Reaparece el "Homo antecessor". Nuevos fósiles de Atapuerca avalan que la humanidad desciende de esta especie
EN BUSCA DEL ORIGEN DEL HOMBRE
Por Josep Corbella, La Vanguardia, 24 julio 2004
Seis nuevos fósiles de la especie Homo antecessor descubiertos en la campaña de excavación que termina hoy en Atapuerca refuerzan la hipótesis de que nuestra especie, Homo sapiens, es descendiente directa de esta especie humana que pobló la península Ibérica hace 800.000 años.
Las piezas de Homo antecessor son el botín más importante de seis semanas de excavaciones durante las que más de cien investigadores de ocho países han trabajado en siete yacimientos de la sierra de Atapuerca. A lo largo de la campaña se han recuperado 11.000 fósiles de múltiples especies animales y 4.000 herramientas de piedra fabricadas por las sucesivas especies humanas que poblaron Atapuerca desde hace más de un millón de años hasta la edad media, según informaron ayer los directores de las excavaciones al presentar los resultados de la campaña.
La cosecha 2004 de Homo antecessor está formada por un gran fragmento de parietal -uno de los huesos del cráneo- de unos ocho centímetros de diámetro; por dos falanges, una de una mano y una de un pie, la primera con marcas de haber sido descarnada y devorada por una hiena; y por tres piezas dentales.
Lo que estos fósiles muestran es que 'los Homo antecessor tenían un esqueleto grácil, con los huesos muy finos, muy parecido al nuestro y muy distinto del esqueleto robusto de los neandertales', explica el arqueólogo Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones de Atapuerca. 'Eran antepasados nuestros, y no lo eran de los neandertales'.
Las tres piezas dentales, 'aunque puedan parecer menos espectaculares que el hueso del cráneo, son muy valiosas' para conocer cómo eran y cómo vivían los Homo antecessor, destacó ayer el paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones. La que puede aportar más información es un molar de leche de un niño que murió cuando tenía unos cinco años. Bermúdez de Castro recordó que hace diez años un molar similar de la especie Ardipithecus ramidus, que vivió en África hace 4,5 millones de años, provocó un terremoto en los estudios sobre evolución humana.
Los seis nuevos restos se añaden a otros dos, un parietal y una mandíbula, descubiertos en la campaña de excavación del 2003 y que también tenían un diseño ligero como el del esqueleto humano actual.
'Entre todas las especies humanas descubiertas hasta ahora, el Homo antecessor es el mejor candidato para ser nuestro ancestro directo', sostiene Bermúdez de Castro, aunque advirtió que 'es más una hipótesis que una conclusión: aún falta estudiar los fósiles en detalle'.
Lo poco que se sabe hasta ahora de la especie Homo antecessor se basa en un centenar de fósiles exhumados en una prospección del yacimiento de Gran Dolina de Atapuerca en las campañas de 1994 y 1995, según informó el arqueólogo Robert Sala. Se conoce que su cerebro cubicaba alrededor de un litro, un 25% menos que los 1.300 centímetros cúbicos de la humanidad actual; que eran inmigrantes venidos de África y ocuparon todo el sur de Europa; que tenían una cara moderna como la nuestra, más moderna incluso que la de los neandertales que vivieron 700.000 años más tarde, pero una tecnología arcaica, con herramientas de piedra muy primitivas; y que practicaban el canibalismo.
No hay ningún otro yacimiento en el mundo en el que hayan aparecido fósiles de Homo antecessor. En Atapuerca, una vez terminado el trabajo de prospección en la Gran Dolina, la búsqueda de restos de la especie se interrumpió en 1995 y no se reinició hasta el 2003. Uno de los objetivos prioritarios durante las seis semanas de campaña de este año era precisamente ampliar la colección de restos de Homo antecessor para aclarar qué lugar ocupa en la historia de la evolución humana.
'Empezamos la campaña el 13 de junio y en las cinco primeras semanas no encontramos ni un solo fósil del antecessor. Salieron restos de rinocerontes, de ciervos, de bisontes, de caballos, pero ninguno humano', explicó Jordi Rosell, que dirige la excavación en los sedimentos de hace 800.000 años de Gran Dolina. El antecessor no asomó el parietal hasta el 19 de julio, en la semana final de la campaña. 'Sabemos que tiene que haber más restos de antecessor en el yacimiento, y seguro que aparecerán más, Pero este verano nos ha hecho sufrir hasta el final', admite Rosell.
Los seis nuevos restos refuerzan la propuesta de que los Homo sapiens son descendientes directos del antecessor, pero 'cada vez tenemos más dudas de que los neandertales también vengan del antecessor', señaló Bermúdez de Castro.
Un fragmento de parietal, dos falanges y tres piezas dentales son los fósiles de antecessor descubiertos en esta campaña en Atapuerca, que avalan la teoría de que el hombre viene de esta especie.
Esta campaña se han recuperado 11.000 fósiles de animales y 4.000 herramientas de piedra. Los nuevos hallazgos son muy valiosos para saber cómo vivía el Homo antecessor
LA COSECHA DE LA CAMPAÑA 2004
Hoy concluye la campaña 2004 en Atapuerca. Se ha trabajado en siete yacimientos con estos resultados:
GRAN DOLINA. El mayor equipo de excavación, formado por más de 40 personas, ha trabajado aquí en sedimentos de más de 300.000 años de antigüedad; una época en que el lugar estaba ocupado por los Homo heidelbergensis, ancestros de los neandertales. Allí se han recuperado 12.000 fósiles de animales y 3.000 herramientas de piedra. En el mismo yacimiento, pero en un nivel medio millón de años más antiguo, han aparecido los fósiles de Homo antecessor y 25 herramientas de piedra primitivas.
SIMA DE LOS HUESOS. Con una antigüedad de 400.000 años, éste es el yacimiento más rico del mundo en fósiles humanos. Allí es donde los Homo heidelbergensis, ancestros de los neandertales, dejaron los cadáveres de unos 30 individuos, lo que representa la prueba más antigua descubierta en el mundo de pensamiento simbólico relacionado con la muerte. El objetivo prioritario no ha sido buscar fósiles, sino renovar la infraestructura de la excavación para acceder en próximas campañas a niveles del yacimiento hasta ahora inaccesibles. Aun así, han aparecido más de una docena de nuevos fósiles humanos, entre los que destacan un gran fragmento de hueso frontal, otro de cúbito y una vértebra del coxis.
ELEFANTE. Al igual que en la Gran Dolina, aquí han excavado dos equipos. En un nivel de entre 1,1 y 1,5 millones de años de antigüedad han aparecido cientos de huesos de osos, lobos, linces, conejos y aves, entre otros animales. No se han encontrado restos humanos, pero sí dos falanges de ciervo con marcas de corte que indican que la sierra de Atapuerca ya estaba poblada en aquella época. En sedimentos más modernos, de 200.000 años de antigüedad, otro equipo ha hallado múltiples restos de grandes animales como rinocerontes, ciervos o caballos prehistóricos.
HUNDIDERO. A diferencia de otros yacimientos de Atapuerca, Hundidero no corresponde a ninguna cueva prehistórica, sino a una zona que ha estado al aire libre desde hace más de un millón de años. Han aparecido más de 300 herramientas líticas de hace 450.000 años que indican que los humanos prehistóricos no sólo vivían en cuevas, sino que también ocupaban territorios al aire libre.
COVACHA DE LOS ZARPAZOS. Se encuentra en el fondo de una antigua cueva donde los osos, al despertar de la hibernación, arañaban las paredes con sus zarpas. Los humanos que la ocuparon hace entre 300.000 y 400.000 años, pertenecientes a la especie Homo heidelbergensis, dejaron allí un bifaz -una herramienta de piedra sofisticada para la época- y huesos de caballo con marcas de haber sido descarnados, que han aparecido este año.
MIRADOR. Con el objetivo de reconstruir la transición entre el paleolítico y el neolítico en la península Ibérica, se han excavado aquí sedimentos de los últimos 10.000 años, donde han aparecido abundantes restos de huesos y fragmentos de cerámica. El Mirador ofrece la secuencia arqueológica más completa del neolítico en la meseta española. La transición paleolítico-neolítico se observa por un abrupto cambio de color en los sedimentos de 6.700 años de antigüedad.
PORTALÓN. En Portalón, como en Mirador, se excava en busca de la transición del paleolítico al neolítico. No se ha llegado aún al nivel de la transición, pero en esta campaña han aparecido numerosas piezas de cerámica que abarcan desde el neolítico hasta la época medieval, instrumentos tallados con hueso y restos de fauna.
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Un estudio español permite determinar por primera vez el origen del habla en los humanos
Por José Manuel Nieves, ABC, 22 junio 2004
Los humanos que habitaron la sierra de Atapuerca hace 350.000 años tenían una capacidad auditiva similar a la del hombre moderno. Quizá también hablaban igual.
En ocasiones, la línea que separa un misterio de un problema científico es tan delgada que ambos términos pueden llegar a confundirse. Y eso a pesar de que la diferencia entre los dos conceptos es fundamental: un misterio no se puede estudiar, un problema sí. La ciencia consiste, a menudo, en el arte sutil de convertir misterios en problemas, es decir, transformar lo incomprensible en algo que podamos abordar y analizar con las herramientas de nuestra mente. Eso es exactamente lo que acaba de hacer un equipo de científicos españoles, encabezado por los paleontólogos Ignacio Martínez y Juan Luis Arsuaga, y los ingenieros de Telecomunicaciones Manuel Rosa y Pilar Jarabo. Ellos, junto a un grupo multidisciplinar de investigadores, han conseguido convertir el misterio del origen del habla humana en un problema científico que, a partir de ahora, se podrá estudiar. Los resultados de este revolucionario trabajo, punto de partida para nuevas investigaciones, se publican hoy en «Proceedings», órgano de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Saber cuándo y en qué modo los humanos adquirimos la capacidad de transmitir conceptos complejos a través de un lenguaje articulado no es una cuestión banal, sino que está relacionada con el origen mismo de aquello que nos distingue del resto de las criaturas vivientes: nuestra mente simbólica. Tener la capacidad de transmitir ideas a nuestros semejantes implica la necesidad de que esas ideas existan previamente, y de que haya, por lo tanto, un cerebro lo suficientemente desarrollado para producirlas. La capacidad de hablar, de transmitir esas ideas, requiere además de unas características físicas determinadas, especialmente diseñadas para aprovechar esas extraordinarias facultades intelectuales.
