrendas) y el tofet, ni tan siquiera conocíamos el emplazamiento de la propia ciudad. A las excavaciones alemanas llevadas a cabo entre 1983 1991 les debemos hoy en día el conocer emplazamiento de la ciudad arcaica. Esta se situó en las laderas meridionales de la colina de Byrsa (antes llamada colina de S.Louis) y ocupó entre los siglos VIII-VII una extensión de unas 55 hectáreas. Los niveles más arcaicos de ocupación se sitúan a más de 5 metros e profundidad bajo la ciudad romana debido a la famosa destrucción de Escipión Emiliano en 146 a. C. Estos niveles proporcionan restos de viviendas con muros de adobe, calles y pozos que forman una estructura de casas aisladas de gran tamaño separadas por plazas o jardines. La evidencia arqueológica sugiere que la Cartago arcaica estuvo rodeada por una especie de "cinturón industrial" fuera de la muralla formado por talleres y hornos metalúrgicos en los que se documenta el trabajo del murex, así como talleres alfareros. En cuanto a los templos, sólo se conocen los que mencionan los textos y un abundante número de inscripciones con los nombres de las divinidades que debían temer culto en la ciudad, pero nada de su arquitectura. La ciudad arcaica queda delimitada Por los barrios de talleres antes mencionados por el sur y el este y por una necrópolis arcaica al norte.
En los niveles más arcaicos de ocupación se han encontrado importaciones cerámicas griegas que arrojan una cronología de 775-750 a. C. También se han encontrado importaciones cerámicas chipriotas y andaluzas, lo que nos indica que la Cartago fenicia del VIII fue una ciudad perfectamente organizada y con contactos comerciales con la zona griega y con las colonias fenicias de sur de España.
Pero, sin duda, lo mejor conocido y lo que más información ha arrojado sobre la Cartago arcaica han sido las necrópolis. Para esta época (VIII-VII a. C.) se conocen tres necrópolis que nos ilustran acerca de la fuerte densidad de poblamiento de este establecimiento con relación a otros del Mediterráneo central y occidental: la necrópolis de Byrsa, situada al sur, la de Junon al norte, y la de Dermech-Douïmes al noreste. Los materiales más arcaicos son los de la necrópolis de Junon ya que sus restos arrojan una cronología de entre 730-720 a. C., mientras que los materiales de la otras dos ofrecen unas fechas de en torno al 700-680 a. C.
Otra zona muy bien conocida es el tofet, este está situado en la colina de Salammbó, muy cerca de puerto y al sur de Byrsa. Esta era la zona sagrada reservada para las incineraciones infantiles y también parece que comenzó a utilizarse hacia finales del VIII a.C. ya que el primer depósito de ofrendas y sacrificios en urnas, excavado por Cintas, se fecha hacia el 700 a.C. Posteriormente, las deposiciones en urnas de incineración van ganando en complejidad ya que se pasa del pequeño túmulo de tierra a un mayor amontonamiento de piedras y, finalmente, a verdaderos y pequeños monumentos funerarios, rematados con estela decoradas en loas que se reúne el mayor número de inscripciones cartaginesas conocidas y de sus particulares símbolos religiosos.
Así pues, las necrópolis, el tofet y los restos de la zona de la Cartago arcaica que ha sido excavada, arrojan una cronología que llega hasta la segunda mitad del VIII a.C. En este sentido, hay que mencionar el hallazgo de la llamada capillita Cintas, un depósito de ofrendas que proporciona cerámicas griegas fichadas entre 760-680 a. C., lo que llenaba un poco el vacío antes reseñado. Sin embargo, la realidad es que Cartago no se consolidará como una entidad urbana hasta la segunda mitad del VIII a.C., momento en que se inicia el uso de la necrópolis, momento en que se fechan los materiales de los niveles más arcaicos de la ciudad, momento en que se delimita el perímetro del asentamiento con una fortificación, etc. De este modo, entre la fundación en 814 a.C. y la consolidación de Cartago como entidad urbana, debieron pasar aproximadamente tres cuartos de siglo.
Examinada la principal colonia fenicia del Mediterráneo central, ahora es el momento de repasar brevemente algunos de los demás establecimientos en la zona.
-Útica-
Esta colonia situada al Norte de la bahía de Túnez, a cuarenta kilómetros al noroeste de la capital, fue fundada sobre un pequeño promontorio en la desembocadura del Medjerda controlando las fértiles llanuras de aluvión de este río. Siguiendo a Plinio el Viejo, esta colonia fue fundada en torno al 1101 a.C., sin embargo, lo único que se conoce de la ciudad arcaica son sus dos necrópolis, y estás, no arrojan materiales anteriores al siglo VIII a.C. Por otra parte, estas necrópolis destacan por su arquitectura funeraria monumental, que según Aubet (39), se asemeja a las estructuras funerarias de los establecimientos fenicios de occidente, más que a los tipos utilizados en Cartago.
Parece que Útica no dirigió sus miradas hacia el fértil territorio circundante, ni tampoco parece haberse dedicado desde un principio a una producción agrícola importante, algo que por otra parte, tampoco suceder en Cartago. Parece también que Útica se mantuvo independiente económica, y políticamente hasta por lo menos finales del VI a.C., momento en el que el poderío cartaginés sería y demasiado fuerte.
Aunque resta mucho por hacer en Útica, tres son los hechos que relacionan esta supuesta colonia con los establecimientos fenicios de la Península: su emplazamiento en la desembocadura de un río, su arquitectura funeraria y la ausencia de tofet (40).
-Los fenicios en Sicilia-
Situada en el centro del Mediterráneo, Sicilia es el paso natural más breve entre Italia y el Norte de África a la vez que una escala muy adecuada para cualquier barco que va de Oriente a Occidente, no en vano, esta isla había sido útil para la navegación mediterránea y egea ya desde el II milenio a.C., como demuestra que en ella se hayan localizado cerámicas micénicas. Así pues, no extrañan las siguientes palabras de Tucídides:
"Los fenicios se habían asentado a lo largo de toda Sicilia en promontorios costeros, que habían fortificado, y en los islotes cercanos a fin de comerciar con los sículos. Pero cuando los griegos comenzaron también a llegar en gran número, los fenicios abandonaron la mayoría de aquellos sitios y se instalaron a vivir juntos en Motya, Panormo y Solunto, cerca de los Elymeos, en parte porque buscaban su alianza, y en prte porque desde allí el viaje desde Sicilia a Cartago es más corto" (Tucídides VI, 2,6)
Por otra parte, de este testimonio se desprende que la colonización fenicia de la isla de Sicilia fue anterior a la griega, es decir anterior al último cuarto del VIII a.C., aunque la realidad arqueológica no confirma estos datos ni mucho menos, sólo tenemos constancia de la existencia de las tres colonias que Tucídides nombra: Motya, Solunto y Panormo.
