Mesoamérica llegaba hasta Zacatecas y Durango, afirma arqueólogo de EU
Foto: Vestigios de La Quemada, en Zacatecas. Alfredo Valadez
Descubren en La Quemada y Chalchihuites vestigios de sociedades organizadas.
Estas ciudades florecieron entre los años 300 y 1100 de nuestra era, dice Peter Jiménez. Se cree que un grupo pequeño proveniente de la zona participó en la fundación de Tula, dice.
Los libros de historia prehispánica en México y América Latina deberán ser modificados muy pronto, al comprobarse que el limite de las culturas mesoamericanas, con su bagaje de conocimientos complejos sobre agricultura, astronomía, medicina y botánica, así como sus rituales ceremoniales y su sociedad organizada, llegaron hasta el estado de Zacatecas y sur de Durango, mucho más al norte de lo que siempre se estimó.
Lo anterior lo aseguró en exclusiva a La Jornada el arqueólogo estadunidense Peter Jiménez, director general de las excavaciones y exploraciones arqueológicas en los sitios de La Quemada y Chalchihuites, zonas arqueológicas ubicadas en los municipios zacatecanos de Villanueva y Chalchihuites, respectivamente, y que hoy se sabe, florecieron entre los años 300 y mil 100 de nuestra era, después del florecimiento de Teotihuacán, pero antes de la aparición de Tula.
El lugar más importante es La Quemada, sitio que sorprende hoy día a una decena de arqueólogos que trabajan en el lugar, por los vestigios y objetos ahí encontrados: una ciudad que albergó a no menos de 30 mil habitantes, asentados en un área de 256 hectáreas, que incluye un complejo centro ceremonial con una fortificación amurallada, en la cúspide de un cerro, donde vivía la clase gobernante.
En este lugar están, según los hallazgos arqueológicos, más de 200 kilómetros de calzadas hechas con piedra, que conectan diversos centros ceremoniales y zonas habitacionales. Con pirámides de regular tamaño, áreas para el juego de pelota y observatorios astronómicos, los pobladores de este sitio, hoy se sabe, practicaron el cultivo del maíz y el frijol, así como el comercio de piedras preciosas y la cacería.
La Quemada
Sobre el origen de la cultura identificada hoy como La Quemada, Peter Jiménez narró que este sitio fue conocido históricamente desde el siglo XVIII, cuando historiadores criollos, antes de la Independencia, lo identificaron como Chicomostoc, asociándolo erróneamente a la peregrinación de los mexicas.
Empero, indicó el también coordinador del museo de sitio que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) concibió hace una década en el lugar, el reciente trabajo arqueológico "ha consistido en ubicar realmente su tiempo real, y sabemos hoy día que sus fechas de inicio de construcción fueron ente los años 300 y 1100 de nuestra era, el periodo clásico y post clásico temprano".
En esencia, dijo Jiménez, "aquí estamos ante una zona interesante: como era un sitio muy alejado del centro de México, La Quemada siempre fue objeto de especulación respecto a si era de origen purépecha, mexica, teotihuacano o tolteca, o sea, todo mundo, nomás faltaba que se tuviera una interpretación maya" de este lugar.
"Lo que sabemos actualmente es que La Quemada surge de un desarrollo local, de gente que estaba aquí, que más o menos entre los años 300 y 400 adquirió una forma de vida aldeana, lo que nosotros conocemos como fase Malpaso. Entonces, en esa época construyeron un centro ceremonial, por lo que la sociedad se hizo más jerarquizada, más compleja."
Sin embargo, reseña el especialista, se ha descubierto que en el lugar existe además una influencia teotihuacana importante, "interesante en la región de Chalchihuites, una zona arqueológica muy cercana a esta -también en el estado de Zacatecas-, sobre todo en la cuestión de la gastronomía, de los marcadores solares de los círculos y cruces en el cerro Chapín, de la triangulación para marcar solsticios y equinoccios, y eso indudablemente es una cosa de los teotihuacanos que estaban saliendo a buscar el lugar donde el sol regresaba".