Sin pruebas directas
Desde hace décadas, los científicos intentan buscar las pruebas que les permitan establecer con exactitud cuándo los humanos adquirieron esta inusual capacidad que es el habla. La falta de pruebas físicas directas (el aparato fonador, hecho de cartílagos, tendones y tejido muscular, no fosiliza y no produce restos que se puedan estudiar) les ha llevado, por una parte, a la búsqueda de «pruebas circunstanciales» que demuestren la existencia de una mente simbólica, y por otro a exagerar, quizá, la importancia de las pocas evidencias físicas a las que el tiempo ha permitido llegar hasta nosotros. Ejemplos de la primera tendencia pueden ser el estudio de las sociedades primitivas, con el cuidado de los más débiles, su uso de la tecnología, la aparición del arte o los primeros enterramientos, signos todos de la existencia de un tipo de mente «humana».
La segunda tendencia se refleja en la búsqueda, en los cráneos fósiles de nuestros antepasados, de las zonas del cerebro que hoy sabemos relacionadas con el lenguaje, las áreas de Broca y de Wernike, además de la forma y localización de un pequeño hueso, el hioides, que sirve de anclaje a los músculos de la lengua y cuya posición está íntimamente relacionada con la situación de la laringe y, por tanto, con nuestra capacidad de hablar.
Ninguna de estas «pruebas», sin embargo, ha resultado concluyente, y por eso conviven teorías tan diversas como las que afirman que la mente simbólica (y con ella el habla) surgió «de repente», en una «explosión evolutiva» reciente, con las que, por el contrario, aseguran que se trata de un proceso gradual que se ha desarrollado con lentitud a lo largo del tiempo.
La cuestión estaba en tablas. Ni la biología ni la paleontología podían hacer más. La comunidad científica parecía resignada a que este problema quedara sin una solución, o a que ésta llegara de la mano de un improbable descubrimiento de fósiles en los que las características necesarias para explicar el habla fueran perfectamente reconocibles y medibles.
El otro lado del espejo
«No hay laringes fósiles -explica Juan Luis Arsuaga- pero a nadie se le había ocurrido mirar desde el otro lado del espejo y abordar el problema desde el oído. Nosotros lo hemos hecho, y hemos descubierto que, hace 400.000 años, los habitantes de la sierra de Atapuerca (Homo heidelbergensis) tenían un oído como el nuestro». La idea, en apariencia sencilla, se basa en el hecho de que habla y oído están íntimamente relacionados y en la suposición de que esto significa que se desarrollaron al unísono. El oído es un órgano complejo y delicado, que está adaptado a las necesidades de las diversas especies. Su «sintonización» depende de las necesidades de cada uno.
A diferencia de lo que haría una grabadora, que recoge el sonido circundante sin hacer distinciones, el oído es capaz de filtrar los sonidos, distinguirlos y seleccionarlos. Podemos mantener una conversación fluida incluso cuando hay mucho ruido de fondo. Nuestro aparato auditivo es especialmente sensible a los sonidos emitidos en unas frecuencias determinadas, las que abarcan hasta los 4 kilohertzios, que es precisamente el rango de frecuencias en que tiene lugar el habla humana. Los chimpancés, por citar un ejemplo, están «sintonizados» a frecuencias tanto más bajas (de un kilohertzio) como más altas (8 kilohertzios), y es en estas zonas del espectro sonoro, que son las que usan para comunicarse, donde oyen mejor. Cada especie, pues, adapta su oído a sus propias necesidades.
Modelo eléctrico del oído
Por otra parte, desde los años 60, físicos e ingenieros de telecomunicaciones trabajan en la puesta a punto de modelos eléctricos cada vez más perfeccionados del oído humano, en los cuales es posible reproducir con fidelidad su funcionamiento. Así las cosas, sólo era cuestión de tomar los diversos elementos disponibles y elaborar un procedimiento completamente nuevo para aproximarse al problema, que ya no misterio, del origen del habla.
Una vez realizadas las pruebas comparativas entre humanos modernos y chimpancés (cuya línea evolutiva se separó de la nuestra hace seis millones de años), sólo quedaba hacer lo propio con alguna especie extinta de homo y comprobar si el oído de nuestros antepasados se parecía más al nuestro o al de los simios. El equipo de paleontólogos e ingenieros (del que, además, forman parte los investigadores Ana Gracia, Carlos Lorenzo y Rolf Quam) usó para ello los restos fósiles de cinco homínidos de la Sima de los Huesos, entre ellos el famoso cráneo 5, el más completo que existe en todo el mundo.
Una serie de TAC (Tomografías Axiales Computerizadas) y mucha paciencia fueron necesarias para obtener, a mano, un modelo en 3 D del oído de Homo heidelbergensis, con todas sus medidas anatómicas. Estos datos sirvieron a los ingenieros para realizar un circuito eléctrico de este oído prehistórico al cual, sencillamente, se le realizaron varias audimetrías. La conclusión es que hace más de 350.000 años, los hombres de Atapuerca también oían mejor en frecuencias entre 2 y 4 kilohertzios, las mismas que usamos nosotros. «Tenían alas -apunta Ignacio Martínez-. Ahora sólo falta saber si las usaban para volar...»
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Desde los albores de nuestra especie, las sociedades humanas han celebrado rituales para lograr el apoyo de seres divinos y paliar de esta manera su angustia ante la incertidumbre del futuro.
Por Rosa M. Tristán, El Mundo, 9 abril 2004
Si algo caracteriza a la Semana Santa católica son los ritos, al igual que el Ramadán islámico o las fiestas de iniciación de los masai africanos. ¿Cuándo y cómo surgieron? ¿Cómo comenzaron nuestros antepasados a creer en algo más que en lo que veían sus ojos? Son las preguntas que filósofos, antropólogos y arqueólogos se continúan haciendo y para las que se han buscado, a lo largo de la Historia, infinidad de respuestas.
Desde que en el siglo XVII la ciencia comenzó a separarse de las religiones, mucho se ha avanzado en el conocimiento del Homo sapiens. Según explica el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos en Atapuerca, «con nuestra especie apareció el simbolismo, que alberga ideas y creencias. Las primeras manifestaciones de ese simbolismo son pinturas rupestres de hace 40.000 años, pero quizá no hay pruebas anteriores porque los materiales no eran perdurables».
Arsuaga sólo tiene fósiles para escarbar en el pasado, y así no es fácil averiguar qué pasaba por la mente de nuestros ancestros.De hecho, aunque ya los neanderthales enterraban a sus muertos hace 100.000 años, sigue sin saberse si tal comportamiento, poco práctico, tenía que ver con una devoción.
En Atapuerca, este investigador ha encontrado una acumulación de restos humanos en la Sima de los Huesos -de hace 400.000 años- que ya podría tener un sentido ritual, al igual que el bifaz Excalibur encontrado allí, al que podría atribuirse un significado simbólico. «En definitiva, cuando se toma conciencia de la existencia, aparece la reflexión sobre la muerte, a la que todas las religiones buscan respuesta apoyándose en una resurrección», afirma Arsuaga. Precisamente este acontecimiento es lo que se celebra durante esta Semana Santa, en este caso representado en la figura de Jesucristo.
Pero ¿cómo surgieron esas creencias? El antropólogo Edward Tylor fue el primero en plantear que todo lo religioso de la mente tiene su base en el animismo, fundamentado en experiencias como los sueños, las visiones o la muerte.
Nuestros antepasados serían conscientes de que cuando el cuerpo duerme, una parte de nosotros viaja, habla, se levanta... y esto les llevó a la idea de un ser interior, un alma. Ese espíritu, además, le explicaría el misterio de la muerte, según Tylor.
Ante esta dualidad cuerpo/mente se unieron luego las fuerzas de la naturaleza. El filósofo Gonzalo Puente Ojea apunta que «el hombre subjetivizó acontecimientos naturales, como los huracanes o los cataclismos, e intentó exorcizarlos con rituales mágicos inventados: unos, de protección frente a esas fuerzas incontrolables; otros de súplica». Ritos, según estos antropólogos, que surgieron a raíz de unas creencias que luego la ciencia ha demostrado erróneas, pero que se mantienen hasta hoy en día.
Entre ellos, destacan los de la muerte. Las primeras sociedades humanas ya entendieron el alma como un ente incorpóreo e invisible, mientras el cuerpo era lo que se pudría. «Por ello, todas las religiones desvalorizan los cuerpos a favor de esas almas o espíritus que persisten», recuerda Puente Ojea.
El antropólogo Marvin Harris añade otro dato: «Si permanecen, ¿por qué esos seres espirituales no iban a ayudar al hombre? Todas las culturas poseen un repertorio de técnicas para obtener esa ayuda a sus dioses». Y continúa: «¿Qué menos que pedirles la resurección y la vida eterna?».
Es fácil identificar estos componentes en los ritos católicos que esta semana llenan las calles de nuestras ciudades.
También hay una explicación antropológica para entender a los penitentes que se flagelan el cuerpo durante largas horas. Según Puente Ojea, «son el fruto de una religiosidad desarrollada, a la que se llega porque el cuerpo tiene tabúes que cumplir y se autocastiga si no los cumple, especialmente en lo referente al sexo, lo más peligroso».
De igual modo, las imágenes -grandes figuras que se pasean estos días por las calles- tienen sus precedentes antropológicos en aquellas lejanas pinturas rupestres donde, según el filósofo, ya se representaba la magia de imitación: si pinto una escena de caza exitosa, ocurrirá en realidad.
Otros paralelismos con las sociedades humanas del pasado apoyan la idea de que el cristianismo, como otras religiones, es un compendio de experiencias pasadas. Por ejemplo, entender la Eucaristía como un hecho mágico: se convierte el vino en sangre de Cristo.Y ¿qué decir de los cánticos y las saetas? Muchas etnias africanas siguen cantando a sus espíritus para ganarse sus favores.
«Esa ritualidad asegura el contacto con lo sagrado, con unas supersticiones que nos mantienen en una España prehistórica», reniega Puente Ojea.
Tylor añadiría a ello que, además, los rituales religiosos son actos sociales en los que se pierde la individualidad y sirven para mantener un orden social determinado.
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El análisis de ADN del paleolítico demuestra que Homo sapiens y neandertales no se aparearon.
Un flash-back de 25.000 años. Científicos catalanes extraen el ADN más antiguo de nuestra especie.
Por: JOSEP CORBELLA, La Vanguardia, 13-05-03
En un viaje al pasado de 25.000 años, realizado con modernas técnicas genéticas, un equipo de investigadores italianos y catalanes ha descubierto que los Homo sapiens y los neandertales que convivieron en el paleolítico no se aparearon. Los humanos actuales han heredado el ADN de los Homo sapiens que vivieron en aquella época, pero no han heredado características genéticas de los neandertales.
La investigación tiene algo de Parque Jurásico. Se han cogido fragmentos de fémur y de costilla de dos humanos que vivieron hace 23.000 y 25.000 años, se les ha extraído el ADN y se ha copiado repetidas veces su código genético hasta obtener una cantidad suficiente para poder analizarla. De este modo, se ha obtenido el ADN más antiguo de Homo sapiens nuestra especie hasta la fecha.