El asentamiento fenicio de Motya se localiza en la isla del mismo nombre situada en la costa occidental de Sicilia y separada del litoral algo menos de dos kilómetros. Una geografía típica de los asentamientos fenicios: una isla, islote o promontorio rocoso, cercano a la costa y bien protegido de vientos y mareas. La elección de la isla de Motya se debería tanto a su posición estratégica en las rutas del Mediterráneo como a su proximidad con relación a Cartago.
El asentamiento de Motya fue ocupado ininterrumpidamente desde finales del VIII a.C. hasta el IV a.C., consta de unas 40 hectáreas de superficie y posee un perímetro amurallado de 2500 metros. Hasta el 650 a.C. la zona de hábitat fue relativamente pequeña, por lo que la población debió de ser escasa, algo que también quedaría probado por el pequeño volumen de enterramientos en la necrópolis de este momento. Esto cambiará en torno al siglo VII a.C. cuando se documenta un aumento de población sobre la base del aumento de los enterramientos. La necrópolis arcaica ofrece los materiales más antiguos y parece que comenzó a utilizarse a finales del VIII a.C., además, muestra una sociedad oriental en sus principales manifestaciones culturales y poco jerarquizada.
En torno al siglo VII a.C. también se documenta la construcción de tres áreas importantes: una zona de instalaciones mercantiles y portuarias en la periferia y dos importante recintos sagrados. Un ejemplo de una de estas instalaciones mercantiles y portuarias lo tenemos junto a la puerta norte de la ciudadela donde encontramos un recinto cuadrado que se ha interpretado como una tintorería de púrpura en uso desde los siglos VII al IV a.C. y que además, está situada en el lugar mejor ventilado para evitar los malos olores de los moluscos descompuestos (41).
Uno de los recintos sagrados en el llamado "Cappidazzu", situado junto a la Puerta Norte al noroeste de la isla. Se trata de un recinto de unos mil metros cuadrados, sobre cuyo muro noroeste se dispone un edificio de tres naves paralelas y otra transversal al fondo, como parece característico en otros templos fenicios, aunque la construcción principal debió realizarse en el siglo VI a.C., existe un depósito de ofrendas y un pequeño pozo lustral que conforman un templo rudimentario que sería lo que se construiría en el VII a.C. (42)
El otro recinto sagrado es el tofet de Motya, este se localiza también junto a la Puerta Norte y debió ponerse en funcionamiento durante la primera mitad del VII a.C., aunque hacia el 650 a.C. se documenta un aumento de los enterramientos infantiles en él43. El tofet de Motya contiene muchos centenares de urnas de incineración, distribuidas en varios niveles entre los siglos VII-VIII a.C., acompañadas por prótomos femeninos y máscaras sonrientes cuyo estilo evidencia influencias griegas.
Motya dará otro paso hacia su consolidación como colonia totalmente urbana durante el siglo VI a.C., momento en el cual surgirán construcciones públicas de envergadura: la muralla, el temenos del santuario de Cappidazu, un puerto cerrado o cothon al sur, y un dique en la Puerta Norte que unía Motya con Sicilia, a la altura de Birgi (44). El cothon se comunicaba con mar abierto por el ángulo sudoeste de la isla y era un estanque artificial, de forma rectangular, de 51 x 37 metros de lado, el que se realizarían trabajos de reparación y construcción naval. La muralla bordeaba toda la isla y debió tener numerosas torres y poteras, mientras que la calzada siempre estuvo parcialmente cubierta por las aguas y muestra en su pavimento los surcos de las carretas.(45)
Vemos así, como Motya se va convirtiendo en sucesivas etapas, desde finales del VIII a.C. hasta el VI a. C., en una auténtica colonia urbana al estilo de la vecina Cartago con sus edificios públicos, fortificaciones, recintos sagrados, etc.
De los otras dos establecimientos que, según Tucídides, los fenicios poseían en la isla de Sicilia: Ponormo y Slunto, conocemos muy poco. Por lo que respecta a Panormo (la actual Palermo), de época fenicia sólo conocemos sus necrópolis que fueron utilizadas a partir del VII a.C. En cuanto a la Solunto fenicia, se ignora todavía su emplazamiento (46).
-Los fenicios en Malta-
Parece ser que la isla de Malta interesó a los fenicios debido a su situación y sus excelentes puertos naturales, algo que se desprende de las siguientes palabra de Diodoro de Sicilia al respecto:
"Esta isla es una colonia fundada por los fenicios, quienes como extendían su mercado hacia el Océano occidental, encontraron en ella un abrigo seguro, ya que estaba dotada de buenos puertos y situada en mar abierto" (Diodoro V, 12)
Sin embargo, hoy por hoy, no se han identificado asentamientos permanentes fenicios en Malta, aunque sí que se rastrea la presencia fenicia en alza desde finales del VIII a.C. sobre todo gracias a las tumbas. La mayoría de estas tumbas corresponden al siglo VII a..C. y se sitúan en la zona interior y occidental de la isla, la zona más poblada por indígenas, lo que nos habla de una integración entre ambas comunidades47. Así pues, el tipo de presencia fenicia en Malta no parece caracterizarse por la fundación de una población o colonia permanente, sino por el mantenimiento de una presencia pacífica dentro de las comunidades indígenas ya existentes. Por consiguiente, Malta se distancia de la concentración de población que caracteriza a Motya o Cartago y presenta una población dispersa y reducida, como muestran los tumbas fenicias de la isla. Esto indicaría que Malta sería más bien un enclave de apoyo en la navegación hacia Occidente, algo a lo que contribuye el hecho de que es paso obligado en la navegación hacia el Mediterráneo Central.
El yacimiento más importante de la isla, el santuario indígena de Tas Slig, confirma esta hipótesis, ya que este fue un templo utilizado conjuntamente por fenicios e indígenas que será, ya en el siglo VII a.C., consagrado a Astarté, mostrando así una clara convivencia entre ambas comunidades.
-Los fenicios en Cerdeña-
La presencia fenicia en la isla de Cerdeña es abundante y se localiza en la costa occidental de la isla. En este tramo de costa se localizan numerosos establecimientos a corta distancia entre sí con lo que toda la costa queda bajo dominio fenicio, algo que también observamos en la costa malagueña. Además, las colonias fenicias de Cerdeña se asientan siempre en un promontorio situado en un cabo, unido a tierra firme por un istmo.(48) Pero esta disposición no nos muestra exclusivamente un interés por controlar las rutas marítimas, que lo había, sino también nos habla de un interés por controlar el interior de la isla, interior rico en metales y bueno para la agricultura, con lo que los centros urbanos combinan la actividad del comercio marítimo con la explotación del territorio interior.
