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Egipto

Tutankamón y la Edad Dorada de los Faraones

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Amoríos adolescentes, parentescos enrevesados. Tesoros, reyes y diosecillos. Esto es un recorrido por la muestra que Londres dedica al apasionante culebrón del faraón niño que reinó hace 3.500 años.

Para hacerse realmente una idea de toda esa magnificencia, debe creer que sueña al leerlo, porque uno cree soñar al verlo”. La recomendación de Viviant Denon (1747-1825) a sus lectores al tratar de describirles las maravillas de Karnak vale para estas líneas acerca de los tesoros de Tutankamón y su época, hace 3.500 años, que se exhiben en Londres envueltos en un emotivo y espectacular montaje que los realza como nunca. Como el sabio, aventurero, romántico e intrépido Denon, que conservaba un mechón de cabello del heroico general Desaix y una gota de sangre de Napoleón –a cuya expedición a Egipto se sumó–, y que paseaba por las necrópolis tebanas aún veladas de arena llenándose los bolsillos de ushebtis y recogiendo pies y cabezas de momias, el visitante de Tutankhamun and the Golden Age of the Pharaohs vive una experiencia única, asombrosa. “¡Templos, misterios, iniciaciones, sacerdotes!”, exclamaba extasiado Denon, ajeno a la lucha de los dragones de su escolta contra los destacamentos mamelucos. Pues eso, y sin necesidad de arriesgarse a un lanzazo en la barriga como el pobre jefe de brigada Duplessis, cuya sangre empapó las dunas de Luxor.

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Foto: Torso de Tutankamón como el rey del alto Egipto. El País.com

Dejemos de lado el extraño emplazamiento escogido para la exhibición londinense (el espacio de exposiciones The Bubble, en The O2, el reino del entertainment, de una modernidad chillona); la vecindad de conciertos de rock, bares, cafeterías, incluso de una pista de patinaje sobre hielo –un portento que habría dejado no menos estupefacto a Tut que al coronel Buendía–. Obviemos algunos detalles de dudoso gusto, más dignos de Las Vegas que de Tebas, que rodean a la producción, y adentrémonos, encomendados a Denon y, cómo no, a Howard Carter, en ese universo en penumbras lleno de cosas maravillosas, algunas jamás vistas antes fuera de Egipto.

Las 130 piezas que conforman la exposición (50 de ellas, objetos de primerísima categoría de la tumba de Tutankamón) están repartidas en 6.500 metros cuadrados (una moderada ratio de densidad que hace que, por comparación, el viejo, abarrotado y entrañable Museo Egipcio de El Cairo parezca el metro de las antigüedades en hora punta). Las obras van apareciendo aquí poco a poco a los ojos del visitante, desplegándose de una manera premeditadamente lenta y dispersa, bajo una cuidadísima iluminación que pone de relieve su belleza y su valor. En el laberinto de salas y niveles, con el sobrecogido sentimiento de misterio y violación de lo sagrado que embarga a los exploradores de tumbas –“uno se siente como un intruso”, anotó Howard Carter–, tardaremos en dar con las propias cosas de Tut. El faraón, a excepción de una estatua de granito a la entrada que procede no de la tumba, sino de la cachette de Karnak, se hace esperar –como una estrella del rock–, y a uno le embarga el mismo anhelo que a Carter antes de entrar en la cámara sepulcral de la tumba de Tutankamón: “Íbamos a ver por primera vez el ritual de enterramiento de un faraón egipcio”.

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Photo: Diadem of Tutankhamun. Studded with semiprecious stones, this crown was found on the head of King Tutankhamun's mummified body and was probably worn by the pharaoh in life. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

El recorrido, tras un audiovisual de 90 segundos narrado por Omar Sharif con tono de son et lumière –uno puede seguir con el actor si opta por el artefacto del audio tour–, se abre con una sección dedicada a Egipto antes de Tutankamón, una introducción al mundo de la XVIII Dinastía, de la que Tut fue el duodécimo rey, el antepenúltimo –tras él reinaron Ay y Horenheb–. De hecho, Tutankamón fue el último de su familia, la de los poderosos tutmósidas, cuya línea dinástica podemos dar trágicamente por acabada en los dos nonatos (cinco y siete u ocho meses de gestación, respectivamente) hallados en la tumba del joven faraón, en una caja en la habitación del tesoro, hijos suyos y de su reina y medio hermana Ankhesenamón. Carter dijo melodramáticamente, a propósito de estas dos malogradas criaturas momificadas y enterradas con su padre en minisarcófagos antropomórficos: “Si uno de aquellos niños hubiese vivido, nunca habría existido un Ramsés”. Es decir, quizá no habría habido una XIX Dinastía ramésida como la que sucedió a la XVIII. La exposición incluye, como una de sus piezas más conmovedoras, la máscara dorada de cartón que presumiblemente debía cubrir la cabeza del feto mayor.

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Photo: Bust of Tutankhamun. This alabaster sculpture of King Tutankhamun (1332 to 1323 B.C.) is one of the Egyptian treasures in the exhibition "Tutankhamun: The Golden Beyond—Treasures from the Valley of the Kings." The exhibition is in Germany until it comes to the U.S. next year. It includes more than 120 artifacts from Tutankhamun's tomb and other ancient Egyptian landmarks. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

La historia de esta pieza merece contarse: no apareció en la tumba de Tut, sino que la encontró Theodore Davis en el descubrimiento previo de un pozo funerario, denominado KV 54, en el que se sepultaron los restos del banquete ceremonial celebrado durante el entierro de Tutankamón, así como otro material funerario sobrante o descartado (bandas de lino, natrón de embalsamar). El feto pequeño –que, vamos a poner detalles morbosos, no había sido eviscerado como el mayor– lucía su máscara preceptiva, pero no así su hermanito (o hermanita; probablemente se trata de dos hembras, aunque no es fácil de discernir el sexo de una minimomia fetal). Parece que la máscara que se dispuso para el feto mayor, que padecía la deformación de Sprengel, con espina bífida, era demasiado pequeña, así que fue desechada y arrojada con los restos del embalsamamiento de Tutankamón, y enterrada finalmente con ellos en el pozo que encontró Davis. Cuando uno mira esa pequeña carita de cartonaje dorado e imagina lo que habrán visto sus pintados ojos no puede evitar estremecerse.

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Photo: Chest of Tutankhamun. In the shape of a cartouche, this gilded wood chest from King Tutankhamun's tomb is inlaid with ivory, ebony, and various colored pastes. A cartouche is an oval figure enclosing a sovereign's name. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

Pero volvamos al recorrido. Una de las características de la exposición, que la diferencia de anteriores tours de Tut, es que esta vez, como puntualizó muy gráficamente el poderoso secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Zahi Hawass, al presentarla en Londres, el faraón-niño ha venido acompañado por la familia. Más de 70 objetos pertenecientes a personajes de la XVIII Dinastía, familiares la mayoría de Tutankamón, figuran en la muestra, iluminando la vida y relaciones del joven. Ello, que reviste de una emotividad especial la exposición, permite sumergirse en la época y hacer comparaciones, muy interesantes, entre las piezas de la tumba de Tut y otras.

Así, por ejemplo, una estatua de madera cubierta con resina negra y tocada con el nemes real, procedente de la tumba de Amenofis II (KV 35) –tatarabuelo de Tutankamón–, nos remite a los dos célebres guardianes, extraños e imponentes, que custodiaban el paso de la antecámara a la cámara sepulcral en la tumba de Tut, y sugieren que estas estatuas eran fundamentales en los equipamientos funerarios de los reyes. Otra pieza del ajuar de Amenofis II, una realista pequeña pantera de madera –poderosa y felina– cubierta también de resina negra, invita a la comparación: estaba hecha para portar una figura en su dorso, posiblemente del faraón. En la tumba de Tut aparecieron dos panteras o leopardos semejantes –quizá símbolos de la fiera diosa Mafdet, matadora de serpientes y escorpiones enemigos del rey en su jornada hacia el otro mundo–, con estatuillas del faraón de pie encima. Cabezas de vaca, maquetas de barcos, ushebtis, una coqueta cuchara para ungüentos en forma de encantadora nadadora de prietas nalgas…, muchas otras cosas permiten establecer nexos con los objetos de Tut.