A diferencia de lo que ocurre en Parque Jurásico, sin embargo,
esta línea de investigación no permitirá crear neandertales ni otros humanos rescatados del pasado. La razón de ello es que el ADN se degrada con el tiempo y el que se recupera de huesos antiguos no está en condiciones de ser utilizado para concebir un ser vivo.
Para comparar el código genético neandertal con el código sapiens, los investigadores se han centrado en una pequeño fragmento de ADN formado únicamente por 360 pares de bases (las letras del código genético). Es como comparar dos versiones de la Biblia a partir únicamente de un versículo.
Los resultados de la investigación se publicarán esta semana en la edición electrónica de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Los resultados muestran que, entre el humano de hace 23.000 años y los actuales, sólo varían 2,34 de estas 360 letras por término medio. Entre dos europeos actuales cualesquiera, el número medio de diferencias es de 4,35. Por lo tanto, hay menos diferencias entre el humano de hace 25.000 años y los actuales que entre dos humanos actuales cualesquiera. Conclusión: si aquel Homo sapiens del paleolítico vistiera como nosotros y nos lo encontráramos en el metro, no le prestaríamos atención; sería igual que nosotros, explicó ayer Carles Lalueza, biólogo de la Universitat de Barcelona y coautor de la investigación.
Por el contrario, al comparar el ADN del humano de hace 23.000 años con el de cuatro neandertales, el número medio de diferencias es de 24,5. Conclusión: si el humano del paleolítico entrara en el metro acompañado de un neandertal, el neandertal sí nos soprendería, señala Lalueza.
En la investigación, dirigida por Giorgio Bartorelle, de la Universidad de Ferrara (Italia), también ha participado Jaume Bertranpetit, de la Pompeu Fabra.
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Descubrimiento inédito en España.
Arqueólogos barceloneses hallan en una cueva de Dosrius los restos de 160 participantes en una batalla prehistórica.
El estudio revela que los cadáveres son equitativamente tanto de hombres como mujeres y mayoritariamente de adultos y jóvenes.
Efe - Barcelona, 28-05-03
Arqueólogos del Museo de Mataró (Barcelona) han encontrado en el fondo de una cueva de Dosrius más de 25.000 huesos humanos que pertenecen a unos 160 individuos muertos en una batalla prehistórica y, junto a ellos, 68 puntas de flecha de sílex usadas en la contienda, en un hallazgo inédito en España. El sepulcro arqueológico de la Costa de Can Martorell está formado por dos partes: una cámara funeraria precedida por un corredor de acceso, todo ello excavado en la roca; y una antecámara o zona de entrada, formada con grandes piedras megalíticas clavadas verticalmente al suelo.
Las conclusiones de los arqueólogos dictaminan que este yacimiento es único en Cataluña y en general poco común: "por el tipos de sepulcro, por la gran cantidad de personas inhumadas en él -se han documentado más de 25.000 huesos acumulados en el fondo de la cueva-, y por la singularidad y homogeneidad del material arqueológico recuperado, básicamente 68 puntas de flecha de sílex". Además, el estudio final afirma que los cadáveres son equitativamente tanto de hombres como mujeres y mayoritariamente de adultos y jóvenes, un dato que ha sorprendido a los técnicos, porqué en esta época una alta mortalidad en personas de entre 12 y 20 años no era frecuente, ya que si se llegaba sano a la adolescencia la vejez estaba asegurada.
Todos los análisis con carbono 14 realizados en los materiales hallados, comparados con la decoración de algunos trozos de cerámica y la calibración de los anillos de los árboles que rodean el yacimiento, apuntan con seguridad que esta fosa común seria en su totalidad de finales del tercer milenio antes de Cristo -época del calcolítico-, y se trataría de un recinto funerario utilizado en solo una ocasión. Las excavaciones en la cueva de la Costa de Can Martorell, dirigidas por Sara Aliaga, arqueóloga especializada en prehistoria, se hicieron durante cuatro meses en 1995, pero se han necesitado hasta ocho años de investigaciones para presentar las conclusiones de los trabajos entonces realizados.
Pero después de tantos años aún queda un gran misterio por resolver sobre esta cueva: ¿Donde vivían todos estos individuos derrotados por las armas?. Los arqueólogos todavía no han localizado ningún asentamiento humano próximo al hipogeo. Delante de estos nuevos datos, "inéditos en la prehistoria de nuestro país pero no extraños en otros lugares de Europa", los arqueólogos del Museo de Mataró que han trabajado en este yacimiento consideran que este hallazgo puede abrir amplios estudios sobre la violencia de grupos entre los primeros pobladores de España.
Este yacimiento se encontró de forma fortuita en el municipio de Dosrius, a inicios de 1995 cuando un miembro de la sección arqueológica del Museo de Mataró se percató de las grandes piedras verticales de la entrada del recinto, que hasta aquel momento en millares de ocasiones habían servido de punto de descanso para caminantes.
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La Humanidad estuvo al borde de la extinción hace 70.000 años
Nuestra especie estuvo al borde de la extinción hace 70.000 años, en un momento en el que sólo 2.000 humanos modernos habitaban la Tierra. Esta es una de las conclusiones presentadas por un equipo de investigación genética de la Universidad de Stanford (California) y la de Academia de Ciencias de Moscú en la revista 'American Journal of Human genetics'.
Según esta propuesta, la Humanidad pasó por un momento de gran vulnerabilidad que la llevó a un punto crítico. Los investigadores sugieren que un número de habitantes tan bajo como el indicado hizo que toda la población fuera extremadamente vulnerable a enfermedades, conflictos y desastres naturales.
Otra de las conclusiones del artículo es que los 'Homo sapiens' realizaron su primera emigración fuera de África en ese mismo momento de peligro, lo que contradice los hallazgos de restos de humanos modernos en Oriente Próximo datados en más de 100.000 años de antigüedad.
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Los directores de Atapuerca dicen que eran «iguales que nosotros»
«Estos cráneos son totalmente modernos y confirman que nuestro origen es africano», declaró ayer el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro. El codirector de las excavaciones de Atapuerca considera, además, que el hallazgo del grupo de Tim White deja a los neandertales «definitivamente fuera de nuestra genealogía. Fueron un éxito evolutivo en Europa y Asia durante mucho tiempo, eran muy inteligentes y capaces; pero no están entre nuestros ancestros. Fueron una Humanidad paralela que se extinguió».
Bermúdez de Castro destaca que los fósiles de Herto prueban materialmente lo apuntado por la genética: que nuestra especie apareció hace entre 150.000 y 200.000 años. Que la capacidad craneal del macho adulto -1.450 centímetros cúbicos- sea un poco superior a la media de nuestra especie -entre 1.350 y 1.400 centímetros cúbicos- tampoco sorprende al experto.
«La nuestra puede oscilar entre 1.000 y 1.800 centímetros cúbicos. De todos modos, no debe entenderse que, cuanta más capacidad craneal, uno es más inteligente», señala el paleoantropólogo. «Son nuestra especie. Eran ya iguales que nosotros», dice Bermúdez de Castro, con quien coincide Eudald Carbonell, arqueólogo y codirector también de Atapuerca.
Considerar los nuevos fósiles como representativos de una subespecie de 'Homo sapiens' es algo que no tienen tan claro los investigadores españoles, al igual que Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, para quien los rasgos diferenciales en que White y su equipo se han basado para hablar de subespecie no serían tan significativos.
Carbonell no duda en afirmar que estamos ante «un hallazgo extraordinario, único», y destaca la «muy avanzada cultura material» de estas poblaciones de cazadores recolectores, cuya tecnología equivalía a la que habían alcanzado los neandertales en Europa.
Ambos codirectores destacan la importancia de la región del curso medio del río Awash para la evolución de los homínidos. «Es un yacimiento fabuloso», dice el paleoantropólogo. «Es la región más importante del mundo en lo que respecta a la evolución de los homínidos. La que tiene la secuencia más completa», recuerda el arqueólogo.
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El hombre ya vivía en Etiopía hace 160.000 años
Encuentran los fósiles de dos cráneos adultos y uno de un niño de «Homo sapiens», cuya edad les convierte en los primeros abuelos de la humanidad moderna Los humanos de Herto tenían un cerebro algo mayor que el nuestro
La revista «Nature» se hace eco en su portada de hoy de un descubrimiento sensacional; los fósiles de «Homo sapiens» más antiguos, encontrados en Herto, una localidad ubicada a 230 kilómetros al noreste de Addis Ababa, la capital de Etiopía. El equipo compuesto por Tim White y Clark Howell, de la Universidad de California en Berkeley, y el paleoantropólogo Berhane Asfaw, del Servicio de Investigación del Valle del Rift en Etiopía, encontraron los fósiles en 1997. De su interpretación se deduce, afirman los investigadores, que el linaje humano es africano y más antiguo, y que surgió mucho antes de que los neandertales se extinguieran en Europa, por lo que no existiría ninguna «fase neandertal» en nuestra evolución.
Por: Luis Miguel Ariza, La Razón, 12-06-03
Dos cráneos fósiles de adulto y 200 piezas que componen el cráneo de un niño han retrocedido de golpe el origen del linaje humano hasta 160.000 años. Los restos fueron encontrados en un radio de 200 metros a finales de 1997 en la llanura arenosa de Afar, en la localidad de Herto, a 230 kilómetros al noreste de la capital de Etiopía, Addis Ababa, lo que confirma el origen africano del hombre moderno.
El fósil más completo es un cráneo adulto al que le falta la mandíbula inferior. El otro está troceado en un yacimiento arqueológico junto con útiles de piedra y huesos de hipopótamo descarnados. Cesur Pevhlevan, un paleontólogo turco que trabaja en el equipo de Tim White y Berhane Asfaw, fue quien encontró pistas de lo que parece ser el primer ritual funerario de Homo sapiens, examinando los fragmentos del cráneo. Tiene intrigantes marcas paralelas a su perímetro hechas con útiles de piedra, muy diferentes a las que dejan los homínidos al descarnar los cráneos de sus semejantes.
Ritual de la muerte
Asfaw localizó los restos óseos del cráneo del niño, que aparece, en sus bordes, muy limados, lo que sugiere a los investigadores que el cráneo fue preservado y modificado en otro ritual. Es algo diferente, y quizá más humano, de lo que se ve en cráneos de homínidos más antiguos hallados en la misma zona, como el de Bodo, perteneciente a un «Homo erectus», cuyas marcas indican que fue descarnado para obtener alimento.
La anatomía de los cráneos, aunque de aspecto arcaico, es casi un duplicado de la humana. La capacidad craneal del ejemplar mejor conservado es de 1450 centímetros cúbicos, ligeramente por encima al rango del hombre actual (entre 1350 y 1400 centímetros cúbicos). Los hombres de Herto eran humanos con cerebros grandes. Son una subespecie, bautizada como «Homo sapiens idàltu», término último que en lenguaje Afar significa «Mayor».