Los establecimientos fenicios más importantes en Cerdeña son Sulcis, Nora, Bithia y Tharros:
Sulcis fue un asentamiento situado en la costa occidental de Cerdeña y es considerado el enclave más importante de la isla ya que es el que proporciona mayor información sobre la presencia fenicia en territorio sardo. Esta situado en el islote de San Antioco unido a tierra por un istmo debido a la acumulación de sedimentos procedentes del río Palmas, la instalación en este lugar se debe a que dominaba un excelente y protegido puerto natural. El establecimiento poseía dos puertos, uno a cado lado del istmo y un sistema defensivo bastante importante. Además, su necrópolis situada en la ladera del monte Cresia, es la de mayor monumentalidad en toda la isla, con tumbas de pozo y otras de corredor inclinado o escalonado que dan acceso a cámaras muy espaciosas. El tofet, por su parte, se situaba al Norte del establecimiento y fuera del recinto defensivo y en él se han documentado sacrificios desde la misma fecha de la fundación, mediados del VIII a. C. Esta fecha de fundación viene además confirmada por los hallazgos de 1986 enel casco urbano de San Antioco en el que se descubrieron restos del asentamiento fenicio arcaico fechados entre 750-760 a.C.
Un aspecto muy importante de Sulcis es el hecho de que en VII a.C. creara un cordón de baluartes defensivos para asegurarse el control del hinterland sardo muy rico en metales. Entre estos destaca el fuerte de Monte Sirai. Este fuerte ha sido muy bien conocido, documentado y publicado. Este enclave defensivo fue fundado en torno al 600 a.C. sobre un poblado indígena destruido o abandonado y poseía una necrópolis arcaica de incineración que nos habla de una considerable densidad demográfica. Pero además, este enclave acabaría convirtiéndose en una población independiente como demuestra el hecho de que en el IV a.C. cree su propio tofet.
Así, la fundación de Sulcis, nos ilustra sobre la heterogeneidad del proceso colonial fenicio en tanto en cuanto su fundación responde a varios objetivos, no al meramente comercial. Así, además de ser una posible escala en la navegación hacia Occidente, su fundación respondería a la voluntad por parte de los fenicios de controlar directamente una zona rica en recursos naturales como es el interior sardo.
Nora, según la tradición, es la fundación fenicia más antigua de Cerdeña, aunque el horizonte arqueológico no supera el VII a.C. Nora es famosa por haber proporcionado la inscripción fenicia más antigua de Occidente, en la que se conmemora la construcción de un templo a Pumay, dios fenicio de origen chipriota. La Nora fenicia se localiza en el Capo di Pola, la zona de hábitat está situada en el mismo cabo, al norte se construyó el tofet. La necrópolis estuvo en tierra firme y el poblado sólo se fortificó en el siglo VI-V a.C., cuando también se construyó en templo dominando la colonia y los puertos. Es importante reseñar con relación a Nora que no se documenta ningún interés por dominar el hinterland interior al estilo de Sulcis.
Al sur de Nora, se localiza el sentamiento fenicio de Bithia. Este está situado en lo alto del promontorio de Torre di Chia, junto a la desembocadura del río Chia y dominando dos ensenadas apropiadas para puerto natural. La arqueología parece indicar que se fundó a finales del VIII a.C. y que creció rápidamente a lo largo del VII-VI a.C. Su necrópolis arcaica se encuentra al norte del promontorio de Chia, en tierra firme y en ella dominan las incineraciones hasta época púnica en que se impondrán las inhumaciones. El tofet de Bithia se situó en el islote de Su Cardulinu, al noroeste del poblado.
Como dato interesante tenemos que apuntar que un producto bien conocido de la artesanía bitiense son curiosas figuras humanas de cerámica, que indican con las manos el lugar del cuerpo afectado por la enfermedad de su dedicante.
Por último, analizaremos el emplazamiento fenicio de Tharros. Puede que se fundara en torno al VIII a. C. y su topografía responde a las pautas ya enunciadas: el enclave arcaico se ubica en un cabo, el de San Marco, unido a tierra firme por un istmo. El poblado se situó en pleno istmo y la necrópolis se situó en el sur del Hábitat y al nordeste del cabo. Por su parte, el tofet se situó en la periferia, al norte del núcleo urbano y en las proximidades de las murallas de la ciudad. Tampoco parece que Tharros controlara su hinterland interior al estilo de Sulcis, por el contrario, parece que fue una colonia muy activa comercialmente y que se especializa en la producción de productos de lujo dirigidos a los mercados etruscos y latinos de la Península Itálica.
Para acabar con la presencia arcaica en el Mediterráneo Central, tenemos que reseñar el hecho de que, tras el auge de Cartago en VI a.C., se tiende a una explotación intensiva del mineral de hierro y a una ocupación sistemática de todas las zonas agrícolas del interior de la isla. (49)
-LAS COLONIAS FENICIAS DEL EXTREMO OCCIDENTE: LA PRESENCIA FENICIA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y EL LITORAL ATLÁNTICO MARROQUÍ-
Vista la presencia semita en el Norte de África y las islas del Mediterráneo central, el ahora momento de analizar la características delos establecimientos fenicios en la zona Occidental del Mediterráneo, es decir, la Peínsula Ibérica y el litoral atlántico marroquí.
Como ya apuntamos cuando abordamos las causas de la colonización fenicia, parece ser que la búsqueda de metales fue una de las causas de mayor importancia a la hora de entender las razones que llevaron a los fenicios a instalarse tan lejos de su tierra de origen. Por consiguiente, la presencia fenicia en la Península Ibérica adquiere gran relevancia en tanto en cuanto las minas del sur de nuestra península constituyen una de las grandes reservas de mineral del Mediterráneo.
Empezaremos analizando el establecimiento fenicio que las fuentes clásicas consideran más importante en la el extremo occidente, Gadir. Posteriormente, nos ocuparemos de la presencia fenicia en la costa mediterránea de Andalucía, el levante peninsular y acabaremos repasando muy brevemente la presencia semita el litoral atlántico marroquí,
-Gadir-
Como ya se apuntó, Veleyo Patérculo señalaba que Gadir fue fundada por tirios ochenta años después de la Guerra de Troya (Hist. Rom. 1:2, 3), lo que arroja la fecha de 1104-1103 a.C. para la fecha de fundación de Gadir Sin embargo, la arqueología no parece documentar ninguna actividad fenicia antes del VIII a.C. Además, ya vimos como el contexto cultural en el que este historiador se formó no es el más adecuado para reforzar la veracidad de sus palabras.
Estrabón por su parte, recoge el mito de fundación de Gadir y nos lo transmite en los siguientes términos:
"Sobre la fundación de Gádeira, he aquí lo que dicen recordar los gaditanos: que cierto oráculo mandó a los tirios fundar colonias en las Columnas de Heracles; los enviados para hacer la exploración llegaron hasta el estrecho que hay junto a Calpe y creyeron que los promontorios que forman el estrecho eran los confines de los tierra habitada y el término de las empresas de Heracles, suponiendo entonces que allí estaban las columnas de las que había hablado el oráculo, echaron el ancla en cierto lugar de más acá de las Columnas, allí donde los exitanos. Más como en este punto de la costa ofreciesen un sacrificio a los dioses y las víctimas no fueran propicias, entonces se volvieron. Tiempo después fue enviada una nueva expedición que atravesó el estrecho, llegando hasta una isla consagrada a Heracles, situada junto a Onoba en Iberia, y a unos mil quinientos estadios fuera del Estrecho; como creyeron poder identificar este lugar con las Columnas los tirios sacrificaron de nuevo a los dioses; más otra vez fueron adversas las víctimas, y regresaron a la patria. En la tercera expedición fundaron Gadeira en el lugar en el que acabó su viaje: el templo fue construido al oriente de la isla, la ciudad al occidente" (Estrabón 3.5.5).