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Photo: Mummy Mask of Queen Tuyu. This gilded-pasteboard mask found in her tomb immortalizes Queen Tuyu, King Tutankhamun's great-grandmother. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

Dos de los momentos más impactantes de la exposición, en los que se ha echado el resto escenográficamente hablando, están conectados con personajes muy cercanos a Tut. Uno es su supuesto padre, Amenofis IV, Akenatón, el faraón hereje, una de cuyas fascinantes cabezas colosales –procedente del recinto del Atón en Karnak– preside una sala hipóstila dedicada a la revolución religiosa que lideró. El otro es su bisabuela Tjuya (la madre de Tiye, su abuela, reina de Amenofis III), cuyo imponente sarcófago dorado preside el solemne y tenebroso espacio dedicado a la muerte y el más allá, una gran sala decorada con las pinturas del Amduat, el Libro de lo que está en el mundo inferior.

El de la tumba de Tjuya y su marido Yuya (KV 46) fue uno de los grandes hallazgos de la historia de la egiptología –el de la de Tutankamón la ensombreció–, y la exposición hace muy bien en aprovechar para recordarlo. La sepultura incluía cosas extraordinarias, como un carro similar a los que luego se verían en la de Tut, un cofre de vasos canopos –que figura en la exposición, al igual que una de las jarras para las vísceras de Tjuya, la máscara dorada de su momia y la pequeñita que se hizo para su hígado embalsamado– y una sillita que también se exhibe y que perteneció a su nieta, la princesa Sitamon, tía de Tutankamón.

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Photo: Tuyu's Box With Vaulted Lid. Decorated with ivory, ebony, blue faience, and gilding, this wooden chest was found in the tomb of Yuya and Tuyu, great-grandparents of King Tutankhamun. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

Las relaciones de parentesco en el último tramo de la XVIII Dinastía, la compleja época amarniana, son difíciles de precisar, y están sometidas a constantes y variadas interpretaciones. Ni siquiera podemos estar seguros de quiénes fueron los padres de Tutankamón (posiblemente Akenatón y una esposa secundaria, Kiya). De hecho, Akenatón aparece representado sólo con hijas –parece que al menos tuvo seis con Nefertiti–, aunque se ha señalado que quizá se trata únicamente de una convención, pues la representación de hijos varones es una rareza en cualquier monumento prerramésida. Los problemas de identificación se hacen especialmente graves con las figuras de Smenkhkara, el breve corregente y sucesor de Akenatón, al que se considera alternativamente hombre o mujer –se ha especulado con que pudiera ser la propia Nefertiti con otro nombre–, y Nefernefruatón, quizá una hija de Akenatón que habría adoptado ese nombre para gobernar, también muy poquito tiempo, tras Smenkhkara. Un verdadero lío, como se ve, que dista mucho de irse a solucionar próximamente a no ser que se produzca algún hallazgo inesperado (hubo grandes esperanzas al encontrar el año pasado la tumba KV 63, pero de momento no ha arrojado luz sobre el particular).

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Photo: Winged Snake Deity. With wings and a human head, this wooden snake-deity figurine is from the tomb of Pharaoh Amenhotep II (1427 to 1400 B.C.). Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

El célebre maniquí de Tutankamón –la estatua de madera pintada que seguramente se usaba para colgar o probar la ropa del rey– abre contundentemente las salas dedicadas a Tut, con los tesoros de su tumba, descubierta en 1922. En ellas le veremos, a través de sus objetos, en sus papeles de sumo sacerdote y dios encarnado (figuras sagradas, algunas notabilísimas), comandante supremo del ejército (armas: escudo, maza) y jefe de Estado (cayado y azote, representaciones como rey del alto y bajo Egipto; ornamentos: bastones, abanicos, trompeta). La vida personal, íntima, de Tut, que nació alrededor de 1343 antes de Cristo y murió en circunstancias no esclarecidas, puede que en un accidente de carro en 1323 antes de Cristo (se convirtió en faraón a los 9 o 10 años, en 1333 antes de Cristo), aparece representada por la caja de juego, los cosméticos (el simpático recipiente de marfil en forma de pato), la sillita de ébano que usaba de niño (pálido remedo del trono de oro, pero tan emotivo al mostrar trazos de uso). Y surge de manera turbadora en los delicados relieves de una de las piezas más maravillosas, la pequeña capilla dorada hallada en la antecámara de la tumba.

Probablemente nunca antes se ha exhibido esta pieza divina de manera tan conveniente para apreciar sus exquisitas decoraciones. En ellas podemos observar, con la intensidad de privilegiados voyeurs, las muestras de afecto entre unos jovencísimos Tut y su esposa, vestida con ropas vaporosas dignas de un Women’Secret tebano. Muchas escenas poseen claras resonancias sexuales –se ha señalado que la cacería de aves con palos es una metáfora del sexo: arrojar el bastón se decía igual que follar–. Son seguramente rituales, pero es imposible no ver en ellas una muestra de la atracción verdadera entre los dos dorados adolescentes hechos en realidad, al fin y al cabo, de carne y humano deseo.

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Photo: Head of a Cow. From the tomb of Amenhotep II, this wooden sculpture is evidence of the importance of cattle to the ancient Egyptians. The animals served as beasts of burden and food sources and even lent their features to several gods. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

Hay que destacar la significativa presencia en la exposición del sensacional reposacabezas de cristal azul oscuro con bordes de oro que procede de la tumba de Tutankamón, aunque Carter nunca lo inventarió (llegó al Museo Egipcio en los años cuarenta, discretamente, tras la muerte del descubridor), y que sin duda Hawass ha incluido en la selección para recordar las mentiras y hurtos de Carter y Carnarvon, la historia no oficial del hallazgo como la ha explicado Thomas Hoving en su libro, convertido ya en un clásico (Tutankamón, la historia jamás contada. Planeta, 2007), al que Hawass se refirió concretamente.

En la presentación de la muestra, el responsable de las antigüedades faraónicas de Egipto, que no tiene pelos en la lengua ni se corta nada, aprovechó para subrayar ante toda la prensa británica que a lord Carnarvon “lo único que le interesaba era llevarse cosas”, lo que desde luego no ha contribuido a hacer a Hawass más popular en el Reino Unido (también le dio un varapalo al British Museum porque, dijo, Egipto no vio ni un chavo de lo que se recaudó con la anterior visita de Tut: ahora, recalcó, el dinero de los tiques irá a la preservación de los monumentos faraónicos del país, una parte incluso a la restauración de la propia tumba de Tutankamón).

A Carter, sin embargo, pese a recordar que dañó la momia y distrajo objetos ilegalmente, le rindió un insólito homenaje: “Era un gran hombre e hizo la mejor excavación que permitía la época”. La exposición incluye, precisamente, una sección dedicada a la memoria de Carter y su patrono. Y un objeto sensacional que guarda una relación emocionante con el descubridor de la tumba: la hermosa copa de alabastro de Tutankamón en forma de loto –un verdadero Grial faraónico relacionado con la inmortalidad– que luce la inscripción que se copió en la lápida del propio Howard Carter.