De acuerdo con las dataciones, la edad de 160.000 años les convierte en los humanos más antiguos, a los que le seguirían los cráneos en Qafzeh y Skhul en Palestina (90.000-130.000 años), otro en Suráfrica de 100.000 años, y otro en Omo, Etiopía, de 100.000 años. La datación de los hombres de Herto se basa en los análisis de los isótopos de Argón al calentar con un láser las capas volcánicas donde fueron encontrados.
Un invento evolutivo rápido
El hallazgo está ubicado en un lugar de ensueño: Etiopía, y concretamente Middle Awash. Aquí fue donde Donald Johanson encontró a «Lucy», la hembra de australopiteco de 3,2 millones de años («Australopithecus afarensis») conside- rada como «la madre de la humanidad», y cuyo apellido ha hecho famosos a los miembros de la tribu Afar. «Los fósiles muestran que esta zona de África fue habitada por una serie de ancestros humanos desde «Ardipithecus» hace seis millones de años hasta los hombres de Herto, hace 160.000 años. Esta sucesión no tiene igual en ninguna otra zona de investigación», ha declarado Tim White. Su equipo excava allí tres meses al año desde 1981.
El paleoantropólogo español Juan Luis Arsuaga, co-director del equipo de Atapuerca, conoce muy bien los fósiles de White y la zona. Su equipo proporcionó una significativa base de datos al equipo de White cuando encontraron los fósiles.
«El hallazgo está bien datado y confirma que se trata de un «Homo sapiens», alguien de nuestra especie», explica Arsuaga a LA RAZÓN. «En mi opinión, el ser humano representa un diseño nuevo, no gradual, y apareció en poco tiempo, quizá en poblaciones pequeñas».
El origen africano del hombre de Herto muestra, según Clark Howell «que los humanos surgieron en África antes de que los neandertales europeos desaparecieran de Europa, por lo que no existe una fase neandertal en la evolución humana».
El hallazgo apoya el origen africano del «Homo sapiens», que colonizaría después Europa, desplazando a los neandertales. La hipótesis multirregional, en cambio, postula que los humanos descendieron de diversas poblaciones arcaicas en varias partes del viejo mundo.
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Tim White: «No podemos descartar que tuvieran prácticas caníbales»
Por: A.A.C., ABC, 12-06-03
El yacimiento etíope de Herto fue descubierto el 16 de noviembre de 1997 cuando el profesor Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, observó la presencia de un cráneo perforado de hipopótamo junto a varias herramientas de piedra en sedimentos arenosos cercanos a esa deshabitada aldea. Once días después, su equipo regresó a ese lugar y poco antes de la hora del almuerzo, se descubrieron los primeros fósiles humanos. Co-director del equipo de investigación Middle Awash, nombre de la región etíope próxima a la depresión de Afar donde trabajan 45 paleontólogos de catorcer países, White es una de las máximas figuras en el campo de la evolución humana.
Fascinado por la prehistoria humana desde niño, cuando buscaba flechas indias en las montañas de San Bernardino (California), White se formó con Richard Leakey y Donald Johanson, dos nombres que están unidos a las célebres pisadas humanas de Laetoli (Kenia) y el esqueleto de la australopiteco afarensis Lucy, respectivamente. A los 28 años, Tim White comenzó una larga sucesión de espectaculares hallazgos sobre nuestros orígenes, entre los que figura la especie Ardipithecus ramidus, un remoto ancestro humano que caminaba erguido en África hace más de cuatro millones de años.
Este investigador de 53 años, con fama de meticuloso en el análisis de los fósiles humanos y metódico en el trabajo de campo, manifestó a ABC desde su despacho en el campus de Berkeley que «la antigüedad y anatomía de los homínidos de Herto son la mejor evidencia fósil de que los humanos modernos surgieron en África».
-¿Qué sintió cuando en noviembre del año 1997 descubrió los primeros fósiles de homínidos en Herto?
-Los restos estaban muy fragmentados y el lugar no había sido aún datado, pero nuestra esperanza era que pudieran aportar algún conocimiento sobre un periodo clave (hace entre 100.000 y 200.000 años) de la evolución humana. Después de mucho trabajo de campo y análisis por un amplio equipo internacional, los fósiles cumplieron las expectativas. Es una buena noticia para todos saber más sobre los primeros miembros de nuestra especie.
-El descubrimiento en África de los predecesores inmediatos de los humanos modernos tiene muchas implicaciones para el estudio y comprensión de la evolución humana. ¿Cuáles son los más relevantes?
-Durante los últimos veinte años, la información genética ha venido indicando que los neandertales eran una rama secundaria de la evolución humana y que Homo sapiens evolucionó en África hace entre 100.000 y 200.000 años. Pero los genes sólo apuntan parentescos, no nos dicen cómo era el aspecto de esos humanos y cómo vivían. Por este motivo necesitábamos las evidencias fósiles, arqueológicas y geocronológicas que ahora hemos encontrado en Etiopía.
-Las herramientas de piedra halladas en el yacimiento de Etiopía sugieren prácticas mortuorias en los primeros Homo sapiens. ¿Puede descartarse la existencia de rituales caníbales?
-No, no puede eliminarse esa posibilidad. La mayoría de los científicos diría que es muy probable, porque esa clase de daños observados en los huesos también se ven en las prácticas humanas modernas relacionadas con el canibalismo. En cualquier caso, al carecer de evidencias de que existía consumo, es muy posible que esos homínidos no comieran la carne de los muertos, sino que sólo la procesaran. Somos, en este aspecto, muy conservadores. De lo que podemos estar seguros es de que existía una modificación posmortem a través de repetidas manipulaciones y realización de marcas en los cráneos.
TIM WHITE.- Paleontólogo de la Universidad de California, en Berkeley, El líder del grupo internacional que ha descubierto los fósiles de los primeros Homo sapiens asegura que aportan información necesaria sobre un periodo clave de la evolución humana.
Enlaces de interés:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_2977000/2977002.stm
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_1771000/1771890.stm
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_1470000/1470785.stm
http://www.archaeologyinfo.com/
Gráficos interactivos en El Mundo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2003/graficos/jun/s2/sapiens.html
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La Cueva del Boquete de Zafarraya prueba la coexistencia entre el neandertal y el hombre moderno
La consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Carmen Calvo, afirmó hoy que los resultados del proyecto de investigación arqueológica, realizado desde principios de los años 80 en la Cueva del Boquete de Zafarraya, prueban que "los neandertales coexistieron con el hombre moderno".
En declaraciones a Europa Press, Calvo explicó que así se pone de manifiesto en el libro, editado por la Consejería de Cultura, dentro de su colección de monografías arqueológicas, titulado 'El Pleistoceno Superior de la Cueva del Boquete de Zafarraya' que recoge los resultados del mencionado proyecto de investigación arqueológica, realizado por Cecilio Barroso Ruiz y su equipo sobre este abrigo natural de la sierra de Alhama, en el término municipal de Alcaucín (Málaga), que sirvió de hábitat temporal a los neandertales.
La consejera de Cultura presentó hoy dicho libro en Lucena (Córdoba), dado que en su término municipal se ubica la Cueva del Angel, "que está relacionada plenamente con la del Boquete de Zafarraya, al tratarse de un yacimiento excepcional del Pleistoceno Medio, con lo que estamos ante dos yacimientos arqueológicos importantísimos, junto con el de Gibraltar, para entender en el mundo la famosa teoría del Estrecho, es decir, de como pasaron los primeros homínidos desde Africa, donde tuvieron su origen, hasta Europa".
De hecho, Calvo afirmó que, "a raíz de los resultados de las dos campañas arqueológicas realizadas, la del año pasado y la que está en curso, en la Cueva del Angel, cofinanciadas por el Ayuntamiento lucentino y la Consejería de Cultura, se están haciendo descubrimientos, por los mismos equipos que han trabajado en la Cueva del Boquete de Zafarraya, que indican que aquí podremos obtener información sobre la primera aparición, anatómicamente hablando, del hombre moderno".
En este sentido, la consejera de Cultura destacó que el estudio de la Cueva del Boquete de Zafarraya viene a paliar algunas de las carencias del registro arqueológico en el Sur de la Península Ibérica, donde, si bien las grandes secuencias estratigráficas de la región confirmaban la pervivencia de los neandertales, se carecía de niveles de transición entre distintos periodos, donde se pudiera observar lo sucedido.
De esta forma, este libro pretende dar conocer mejor su medio de vida, su cultura, su comportamiento y su hábitat, a través de un trabajo multidisciplinar que integra estudios paleoambientales, paleontológicos o palinológicos, que permiten una completa interpretación paleoecológica del yacimiento de la Cueva del Boquete de Zafarraya.
La edición de esta monografía viene, además, a llenar un vacío en la investigación arqueológica, ya que son pocos los trabajos de excavación referidos a este momento -tan sólo Zafarraya y la excavación en la Cueva de la Carihuela; además de los trabajos de los investigadores ingleses en Gibraltar- y las publicaciones son antiguas, por lo que también contribuye en gran medida a actualizar el estado de la investigación sobre el tema en el Sur peninsular.
Dentro de las dos tendencias en las que se agrupa la investigación en torno al Paleolítico Superior Inicial: la continuista o partidaria de una etapa neandertal en la evolución de los humanos y la rupturista, el equipo de investigación coordinado por Cecilio Barroso Ruiz se inscribe dentro del modelo denominado como rupturista, iniciado por M. Boule, que negaba un puesto a los neandertales en la evolución humana.
En nuestros días, los máximos defensores de este modelo son, fundamentalmente, los genetistas, aunque también se encuentran paleoantropólogos y prehistoriadores, que son partidarios de una sustitución abrupta, tanto en el plano cultural como en el físico, partiendo de que el Paleolítico Superior se forma fuera de Europa y llega a ésta a través de los hombres modernos.
RUPTURISMO Y CONTINUISMO
El equipo de trabajo de Zafarraya, basándose en los datos aportados por la excavación, plantea no obstante una nueva hipótesis, un punto intermedio entre la corriente rupturista y la continuista.
Así, la cueva muestra para ellos nuevos puntos de vista sobre el proceso de reemplazamiento de neandertales por poblaciones de hombres modernos, pues las dataciones aportadas por la Cueva del Boquete de Zafarraya -aunque deben ser confirmadas en otros lugares, como la Cueva del Angel- permiten pensar que la coexistencia de ambas poblaciones en la Península Ibérica debió ser muy larga, de al menos 10.000 años.
Ello rompería con el concepto de sustitución rápida y brutal de un grupo por otro, lo que vendría a complicar el panorama del Oeste europeo, en el proceso de poblamiento del hombre moderno.