Lo interesante de este relato de fundación es observar el importante papel que enjugó desde un principio el templo de Melqart de Tiro en la nueva fundación y, por otra parte las precisas orientaciones geográficas que el oráculo da a los expedicionarios, algo que puede indicar un conocimiento preciso de la riqueza de la zona antes de emprender el viaje. Además, la importancia de Melqart desde la fundación es un elemento que nos ofrece un marco cronológico importante, ya que este culto sólo se desarrolla en Tiro a partir de los siglos X-IX a.C., por lo que queda invalidada la fecha ofrecida por Veleyo Patérculo50.
En la segunda parte del trabajo se abordaron las dificultades que surgen al intentar atravesar el estrecho, algo que haría muy difícil la llegada al sitio de Cádiz por mar. Este hecho nos ilustra sobre los grandes beneficios que los fenicios esperaban obtener y obtuvieron de dicha fundación, ya que si no se explica que se interesasen por una zona de tan difícil acceso. Así, Gadir se situó junto a la desembocadura del Guadalete y no lejos del valle del Guadalquivir y se encontraba en una zona estratégica que permitía el acceso directo a los recursos de metales del interior, así como, al comercio con la población tartesia situada al Norte. Además, la situación del establecimiento en una isla ofrecía seguridad frente a posibles amenazas venidas tanto del continente como del mar.
Las fuentes clásicas, sobre todo Plino, aunque también Estrabón o Pomponio Mela, hablan del emplazamiento de la Gadir fenicia en un archipiélago formado por tres islas: Erythea, donde se encontraba la zona de hábitat y que también recibía el nombre de Afrodisias o Ínsula Iunionis, Kotinoussa, la isla mayor en cuyo extremo oriental se encontraba el famoso Herakleion gaditano (en la actual isla de Sancti Petri) y , por último la tercera isla, Antípolis, que se identifica con la isla de León.
Sin embargo, en la actualidad, los cambios geomorfológicos en la zona han provocado que hoy en día sólo sea visible una isla alargada unida a la costa. Sólo gracias a recientes trabajos geomorfológicos y arqueológicos se ha podido confirmar y reconstruir la geografía antigua de la zona, confirmándose de este modo punto por punto la información que las fuentes ofrecían. Así, se identificó un canal, llamado de Bahía-Caleta, que antiguamente separó en sentido perpendicular a la costa, la isla de Cádiz en su extremo Norte en dos islas diferentes. La isla que quedaba más al norte poseía unos 1500 metros de diámetro y allí se identificó los niveles más arcaicos (sobre la pequeña elevación de Torre Tavira), esta colonia tendría una extensión muy reducida, aproximadamente diez hectáreas) y poseía según las fuentes un santuario dedicado a Astarté que podría situarse en la actual Punta de la Nao. La colonia tiria poseía así, un perfecto puerto cerrado, el canal de Bahía-Caleta, que le ofrecía grandes prestaciones.
La isla que quedaba al sur del canal y que era la más extensa, se identificó como la Kotinoussa de las fuentes. En el extremo norte de esta isla, el más cercano al antiguo canal de Bahía-Caleta, se localizó la necrópolis púnica de V al III a.C. , la necrópolis de Puntas de Tierra, aunque recientes hallazgos de tumbas de época fenicia arcaica sitúan también allí la necrópolis de tiempos de la fundación. Por el contrario, en el extremo sur de la isla se situó el famoso templo dedicado al Melqart tirio que actualmente se ha querido situar en la isla de Sancti Petri debido al hallazgo allí de una sería de restos de lo que posiblemente fue un templo junto con una serie de posibles exvotos de datación muy antigua. Otro santuario se localiza en el extremo noroeste de la isla, al oeste de la necrópolis arcaica y púnica, este estuvo situado en el actual promontorio de San Sebastián y estaba dedicado a Baal Hammón según las fuentes.
La tercera isla se identifica con la actual isla de San Fernando (antes llamada isla de León) y parece ser que no estuvo habitada hasta época romana.
Pero Gadir no sólo dominó estas tres islas, también dominó un amplio espacio frente a la desembocadura del Guadalete que abre el acceso al Guadalquivir, la principal vía de comunicación hacia las zonas interiores de Andalucía o lo que es lo mismo, hacia los recursos de metales codiciados por los fenicios. Esta influencia gaditana en el continente queda demostrada por el hallazgo de materiales fenicios en los poblados indígenas del interior, caso del poblado del Castillo de Doña Blanca.
Si aquí no nos referimos a las características urbanísticas de Gadir, así como a sus lugares de culto es debido a la dificultad que el desarrollo de la arqueología encuentra en la ciudad, ya que Cádiz ha sido una zona habitada ininterrumpidamente desde el siglo VIII a.C., época de llegada de los primeros fenicios hasta la actualidad.
-La presencia fenicia en Portugal: la factoría de Abul-
Hasta hace bien poco no se habían identificado asentamientos fenicios en el área del litoral atlántico portugués, los hallazgos se reducían a objetos funerarios como cerámicas o joyas presentes en las tumbas de las clases dirigentes de sólidos y grandes poblados indígenas. Sin embargo, las excavaciones llevadas a cabo en los últimos años han sacado a la luz la única factoría fenicia que se conoce en Portugal hasta la fecha, Abul. Este establecimiento fenicio se localiza en la desembocadura del Sado, muy cerca del poblado indígena de Alcácer do Sal, y parece ser que no se trataría de un poblado, sino más bien de una escala comercial, ya que en él se han encontrado numerosas ánforas de salazón de pescado. En este lugar se ha documentado una estructura cuadrangular con zócalo de piedra y muros de Adobe, con un patio central y habitaciones a los lados en las que ha aparecido gran cantidad de ánforas. Lo más importante es que esta estructura sufrirá una remodelación en VII a.C. Así, el patio central pasará a convertirse en un peristilo con un posible "altar", se crea un sistema de canalización de aguas, se amplían las habitaciones destinadas al almacenaje, se hace una torre y se abre un camino empedrado hacia el mar. Sin embargo, llegados la VI a.C. la zona se abandona y no se vuelve a poblar hasta seis siglos después con la llegada de los romanos que construirán unos altos hornos. Esta estructura es algo extraño y sin paralelos en Occidente, ya que no guarda relación con las factorías comerciales de la Andalucía mediterránea (que son aglomeraciones de casas). La construcción de Abul tras la remodelación del VII a.C. parece ser una construcción para ser vista, pudiendo vincular ese posible "altar" a una función religiosa, aunque son sólo hipótesis.
Lo que no es una hipótesis es el claro interés de los fenicios por participar en del mercado del Norte de la Península, algo que quedaría demostrado tanto por el establecimiento de este enclave comercial como por la aparición de numerosos objetos de manufactura fenicia en las tumbas de los indígenas de la zona de Portugal, Extremadura e, incluso, Toledo.
