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Terrae Antiqvae

Encuentran un busto de mármol de un Fauno en unas excavaciones de Alcalá la Real

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Foto: Cortesía de Llanillo.com

Un fauno en la fauna arqueológica alcalaína

Hace unas semanas se hallaba en la excavación arqueológica de la “Pensión de Faculdo” la cabeza mutilada de un Fauno, realizada en mármol y fechada en la segunda mitad del siglo III d.C. El ejemplar tiene unos 17 centímetros y se encuentra en aceptables condiciones tras pasar cerca de dos mil años bajo tierra. Al margen del resto del cuerpo, que más que humano sería caprino (a eso se llama zoomorfo), a la cabeza le falta parte de la cornucopia o cornamenta.

Se trata de una buena talla de rostro simétrico y voluptuosos volúmenes, debastada a cincel y trépano, típica de la última producción escultórica del Imperio Romano. La rotunda expresividad del rostro, cuyo gesto parece contener ira a punto de estallar, es heredera de las producciones helenísticas griegas (el Laoconte). Es lo que Miguel Ángel llamó terribilitá, emoción contenida cuyo eco llegaría de nuevo a Alcalá mil trescientos años después en los tenantes del Pilar de los Álamos o en los relieves de la capilla bautismal de Santa María la Mayor. Obras distanciadas por más de un milenio unidas en Alcalá por un mismo espíritu: el clasicismo.

No es la primera gran obra que se encuentra en la Tejuela, topónimo que parece derivar de la palabra ”tégula” (teja) debido a la gran cantidad de tejas romanas que aflorarían en la zona hasta el siglo XVI, momento en que se urbaniza definitivamente. A comienzos del siglo pasado aparecía el famoso Hércules que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, y no es descartable que en esta misma excavación o en futuras aparezcan más restos, puesto que parece que la Alcalá romana era algo más que el pequeño asentamiento de villas rurales que se ha pensado tradicionalmente.

Fauno es un dios en la mitología romana, perteneciente al círculo de Baco (dios del vino), y muy presente en las zonas agrícolas y ganaderas. Se dedicaba a cuidar del ganado y de los campos, por lo que se puede decir que su equivalente en la cultura cristiana es San Isidro.

La nueva joya del museo del Palacio Abacial se encuentra en la sala dedicada a Roma. Merece la pena visitarla.

Fuente: Llanillo.com, 2 de febrero de 2008

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Fauno

En la mitología romana, Fauno (en latín Faunus, ‘el favorecedor’ —de favere— o quizá ‘el portador’ —de fari—) era una de las divinidades más populares y antiguas, los di indigetes, identificado con el griego Pan debido a la similitud de sus atributos.

En las fábulas Fauno aparece como el tercero de los reyes del Lacio, hijo de Pico, nieto de Saturno, y padre de Latino con la ninfa Marica (que también era a veces su madre). Como sus dos predecesores, Fauno había promovido la agricultura y la cría de ganado entre sus súbditos, y también se distinguió como cazador. Igualmente, se creía que en su reinado el arcadio Evandro y Heracles llegaron al Lacio.

Fauno desempeña un papel muy prominente en la historia mítica del Lacio, pues, con independencia de lo que hizo por la agricultura, era considerado uno de los grandes fundadores de la religión del país, por lo que Lactancio le sitúa a la altura de Numa Pompilio. Tras su muerte fue elevado a la posición de deidad tutelar del país, por sus muchos servicios a la agricultura y la ganadería.

Existe la tradición de que Numa, mediante una estratagema, obligó a Pico y a su hijo Fauno a revelarle el secreto de invocar el relámpago desde el cielo (véase «Elicio») y de purificar las cosas golpeándolas con el rayo.

En las Dionisíacas de Nono de Panópolis Fauno acompañaba a Dioniso cuando éste fue a la campaña de la India.

Fauno fue adorado en dos roles diferentes: como el dios de los campos y los pastores, y como una divinidad oracular y profética. Como deidad rústica, era un espíritu bueno del bosque, las llanuras y los campos, y cuando hacía fértil al ganado se le llamaba Inuo (Innuus).