Las piezas más señeras de la exhibición, los tesoros de los tesoros, se encuentran hacia el final. Es el caso del pequeño sarcófago antropomorfo (39,5 centímetros), una verdadera joya, en el que estaba embutida una de las vísceras de Tutankamón, su hígado momificado. Esta pieza momiforme, con decoración en rishi (plumaje), se utiliza como el emblema de la exposición, pues el rostro se parece mucho, en miniatura, al de la célebre máscara dorada de Tut, la gran obra que en este tour no ha viajado. Esa ausencia ha provocado decepción, pero Hawass la ha justificado por la fragilidad de la pieza. No es retórica: hace veinte años, durante la gran gira de los tesoros, el tocado de la diosecilla Selkis, una de las protectoras de la capilla canópica de Tut –uno de los iconos del tesoro del joven rey–, sufrió daños, y el Parlamento egipcio votó entonces que los objetos no viajaran nunca más. De nuevo, como en la capilla dorada, la presentación y la iluminación de la pequeña pieza son antológicas y permiten admirar detalles insólitos. Los estudiosos resaltan que ésta es una de las muchas piezas reutilizadas para el enterramiento de Tutankamón; es decir, que no fueron creadas realmente para él, sino que se tomaron del ajuar funerario de otro faraón: el pequeño sarcófago portaba el nombre de un corregente de Akenatón, Ankheperura, que puede que sea Smenkhkara o Neferneferuaton (quizá Nefertiti). También se exhibe la bellísima tapa del vaso canopo de calcita en el que estaba embutido el pequeño sarcófago, y que representa a un faraón con el tocado nemes. Los especialistas creen de nuevo que no se trata de Tutankamón, sino de uno de sus misteriosos predecesores (parece una reina retratada como hombre).

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Photo: Throne of Princess Satamun. Embellished with gold and silver foil, this wooden throne comes from the tomb of Yuya and Tuyu, great-grandparents of King Tutankhamun. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

El corazón de la exposición, su sanctasanctórum, su momento estelar, es la sala que reproduce la cámara sepulcral de la tumba de Tut. En ella, en una atmósfera en la que uno se siente transportado a través de un abismo de tiempo, en un remolino de siglos, se exhiben la asombrosa diadema real de oro e incrustaciones hallada en la cabeza de Tutankamón, con la cobra y la cabeza de buitre desmontables –fueron retiradas para el vendado y aparecieron entre las piernas de la momia–, el rutilante pectoral de oro en forma de halcón y la preciosa daga ceremonial del mismo material, con su funda, que aparece suspendida mágicamente en el aire como el puñal en la sangrienta visión de Macbeth.

Hay aún un escalofrío final en la última sala, una galería destinada a mostrar el análisis científico de la momia de Tut, incluidas imágenes del escáner practicado al cuerpo y de la reconstrucción facial de nuestro más querido faraón. En la tienda de recuerdos a la salida, uno puede redondear la visita comprándose un sombrero a lo Indiana Jones como el que ha hecho popular a Zahi Hawass –autor, por cierto, del libro oficial de la exposición–. Tocado con él, uno marchará a casa compartiendo sin duda los nuevos sueños del arqueólogo egipcio: el descubrimiento de la tumba de Cleopatra y Marco Antonio, quizá para este mismo 2008; el hallazgo de la verdadera momia de Nefertiti, puede que oculta en algún lugar del Valle de los Reyes; la excavación del misterioso túnel (la inexplorada galería K) al final de la tumba de Seti I, que obsesiona a los descendientes de los saqueadores Abdel Rassul y conducirá acaso al legendario tesoro escondido del faraón… Cosas maravillosas, cosas maravillosas.

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Photo: Coffin for Tutankhamun's Viscera. Rendered in gilded wood and faience, this coffin was specifically designed to hold King Tutankhamun's mummified internal organs, which were believed to be essential equipment for the afterlife. Photograph courtesy Antikenmuseum Basel und Sammlung Ludwig / Egyptian Museum, Cairo / National Geographic News

La exposición "Tutankhamun and the Golden Age of the Pharaohs" , organizada por National Geographic, AEG Exhibitions y Arts and Exhibitions International, con la colaboración de Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, se puede visitar hasta el próximo 30 de agosto de 2008 en Londres. Abre todos los días, entre las 10.30 y las 19.00, en The O2 (Millenium Dome) de Londres. Venta de entradas e información en: www.visitlondon.com/tut.

Fuente: JACINTO ANTÓN / El País.com, 6 de enero de 2008

El CopyRE

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El “Canon de la momia” empiezan a llamarlo y, a mi, no me parece mal si es que consiguen hacerle llegar a su autor el dinero recaudado. Pero mucho me temo que va ser un poco difícil, ya que el artista murió hace más de 4.500 años.

Fue a finales del siglo XVIII con la llegada a Egipto de exploradores europeos, cuando empezaron los egipcios a saber el valor del legado de sus “idólatras” antepasados, y decidieron parar el desmantelamiento sistemático de las pirámides y templos faraónicos, que se estaban reutilizando para la construcción de edificios en las ciudades actuales, como podemos ver en El Cairo, Giza fue cantera fácil y barata durante siglos. La “egiptomanía” que surgió en Europa en el siglo XIX salvó la memoria faraónica.

El turismo sigue siendo la primera industria del país, o quizás, la única. Y medidas recientes como la prohibición de hacer fotos en los monumentos, en los museos, etc. Estén secando la fuente, ese pozo que te desean, se mantenga siempre lleno de agua, como gesto de amistad los egipcios cuando visitas su país; El don del Nilo.


(1) Egipto quiere legalizar un copyright para antigüedades (EFE, El Cairo)

Sería el primer caso de copyright retroactivo del mundo, donde un gobierno se beneficia de obras creadas hace miles de años.

El derecho de copia o Copyright regula la capacidad legal de reproducir o utilizar creaciones originales (artísticas, musicales, literarias, etc.) sin el permiso o el beneficio del autor. Se impuso para que los creadores e inventores pudieran vivir de su producción artística, explotando sus creaciones durante un periodo de tiempo razonable.

Ese periodo ha pasado de los 17 años iniciales a 95. Lo que no había ocurrido aún era el copyright retroactivo, donde un gobierno mantiene el control sobre la copia de piezas de miles de años de antigüedad. Esa propuesta, que separaría por completo el Copyright del concepto de derecho de autor, está a punto de hacerse realidad en Egipto.

El Consejo Supremo de Antigüedades (CSA) de Egipto ha instado al Parlamento a que acelere los trámites para aprobar una nueva ley que prohíbe hacer réplicas exactas de cualquier antigüedad egipcia sin el permiso previo de las autoridades.

"Una gran fuente de divisas para el país"

El secretario general del CSA, Zahi Hawas, afirmó, en una entrevista publicada hoy por el diario opositor egipcio "Al Wafd", que la nueva ley tiene el objetivo de proteger para Egipto el "copyright", o derechos de autor, de antigüedades egipcias.

La normativa propuesta incluye una cláusula que obliga a quien haga una réplica de dimensiones iguales al original a solicitar de Egipto la autorización previa y a pagar por ésta.

Según Hawas, la ley actual, que data de 1983, no prohíbe de ninguna manera la copia de las antigüedades egipcias en el interior ni en el exterior del país. Hawas argumenta que la medida podría ser una gran fuente de divisas para el país.

Fuente: EFE, El Cairo / ADN.es, 25 de diciembre de 2007

(2) Egypt to copyright pyramids

In a potential blow to themed resorts from Vegas to Tokyo, Egypt is to pass a law requiring payment of royalties whenever its ancient monuments, from the pyramids to the sphinx, are reproduced.

Zahi Hawass, the charismatic and controversial head of Egypt’s Supreme Council of Antiquities, told AFP on Tuesday that the move was necessary to pay for the upkeep of the country’s thousands of pharaonic sites.

"The new law will completely prohibit the duplication of historic Egyptian monuments which the Supreme Council of Antiquities considers 100-percent copies," he said.

"If the law is passed then it will be applied in all countries of the world so that we can protect our interests," Hawass said.

He said that a ministerial committee had already agreed on the law which should be passed in the next parliamentary session, while insisting the move would not hurt Egyptian artisans.

"It is Egypt’s right to be the only copyright owner for these monuments in order to benefit financially so we can restore, preserve and protect Egyptian monuments."

However, the law "does not forbid local or international artists from profiting from drawings and other reproductions of pharaonic and Egyptian monuments from all eras -- as long as they don’t make exact copies."

"Artists have the right to be inspired by everything that surrounds them, including monuments," he said.

Asked about the potential impact on the monumental Luxor Hotel in the US gambling capital of Las Vegas, Hawass insisted that particular resort was "not an exact copy of pharaonic monuments despite the fact it’s in the shape of a pyramid."