Es más, indicó Peter Jiménez, "el apogeo de Chalchihuites y La Quemada coincide entre los años 600 y 850 de nuestra era, y eso es precisamente cuando ya no existe Teotihuacán y todavía no existe Tula. Eso es lo que conocemos aquí como periodo del preclásico".
Chalchihiuites
En Chalchihuites han sido descubiertas decenas de minas subterráneas de piedra verde o turquesa, cuyo comercio fue llevado a toda Mesoamérica, hasta el sur del continente. Allí radica parte de su importancia. Y es en esa época que "las minas de Chalchihuites entran en su apogeo, y surgen las construcciones enormes del centro ceremonial de La Quemada, con todas sus calzadas, la parte ritual, ceremonial".
Pero además ha surgido desde este lugar una hipótesis sorprendente: se calcula que para el año 850 de nuestra era, "un pequeño grupo de aquí se va, hay elementos que indicarían que entre toltecas y chichimecas que van a cofundar Tula, hacia el año 900 con los nonoalcas, podría haber una facción de un pequeño grupo de migración de elites de aquí del norte. Y eso es factible, no es posible descartarlo. No era una migración masiva, como anteriormente se le pintaba, sino que era una diáspora pequeña".
Respecto a la necesidad de cambiar el actual "mapa" que ubica a las zonas arqueológicas de La Quemada y Chalchihuites "fuera de Mesoamérica, arriba, en donde empieza el desierto", Peter Jiménez reiteró que esto deberá reformarse, porque "hay que recordar que todavía hay museos en el país que muestran a Mesoamérica, donde se ve a La Quemada fuera de la jugada, pero hoy día sabemos que la vida de la agricultura se expande hacia el año 300 y 400, y sigue casi hasta los límites del norte de Zacatecas y sur de Durango"
Una herramienta que ha ayudado a los arqueólogos a identificar y situar mejor a estas culturas, dentro de la historia prehispánica y mesoamericana, ha sido el comparar la iconografía encontrada en vasijas y ofrendas, con la etnografía que en la actualidad utilizan grupos indígenas del norte de México, como los huicholes, coras y tepehuanos, asentados en el noroccidente del país, conocido como El Nayar, pero que siempre han tenido una tradición de intercambio cultural y económico con los pobladores de esta región de La Quemada.
"Y en La Quemada encontramos en esencia, lo que estamos viendo hoy día, gracias a la etnografía de los grupos del Nayar, con representaciones iconográficas y mitológicas, idénticas a las que existen en La Quemada y Chalchihuites, entre ellas encontramos al águila devorando la serpiente, que tiene que ver con una invocación de secas, para acabar con las lluvias, y no perder las cosechas."
A pesar de todos estos hallazgos, lo sorprendente es que aún falta mucho trabajo arqueológico por hacer, el cual, seguramente, dará mayor sustento a lo expuesto, señaló Peter Jiménez: "Hoy día el polígono que tenemos en La Quemada son 256 hectáreas, y eso es una cosa modesta, solamente para conservar la parte monumental y las áreas habitacionales. De ahí salen aproximadamente 200 kilómetros de calzadas prehispánicas, hechas de piedra, que se vinculan con 230 sitios arqueológicos más, a lo largo y ancho del valle de Malpaso. Entonces tenemos toda una telaraña, con un patrón de asentamiento extenso, descubierto en 20 años de excavaciones, donde apenas hemos explorado 2 por ciento del lugar".
Por ello, día tras día, incluidos sábados y fines de semana, 10 arqueólogos trabajan en sus investigaciones distintas partes del valle de Malpaso, con apoyo económico de los gobiernos municipal y del estado, del INAH y de la Fundación Nacional de Ciencias.