Para finalizar, debemos reseñar el hecho de que estos fenicios que se internan en las rutas comerciales del Norte y Oeste peninsular, provendrían de las factorías andaluzas, algo que vendría demostrado por los tipos cerámicos encontrados en dichas zonas.
-La presencia fenicia en el litoral atlántico marroquí: Lixus y Mogador-
Las fuentes clásicas nos hablan de la navegación de fenicios de Gadir por las costas atlánticas marroquíes en busca de pesca. En este sentido, en las fuentes también aparecen menciones sobre la existencia de numerosos asentamientos semitas en dichas costas. Sin embargo, la arqueología sólo ha documentado dos de estos supuestos establecimientos fenicios: Lixus y Mogador.
Lixus se localiza en dentro de una geografía típicamente fenicia, en un altozano y dominando, cerca de su desembocadura, el fértil valle del río Loukkos. Según las fuentes clásicas el templo de Melqart en Lixus era incluso más antiguo que el de Gadir, sin embargo, la arqueología no permite retrotraerse hasta más allá del VII-VI a.C. Además, Lixus fue una floreciente ciudad helenística y romana, lo que dificulta el conocimiento de la ciudad fenicia arcaica cuya extensión y urbanismo desconocemos.
La elección de Lixus se explica por múltiples causas: buena pesca, puerto natural inmejorable a la entrada de uno de los grandes ríos navegables del África atlántica, se encuentra cerca de indígenas que pueden proporcionar oro y marfil. Además, Lixus tenía cerca el cobre, hierro y plomo de los yacimientos del Atlas, así como los recursos salinos del Sahara y la zona de Barusa.
Como ya se dijo para Portugal, los tipos cerámicos de Lixus responden a los gaditanos, lo que nos informa de la gran influencia económica de Gadir en Lixus y, por extensión, en los enclaves comerciales fenicios del Marruecos Atlántico51.
El otro asentamiento fenicio que documenta la arqueología en esta zona es el enclave de Mogador. Como Lixus, Mogador se localiza en un lugar que responde a los requisitos geográficos que los fenicios buscaban; así, el establecimiento se asienta sobre un islote frente a tierra firme y frente a la desembocadura de un río poco importante, el uadi Ksob. Parece ser que fue una pequeña factoría comercial de carácter temporal utilizada probablemente por los mercaderes fenicios en sus intercambios con los pueblos del interior; debido al hecho de que en el sitio arqueológico no se han documentado estructuras sólidas de habitación, sólo restos de hogares y pavimentos que parece formaron parte de tiendas, chozas o cabañas. El lugar fue también utilizado por sus prestaciones como zona de pesca, algo que queda atestiguado por los restos de ballena y pescado que se han encontrado en las excavaciones.
Lo mejor conocido de Mogador, así como de los centros fenicios de las costas del Atlántico, es su cerámica que responde, al igual que la de Lixus, a los tipos presente en la zona de influencia de Gadir en el suroeste de la Península Ibérica. Esta cerámica está formada por platos fenicios de engobe rojo, cuencos grises, lucernas, trípodes, pithoi, vasos de tipo Cruz del Negro, algunos recipientes condecoración de retícula bruñida, cerámica de Grecia del este y ánforas áticas "SOS".
Merece la pena reseñar el hallazgo en Mogador de una gran losa cuadrangular de piedra, que ha sido interpretada como un monolito de culto y que se puede relacionar con las estelas que los fenicios erigían en alguna zona del Mediterráneo para conmemorar la fundación de un establecimiento52.
Resumiendo, esta influencia de la zona gaditana tanto en los emplazamientos del litoral atlántico marroquí, como en la zona portuguesa, demuestra dos hechos importantes. En primer lugar, que Cartago no ejerció en principio ningún tipo de influencia ni económica ni política sobre los establecimientos fenicios del litoral atlántico africano, algo que no se puede decir con relación a otros del Norte de África y el Mediterráneo Central, caso de Útica que caerá en el siglo VI a.C. bajo la influencia política de la ya, por entonces poderosa, Cartago.
Y en segundo lugar, que desde época arcaica existió una comunidad entre la civilización fenicia fuertemente implantada en el sur de España, destacando Gadir como centro dinámico, y los establecimientos emplazados en el extremo oeste africano.(53)
Para acabar es necesario apuntar que actualmente se han localizado dos pequeños establecimientos fenicios en Orán, Rachgoun y Mersa Madakh, que probablemente estaban dedicados al comercio y a la la pesca a la vez que servían como escala de apoyo en la navegación hacia Cádiz y el Estrecho. En estos dos centros la arqueología también ha documentado la misma influencia gaditana vista anteriormente.
-La presencia fenicia en la costa mediterránea de Andalucía: de Cerro del Prado a Villaricos.-
Hoy por hoy, la mayor parte de los establecimientos fenicios que conocemos, se sitúan en la costa mediterránea andaluza. Sin embargo, curiosamente, esa zona había sido discriminada tanto por la historiografía clásica, que incluso la había vinculado a la colonización griega, como por las fuentes clásicas, que sólo se referían a la zona mencionando unos pocos asentamientos, caso de Estabón, o diciendo que entre Málaga y Almería existió una "muchedumbre fenicia" (Avieno).
La arqueología, por su parte, ha documentando en la costa andaluza una serie de asentamientos semitas, desde Cerro del Prado, pasando por Toscanos o Chorreras, hasta Villaricos, muy cercanos entre sí (de uno a cuatro kilómetros de distancia los unos de los otros). Las causas de la fundación de estos asentamientos no están ni mucho menos claras, ya que, aunque la navegación hacia Cádiz es dificultosa, no justifica ella sola la existencia de esta alta densidad de establecimientos, además, su relación con los metales del interior no está tan clara como se podría pensar en un principio. En este sentido, Aubet (54) apunta que esta cercanía entre asentamientos podría venir provocada por la necesidad e interés fenicio de controlar las vías de comunicación. Así, este interés provocaría que los asentamientos se localizasen unos cerca de los otros, ya que la conexión visual entre ellos es algo que facilitaría el control de estas rutas que discurren en torno a los ríos y valles fluviales. Por consiguiente, las razones de esta abundancia de establecimientos habría que buscarla más en un cúmulo de circunstancias favorables que en una razón explicativa única y válida para todos los asentamientos.
Estos asentamientos andaluces se localizan todos en lugares geográficamente similares: sobre cerros situados en la desembocadura de todos los ríos importantes, desde el Almazor al Guadrranque. Este emplazamiento les prorcionaba múltiples ventajas ya que disponían de puertos resguardados, agua en abundancia, vegas fértiles y, como se ha dicho, buenas comunicaciones con las tierras del interior. Este conjunto de facilidades hicieron de ellos centros multifuncionales que podían subsistir del aprovechamiento de los recursos locales y, a la vez, comerciar con los excedentes y prestar servicios como puertos de apoyo en las navegaciones a larga distancia entre Oriente y Occidente.(55)
Algo a destacar es el hecho de que estos establecimientos no poseen una extensión comparable a los grandes centros del Mediterráneo Central, Gadir o Kition.