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Fotos: Exterior e interior del Hotel Luxor en Las Vegas, Nevada (USA)

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On its website, the luxury hotel describes itself as "the only pyramid shaped building in the world," but Hawass said its interior was entirely different from an ancient Egyptian setting.

Hawass’s declarations came after the opposition daily Al-Wafd published an article on Sunday called for the Las Vegas hotel to pay a slice of its lodging and gambling profits to the city of Luxor.

"Thirty-five million tourists visit Las Vegas to see the reproduction of Luxor city while only six million visit the real Egyptian city of Luxor," the paper lamented.

Samir Farag, head of Luxor town council in southern Egypt, home to the legendary Valley of the Kings, said that it would be difficult to prohibit use of pyramid shapes.

"We can’t forbid people from using the name of Luxor and copying monuments from (Luxor) city, which is the world’s richest city for monuments," he said, adding that "tourists going to Las Vegas doesn’t affect our city’s business."

Source: Rayad Abou Awad, AFP, Cairo. Tue Dec 25 2007

Nuevos descubrimientos en la mezquita de Abu al-Haggag en el templo de Luxor

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El ministro egipcio de cultura Farouq Hosni, ha anunciado el descubrimiento en las obras de restauración y acondicionamiento que se están llevando a cabo en la mezquita de Abu al-Haggag, dentro del complejo arquitectónico del templo de Luxor de; pilares, capiteles, dinteles y relieves policromados de gran calidad, de la época faraónica, que permanecían ocultos tras el recubrimiento de yeso y ladrillo con el que habían sido tapados en tiempos de la construcción de la mezquita y que ahora ven la luz.

Estos sólo podrán ser observados brevemente, pues no quedarán visibles tras la restauración, por tratarse de una mezquita y, la prohibición de representar imágenes en el culto islámico, por lo que se cubrirán con madera.

Zahi Hawas declaró que estos descubrimientos cuentan una parte importante de la historia del templo de Luxor, y fechan el reinado del faraón de la XIX dinastía Ramsés II entre los años 1304 al 1237 a.C. Los relieves muestran al faraón ofreciendo al dios Amón-Re los dos obeliscos situados a la entrada del templo, en el primer pilono, uno de ellos es el que se encuentra actualmente en la plaza Concorde de París.

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Un relieve muestra tres estatuas de Ramsés II representado con los símbolos de poder reales y corona blanca, mientras que otro presenta un tipo de escritura egipcia antigua conocida como iconografía.

En uno de los dinteles destapados, aparece representado, algo insólito, un elefante.

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El templo de Luxor se localiza a 700 kilómetros al sur de El Cairo, capital egipcia, y fue construido por los reyes de las XVIII y XIX dinastías, el templo se ha mantenido después de los faraones con romanos, cristianos y musulmanes. Tras la excavación y limpieza del templo egipcio, la mezquita quedó varios metros por encima del nivel del suelo, como podemos ver actualmente a la derecha de la entrada al mismo. En la época cristiana también hubo una iglesia, hoy desaparecida.

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(2) New discoveries at Luxor temple

Egyptian restorers have accidentally discovered a collection of New Kingdom pillars, lintels and reliefs in the country’s southern tourist city of Luxor, Culture Minister Farouq Hosni announced on Thursday.

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The collection was discovered within the internal walls of the Abul Hagag El-Luxory mosque, built on top of the open court of Luxor temple by restorers from Egypt’s Supreme Council of Antiquities (SCA) while restoring the mosque and its mausoleum, a SCA statement quoted Hosni as saying.

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Meanwhile, SCA secretary general Zahi Hawas confirmed that the newly discovered collection, which revealed an important part of the history of Luxor Temple, dates back to the reign of King Ramses II in the nineteenth Dynasty from 1,304 B.C. to 1,237 B.C.

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According to the SCA statement, among the most important reliefs were those featuring Ramses II while offering god Amun Re’ two obelisks to be installed at the temples front facade, one of which is now at the Place de la Concorde in Paris.

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Another relief shows three statues of Ramses II wearing his formal suit and white crown, while the other one shows a type of ancient Egyptian writing known as iconography.

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Located some 700 km south to the Egyptian capital Cairo and built by kings from the Eighteenth and Nineteenth Dynasties, Luxor Temple has been a center of worship for religions from the time of Pharaohs through the Christian and Islamic eras.

Source: Touregypt.net, September 22 2007

Photos Source: Supreme Council of Antiquities (SCA) / Touregypt.net, December 11th, 2007

Visita al templo de Luxor


Descubren un gran muro que protegió el templo de Karnak de las inundaciones del río Nilo

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Fotos: Recientes descubrimientos en el templo de Amón en Karnak incluyen una rampa privada (fot. superior) usada probablemente por el faraón Taharka para acceder al templo desde su barco real. Baños públicos (fot. inferior) en los cuales la comitiva real se lavaba antes de entrar en el recinto sagrado. Fotos gentileza de Steven Stanek / National Geographic.

Un equipo arqueológico egipcio ha descubierto los vestigios de un enorme muro que fue construido para proteger los templos faraónicos de Karnak, erigidos hace alrededor de 4.000 años, informó hoy el ministro de Cultura de Egipto, Faruq Hosni.

El hallazgo fue hecho durante unos trabajos de búsqueda y rastreo de piezas arqueológicas en la parte oeste de los templos, situados en la ribera este del río Nilo, en la localidad de Luxor, a 700 kilómetros al sur de El Cairo, precisó el ministro en un comunicado.

Hasta ahora se ha desenterrado casi 400 metros de largo y siete metros de altura de la muralla, que fue erigida con enormes bloques de piedra arenisca transportadas desde las canteras de Asuan, a unos 260 kilómetros al sur de Luxor, reveló, por su parte, Zahi Hawas, jefe del Consejo Supremo de Antigüedades (CSA).

La construcción de la presa, que es también una de las más grandes en la historia del país, se prolongó durante varias dinastías de distintos faraones.

El responsable egipcio no descartó la posibilidad de que se descubran otras extensiones del muro cuando concluyan las excavaciones en el lugar. Los primeros estudios realizados al muro, que servía para contener las aguas de la crecida del Nilo, confirman que su construcción comenzó durante la dinastía XXVI (672 a 525 a.C.), y continuó en el reinado del faraón Nectanebo I, (378 a 361 a.C.), uno de los últimos faraones egipcios en el trono de Egipto.

Los templos de Karnak, que constituían el complejo religioso más importante del antiguo Egipto, fueron construidos hace casi 4.000 años, durante el gobierno de los faraones Amenhotep I y Ramsés II, del Imperio Medio y el Imperio Nuevo, respectivamente. Ese santuario estaba unido a los templos de Luxor a través de una larga calzada conocida como el Paseo de las Esfinges.

Hawas anunció también el descubrimiento de unos baños romanos "enormes", que datan del primer siglo después de Cristo, al norte del mismo templo.

Por otro lado, un equipo de arqueólogos franceses ha encontrado una vasija llena de 316 monedas, que datan de distintas dinastías, en la misma zona arqueológica.

Está previsto que el próximo enero las autoridades egipcias, encabezadas por el presidente, Hosni Mubarak, inauguren las nuevas instalaciones del complejo del templo tras la finalización de un proyecto de desarrollo de la zona.

El proyecto, cuyo coste asciende a unos 85 millones de libras egipcias (unos 10 millones de euros), ha incluido una reorganización del espacio, que ha supuesto la remodelación del aparcamiento y de las oficinas administrativas del lugar, que es una de las principales atracciones turísticas del país.

Fuente: EFE, El Cairo, 2 de diciembre de 2007


(2) Surprise Finds at Egypt Temple "Change Everything"

A series of surprising discoveries has been made at the foot of Egypt's famous Temple of Amun at Karnak, archaeologists say.

The new finds include ancient ceremonial baths, a pharaoh's private entry ramp, and the remains of a massive wall built some 3,000 years ago to reinforce what was then the bank of the Nile River.

A host of other artifacts, including hundreds of bronze coins, has also been found. Together the discoveries are causing experts to reconsider the history of the largest religious complex from ancient Egyptian times.