Por: Alfredo Veladez Rodríguez, La Jornada, Zacatecas, México, 22 de abril de 2005
Enlace: http://www.jornada.unam.mx/2005/abr05/050423/a03n1cie.php
Descubren en La Quemada y Chalchihuites vestigios de sociedades organizadas.
Estas ciudades florecieron entre los años 300 y 1100 de nuestra era, dice Peter Jiménez. Se cree que un grupo pequeño proveniente de la zona participó en la fundación de Tula, dice.
Los libros de historia prehispánica en México y América Latina deberán ser modificados muy pronto, al comprobarse que el limite de las culturas mesoamericanas, con su bagaje de conocimientos complejos sobre agricultura, astronomía, medicina y botánica, así como sus rituales ceremoniales y su sociedad organizada, llegaron hasta el estado de Zacatecas y sur de Durango, mucho más al norte de lo que siempre se estimó.
Lo anterior lo aseguró en exclusiva a La Jornada el arqueólogo estadunidense Peter Jiménez, director general de las excavaciones y exploraciones arqueológicas en los sitios de La Quemada y Chalchihuites, zonas arqueológicas ubicadas en los municipios zacatecanos de Villanueva y Chalchihuites, respectivamente, y que hoy se sabe, florecieron entre los años 300 y mil 100 de nuestra era, después del florecimiento de Teotihuacán, pero antes de la aparición de Tula.
El lugar más importante es La Quemada, sitio que sorprende hoy día a una decena de arqueólogos que trabajan en el lugar, por los vestigios y objetos ahí encontrados: una ciudad que albergó a no menos de 30 mil habitantes, asentados en un área de 256 hectáreas, que incluye un complejo centro ceremonial con una fortificación amurallada, en la cúspide de un cerro, donde vivía la clase gobernante.
En este lugar están, según los hallazgos arqueológicos, más de 200 kilómetros de calzadas hechas con piedra, que conectan diversos centros ceremoniales y zonas habitacionales. Con pirámides de regular tamaño, áreas para el juego de pelota y observatorios astronómicos, los pobladores de este sitio, hoy se sabe, practicaron el cultivo del maíz y el frijol, así como el comercio de piedras preciosas y la cacería.
La Quemada
Sobre el origen de la cultura identificada hoy como La Quemada, Peter Jiménez narró que este sitio fue conocido históricamente desde el siglo XVIII, cuando historiadores criollos, antes de la Independencia, lo identificaron como Chicomostoc, asociándolo erróneamente a la peregrinación de los mexicas.
Empero, indicó el también coordinador del museo de sitio que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) concibió hace una década en el lugar, el reciente trabajo arqueológico "ha consistido en ubicar realmente su tiempo real, y sabemos hoy día que sus fechas de inicio de construcción fueron ente los años 300 y 1100 de nuestra era, el periodo clásico y post clásico temprano".
En esencia, dijo Jiménez, "aquí estamos ante una zona interesante: como era un sitio muy alejado del centro de México, La Quemada siempre fue objeto de especulación respecto a si era de origen purépecha, mexica, teotihuacano o tolteca, o sea, todo mundo, nomás faltaba que se tuviera una interpretación maya" de este lugar.
"Lo que sabemos actualmente es que La Quemada surge de un desarrollo local, de gente que estaba aquí, que más o menos entre los años 300 y 400 adquirió una forma de vida aldeana, lo que nosotros conocemos como fase Malpaso. Entonces, en esa época construyeron un centro ceremonial, por lo que la sociedad se hizo más jerarquizada, más compleja."
Sin embargo, reseña el especialista, se ha descubierto que en el lugar existe además una influencia teotihuacana importante, "interesante en la región de Chalchihuites, una zona arqueológica muy cercana a esta -también en el estado de Zacatecas-, sobre todo en la cuestión de la gastronomía, de los marcadores solares de los círculos y cruces en el cerro Chapín, de la triangulación para marcar solsticios y equinoccios, y eso indudablemente es una cosa de los teotihuacanos que estaban saliendo a buscar el lugar donde el sol regresaba".