Por último, hay que destaca que aunque sólo se han localizado cuatro necrópolis en la zona (la de Toscanos, la de Morro de la Mezquitilla, Lagos y ALmuñecar), todas ellas responden a un mismo esquema en cuanto a su localización: se sitúan a la la orilla del río contraria a la zona de hábitat, algo que, por otra parte, también podemos ver en Tiro.
Una vez hecha esta introducción es hora de pasar a analizar estos asentamientos y sus respectivas necrópolis (en caso que se conozcan). Los analizaremos siguiendo una línea de Oeste a Este, es decir, de más cercano a más lejano respecto al supuesto gran centro de la Península, Gadir.
El asentamiento fenicio más cercano a Cádiz, aunque ya en las costas mediterráneas andaluzas, es el Cerro del Prado. Este se encuentra en el curso inferior del río Guadarranque en una colina que se eleva sólo unos pocos metros por encima del cauce del río. En esa colina se han efectuado hallazgos que documentan la existencia de un poblado fenicio en el siglo VII a.C., que subsistiría hasta los siglos VI-V a.C. El problema radica en que no se llegó a excavar y se arrasó. Recientes estudios geológicos en este sector han podido confirmar que, en su día, el Cerro del Prado había sido una península muy avanzada en la bahía, siendo, por lo tanto, un lugar ideal para un asentamiento fenicio. El litoral, junto con las montañas al este y oeste, accesible por las vegas de los ríos, conformaban un vasto hinterland para un establecimiento comercial en la orilla del río Guadarranque.
El siguiente establecimiento fenicio es el Cerro del Villar. Este yacimiento es de capital importancia, ya que se sitúa en la desembocadura del río Guadalhorce, principal vía de comunicación entre la costa malagueña y el valle del Guadalquivir. El Cerro del Villar era en época de la fundación fenicia (finales del VIII a.C.) una isla, situada en la boca del estuario que el Guadalharce formaba al desembocar. Hoy, debido a los aportes del río la zona es una llanura pantanosa. El antiguo estuario del Gudalhorce constituía un lugar abrigado de los vientos, el último fondeadero seguro antes de cruzar el Estrecho de Gibraltar, ya que a partir de aquí la costa es rectilínea. Además, a esto tenemos que unir las buenas vías de comunicación con el interior que permitía el lugar.
Las investigaciones todavía en curso en el yacimiento permiten considerar el enclave como una auténtica colonia agrícola que explotaba un territorio de unos dieciocho kilómetros cuadrados, rico en recursos agrarios, cinegéticos y forestales, apoyándose en pequeños asentamientos rurales ubicados en tierra firme, unos indígenas, otros fenicios. La agricultura practicada en régimen intensivo con la utilización del arado y animales de tiro, proporcionaba excelentes cosechas de cebada, trigo, avena. Además, cultivaban leguminosas, plantaron los primeros almendros de los que se tiene constancia en la Península y posiblemente también tenían viñas (se han documentado pepitas de uva dentro de ánforas). Los montes bajos que rodeaban el estuario alimentaban una cabaña importante de bóvidos, ovicápridos y suidos y también explotaban los recursos marinos.
Pero los habitantes de El Cerro del Villar también se dedicaban en ciertas actividades de transformación, como la elaboración de vinos, de salazones, de tintes y de cerámicas, como demuestra el edificio de más de setenta metros cuadrados, compuesto de cuatro habitaciones rectangulares dispuestas a ambos lados de un patio central pavimentado con guijarros, en el cual se han documentado restos de distintas actividades de transformación. También existía la industria cerámica como demuestran los hornos encontrados.
Las excavaciones que vienen haciéndose desde 1987 a cargo de María Eugenia Aubet han demostrado que el yacimiento se ocupó desde el VIII a.C. hasta principios del VI a.C. Los niveles más importantes son los del VIII a.C., época de mayor actividad comercial e industrial en la colonia, en los que se han documentado grandes viviendas rectangulares provistas de techo plano de barro apisonado sustentado por vigas de madera, que aparecen separadas por amplias calles y, en ocasiones, delimitando pequeños embarcaderos. El yacimiento se abandonó en torno al 580-560 a.C. debido a la situación peligrosa en la que se encontraba la isla ya que debido a la colmatación aluvial del valle, la isla estuvo expuesta a más que posibles inundaciones (documentan varias destrucciones por inundación). Tras el abandono, los habitantes del Cerro marcharían al Malaka, aunque esto sólo es una posibilidad.
El material cerámico del Cerro del Villar es variado: vajilla fenicio púnica y fragmentos de vasos griegos, etruscos e ibéricos, que muestran un activo comercio con todo el Mediterráneo.
Por último, es interesante mencionar el hallazgo en Churriana, localidad próxima al yacimiento de Guadalhorce, de dos piezas excepcionales, aparecidas en colecciones particulares. Son una placa de bronce con una escena egiptizante y un vaso canopo egipcio de alabastro. Ambos objetos se han puesto en relación con una posible necrópolis fenicia en el curso bajo del Guadalhorce que correspondería al sentamiento del Cerro del VIllar.
Más al este nos encontramos con Malaka. Las fuentes clásicas dan muy pocas noticias sobre la Málaga fenicia. La ciudad es mencionada en la Ora Marítima de Avieno (178-182) como punto final de un camino terrestre que venía de Tartessos, mientras que Estrabón (III 4, 4, 2) y Plinio solamente apuntan que Málaga había sido fundada por los fenicios. El hecho es que la posición de Málaga era muy favorable. El establecimiento estaba cercano la vía de comunicación del Guadalhorce, entre el río Guadalmedina y las estribaciones de las cordilleras Béticas, en el centro de una amplia bahía, muy apta para el atraque de las naves.
La Arqueología de Málaga ha cambiado mucho debido a los últimos descubrimientos, la puesta en marcha de la arqueología urbana en la zona ha podido documentar la presencia fenicia en la zona de la Alcazaba y también en la zona de San Agustín, lo que muestra la existencia de una factoría fenicia bastante grande, algo que también ha quedado demostrado por los sondeos que se han realizado en la ciudad y por el descubrimiento de un poblado indígena con materiales fenicios arcaicos del VII a.C. Así, se ha pensado que Malaka es una factoría antigua, muy grande y que, además, se funda debido a las relaciones con un grupo indígena importante.
El siguiente yacimiento es el de Toscanos, el establecimiento más importante y mejor documentado de la Península Ibérica. Este establecimiento se fundó hacia la segunda mitad del VIII a.C., en esta época inicial un pequeño grupo de fenicios ocuparon un pequeño altozano, el cortijo de Toscanos, que dominaba la llanura del río Vélez y una importante bahía marítima. Allí erigieron varias viviendas aisladas y de gran tamaño. En una segunda etapa de ocupación el poblado experimenta un crecimiento considerable y se construyen nuevas viviendas de lujo. De este modo, en esta segunda etapa de ocupación, todavía en VIII a.C., se advierte una tendencia a la aglomeración urbana, posiblemente debida a una segunda oleada de colonos, destacando también la construcción de viviendas de categoría. Así, la arquitectura más antigua de estos sitios denota la llegada a la zona de grupos familiares o individuos de nivel económico alto.