Archaeologists are particularly intrigued by the discovery of the embankment wall, which they say is the first evidence that the Nile once ran alongside the temple.

The elaborate shrine to the god Amun-Re covers about 200 acres (81 hectares) near the present-day city of Luxor and sits 650 feet (200 meters) from where the river runs today (see map).

Archaeologists discovered portions of the embankment accidentally while building a new plaza and performing routine maintenance near the temple's facade. The other artifacts and features were unearthed in the process of excavating the wall.

"[The discovery of the wall] changes the landscape [of Luxor]," said Mansour Boraik, general supervisor of the Supreme Council of Antiquities in Luxor.

"It changes also our theory about the settlement of Luxor, and it changes our theory about the construction of the temple itself."

Changing History

The sandstone wall measures roughly 23 feet (7 meters) tall and 8 feet (2.5 meters) wide, but it may have been even higher in antiquity, said Zahi Hawass, secretary general of Egypt's Supreme Council of Antiquities and a National Geographic Explorer-in-Residence. (National Geographic News is owned by the National Geographic Society.)

"This is the largest embankment ever built in any place in ancient Egypt," Hawass said.

"This embankment is very important because it protected the Temple [at] Karnak from the [annual] Nile flood."

The discovery of the wall also challenges conventional thinking about the temple's ancient facade, Boraik said.

Previous theories about the facade and courtyard in front of temple were based on depictions found in private tombs dating back to the 18th dynasty (1550-1295 B.C.).

(Read related story: "Egypt's Oldest Known Art Identified, Is 15,000 Years Old" [July 11, 2007].)

One depiction from the tomb of Neferhotep, an official from that period, depicted a large rectangular pool in front of the temple that was linked to the Nile by a canal.

Archaeologists had first uncovered small parts of this wall in the 1970s but assumed it was the back wall of the pool, Boraik said.

That theory held until January, when Egyptian archaeologists found a piece of the same wall several meters away, too far off to be part of the enclosed basin.

Now experts believe that the pool depicted in ancient drawings was backfilled in antiquity and that the temple was expanded on top of it, built to the edge of where the Nile flowed 3,000 years ago.

"It means that the Nile was reaching the foot of Karnak in the time of the pharaohs," said Boraik. "It changes everything."

"Completely Reevaluating" Karnak

This new theory has been backed by tests of the sediment at the base of the embankment wall, which show alternating levels of silt and sand that suggest running water once flowed there.

Based on cartouches and other writings found on the wall, experts believe construction started in the 22nd dynasty (945-715 B.C.) and was completed by the middle of the fourth century B.C.

W. Raymond Johnson, an Egyptologist at the Oriental Institute at the University of Chicago who has visited the site, said the discovery shows the expertise of ancient Egyptian builders.

"Being good engineers and practical, [ancient Egyptians knew] that to build something so big so close to the Nile, you have to have reinforcement in front of it. … It stopped any erosion of the Nile River bank."

The find sheds new light on the ancient city of Thebes, of which Karnak was the religious center, he added.

"We've assumed the ancient landscape in Thebes is relatively unchanged, and we have to completely reevaluate that now," Johnson said.

"It really gives us pause when we make certain assumptions and then find out they are completely wrong."

New Discoveries

While excavating the embankment, archaeologists also discovered two public baths and a jar holding more than 300 coins dating to the era of Macedonian rule of Egypt, from the first to the fourth centuries B.C.

One of the giant circular baths has been completely excavated, revealing an intricate mosaic tile floor and seating for 16 people.

The other partially excavated bath has been found to have seats flanked by statuettes of dolphins.

The baths were found just outside the wall, and experts believe they were built on the plateau of silt left behind after the Nile moved to the west.

The jar of bronze coins, featuring the likenesses of Macedonian rulers Ptolemy I, II, and III, were discovered near the baths and are currently being cleaned to reveal their inscriptions.

The baths may have served as purification sites where visitors could wash before entering the temple complex.

Other experts suspect they may be the first signs of a much larger residential area that has yet to be explored.

Archaeologists have also excavated a giant ramp leading up to the temple complex that is inscribed with the name of the pharaoh Taharka (or Taharqa), who ruled in the late seventh century B.C.

The ramp probably served as the ruler's personal landing area, extending directly into the Nile to allow the pharaoh to transfer directly from his boat to the temple.

This raises the prospect that parts of ancient boats may also be buried in the former riverbed, including pieces of the gigantic ceremonial barges known to have carried images of the gods during religious processions, the archaeologists said.

"Now that we know the Nile has moved to the west, it means something is waiting for future generations of archaeologists and Egyptologists to possibly recover," Johnson of the University of Chicago said.

"It's a wonderful gift now that you realize there is something down there."

Source: Steven Stanek in Luxor, Egypt for National Geographic News, December 17, 2007

Dos peluqueros de los faraones, entre los primeros iconos gays de la historia

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Retratos de la tumba de Nyankh Khnom y Khom Hotep, peluqueros y encargados de la manicura del faraón Nyuserra (2500-2350 a.C.) Foto: EFE

Una discreta tumba de dos peluqueros de la época faraónica retratados en posturas equívocas en Saqqara comienza a atraer a turistas gays de todo el mundo, pese a que los egipcios aseguran que son simplemente amigos.

La cripta, que esta ubicada en la zona arqueológica de Saqqara, a unos 35 kilómetros al suroeste del centro de El Cairo, es conocida con el nombre de "Los Dos Hermanos", aunque en realidad no lo eran.

Nyankh Khnom y Khom Hotep eran los peluqueros y encargados de la manicura del faraón Nyuserra (2500-2350 a.C.), y fue la tumba común lo que hizo pensar en un principio que eran hermanos, hasta que se demostró que lo que les unía era una profunda amistad, explica el arqueólogo Ahsraf Mohiedin, uno de los responsables del conjunto de Saqqara.

El mausoleo adquirió relativa fama en los últimos años, después de que en una conferencia celebrada en la Universidad de Gales los peritos afirmasen que las escenas esculpidas en sus muros confirman que la homosexualidad era una conducta tolerada en el antiguo Egipto.

"Los extranjeros creen que los dos peluqueros eran homosexuales porque en algunas escenas aparecen abrazados y como si se fueran a besarse, y eso en Occidente lo consideran una actitud propia de gays", dice Mohiedin, indignado porque esa idea "errónea" esté incluso atrayendo discretamente a un turismo gay.

"En Egipto, cuando un amigo se encuentra con otro después de mucho tiempo se saludan con un abrazo y besos en las mejillas. Eso según nuestras costumbres no es ser gays, sino amigos", explica.

Sin embargo, no es frecuente ver en las tumbas de la época faraónica tales muestras de afecto masculino, ni tampoco consta que la costumbre de besarse entre hombres, común en Oriente Medio, existiera ya en la época faraónica.

Mohiedin también defendió la heterosexualidad de los dos funcionarios del faraón al afirmar que se casaron, y la prueba está en que sus esposas e hijos están grabados junto a ellos en las imágenes esculpidas en la cripta.

Una guía de turismo egipcia, identificada como Inaz Um Maidi, confirmó que hay homosexuales extranjeros que visitan Saqqara con la intención de ver la tumba.

"Hace una semana me costó muchísimo convencer a dos gays australianos de que los dos peluqueros no eran homosexuales. Son dos buenos amigos y punto", explicó la guía de turismo entre risas.

En Egipto la homosexualidad es una conducta muy repudiada por la sociedad y, aunque no está expresamente prohibida, de hecho está perseguida y los homosexuales suelen ser acusados de "conducta depravada".

Por su parte, el director de Saqqara, el arqueólogo Osama al Chimi, al ser preguntado si cerraría la tumba al publicó en caso de que se comprobase que se ha convertido en reclamo del turismo gay, respondió: "el lugar permanecerá abierto mientras los visitantes respeten las buenas costumbres y la arqueología".

La tumba, pequeña y sencilla en comparación con la majestuosidad de las erigidas para los faraones y la nobleza, esta compuesta de dos partes: la delantera, construida con bloques de roca, y la posterior excavada en la montaña.