Es más, indicó Peter Jiménez, "el apogeo de Chalchihuites y La Quemada coincide entre los años 600 y 850 de nuestra era, y eso es precisamente cuando ya no existe Teotihuacán y todavía no existe Tula. Eso es lo que conocemos aquí como periodo del preclásico".
Chalchihiuites
En Chalchihuites han sido descubiertas decenas de minas subterráneas de piedra verde o turquesa, cuyo comercio fue llevado a toda Mesoamérica, hasta el sur del continente. Allí radica parte de su importancia. Y es en esa época que "las minas de Chalchihuites entran en su apogeo, y surgen las construcciones enormes del centro ceremonial de La Quemada, con todas sus calzadas, la parte ritual, ceremonial".
Pero además ha surgido desde este lugar una hipótesis sorprendente: se calcula que para el año 850 de nuestra era, "un pequeño grupo de aquí se va, hay elementos que indicarían que entre toltecas y chichimecas que van a cofundar Tula, hacia el año 900 con los nonoalcas, podría haber una facción de un pequeño grupo de migración de elites de aquí del norte. Y eso es factible, no es posible descartarlo. No era una migración masiva, como anteriormente se le pintaba, sino que era una diáspora pequeña".
Respecto a la necesidad de cambiar el actual "mapa" que ubica a las zonas arqueológicas de La Quemada y Chalchihuites "fuera de Mesoamérica, arriba, en donde empieza el desierto", Peter Jiménez reiteró que esto deberá reformarse, porque "hay que recordar que todavía hay museos en el país que muestran a Mesoamérica, donde se ve a La Quemada fuera de la jugada, pero hoy día sabemos que la vida de la agricultura se expande hacia el año 300 y 400, y sigue casi hasta los límites del norte de Zacatecas y sur de Durango"
Una herramienta que ha ayudado a los arqueólogos a identificar y situar mejor a estas culturas, dentro de la historia prehispánica y mesoamericana, ha sido el comparar la iconografía encontrada en vasijas y ofrendas, con la etnografía que en la actualidad utilizan grupos indígenas del norte de México, como los huicholes, coras y tepehuanos, asentados en el noroccidente del país, conocido como El Nayar, pero que siempre han tenido una tradición de intercambio cultural y económico con los pobladores de esta región de La Quemada.
"Y en La Quemada encontramos en esencia, lo que estamos viendo hoy día, gracias a la etnografía de los grupos del Nayar, con representaciones iconográficas y mitológicas, idénticas a las que existen en La Quemada y Chalchihuites, entre ellas encontramos al águila devorando la serpiente, que tiene que ver con una invocación de secas, para acabar con las lluvias, y no perder las cosechas."
A pesar de todos estos hallazgos, lo sorprendente es que aún falta mucho trabajo arqueológico por hacer, el cual, seguramente, dará mayor sustento a lo expuesto, señaló Peter Jiménez: "Hoy día el polígono que tenemos en La Quemada son 256 hectáreas, y eso es una cosa modesta, solamente para conservar la parte monumental y las áreas habitacionales. De ahí salen aproximadamente 200 kilómetros de calzadas prehispánicas, hechas de piedra, que se vinculan con 230 sitios arqueológicos más, a lo largo y ancho del valle de Malpaso. Entonces tenemos toda una telaraña, con un patrón de asentamiento extenso, descubierto en 20 años de excavaciones, donde apenas hemos explorado 2 por ciento del lugar".
Por ello, día tras día, incluidos sábados y fines de semana, 10 arqueólogos trabajan en sus investigaciones distintas partes del valle de Malpaso, con apoyo económico de los gobiernos municipal y del estado, del INAH y de la Fundación Nacional de Ciencias.
Por: Alfredo Veladez Rodríguez, La Jornada, Zacatecas, México, 22 de abril de 2005
Enlace: http://www.jornada.unam.mx/2005/abr05/050423/a03n1cie.php
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