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El último neandertal
Por: Cecilio Barroso y Francisca Medina, Revista Investigacion y Ciencia, Nº 153 junio 1989, pags. 37 y 38.
En el verano de 1988 y en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas que se venían desarrollando en el sur de la Península Ibérica, en la Cueva del Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga), se desenterró una mandíbula de neandertal que, por su excepcional estado de conservación, se ha considerado una de las mejores piezas encontradas en Europa occidental. Su estudio habrá de enriquecer, sin duda, nuestro conocimiento de los Neandertales y su desaparición.
Situada en el límite septentrional de la comarca malagueña de la Axarquía, la Cueva del Boquete de Zafarraya se localiza en el dominio subbético de las Cordilleras Béticas; en las calizas blancas pisolíticas de la Unidad de Zafarraya, de edad liásica (Jurásico inferior). Tanto estas calizas como las dolomías y las calizas dolomitizadas que conforman la mayor parte de la Sierra de Alhama se encuentran muy tectonizadas, presentando fuerte buzamiento de sus estratos, a favor de uno de los cuales se desarrol la dicha cavidad, representando un hábitat excepcional por la variedad de biotopos que circunscriben dicho lugar.
Las excavaciones, iniciadas en 1981, han permitido obtener una secuencia estratigráfica ligada a un complejo musteriense. Con los estudios realizados sobre el material que ha proporcionado el yacimiento, hemos podido inferir no sólo el tipo de hombre que allí vivió, sino también el modo de vida que desarrolló durante la ocupación de la cueva.
Los restos humanos localizados en el yacimiento corresponden a un fémur fragmentario y a una mandíbula, pertenecientes a Horno sapiens neandertalensis.
Los caracteres del fémur, así como el examen radiográfico y tomográfico, hacen pensar que pudiera haber pertenecido a un varón adulto próximo a la madurez. Esta pieza presenta una característica especial: antes de haber sido abandonada sobre el suelo de la cueva, fue fracturada intencionadamente sobre la diáfisis femoral; esta misma característica se ha observado sobre numerosos huesos largos de animales localizados en el yacimiento. Muy probablemente haya que relacionar este tipo de fractura con la necesidad de extraer la médula.
La mandíbula, perteneciente a un varón que no habría sobrepasado los treinta años de edad, se desenterró con la sínfisis rota a causa de una antigua fractura producida probablemente por la presión de los sedimentos. Salvo una antigua pérdida de sustancia ósea que afecta a la apófisis coronoide derecha, así como el cóndilo izquierdo que ha sufrido una ligera mutilación, la mandíbula está completa y su estado de preservación es excepcional. Conserva in situ toda la dentición, excepto tres piezas que han caído post morten.
El "hombre de Zafarraya" pertenece al mismo tipo de hombre que ya en el 1848 fuera descubierto en la Cueva de Forber Quarry (Gibraltar) y que posteriormente y hasta nuestros días ha visto multiplicarse los hallazgos del mismo, fundamentalmente en Europa y Asia.
Los hombres de Neandertal han pasado por diversas vicisitudes que lo han supuesto desde una rama aberrante en la historia de la humanidad (M. Boule) hasta la consideración actual de subespecie dentro de nuestra propia especie.
El "hombre de Zafarraya" desarrolló sus actividades en tres espacios diferentes. El primero de ellos vendría a estar ocupado por lo que actualmente se denomina Axarqula, con un relieve laberíntico, formado por amplios barrancos y pronunciadas pendientes. El segundo corresponde a los macizos subbéticos que, por su vigoroso relieve (Sierra de Alhama y Sierra Tejeda con su cumbre, el Maroma, de 2065 metros de altitud), actúa de barrera infranqueable entre la Axarquía y el interior. Por último, y a unos 900 metros de altitud y a escasos centenares de metros de la cueva, se localiza el polje de Zafarraya, un amplio llano donde no se observan desniveles apreciables a lo largo de sus treinta kilómetros cuadrados. Esta variedad espacial genera una diferenciación de biotopos que enriquecerá el medio en que se desenvuelve este hombre.
Eran hábiles talladores de la piedra obteniendo su utillaje casi exclusivamente de nódulos de sílex, materia muy abundante en la zona. Por medio de la percusión sobre los núcleos, obtenían lascas sobre las que realizaban sus útiles, en este caso compuestos de raederas, puntas, denticulados, muescas, cuchillos y otros, que vienen a de finir un Musteriense típico.
En toda sociedad depredadora, una de las actividades fundamentales es la caza. En Zafarraya, a través de los restos paleontológicos podemos deducir el tipo de caza desarrollada por este hombre y el carácter de estacionalidad del hábitat. Entre las especies detectadas en el yacimiento, encontramos la Capra pyrenaica, cuyo hábitat natural está centrado en las altas sierras que rodeanel entorno del yacimiento. Caballos, bóvidos, corzos y ciervos habitarían en las zonas boscosas del polje, mientras que 0505, jabalíes y lobos compartirían el hábitat del polje y las zonas de la Axarquía.
El animal mejor documentado en el yacimiento es la cabra, que representa el 85 por ciento de los restos faunísticos; de ellos, las dos terceras partes son de animales cuyas edades oscilan entre los tres y los seis meses. Si tenemos en cuenta que las cabras se aíslan para parir las primeras semanas de abril y que las crías han nacido en mayo, se puede calcular que el hombre cazó en la zona desde finales de junio a noviembre.
La primera conclusión a la que podemos llegar es que los grupos de neandertales que habitaron Zafarraya tenían una caza especializada, concretándose en animales muy jóvenes de cápridos, lo que supondría una utilización de la cueva como hábitat estacional: acudirían a ella en primavera, para abandonarla a principios del otoño, que coincide con una mayor dureza climática.
Entre las poblaciones neandertales que habitaron en Europa y Asia, se ha puesto en evidencia toda una serie de manifestaciones que nos hablan de un pensamiento elevado. La Cueva del Boquete de Zafarraya ha proporcionado una nueva prueba de los rituales -utilizados por los neandertales, siendo la primera vez que se obtienen datos de -este tipo en la Península Ibérica. Así, la mandíbula se depositó en una fosa excavada en el mismo suelo de ocupa-ción y rodeada de un círculo de piedras, cubriéndose posteriormente, por -un pequeño túmulo compuesto de piedras, restos óseos e industriales, que nos hablan de un ritual de enterra,miento ampliamente documentado entre las poblaciones neandertales de Euroasia (Chapelle-Aux-Saints, Le Moustier, La Ferrassie, Monte Circeo, Shanidar IV y otros). Por otro lado, la fractura intencional que presenta el fémur , nos podría sugerir un ritual relacionado -con la antropofagia de estos pueblo- primitivos, lo mismo que sucede en lo yacimientos de Hortus y Kaprina.
Los estudios efectuados sobre los restos de micropaleontologla nos han permitido determinar la existencia en el yacimiento de Microtus cf. brecciencis, Microtus arvalis, Pytymys duodecimcostatus, Apodemus aff. flavicollis y Eliomys quercinus aff. lusitanicus. La correlación que hemos podido establecer entre esta secuencia faunística y la que proporciona el yacimiento del Pleistoceno Superior de Carigúela, si tuado igualmente en el sur de la Península Ibérica, nos permite enmarcar cronológicamente el yacimiento de Zafarraya dentro de un Würm III, en una fase climática caracterizada por una temperatura relativamente templada y húmeda. Si esta datación de carácter relativo se viene a confirmar por otras técnicas de datación, estaríamos en presencia de las últimas poblaciones de Neandertales que habitaron en nuestro planeta. Este hecho que, en principio, puede parecer que cae fuera del contexto cronológico asignado hasta ahora a los Neandertales, corrobora la existencia en todo el litoral mediterráneo español de una larga perduración de las culturas musterienses, así como la tardía presencia de los primeros hombres modernos.
Las culturas del Perigordiense inferior o Chatelperroniense parecen constituir la transición del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior, si no en toda la Península Ibérica, sí al menos en una parte de ella, circunscrita al área cantábrica. Sabemos que, durante los períodos fríos del Wúrm III, la región cantábrica recibió el influjo de las corrientes culturales procedentes del Perigord francés. No conocemos todavía el proceso de sustitución del Musteriense por el Chatelperroniense; en el sudeste francés, parece quedar demostrado que esta última cultura es el re sultado de una evolución local del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior, cambios que operarían los propios neandertales. La región mediterránea peninsular se aleja de la cantábrica: en aquélla, apenas si está esbozado el Chatelperroniense, localizándose en Cataluña como zona de contacto entre el sudeste de Francia y el noreste de la Península Ibérica.
Será con la presencia del Auriñacien se cuando asistamos a la llegada de hombres modernos a la Península Ibérica. Lo mismo que ocurría con el período anterior, la región más sensible a las nuevas corrientes, y donde mayor presión ejercerán las nuevas poblaciones, será la cantábrica. En el sudeste de Francia ese episodio acontece hacia el 34.000; en la Península Ibérica, se produce unos miles de años más tarde. Durante este período se sustituirán probablemente los últimos grupos neandertales del sur de España (último lugar colonizado por los nuevos hombres), que continuaban con sus propias tradiciones culturales, al margen de lo que estaba ocurriendo en el resto del continente.
Por Josep Corbella, La Vanguardia, 24 julio 2004
Seis nuevos fósiles de la especie Homo antecessor descubiertos en la campaña de excavación que termina hoy en Atapuerca refuerzan la hipótesis de que nuestra especie, Homo sapiens, es descendiente directa de esta especie humana que pobló la península Ibérica hace 800.000 años.
Las piezas de Homo antecessor son el botín más importante de seis semanas de excavaciones durante las que más de cien investigadores de ocho países han trabajado en siete yacimientos de la sierra de Atapuerca. A lo largo de la campaña se han recuperado 11.000 fósiles de múltiples especies animales y 4.000 herramientas de piedra fabricadas por las sucesivas especies humanas que poblaron Atapuerca desde hace más de un millón de años hasta la edad media, según informaron ayer los directores de las excavaciones al presentar los resultados de la campaña.
La cosecha 2004 de Homo antecessor está formada por un gran fragmento de parietal -uno de los huesos del cráneo- de unos ocho centímetros de diámetro; por dos falanges, una de una mano y una de un pie, la primera con marcas de haber sido descarnada y devorada por una hiena; y por tres piezas dentales.
Lo que estos fósiles muestran es que 'los Homo antecessor tenían un esqueleto grácil, con los huesos muy finos, muy parecido al nuestro y muy distinto del esqueleto robusto de los neandertales', explica el arqueólogo Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones de Atapuerca. 'Eran antepasados nuestros, y no lo eran de los neandertales'.