Como dios profético, llamado por el nombre de Fatuo (Fatuus), se creía que revelaba el futuro al hombre, parte en sueños y parte mediante voces de origen desconocido, que eran comunicados a quienes iban a dormir en sus recintos, tumbándose sobre el vellón de los corderos sacrificados. Lo que era Fauno a este respecto al sexo masculino, su esposa Fauna o Faula (a veces considerada su madre o su hija; véase Bona Dea) era al femenino, por lo que llevaban los epítetos Fatuus/Fatua o Fatuellus/Fatuella, derivados de fari (‘hablar’) y fatum (‘hado’, ‘destino’). Se decía que daban sus oráculos en verso saturniano, de lo que quizá pueda inferirse que existieron en el Lacio colecciones de oráculos en esta métrica. W. Warde Fowler sugirió que Fauno es idéntico a Favonio, uno de los dioses-viento romanos (véase «Anemoi»).

Debido a la forma en que daba sus oráculos, se consideraba a Fauno el autor de apariciones espectrales y sonido terroríficos; y por tanto se le describía como un dios lascivo y voluptuoso, que moraba en los bosques y era aficionado a las ninfas.

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Los lugares en los que se daban estos oráculos eran arboledas sagradas: una cerca de Tibur (actual Tívoli), en torno a la fuente Albunea, y otra en el Aventino, cerca de Roma. Los ritos observados en el primer lugar son minuciosamente descritos por Virgilio: un sacerdote ofrecía una oveja y otros sacrificios, y la persona que consultaba el oráculo tenía que dormir una noche sobre la piel de la víctima, dando entonces el dios una respuesta a sus preguntas bien en un sueño o mediante voces sobrenaturales. Ovidio describe ritos parecidos celebrados sobre el Aventino.

En Roma había un templo redondo de Fauno, rodeado por columnas, sobre el monte Celio, y se le construyó otro en el 196 a.C. en la Isla Tiberina, donde se le ofrecían sacrificios el ides de febrero, día en que los Fabii habían perecido en Cremera.

El escritor cristiano Justino Mártir identificó a Fauno con Luperco (‘el que protege del lobo’), el protector del ganado, siguiendo a Livio, que bautizó su aspecto de Inuo como el dios que fue originalmente adorado en la Lupercalia, celebrada en el aniversario de la fundación de su templo (15 de febrero), cuando sus sacerdotes (Luperci) llevaban pieles de cabra y golpeaban a los espectadores con cinturones de piel de cabra.

En el festival de la Faunalia, que se celebraba el 5 de diciembre, la gente del campo con gran alegría y banquetes, hacía referencia a Fauno como dios de la agricultura y el ganado.

Al igual que Pan era acompañado por los Paniskoi, o ‘pequeños Panes’, también se asumía la existencia de muchos faunos (Fauni) además del principal, idea que parece haber tenido su origen en la forma en la que el dios se manifestaba. Estos faunos son genios del bosque salvaje, descritos como monstruos, mitad cabra, y con cuernos.

Fauno pasó gradualmente así a ser identificado con el Pan arcadio, y los faunos como idénticos a los sátiros griegos, los seguidores salvajes y orgiásticamente ebrios de Dioniso; de aquí que Ovidio use la expresión Fauni et Satyri fratres (‘hermanos faunos y sátiros’). Sin embargo, faunos y sátiros eran originalmente criaturas bastante diferentes: ambos tenían cuernos y se parecía a cabras por debajo de la cintura y a humanos por encima de ésta, pero originalmente los sátiros tenían pies humanos y los faunos pezuñas cabrunas.

Como se creía Fauno, y más tarde los Fauni, eran seres alegres y caprichosos, especialmente aficionados a asustar a la gente de diversas formas, no es improbable la conjetura de que Faunus sea un eufemismo relacionado con faveo.

Fuente: Wikipedia

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