Hacia finales de la VIII a.C., en Toscanos se produce la construcción de un enorme edificio de tres naves y dos pisos que ha sido identificado como un almacén, ya que en su interior han sido halladas gran cantidad de ánforas y vasijas de transporte y almacenamiento. Este edificio ocupó un lugar central en la vida de la comunidad. Ahora es cuando se construyen también pequeñas viviendas en las cercanías del edificio, destinadas seguramente al personal del almacén y servicios.
En el VIII a.C. se producen la máxima expansión de Toscanos, es el momento en el que se construye un barrio industrial d3dicado a la manufactura de objetos de cobre y hierro para uso local. Además, el asentamiento invade las laderas de las cercanas colinas de Peñón y Alarcón. Hacia mediados del VII a.C. Toscanos pudo tener 1000-1500 habitante y se construyen muevas fortificaciones consistentes en un foso de sección en V y una muralla de mampostería (sobre la que, más tarde, los romanos levantaron un enorme muro de sillares). A principios del VI a.C., deja de usarse el gran almacén central que será definitivamente abandonado hacia mediados del siglo VI a.C.
Las necrópolis de Toscanos localizadas hasta la fecha son tres. La más antigua es la Casa de la Viña, en la orilla izquierda del río, fechada en el siglo VIII a.C. Esta necrópolis es muy mal conocida, ya que los únicos restos que la documentan son varios vasos de alabastro descubiertos en el siglo XVIII. Muy próxima, se encuentra la necrópolis del Cerro del Mar, con tumbas de fosa fechadas en el siglo VII a.C. A comienzos del siglo VI a.C., se empieza a utilizar la necrópolis de Jardín, en la orilla derecha del Vélez, que corresponde a los últimos tiempos de Toscanos; los cadáveres se entierran en sarcófagos o en distas. Tras el abandono de Toscanos, la población púnica de los alrededores siguió utilizando la necrópolis de Jardín hasta el siglo II a.C.(55)
A unos cinco kilómetros al este de Toscanos, se encuentra el río Algarrobo, que también fue una zona de intensa presencia fenicia. Los yacimientos están en el Morro de Mezquitilla, Trayamar y Chorreras. La razón que movió a los fenicios a establecerse aquí fue la magnífica ruta de penetración hacia las minas de hierro de la Sierra de Almijara que suponía el Valle del Algarrobo Además, la antigua desembocadura del río era una rada excelente.
El asentamiento del Morro de Mezquitilla, situado en la orilla izquierda del Algarrobo, es, actualmente el yacimiento fenicio península que proporciona una cronología más antigua. El poblado se fundó en torno al año 800 a.C. sobre un asentamiento calcolítico anterior, la ocupación del lugar perdurará hasta la época romana. Las casas del Morro tienen planta rectangular, estando construidas con adobe y tapial, las paredes están revestidas con estuco amarillento. La principal actividad desarrollada en el poblado fue la metalurgia, especialmente la del hierro: el Morro de Mezquitilla proporciona una de las fechas más antiguas de utilización del hierro en el occidente mediterráneo.
La necrópolis del Morro de Mezquitilla está situada al otro lado del río, en Trayamar. Aquí se han documentado cinco tumbas monumentales, de las que sólo se conserva una. Eran sepulcros excavados en la roca, cuyas cámaras funerarias, construidas basándose en sillares, contaban con un acceso en forma de rampa. Las cubiertas eran a doble vertiente y tenían armaduras de madera. Estos hipogeos tienen un espíritu totalmente oriental, tanto en su concepción como en su técnica constructiva. La cronología de esta necrópolis se situaría en torno al VII a.C. En cuanto a su función, se cree que eran panteones familiares, que fueron utilizados por sucesivas generaciones, usando indiscriminadamente el rito de incineración o de inhumación.
El siguiente asentamiento a analizar, Chorreras se sitúa sobre un acantilado rocoso, que permite una gran visibilidad sobre el mar. Es el asentamiento fenicio de la Península con una vida más corta, ya que está fechado entre la segunda mitad del VIII a.C. y la primera del VII a.C. Así, en sus edificios se aprecia únicamente una fase de habitación.
Cerca de Chorreras hay otra necrópolis, la de Lagos, esta fue identificada por María Eugenia Aubet. Sólo hay dos tumbas excavadas, algo que hace pensar que pertenece a Chorreras o a otro asentamiento de la misma extensión.
En los límites de Málaga está la necrópolis del Cortijo de las Sombras. Es una necrópolis de incineración en urnas. Las urnas son de tradición fenicia, el ajuar es muy escaso, sólo algún elemento metálico que normalmente es un enganche para cinturón, lo interesante es que son de tipología tartesia , algo que nos plantea la cuestión de si estamos ante tumbas tartesias o estamos ante tumbas fenicias.
Más al este, debajo de la actual Almuñecar, se han documentado los restos de otro poblado fenicio. Este se emplaza entre la desembocadura de dos ríos, el río Seco y el río Verde, en la cual existía una península, algo que ha sido probado mediante estudios geográficos. De este establecimiento sabemos poco, sólo lo que han aportado una serie de excavaciones urbanas que han llegado a identificar niveles fenicios arcaicos del siglo VIII a.C. Destacan los restos de una factoría de salazones de pescado consistente en una serie de balsas para la sal y el pescado tras la cual se localizaron los niveles arcaicos anteriormente comentados.
Lo mejor conocido del establecimiento de Almuñecar son sus dos necrópolis. En primer lugar, la necrópolis que primero se conoció esta situada en el Cerro de San Cristóbal y ha sido llamada la necrópolis de Laurita. Esta compuesta por una veintena de enterramientos practicados en nichos laterales abiertos en el fondo de pozos que llegan a tener cinco metros de profundidad. Lo excepcional de Laurita no es el tipo de tumbas en sí, lo extraordinario son las urnas cirenaicas, son urnas de alabastro que llevan grabados los cartuchos de faraones egipcios de la XXII dinastía, que se fechan entre 874-877, e inscripciones jeroglíficas de significado enigmático que aluden a oasis egipcios productores de vinos de gran calidad. Los materiales arqueológicos que forman arte del ajuar datan estas tumbas entre finales del siglo VIII y mediados del VII a.C., de modo que los recipientes de alabastro se habrían usado en las sepulturas muchos años después de su fabricación, con lo que estaríamos ante la circulación de bienes de lujo. El área de Laurita parece que se reservó para tumbas arcaicas, ya que no posee tubas de cronología posterior. Además, en época posterior, la necrópolis se desplazará más arriba y quedará ubicada en la necrópolis de Puente de Noy, la cual ha proporcionado un centenar de tumba. Así pues, conocemos dos necrópolis de Almuñecar, la mayoría de tumbas se localizan en la necrópolis reciente, mientras que una minoría (una veinte aproximadamente) son tumbas arcaicas de tiempos de la fundación.