Las tres piezas dentales, 'aunque puedan parecer menos espectaculares que el hueso del cráneo, son muy valiosas' para conocer cómo eran y cómo vivían los Homo antecessor, destacó ayer el paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones. La que puede aportar más información es un molar de leche de un niño que murió cuando tenía unos cinco años. Bermúdez de Castro recordó que hace diez años un molar similar de la especie Ardipithecus ramidus, que vivió en África hace 4,5 millones de años, provocó un terremoto en los estudios sobre evolución humana.
Los seis nuevos restos se añaden a otros dos, un parietal y una mandíbula, descubiertos en la campaña de excavación del 2003 y que también tenían un diseño ligero como el del esqueleto humano actual.
'Entre todas las especies humanas descubiertas hasta ahora, el Homo antecessor es el mejor candidato para ser nuestro ancestro directo', sostiene Bermúdez de Castro, aunque advirtió que 'es más una hipótesis que una conclusión: aún falta estudiar los fósiles en detalle'.
Lo poco que se sabe hasta ahora de la especie Homo antecessor se basa en un centenar de fósiles exhumados en una prospección del yacimiento de Gran Dolina de Atapuerca en las campañas de 1994 y 1995, según informó el arqueólogo Robert Sala. Se conoce que su cerebro cubicaba alrededor de un litro, un 25% menos que los 1.300 centímetros cúbicos de la humanidad actual; que eran inmigrantes venidos de África y ocuparon todo el sur de Europa; que tenían una cara moderna como la nuestra, más moderna incluso que la de los neandertales que vivieron 700.000 años más tarde, pero una tecnología arcaica, con herramientas de piedra muy primitivas; y que practicaban el canibalismo.
No hay ningún otro yacimiento en el mundo en el que hayan aparecido fósiles de Homo antecessor. En Atapuerca, una vez terminado el trabajo de prospección en la Gran Dolina, la búsqueda de restos de la especie se interrumpió en 1995 y no se reinició hasta el 2003. Uno de los objetivos prioritarios durante las seis semanas de campaña de este año era precisamente ampliar la colección de restos de Homo antecessor para aclarar qué lugar ocupa en la historia de la evolución humana.
'Empezamos la campaña el 13 de junio y en las cinco primeras semanas no encontramos ni un solo fósil del antecessor. Salieron restos de rinocerontes, de ciervos, de bisontes, de caballos, pero ninguno humano', explicó Jordi Rosell, que dirige la excavación en los sedimentos de hace 800.000 años de Gran Dolina. El antecessor no asomó el parietal hasta el 19 de julio, en la semana final de la campaña. 'Sabemos que tiene que haber más restos de antecessor en el yacimiento, y seguro que aparecerán más, Pero este verano nos ha hecho sufrir hasta el final', admite Rosell.
Los seis nuevos restos refuerzan la propuesta de que los Homo sapiens son descendientes directos del antecessor, pero 'cada vez tenemos más dudas de que los neandertales también vengan del antecessor', señaló Bermúdez de Castro.
Un fragmento de parietal, dos falanges y tres piezas dentales son los fósiles de antecessor descubiertos en esta campaña en Atapuerca, que avalan la teoría de que el hombre viene de esta especie.
Esta campaña se han recuperado 11.000 fósiles de animales y 4.000 herramientas de piedra. Los nuevos hallazgos son muy valiosos para saber cómo vivía el Homo antecessor
LA COSECHA DE LA CAMPAÑA 2004
Hoy concluye la campaña 2004 en Atapuerca. Se ha trabajado en siete yacimientos con estos resultados:
GRAN DOLINA. El mayor equipo de excavación, formado por más de 40 personas, ha trabajado aquí en sedimentos de más de 300.000 años de antigüedad; una época en que el lugar estaba ocupado por los Homo heidelbergensis, ancestros de los neandertales. Allí se han recuperado 12.000 fósiles de animales y 3.000 herramientas de piedra. En el mismo yacimiento, pero en un nivel medio millón de años más antiguo, han aparecido los fósiles de Homo antecessor y 25 herramientas de piedra primitivas.
SIMA DE LOS HUESOS. Con una antigüedad de 400.000 años, éste es el yacimiento más rico del mundo en fósiles humanos. Allí es donde los Homo heidelbergensis, ancestros de los neandertales, dejaron los cadáveres de unos 30 individuos, lo que representa la prueba más antigua descubierta en el mundo de pensamiento simbólico relacionado con la muerte. El objetivo prioritario no ha sido buscar fósiles, sino renovar la infraestructura de la excavación para acceder en próximas campañas a niveles del yacimiento hasta ahora inaccesibles. Aun así, han aparecido más de una docena de nuevos fósiles humanos, entre los que destacan un gran fragmento de hueso frontal, otro de cúbito y una vértebra del coxis.
ELEFANTE. Al igual que en la Gran Dolina, aquí han excavado dos equipos. En un nivel de entre 1,1 y 1,5 millones de años de antigüedad han aparecido cientos de huesos de osos, lobos, linces, conejos y aves, entre otros animales. No se han encontrado restos humanos, pero sí dos falanges de ciervo con marcas de corte que indican que la sierra de Atapuerca ya estaba poblada en aquella época. En sedimentos más modernos, de 200.000 años de antigüedad, otro equipo ha hallado múltiples restos de grandes animales como rinocerontes, ciervos o caballos prehistóricos.
HUNDIDERO. A diferencia de otros yacimientos de Atapuerca, Hundidero no corresponde a ninguna cueva prehistórica, sino a una zona que ha estado al aire libre desde hace más de un millón de años. Han aparecido más de 300 herramientas líticas de hace 450.000 años que indican que los humanos prehistóricos no sólo vivían en cuevas, sino que también ocupaban territorios al aire libre.
COVACHA DE LOS ZARPAZOS. Se encuentra en el fondo de una antigua cueva donde los osos, al despertar de la hibernación, arañaban las paredes con sus zarpas. Los humanos que la ocuparon hace entre 300.000 y 400.000 años, pertenecientes a la especie Homo heidelbergensis, dejaron allí un bifaz -una herramienta de piedra sofisticada para la época- y huesos de caballo con marcas de haber sido descarnados, que han aparecido este año.
MIRADOR. Con el objetivo de reconstruir la transición entre el paleolítico y el neolítico en la península Ibérica, se han excavado aquí sedimentos de los últimos 10.000 años, donde han aparecido abundantes restos de huesos y fragmentos de cerámica. El Mirador ofrece la secuencia arqueológica más completa del neolítico en la meseta española. La transición paleolítico-neolítico se observa por un abrupto cambio de color en los sedimentos de 6.700 años de antigüedad.
PORTALÓN. En Portalón, como en Mirador, se excava en busca de la transición del paleolítico al neolítico. No se ha llegado aún al nivel de la transición, pero en esta campaña han aparecido numerosas piezas de cerámica que abarcan desde el neolítico hasta la época medieval, instrumentos tallados con hueso y restos de fauna.
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Un estudio español permite determinar por primera vez el origen del habla en los humanos
Por José Manuel Nieves, ABC, 22 junio 2004
Los humanos que habitaron la sierra de Atapuerca hace 350.000 años tenían una capacidad auditiva similar a la del hombre moderno. Quizá también hablaban igual.
En ocasiones, la línea que separa un misterio de un problema científico es tan delgada que ambos términos pueden llegar a confundirse. Y eso a pesar de que la diferencia entre los dos conceptos es fundamental: un misterio no se puede estudiar, un problema sí. La ciencia consiste, a menudo, en el arte sutil de convertir misterios en problemas, es decir, transformar lo incomprensible en algo que podamos abordar y analizar con las herramientas de nuestra mente. Eso es exactamente lo que acaba de hacer un equipo de científicos españoles, encabezado por los paleontólogos Ignacio Martínez y Juan Luis Arsuaga, y los ingenieros de Telecomunicaciones Manuel Rosa y Pilar Jarabo. Ellos, junto a un grupo multidisciplinar de investigadores, han conseguido convertir el misterio del origen del habla humana en un problema científico que, a partir de ahora, se podrá estudiar. Los resultados de este revolucionario trabajo, punto de partida para nuevas investigaciones, se publican hoy en «Proceedings», órgano de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Saber cuándo y en qué modo los humanos adquirimos la capacidad de transmitir conceptos complejos a través de un lenguaje articulado no es una cuestión banal, sino que está relacionada con el origen mismo de aquello que nos distingue del resto de las criaturas vivientes: nuestra mente simbólica. Tener la capacidad de transmitir ideas a nuestros semejantes implica la necesidad de que esas ideas existan previamente, y de que haya, por lo tanto, un cerebro lo suficientemente desarrollado para producirlas. La capacidad de hablar, de transmitir esas ideas, requiere además de unas características físicas determinadas, especialmente diseñadas para aprovechar esas extraordinarias facultades intelectuales.
Sin pruebas directas
Desde hace décadas, los científicos intentan buscar las pruebas que les permitan establecer con exactitud cuándo los humanos adquirieron esta inusual capacidad que es el habla. La falta de pruebas físicas directas (el aparato fonador, hecho de cartílagos, tendones y tejido muscular, no fosiliza y no produce restos que se puedan estudiar) les ha llevado, por una parte, a la búsqueda de «pruebas circunstanciales» que demuestren la existencia de una mente simbólica, y por otro a exagerar, quizá, la importancia de las pocas evidencias físicas a las que el tiempo ha permitido llegar hasta nosotros. Ejemplos de la primera tendencia pueden ser el estudio de las sociedades primitivas, con el cuidado de los más débiles, su uso de la tecnología, la aparición del arte o los primeros enterramientos, signos todos de la existencia de un tipo de mente «humana».
La segunda tendencia se refleja en la búsqueda, en los cráneos fósiles de nuestros antepasados, de las zonas del cerebro que hoy sabemos relacionadas con el lenguaje, las áreas de Broca y de Wernike, además de la forma y localización de un pequeño hueso, el hioides, que sirve de anclaje a los músculos de la lengua y cuya posición está íntimamente relacionada con la situación de la laringe y, por tanto, con nuestra capacidad de hablar.
Ninguna de estas «pruebas», sin embargo, ha resultado concluyente, y por eso conviven teorías tan diversas como las que afirman que la mente simbólica (y con ella el habla) surgió «de repente», en una «explosión evolutiva» reciente, con las que, por el contrario, aseguran que se trata de un proceso gradual que se ha desarrollado con lentitud a lo largo del tiempo.
La cuestión estaba en tablas. Ni la biología ni la paleontología podían hacer más. La comunidad científica parecía resignada a que este problema quedara sin una solución, o a que ésta llegara de la mano de un improbable descubrimiento de fósiles en los que las características necesarias para explicar el habla fueran perfectamente reconocibles y medibles.