En la parte trasera están sepultados los dos peluqueros en sendas cámaras funerarias, uno al lado del otro, a una profundidad de seis metros.

El interior de la cripta esta ornamentado además con imágenes esculpidas y pintadas que representan a los peluqueros haciendo la manicura al faraón, presentando ofrendas a los dioses y pescando cada uno en su barca, además de escenas de la vida cotidiana y de las polémicas en las que aparecen abrazados o besándose.

El mausoleo fue descubierto en 1964 por el arqueólogo egipcio Ahmed Musa, y está situado en las proximidades de la pirámide escalonada de Zóser, la principal atracción turística de Saqqara, que fue la necrópolis de Menfis, la antigua capital de Egipto.

Fuente: EFE, El Cairo / Canarias7.es, 4 de diciembre de 2007


Más información:

The mastaba of Niankhkhnum and Khnumhotep

Niankhkhnum and Khnumhotep 01

The tomb of Niankhkhnum and Khnumhotep

Niankhkhnum and Khnumhotep 02

Niankhkhnum and Khnumhotep

Niankhkhnum and Khnumhotep 03

Por primera vez muestran al público el sarcófago de "Geheset" en Egipto

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La gran conservación del sarcófago de "Geheset", de 3.800 años de antigüedad, y sus decoraciones están dispuestas por primera vez al público en el Museo de Luxor ciudad donde fue encontrado en 2004 por arqueólogos alemanes, en la necrópolis de Dra’ Abu el-Naga.

"Geheset" fue la esposa de "Imeni", un juez faraónico. El sarcófago originalmente se hizo para el juez faraónico "Imeni", pero fue usado para su esposa y se adornó con textos religiosos e inscripciones en los que se puede leer "querida esposa Geheset".

Más información:

Dra’ Abu el-Naga/Western Thebes: An archaeological investigation of a residence necropolis in Upper Egypt (Luxor).

Dra’ Abu el-Naga/Western Thebes

The investigation of the necropoleis dating to the Middle Kingdom, Second Intermediate Period and Early New Kingdom. The discovery and documentation of royal tomb complexes dating to the 17th and early 18th dynasty.

Fuente: EFE / La Crónica de Hoy.com.mx, 19 de noviembre de 2007

Reportaje fotográfico:

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Foto cedida hoy, 18 de noviembre de 2007, por el Instituto de Arqueología de Alemania, que muestra el descubrimiento del sarcófago de "Geheset", de 3.800 años de antigüedad, por arqueólogos alemanes en la necrópolis de Dra’ Abu el-Naga, en el oeste de Tebas, en Luxor, en el año 2004. La gran conservación de este sarcófago y sus decoraciones están dispuestas al público desde hoy, por primera vez, en el Museo de Luxor. El sarcófago originalmente se hizo para el juez faraónico "Imeni", pero fue usado para su esposa y se adornó con textos religiosos e inscripciones en los que se puede leer "su querida esposa Geheset". EFE

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En busca de las reinas perdidas

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Los avances tecnológicos están transformando el trabajo del arqueólogo. Entre los "puntos calientes" del planeta para estos aventureros pacientes se encuentran Egipto, China, Centroamérica y Suramérica. Tumbas de reinas, guerreros y ruinas de antiguas ciudades. Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra marcan especialmente el momento actual en la arqueología en Egipto.

La arqueología en Egipto es trabajo minucioso, sudor, paciencia y atención a los detalles aparentemente más nimios. Sin embargo, también está hecha de oro, leyenda, suerte y extraordinarios hallazgos. Miles de profesionales, egipcios y de muchos otros países, entre ellos el nuestro, trabajan sobre el terreno en el país del Nilo y en los laboratorios, museos y bibliotecas de todo el mundo para ir desovillando la enrevesada madeja de la gran civilización faraónica. Su labor abarca todo el espectro de la vida en el antiguo Egipto, incluidos los aspectos más humildes, y en numerosos terrenos se están haciendo descubrimientos de importancia. No obstante, el estimulante momento presente lo marcan de manera especial tres reinas, y tres de las más grandes, tres auténticos iconos: Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra (por orden de antigüedad). Las tres han sido -y parece que lo seguirían siendo- noticia en los últimos tiempos, y con sus nombres insignes, como lo hizo y no ha dejado de hacerlo The golden boy, el chico de oro, Tutankamón, arrastran la mirada del público hacia Egipto con su soberano brillo.

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A las tres reinas perdidas, pues de ninguna teníamos el cuerpo, la poderosa gran faraona Hatshepsut (que vivió hace unos 3.500 años), la bella esposa del faraón hereje Nefertiti (hace unos 2.300 años) y la seductora e intrigante Cleopatra (la más jovencita: 2.050 años) se las ha buscado insistentemente desde la infancia de la egiptología. La actual conjunción de sus nombres se debe a que una al menos parece haber sido por fin hallada, Hatshepsut, algunos creen que también otra, Nefertiti, y hay pistas que conducen a creer que Cleopatra -la más perdida de todas, y valga la polisemia- está asimismo a tiro.

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La momia de Hatshepsut fue presentada por todo lo alto el pasado junio por el ínclito gran responsable de las antigüedades faraónicas de Egipto, Zahi Hawass, omnipresente en cualquier actividad arqueológica en su país y cuyo nombre está vinculado también a la pesquisa sobre las otras dos reinas. El hallazgo no se produjo en un contexto de tumba perdida, pico y pala sino en los almacenes del viejo Museo Egipcio de El Cairo, en cuyas no menos polvorientas reservas seguramente hay más para excavar que en algunas necrópolis. El descubrimiento de la momia de Hatshepsut es de hecho una reidentificación. Esto puede sorprender, pero está sucediendo cada vez más a menudo, a medida que la panoplia científica ofrece más y mejores medios de análisis -como la tomografía computarizada, que desenvuelve virtualmente las momias- , que los materiales de la antigüedad (con todo el respeto para los restos de la reina) son reconsiderados y recalificados, con grandes sorpresas.

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La que ha sido identificada como Hatshepsut -ya algunos estudiosos habían adelantado tal posibilidad- era hasta ahora la momia anónima, aunque con el brazo izquierdo doblado sobre el pecho, como solía enterrarse a las reinas, de una mujer anciana y gorda hallada por Carter en una pequeña tumba sin inscripciones (KV 60) del Valle de los Reyes en 1903. Junto a esa momia había otra: la de la nodriza de la propia Hatshepsut, Sitre In. Las recientes imágenes de la rutilante presentación pública de la momia de la reina la han mostrado calva, pero había tenido el pelo largo, que apareció suelto debajo de la cabeza cuando se encontró el cuerpo a principios de siglo. La clave definitiva en la identificación, de tintes policiaco-forenses, ha sido un fragmento de muela hallado en una caja con el sello de Hatshepsut que contenía otros restos de la reina, como el hígado momificado. Dicho fragmento molar encaja, por lo visto, en la boca de la ajada soberana (uno intenta imaginar a Hawass abriéndole la boca a la momia y se le antoja una escena gótica de la Hammer).

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¿Tenemos pues ya a la gran mujer, quizá la más poderosa de la antigüedad, que reinó como faraón con atavío masculino, hizo la guerra, edificó el templo de Deir el Bahari, renovó cultos y disponía de guepardos como mascotas? (véase la formidable biografía de Christine Desroches Noblecourt Hatshepsut, la reina misteriosa, Edhasa, 2004). "Sí, se puede decir que tenemos otra momia real identificada", señala el británico Barry Kemp, uno de los más prestigiosos egiptólogos del mundo, autor del canónico El antiguo Egipto (Crítica, 2005). "En estos casos nunca estás absolutamente seguro, al ciento por ciento, resulta muy difícil, pero la de Hatshepsut es una identificación más segura, incluso, que la de otras momias reales". Kemp, que señala la dificultad de obtener ADN de los cuerpos embalsamados, que suele estar muy contaminado, recuerda que la peripecia de esas momias de la realeza, con saqueos de sus tumbas, traslados a lo largo de los siglos por los sacerdotes para su preservación, revendado y reaprovechamiento de sarcófagos, ha convertido en un verdadero juego de pistas, enrevesado pero apasionante, la identificación.