Un último establecimiento fenicio en la costa mediterránea andaluza es el de Villaricos, la antigua Baria. De este asentamiento se tiene constancia que Siret excavó una serie de tumbas, que también fueron publicadas. Por el contrario de lo que fue la ciudad antigua se desconocen los niveles más arcaicos, aunque sabemos que a partir del VI a.C., Villaricos es un gran puerto donde podemos encontrar gran variedad de materiales.
-Ibiza y la presencia fenicia en la Península ibérica fuera del ámbito andaluz-
Las investigaciones protohistóricas en la zona del Segura sólo habían mostrado la gran influencia semita en una serie de yacimientos indígenas fundados ex novo muy vinculados al comercio fenicio, caso de los Saladares, Peña Negra, etc. Sin embargo, a raíz de la excavación en los últimos años del ribat islámico de Guardamar del Segura, el panorama de la protohistoria de la zona ha cambiado.
Las excavaciones que se vienen realizando desde 1995 en Guardamar han sacado a la luz una factoría fenicia, la factoría de Guardamar o de la Fonteta. Parece ser que ocupó unas 4 o 5 hectáreas delimitadas por una muralla bien conservada de neto carácter fenicio. En su interior se han excavado una serie de casa rectangulares típicamente fenicias de zócalo de piedra y paredes de adobe que disponían de una zona interior. El material es muy rico, cerámica griega, grandes platos y ánforas, etc.
Tenemos que apuntar que últimamente también han aparecido restos fenicios en la zona de Mazarrón.
Al norte de Guardamar sólo ha sido localizada una factoría fenicia en toda regla, la de Ibíza. Sin embargo, los hallazgos fenicios llegan hasta la zona del Ampurdán, lo que demuestra el interés fenicio por el Ebro, interés que comenzará a lo largo del VII a.C. que será cuando se funde la factoría de Ibiza para ayudar a la navegación hacia el Norte. Por lo que respecta a Valencia, los hallazgos son pocos, aunque en esto colabora lo costa pantanosa e impracticable de Valencia en la antigüedad, por lo que tenemos que esperar a llegar a Castellón para que los hallazgos fenicios se multipliquen
El último asentamiento que analizaremos es el de Ibiza. Hasta hace poco se consideraba que Ibiza era una fundación cartaginesa del 654-653 a.C. Sin embargo, hoy en día se sabe que antes de la llegada de los cartagineses, Ibiza o Eubussus ya era una factoría fenicia arcaica. El registro arqueológico revela dos etapas de habitación. La primera correspondería a la llegada de los primeros colonos fenicios en torno a la mitad del VII a.C. y a la fundación de la factoría comercial en Sa Caleta. La segunda etapa comenzaría a principios del VI, momento en el que se fundaría un nuevo enclave en la bahía de Ibiza, la factoría de Eubussus, con su correspondiente necrópolis de incineración situada en Puig des Molins, en este momento se abandonará la factoría de Sa Caleta.
Con el establecimiento ibicenco, los fenicios controlaron todo el Mediterráneo occidental y los accesos al estrecho. Además de contar con una posición inmejorable para comerciar con los pueblos indígenas del litoral e interior valenciano y catalán. Esto último queda demostrado por la gran cantidad de material fenicio aparecido en yacimientos indígenas desde Saladares, Peña Negra o Castellar de Librilla en la zona del Segura, pasando por Almenara o Vinarraguell en Valencia, hasta Aldovesta o Agullana en Cataluña.
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Liverani, M., El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía. Crítica. Barcelona 1995.
Liverani, M., op. cit.
6 Liverani, M., op. cit.
7 Frankenstein, S., Arqueología del colonialismo: el imperialismo fenicio y griego el el sur de la Península Ibérica y el suroeste de Alemania. Crítica.
8 Aubet, M. E., Tiro y las colonias fenicias de Occidente. Edición ampliada y puesta al día. Crítica. Barcelona 1997. pp. 70-91.
9 Aubet, M.E., op. cit. p. 78.
10 Aubet, M. E., op. cit. p. 89.
11 Aubet, M. E., op. cit. p. 90.
12 Corzo, R., Los fenicios, señores del mar. Historia 16. Madrid 1994.
13 Aubet, M.E., op. cit. p. 144..
14 Aubet, M. E., op. cit. p. 150.
15 Corzo, R., op. cit. p. 81.
16 Aubet, M. E. op. cit. p. 152.
17 Corzo, R., op. cit. p. 81.
. Aubet, M.E., op. cit. pp. 156-157.
19 Aubet, M.E., op. cit. pp. 177-187.
20 Lancel, S., Cartago. Crítica. Barcelona 1994.
21 Torres Ortíz, M., La cronología absoluta europea y el inicio dela colonización fenicia en occidente. Implicaciones cronológicas en Chipre y el Próximo Oriente. Complutum, 9, 1998. p. 50.
25 Grass, M. et alii., El universo fenicio. Mondadori.
26 Grass, M. et alli., op. cit. p. 70.
27 Grass, M. et alli., op. cit. p. 76.
28 Grass, M. et alii., op. cit. p. 71.
29 ibidem.
30 García Alfoso, E., Los fenicios en la costa de Málaga. Revista de Arqueología. Año X. Número 103. Noviembre 1989.
31 García Alfoso, E., op. cit., p. 35.
32 Grass, M., et alli., op. cit. pp. 79-80.
33 ibidem.
34 Aubet, M. E., El comercio fenicio en Occidente: Balance y perspectivas. En I Fenici: Ieri oggi dommi. Riseche, scoperte, progetti (Roma 3-5 Marzo 1994). Publicado por el Istituto per la Civitá Fenicia e Púnica del Consiglio Nazioale delle Riserche. Roma 1995. p. 232.
35 Aubet, M. E., Tiro y las colonias fenicias de Occidente. Edición ampliada y puesta al día. Crítica. Barcelona 1997.
36 Aubet, M. E., op. cit., pp. 54-57.
37 Aubet, M. E., op. cit. pp. 185.
38 Aubet, M. E., op. cit. p 193.
39 Aubet, M. E., op. cit. pp. 202-203.
40 ibidem.
41 Corzo, R., op. cit. p. 96.
42 Corzo, ., op. cit. p. 97.
43 Aubet, M.E., op. cit. p. 205.
44 ibidem.
45 Corzo, R., op. cit. p. 96.
46 Aubet, M. E.,op. cit. p. 206.
47 ibidem.
48 Aubet, M. E., op. cit. p.207.
49 Aubet, M. E., op. cit. pp. 211-213.
50 Aubet, M. E. op. cit. pp. 227-228.
51 Aubet, M. E., op. cit. pp. 255-258.
52 Aubet, M. E., op. cit. pp. 258-260.
53 Lancel, S., op. cit. pp. 25-27.
54 Aubet, M. E., op. cit. 266-267.
55 Belén, M. y Chapa, T., op cit. pp.201-202.
55 García Alfonso, E. op. cit.