El otro lado del espejo
«No hay laringes fósiles -explica Juan Luis Arsuaga- pero a nadie se le había ocurrido mirar desde el otro lado del espejo y abordar el problema desde el oído. Nosotros lo hemos hecho, y hemos descubierto que, hace 400.000 años, los habitantes de la sierra de Atapuerca (Homo heidelbergensis) tenían un oído como el nuestro». La idea, en apariencia sencilla, se basa en el hecho de que habla y oído están íntimamente relacionados y en la suposición de que esto significa que se desarrollaron al unísono. El oído es un órgano complejo y delicado, que está adaptado a las necesidades de las diversas especies. Su «sintonización» depende de las necesidades de cada uno.
A diferencia de lo que haría una grabadora, que recoge el sonido circundante sin hacer distinciones, el oído es capaz de filtrar los sonidos, distinguirlos y seleccionarlos. Podemos mantener una conversación fluida incluso cuando hay mucho ruido de fondo. Nuestro aparato auditivo es especialmente sensible a los sonidos emitidos en unas frecuencias determinadas, las que abarcan hasta los 4 kilohertzios, que es precisamente el rango de frecuencias en que tiene lugar el habla humana. Los chimpancés, por citar un ejemplo, están «sintonizados» a frecuencias tanto más bajas (de un kilohertzio) como más altas (8 kilohertzios), y es en estas zonas del espectro sonoro, que son las que usan para comunicarse, donde oyen mejor. Cada especie, pues, adapta su oído a sus propias necesidades.
Modelo eléctrico del oído
Por otra parte, desde los años 60, físicos e ingenieros de telecomunicaciones trabajan en la puesta a punto de modelos eléctricos cada vez más perfeccionados del oído humano, en los cuales es posible reproducir con fidelidad su funcionamiento. Así las cosas, sólo era cuestión de tomar los diversos elementos disponibles y elaborar un procedimiento completamente nuevo para aproximarse al problema, que ya no misterio, del origen del habla.
Una vez realizadas las pruebas comparativas entre humanos modernos y chimpancés (cuya línea evolutiva se separó de la nuestra hace seis millones de años), sólo quedaba hacer lo propio con alguna especie extinta de homo y comprobar si el oído de nuestros antepasados se parecía más al nuestro o al de los simios. El equipo de paleontólogos e ingenieros (del que, además, forman parte los investigadores Ana Gracia, Carlos Lorenzo y Rolf Quam) usó para ello los restos fósiles de cinco homínidos de la Sima de los Huesos, entre ellos el famoso cráneo 5, el más completo que existe en todo el mundo.
Una serie de TAC (Tomografías Axiales Computerizadas) y mucha paciencia fueron necesarias para obtener, a mano, un modelo en 3 D del oído de Homo heidelbergensis, con todas sus medidas anatómicas. Estos datos sirvieron a los ingenieros para realizar un circuito eléctrico de este oído prehistórico al cual, sencillamente, se le realizaron varias audimetrías. La conclusión es que hace más de 350.000 años, los hombres de Atapuerca también oían mejor en frecuencias entre 2 y 4 kilohertzios, las mismas que usamos nosotros. «Tenían alas -apunta Ignacio Martínez-. Ahora sólo falta saber si las usaban para volar...»
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Desde los albores de nuestra especie, las sociedades humanas han celebrado rituales para lograr el apoyo de seres divinos y paliar de esta manera su angustia ante la incertidumbre del futuro.
Por Rosa M. Tristán, El Mundo, 9 abril 2004
Si algo caracteriza a la Semana Santa católica son los ritos, al igual que el Ramadán islámico o las fiestas de iniciación de los masai africanos. ¿Cuándo y cómo surgieron? ¿Cómo comenzaron nuestros antepasados a creer en algo más que en lo que veían sus ojos? Son las preguntas que filósofos, antropólogos y arqueólogos se continúan haciendo y para las que se han buscado, a lo largo de la Historia, infinidad de respuestas.
Desde que en el siglo XVII la ciencia comenzó a separarse de las religiones, mucho se ha avanzado en el conocimiento del Homo sapiens. Según explica el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos en Atapuerca, «con nuestra especie apareció el simbolismo, que alberga ideas y creencias. Las primeras manifestaciones de ese simbolismo son pinturas rupestres de hace 40.000 años, pero quizá no hay pruebas anteriores porque los materiales no eran perdurables».
Arsuaga sólo tiene fósiles para escarbar en el pasado, y así no es fácil averiguar qué pasaba por la mente de nuestros ancestros.De hecho, aunque ya los neanderthales enterraban a sus muertos hace 100.000 años, sigue sin saberse si tal comportamiento, poco práctico, tenía que ver con una devoción.
En Atapuerca, este investigador ha encontrado una acumulación de restos humanos en la Sima de los Huesos -de hace 400.000 años- que ya podría tener un sentido ritual, al igual que el bifaz Excalibur encontrado allí, al que podría atribuirse un significado simbólico. «En definitiva, cuando se toma conciencia de la existencia, aparece la reflexión sobre la muerte, a la que todas las religiones buscan respuesta apoyándose en una resurrección», afirma Arsuaga. Precisamente este acontecimiento es lo que se celebra durante esta Semana Santa, en este caso representado en la figura de Jesucristo.
Pero ¿cómo surgieron esas creencias? El antropólogo Edward Tylor fue el primero en plantear que todo lo religioso de la mente tiene su base en el animismo, fundamentado en experiencias como los sueños, las visiones o la muerte.
Nuestros antepasados serían conscientes de que cuando el cuerpo duerme, una parte de nosotros viaja, habla, se levanta... y esto les llevó a la idea de un ser interior, un alma. Ese espíritu, además, le explicaría el misterio de la muerte, según Tylor.
Ante esta dualidad cuerpo/mente se unieron luego las fuerzas de la naturaleza. El filósofo Gonzalo Puente Ojea apunta que «el hombre subjetivizó acontecimientos naturales, como los huracanes o los cataclismos, e intentó exorcizarlos con rituales mágicos inventados: unos, de protección frente a esas fuerzas incontrolables; otros de súplica». Ritos, según estos antropólogos, que surgieron a raíz de unas creencias que luego la ciencia ha demostrado erróneas, pero que se mantienen hasta hoy en día.
Entre ellos, destacan los de la muerte. Las primeras sociedades humanas ya entendieron el alma como un ente incorpóreo e invisible, mientras el cuerpo era lo que se pudría. «Por ello, todas las religiones desvalorizan los cuerpos a favor de esas almas o espíritus que persisten», recuerda Puente Ojea.
El antropólogo Marvin Harris añade otro dato: «Si permanecen, ¿por qué esos seres espirituales no iban a ayudar al hombre? Todas las culturas poseen un repertorio de técnicas para obtener esa ayuda a sus dioses». Y continúa: «¿Qué menos que pedirles la resurección y la vida eterna?».
Es fácil identificar estos componentes en los ritos católicos que esta semana llenan las calles de nuestras ciudades.
También hay una explicación antropológica para entender a los penitentes que se flagelan el cuerpo durante largas horas. Según Puente Ojea, «son el fruto de una religiosidad desarrollada, a la que se llega porque el cuerpo tiene tabúes que cumplir y se autocastiga si no los cumple, especialmente en lo referente al sexo, lo más peligroso».
De igual modo, las imágenes -grandes figuras que se pasean estos días por las calles- tienen sus precedentes antropológicos en aquellas lejanas pinturas rupestres donde, según el filósofo, ya se representaba la magia de imitación: si pinto una escena de caza exitosa, ocurrirá en realidad.
Otros paralelismos con las sociedades humanas del pasado apoyan la idea de que el cristianismo, como otras religiones, es un compendio de experiencias pasadas. Por ejemplo, entender la Eucaristía como un hecho mágico: se convierte el vino en sangre de Cristo.Y ¿qué decir de los cánticos y las saetas? Muchas etnias africanas siguen cantando a sus espíritus para ganarse sus favores.
«Esa ritualidad asegura el contacto con lo sagrado, con unas supersticiones que nos mantienen en una España prehistórica», reniega Puente Ojea.
Tylor añadiría a ello que, además, los rituales religiosos son actos sociales en los que se pierde la individualidad y sirven para mantener un orden social determinado.
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El análisis de ADN del paleolítico demuestra que Homo sapiens y neandertales no se aparearon.
Un flash-back de 25.000 años. Científicos catalanes extraen el ADN más antiguo de nuestra especie.
Por: JOSEP CORBELLA, La Vanguardia, 13-05-03
En un viaje al pasado de 25.000 años, realizado con modernas técnicas genéticas, un equipo de investigadores italianos y catalanes ha descubierto que los Homo sapiens y los neandertales que convivieron en el paleolítico no se aparearon. Los humanos actuales han heredado el ADN de los Homo sapiens que vivieron en aquella época, pero no han heredado características genéticas de los neandertales.
La investigación tiene algo de Parque Jurásico. Se han cogido fragmentos de fémur y de costilla de dos humanos que vivieron hace 23.000 y 25.000 años, se les ha extraído el ADN y se ha copiado repetidas veces su código genético hasta obtener una cantidad suficiente para poder analizarla. De este modo, se ha obtenido el ADN más antiguo de Homo sapiens nuestra especie hasta la fecha.
A diferencia de lo que ocurre en Parque Jurásico, sin embargo,
esta línea de investigación no permitirá crear neandertales ni otros humanos rescatados del pasado. La razón de ello es que el ADN se degrada con el tiempo y el que se recupera de huesos antiguos no está en condiciones de ser utilizado para concebir un ser vivo.
Para comparar el código genético neandertal con el código sapiens, los investigadores se han centrado en una pequeño fragmento de ADN formado únicamente por 360 pares de bases (las letras del código genético). Es como comparar dos versiones de la Biblia a partir únicamente de un versículo.
Los resultados de la investigación se publicarán esta semana en la edición electrónica de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Los resultados muestran que, entre el humano de hace 23.000 años y los actuales, sólo varían 2,34 de estas 360 letras por término medio. Entre dos europeos actuales cualesquiera, el número medio de diferencias es de 4,35. Por lo tanto, hay menos diferencias entre el humano de hace 25.000 años y los actuales que entre dos humanos actuales cualesquiera. Conclusión: si aquel Homo sapiens del paleolítico vistiera como nosotros y nos lo encontráramos en el metro, no le prestaríamos atención; sería igual que nosotros, explicó ayer Carles Lalueza, biólogo de la Universitat de Barcelona y coautor de la investigación.
Por el contrario, al comparar el ADN del humano de hace 23.000 años con el de cuatro neandertales, el número medio de diferencias es de 24,5. Conclusión: si el humano del paleolítico entrara en el metro acompañado de un neandertal, el neandertal sí nos soprendería, señala Lalueza.
En la investigación, dirigida por Giorgio Bartorelle, de la Universidad de Ferrara (Italia), también ha participado Jaume Bertranpetit, de la Pompeu Fabra.
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Descubrimiento inédito en España.