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El caso de la supuesta momia de Nefertiti es parecido al de la de Hatshepsut, aunque mucho más discutible. La que la estudiosa británica Joann Fletcher asegura desde 2003 que es la gran esposa de Akenatón -véase su libro El enigma de Nefertiti, Crítica, 2005- es una momia que también había sido descubierta anteriormente, en 1898, en la tumba de Amenofis II en el Valle de los Reyes (KV 35). Esa tumba fue convertida en la antigüedad en un escondite de momias de la realeza rescatadas de sus propios sepulcros. Había una docena de reyes y en una pequeña cámara -donde siguen depositadas- aparecieron tres momias anónimas y desnudas, una de las cuales, con la que se habían ensañado los saqueadores, Fletcher considera, basándose en diversas pruebas bastante circunstanciales, que es la de Nefertiti.

"No estoy convencido", dice al respecto Kemp, "pero la investigación es muy interesante; hay que seguir haciendo pruebas, de momento, considerar que se trata de Nefertiti es un acto de fe". Kemp recuerda al respecto que en Egipto hay muchísimas reinas y princesas que no han sido halladas y que son "candidatas potenciales" a ese cuerpo.

Hawass se puso furioso con la identificación lanzada a bombo y platillo por Fletcher, que considera errónea. De hecho, varios estudiosos opinan que la tumba de Nefertiti está aún por encontrar. La reina -cuyo famoso busto policromado es también noticia por la nueva reclamación de Egipto para que Alemania lo devuelva- es un personaje clave de la época de Amarna, una de las más convulsas y trascendentales de la historia de Egipto. El hallazgo de su cuerpo podría arrojar luz sobre su desaparición repentina de la historia, uno de los grandes enigmas del Antiguo Egipto. ¿Fue repudiada Nefertiti por Akenatón? ¿Murió alejada del poder? ¿O subió ella misma al trono bajo el nombre de Smenkere, el sucesor de su marido? "Simplemente no lo sabemos, no hay datos", reflexiona Kemp. "Personalmente, soy escéptico con la teoría de que se convirtió en faraón".

De la tercera reina, Cleopatra, el propio Hawass ha anunciado que cree haber encontrado la tumba en la que fueron depositados ella y Marco Antonio, en el área del templo de Taposiris Magna, en el delta, a 45 kilómetros al oeste de Alejandría, aunque el acceso es complicado porque está inundada. Una moneda y una estatua probarían que se trata del sepulcro de la más célebre soberana de Egipto. Las investigaciones se reanudarán en octubre, hasta entonces sólo queda confiar en el olfato de Hawass para las momias, que es mucho.

Taposiris Magna es la actual Abusir, junto al lago Mareotis. Las ruinas de la antigua ciudad, que incluyen el templo de Osiris, cubren más de un kilómetro cuadrado y están casi completamente por excavar. La localización que propone Hawass parece un poco lejana, pues la tradición quiere que el Mnema, la tumba de Cleopatra, esté en la misma Alejandría, al norte, en la zona de los palacios y el viejo Mouseion en la que se encontraban las tumbas de los demás Ptolomeos -y posiblemente también el Sema (o Soma, "el Cuerpo"), la perdida tumba de Alejandro Magno. Encontrar la momia de Cleopatra, algo con lo que de momento sólo podemos soñar, serviría para arrojar luz sobre el enigma de su muerte (la leyenda del áspid), por no hablar de su nariz.

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"Es un momento interesante, con esas tres reinas", recapitula Kemp. "Pero", advierte, "hay que recordar que ellas sólo formaban parte del pequeño grupo que dirigía Egipto. Yo trato de entender cómo funcionaba la vida cotidiana y eso no se encuentra en las necrópolis reales y en las momias de los soberanos, aunque sean las cosas que más despiertan el interés del público".

Fuente: Jacinto Antón / El País.com. 25 de agosto de 2007
Enlace: http://www.elpais.com/articulo/semana/busca/
reinas/perdidas/elpepuculbab/20070825elpbabese_1/Tes

Unraveling Hatshepsut's Store

Hatshepsut, la 'faraón' de Egipto

La identificación de la momia de la poderosa reina, que asumió su papel como si fuera un hombre, pone de nuevo de relieve el singular papel de las mujeres en el antiguo imperio.

Hace 3.500 años reinó en Egipto Ma'at-ka-Ra Hatshepsut, hija de Tutmoses I y esposa de su propio hermanastro, Tutmoses II. Durante veinte años, fue estrictamente 'faraón' de Egipto, a la par de cualquier hombre que hubiera ocupado el trono antes y después de ella. Asumió la regencia a nombre de Tutmoses III, hijo de Tutmoses II y otra de sus esposas. Siete años después se proclamó faraón y mantuvo su reinado hasta la muerte, usurpándoselo en cierto modo al hijo de su fallecido esposo.

Sin embargo, si hubo amargura en Tutmoses III no se hizo evidente sino hasta cuatro décadas después de su tardía llegada al trono. Entonces, mandó destruir o mutilar todas las representaciones de su madrastra, así como el nombre de Hatshepsut de todas las inscripciones que la mencionaban. El rastro de la singular mujer se perdió del todo hasta que, el pasado junio, el Secretario General del Consejo Supremo de Antigüedades, el arqueólogo Zahi Hawass, anunció que se había podido identificar con certeza la momia de la reina.

En realidad, los restos de la mujer más poderosa del antiguo Egipto fueron hallados por Howard Carter, en 1903. Pero el que más adelante sería también el descubridor de la tumba de Tutankhamon, no pudo identificarlas con certeza. La reina se encontraba dentro del enterramiento de su nodriza, la KV60, mientras que la tumba oficial de Hatshepsut estaba vacía.

Así que la nodriza fue llevada a El Cairo y la tumba con la que hoy sabemos que era la más famosa reina egipcia, antes de Cleopatra, se volvió a cerrar. En 1989, el arqueólogo Donald Ryan la reabrió. Le llamaba la atención que la momia estuviera en una pose reservada a la realeza, con un brazo cruzado sobre el pecho y otras pistas, como que hubiera restos de un sarcófago con muestras de haber estado cubierto de oro.

Pero no ha sido hasta ahora que se ha podido establecer, sin género de dudas, la identidad de la mítica reina. Las pruebas que ha ofrecido el equipo de Hawass son fundamentalmente dos: la momia tiene un molar roto conservando una de las raíces, que coincidía perfectamente con un molar hallado en una caja con el nombre de la soberana (y que también contenía un hígado embalsamado, según se pudo determinar con una serie de tomografías axiales computerizadas o escáneres de la momia); y por otro lado, se tomaron muestras de ADN de la momia bien identificada de la abuela de Hatshepsut y se compararon con el de un total de cuatro momias que, según Hawass, tenían características que podrían identificarlas como Hatshepsut. Las pistas llevaron a la momia de esta mujer, que falleció alrededor de los 50 años de edad, tremendamente obesa, con los dientes muy deteriorados y víctima de cáncer en los huesos. No de un complot de asesinato por parte de su sucesor (al que ella usurpó el trono), como durante mucho tiempo creyeron algunos estudiosos.

Divorcio

Hubo muchas soberanas en Egipto, antes y después de Hatshepsut, pero lo que distinguió a esta reina fue el que asumiera totalmente el papel de faraón como hombre, usando ropa masculina y la larga barba ceremonial de madera, y haciendo que se hablara de ella alternativamente como hombre y como mujer, y que se le representara como un faraón más.

La mujer en Egipto, al menos en las clases dirigentes, tenía en general una posición muy superior a la que estaba destinada a ellas en otras culturas, pues aunque se consideraba indudablemente que la cabeza del hogar era el hombre, la mujer era totalmente igual a él ante la ley, en cuanto a derechos así como en cuanto a responsabilidades. Mientras otras mujeres en las grandes civilizaciones originarias vivían bajo distintos grados de opresión, en el antiguo Egipto las mujeres podían poseer tierras, obtener préstamos, firmar contratos, iniciar un proceso de divorcio, recibir herencia de sus familiares e incluso defenderse ante los tribunales. Todo ello además de ser la responsable del gobierno de la casa y de ocuparse de la descendencia de la familia.

En el mundo de la religión, esencial para la vida social, política y económica del antiguo Egipto, la mujer jugaba un papel de gran importancia, como sacerdotisas u oficiantes en diversas ceremonias, interpretando música y ostentando títulos relacionados con los dioses, de modo cambiante a lo largo de la historia. Pero la esencia de lo femenino estaba también incorporada, de modo importante, en la enorme cantidad de diosas de su panteón, como la enigmática Hathor, diosa del cielo nocturno; Neith, diosa del principio, el más allá y el final, e Isis la escribana de los dioses.

Pero lo que denominamos el 'antiguo Egipto' es una sucesión histórica de 3.500 años, desde las primeras dinastías hasta la muerte de Cleopatra e incluso la dominación romana, y en un lapso de tiempo tan prolongado hubo constantes cambios y una evolución a la que no hace justicia la visión estática de un Egipto igual a lo largo de toda su historia, que se tiene desde el presente. Así, las peculiaridades de Egipto las destacan los informes realizados por otras culturas contemporáneas que aun perduran.

Para Herodoto, por ejemplo, es notable que las mujeres vayan al mercado y comercien mientras que los hombres se quedan en casa y tejen, y en general los atenienses veían con desconfianza la libertad de las mujeres egipcias, especialmente si habían llegado a regir el reino, cosa inimaginable en la Grecia clásica.

En ese entorno singular para las mujeres, Hatshepsut reinó, levantó obeliscos como su padre, reparó templos, construyó un singular templo mortuorio en Deir al-Bahri, que aún hoy puede visitarse, condujo a sus ejércitos en algunas campañas en Nubia y envió una expedición comercial a la legendaria Tierra de Punt (probablemente en lo que hoy es Somalia) antes de morir y dejar que finalmente ascendiera al trono su hijastro, quedando como una momia anónima. Hasta ahora.

Las otras soberanas

Como reinas o regentes, o como equivalentes a faraones, aunque sólo Hatshepsut asumió el título, puede haber gobernado Egipto una docena de mujeres: Merytneith, de la primera dinastía, alrededor del 3000 antes de nuestra era, enterrada con los honores de los reyes; Nimaethap, reina madre de Djoser en la tercera dinastía; Khentkaus, madre de dos reyes en la cuarta dinastía y posible regente; la anónima esposa de Djedkare-Izezi, de la quinta dinastía; Ankhnesmeryre, probable regente de su hijo Pepi II en la sexta dinastía; Nitocris, al final también de la sexta dinastía; Sobeknefru, soberana en la decimosegunda dinastía; Ashotep, de la decimoctava dinastía; Nefertiti, posible reina a la muerte de su esposo Akhenatón; Tausret, regente de su hijo en la decimonovena dinastía, y Cleopatra VII, la última de los Ptolomeos.

Texto: MAURICIO JOSÉ SCHWARZ

Los egipcios de época romana importaban plomo de las minas de Río Tinto en Huelva para la elaboración de pigmento rojo

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Recientes análisis de fluorescencia con rayos- X, efectuados por el Museo de Brooklyn, sobre una momia egipcia de época romana denominada “Demetrios”, datada entre el año 94-100 de nuestra era, revelarían, por su perfil químico, la utilización de plomo proveniente de Río Tinto (Huelva) para la elaboración del pigmento rojo con el que fue pintada las vendas de Lino y el sarcófago de madera que envolvían y guardaban a este personaje.

El plomo era utilizado en esta zona de amplia tradición minera (más de 5000 años)
para la fundición de la Plata, de la que era gran productora en tiempos del Imperio romano.

El escáner confirma que “Demetrios” murió con una edad aproximada de 50 años. Sus huesos muestran poco desgaste o deformación, por ello se le supone una posición acomodada, lejos de los duros trabajos realizados por los esclavos. Además, este tipo de pigmentos de importación, eran productos caros por su exotismo, al alcance de pocos bolsillos. Este tipo de momias pintadas de rojo, son excepcionalmente raras, siendo tan sólo conocidas otras 10 de características similares en el mundo. A diferencia de los hombres, las momias de esta época, de mujeres, es multicolor.

El pigmento así obtenido era altamente tóxico, muy venenoso. Por esto, se piensa que pudieron utilizarlo para proteger de acciones externas como; parásitos, etc. al sarcófago y la momia para su preservación.

Cuándo finalicen los estudios sobre ésta y otra momias de animales de la colección del museo, estas, se exhibirán en el Museo de Arte de Indianápolis, en la exposición denominada “Vivir Siempre”


(2) Mummy Was Painted Red With Spanish Lead

Jennifer Viegas, Discovery News

Aug. 14, 2007 — Egyptian mummies may be more international than previously thought, as analysis of one such mummy in the Brooklyn Museum's collection has revealed a surprising connection to Spain.

The mummy, named "Demetrios," turns out to have been wrapped in linen that was decorated with red pigment containing lead that originated in Spain, according to the museum.

"We now think the ancient Egyptians made very specific material choices for mummy preparation," Lisa Bruno, the museum's lead object conservator, told Discovery News.

"Red was thought to ward off danger," she added, explaining that the lead-based paint is toxic, so the Egyptians might have been fighting poison with poison.

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Photo 1: The Wealthy Gent. This is an image of a virtual reconstruction of the portrait of Demetrios. Demetrios was excavated from a Roman cemetery in Hawara, Egypt in 1911, and is believed to date between 30 B.C. and 395 A.D. The Brooklyn Museum.

Demetrios recently underwent X-ray fluorescence, a process whereby objects and materials are exposed to short wavelength X-rays that excite atoms and cause them to release radiation. This radiation has energy characteristics of the atoms within the object, so the technique helps researchers to determine what chemicals might be present.

Cool Jobs: Mummy-Hunter.

Bruno said the lead painted on Demetrios matches the chemical profile of lead from Spain's Rio Tinto region, which has been a site for silver and other mining operations for over 5,000 years.

She explained that lead is a byproduct of smelting to extract silver. It is then likely that Spain either exported raw lead at the time of Demetrios' death from around 94-100 A.D., or the lead was made into Spanish paint before making its way to Egypt.

"At the time, Egypt was in the Roman Empire, so the finding reveals how widespread trade was throughout the empire," Bruno said. "The mix of cultures probably was not unlike what exists today in Egypt."

Imported materials would have been hard to come by and therefore probably expensive, so Bruno and her team now speculate that Demetrios was a very wealthy individual. "Red shroud mummies," of which Demetrios is an example, are exceptionally rare, with only 10 known to exist in the entire world.

Only males received the full red treatment, with females having just touches of red on their more multicolored linen wrappings.

Red shroud mummies have portraits painted on wood that were placed over the wrapped bodies. Although Demetrios additionally had the number "89" painted on the wood, a CT scan revealed he likely was in his 50's at the time of his death. Bruno said his portrait does indeed look like that of a distinguished gent in his 50's.

Lawrence Boxt, director of cardiac MRI's and CT scans at New York's North Shore University Hospital, supports the theory that Demetrios was wealthy because he "died a quiet, natural death" with little wear and tear on his bones and body, which otherwise would have suggested a typical laborer's life.

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Photo 2: In for Analysis. The mummy, known as Demetrios is directed into scanning machine. Recent X-ray fluorescence performed on the mummy revealed it was decorated in a red coloring that was likely imported from Spain. The Brooklyn Museum.

Boxt even thinks slaves or other workers might have carried around Demetrios, due to the relatively pristine and unused nature of his bones.

Demetrios is just one of many human and animal mummies that will undergo extensive analysis in the coming weeks. The Brooklyn Museum's animal mummy collection is especially diverse, Bruno said, with everything from crocodiles to dogs to an Egyptian mongoose.

After the study, the mummies will form part of a touring exhibit, "To Live Forever," which will open next summer at the Indianapolis Museum of Art.

Link: http://dsc.discovery.com/news/2007/08/14/
mummy_arc.html?category=archaeology