Arqueólogos barceloneses hallan en una cueva de Dosrius los restos de 160 participantes en una batalla prehistórica.
El estudio revela que los cadáveres son equitativamente tanto de hombres como mujeres y mayoritariamente de adultos y jóvenes.
Efe - Barcelona, 28-05-03
Arqueólogos del Museo de Mataró (Barcelona) han encontrado en el fondo de una cueva de Dosrius más de 25.000 huesos humanos que pertenecen a unos 160 individuos muertos en una batalla prehistórica y, junto a ellos, 68 puntas de flecha de sílex usadas en la contienda, en un hallazgo inédito en España. El sepulcro arqueológico de la Costa de Can Martorell está formado por dos partes: una cámara funeraria precedida por un corredor de acceso, todo ello excavado en la roca; y una antecámara o zona de entrada, formada con grandes piedras megalíticas clavadas verticalmente al suelo.
Las conclusiones de los arqueólogos dictaminan que este yacimiento es único en Cataluña y en general poco común: "por el tipos de sepulcro, por la gran cantidad de personas inhumadas en él -se han documentado más de 25.000 huesos acumulados en el fondo de la cueva-, y por la singularidad y homogeneidad del material arqueológico recuperado, básicamente 68 puntas de flecha de sílex". Además, el estudio final afirma que los cadáveres son equitativamente tanto de hombres como mujeres y mayoritariamente de adultos y jóvenes, un dato que ha sorprendido a los técnicos, porqué en esta época una alta mortalidad en personas de entre 12 y 20 años no era frecuente, ya que si se llegaba sano a la adolescencia la vejez estaba asegurada.
Todos los análisis con carbono 14 realizados en los materiales hallados, comparados con la decoración de algunos trozos de cerámica y la calibración de los anillos de los árboles que rodean el yacimiento, apuntan con seguridad que esta fosa común seria en su totalidad de finales del tercer milenio antes de Cristo -época del calcolítico-, y se trataría de un recinto funerario utilizado en solo una ocasión. Las excavaciones en la cueva de la Costa de Can Martorell, dirigidas por Sara Aliaga, arqueóloga especializada en prehistoria, se hicieron durante cuatro meses en 1995, pero se han necesitado hasta ocho años de investigaciones para presentar las conclusiones de los trabajos entonces realizados.
Pero después de tantos años aún queda un gran misterio por resolver sobre esta cueva: ¿Donde vivían todos estos individuos derrotados por las armas?. Los arqueólogos todavía no han localizado ningún asentamiento humano próximo al hipogeo. Delante de estos nuevos datos, "inéditos en la prehistoria de nuestro país pero no extraños en otros lugares de Europa", los arqueólogos del Museo de Mataró que han trabajado en este yacimiento consideran que este hallazgo puede abrir amplios estudios sobre la violencia de grupos entre los primeros pobladores de España.
Este yacimiento se encontró de forma fortuita en el municipio de Dosrius, a inicios de 1995 cuando un miembro de la sección arqueológica del Museo de Mataró se percató de las grandes piedras verticales de la entrada del recinto, que hasta aquel momento en millares de ocasiones habían servido de punto de descanso para caminantes.
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La Humanidad estuvo al borde de la extinción hace 70.000 años
Nuestra especie estuvo al borde de la extinción hace 70.000 años, en un momento en el que sólo 2.000 humanos modernos habitaban la Tierra. Esta es una de las conclusiones presentadas por un equipo de investigación genética de la Universidad de Stanford (California) y la de Academia de Ciencias de Moscú en la revista 'American Journal of Human genetics'.
Según esta propuesta, la Humanidad pasó por un momento de gran vulnerabilidad que la llevó a un punto crítico. Los investigadores sugieren que un número de habitantes tan bajo como el indicado hizo que toda la población fuera extremadamente vulnerable a enfermedades, conflictos y desastres naturales.
Otra de las conclusiones del artículo es que los 'Homo sapiens' realizaron su primera emigración fuera de África en ese mismo momento de peligro, lo que contradice los hallazgos de restos de humanos modernos en Oriente Próximo datados en más de 100.000 años de antigüedad.
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Los directores de Atapuerca dicen que eran «iguales que nosotros»
«Estos cráneos son totalmente modernos y confirman que nuestro origen es africano», declaró ayer el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro. El codirector de las excavaciones de Atapuerca considera, además, que el hallazgo del grupo de Tim White deja a los neandertales «definitivamente fuera de nuestra genealogía. Fueron un éxito evolutivo en Europa y Asia durante mucho tiempo, eran muy inteligentes y capaces; pero no están entre nuestros ancestros. Fueron una Humanidad paralela que se extinguió».
Bermúdez de Castro destaca que los fósiles de Herto prueban materialmente lo apuntado por la genética: que nuestra especie apareció hace entre 150.000 y 200.000 años. Que la capacidad craneal del macho adulto -1.450 centímetros cúbicos- sea un poco superior a la media de nuestra especie -entre 1.350 y 1.400 centímetros cúbicos- tampoco sorprende al experto.
«La nuestra puede oscilar entre 1.000 y 1.800 centímetros cúbicos. De todos modos, no debe entenderse que, cuanta más capacidad craneal, uno es más inteligente», señala el paleoantropólogo. «Son nuestra especie. Eran ya iguales que nosotros», dice Bermúdez de Castro, con quien coincide Eudald Carbonell, arqueólogo y codirector también de Atapuerca.
Considerar los nuevos fósiles como representativos de una subespecie de 'Homo sapiens' es algo que no tienen tan claro los investigadores españoles, al igual que Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, para quien los rasgos diferenciales en que White y su equipo se han basado para hablar de subespecie no serían tan significativos.
Carbonell no duda en afirmar que estamos ante «un hallazgo extraordinario, único», y destaca la «muy avanzada cultura material» de estas poblaciones de cazadores recolectores, cuya tecnología equivalía a la que habían alcanzado los neandertales en Europa.
Ambos codirectores destacan la importancia de la región del curso medio del río Awash para la evolución de los homínidos. «Es un yacimiento fabuloso», dice el paleoantropólogo. «Es la región más importante del mundo en lo que respecta a la evolución de los homínidos. La que tiene la secuencia más completa», recuerda el arqueólogo.
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El hombre ya vivía en Etiopía hace 160.000 años
Encuentran los fósiles de dos cráneos adultos y uno de un niño de «Homo sapiens», cuya edad les convierte en los primeros abuelos de la humanidad moderna Los humanos de Herto tenían un cerebro algo mayor que el nuestro
La revista «Nature» se hace eco en su portada de hoy de un descubrimiento sensacional; los fósiles de «Homo sapiens» más antiguos, encontrados en Herto, una localidad ubicada a 230 kilómetros al noreste de Addis Ababa, la capital de Etiopía. El equipo compuesto por Tim White y Clark Howell, de la Universidad de California en Berkeley, y el paleoantropólogo Berhane Asfaw, del Servicio de Investigación del Valle del Rift en Etiopía, encontraron los fósiles en 1997. De su interpretación se deduce, afirman los investigadores, que el linaje humano es africano y más antiguo, y que surgió mucho antes de que los neandertales se extinguieran en Europa, por lo que no existiría ninguna «fase neandertal» en nuestra evolución.
Por: Luis Miguel Ariza, La Razón, 12-06-03
Dos cráneos fósiles de adulto y 200 piezas que componen el cráneo de un niño han retrocedido de golpe el origen del linaje humano hasta 160.000 años. Los restos fueron encontrados en un radio de 200 metros a finales de 1997 en la llanura arenosa de Afar, en la localidad de Herto, a 230 kilómetros al noreste de la capital de Etiopía, Addis Ababa, lo que confirma el origen africano del hombre moderno.
El fósil más completo es un cráneo adulto al que le falta la mandíbula inferior. El otro está troceado en un yacimiento arqueológico junto con útiles de piedra y huesos de hipopótamo descarnados. Cesur Pevhlevan, un paleontólogo turco que trabaja en el equipo de Tim White y Berhane Asfaw, fue quien encontró pistas de lo que parece ser el primer ritual funerario de Homo sapiens, examinando los fragmentos del cráneo. Tiene intrigantes marcas paralelas a su perímetro hechas con útiles de piedra, muy diferentes a las que dejan los homínidos al descarnar los cráneos de sus semejantes.
Ritual de la muerte
Asfaw localizó los restos óseos del cráneo del niño, que aparece, en sus bordes, muy limados, lo que sugiere a los investigadores que el cráneo fue preservado y modificado en otro ritual. Es algo diferente, y quizá más humano, de lo que se ve en cráneos de homínidos más antiguos hallados en la misma zona, como el de Bodo, perteneciente a un «Homo erectus», cuyas marcas indican que fue descarnado para obtener alimento.
La anatomía de los cráneos, aunque de aspecto arcaico, es casi un duplicado de la humana. La capacidad craneal del ejemplar mejor conservado es de 1450 centímetros cúbicos, ligeramente por encima al rango del hombre actual (entre 1350 y 1400 centímetros cúbicos). Los hombres de Herto eran humanos con cerebros grandes. Son una subespecie, bautizada como «Homo sapiens idàltu», término último que en lenguaje Afar significa «Mayor».
De acuerdo con las dataciones, la edad de 160.000 años les convierte en los humanos más antiguos, a los que le seguirían los cráneos en Qafzeh y Skhul en Palestina (90.000-130.000 años), otro en Suráfrica de 100.000 años, y otro en Omo, Etiopía, de 100.000 años. La datación de los hombres de Herto se basa en los análisis de los isótopos de Argón al calentar con un láser las capas volcánicas donde fueron encontrados.
Un invento evolutivo rápido
El hallazgo está ubicado en un lugar de ensueño: Etiopía, y concretamente Middle Awash. Aquí fue donde Donald Johanson encontró a «Lucy», la hembra de australopiteco de 3,2 millones de años («Australopithecus afarensis») conside- rada como «la madre de la humanidad», y cuyo apellido ha hecho famosos a los miembros de la tribu Afar. «Los fósiles muestran que esta zona de África fue habitada por una serie de ancestros humanos desde «Ardipithecus» hace seis millones de años hasta los hombres de Herto, hace 160.000 años. Esta sucesión no tiene igual en ninguna otra zona de investigación», ha declarado Tim White. Su equipo excava allí tres meses al año desde 1981.
El paleoantropólogo español Juan Luis Arsuaga, co-director del equipo de Atapuerca, conoce muy bien los fósiles de White y la zona. Su equipo proporcionó una significativa base de datos al equipo de White cuando encontraron los fósiles.
«El hallazgo está bien datado y confirma que se trata de un «Homo sapiens», alguien de nuestra especie», explica Arsuaga a LA RAZÓN. «En mi opinión, el ser humano representa un diseño nuevo, no gradual, y apareció en poco tiempo, quizá en poblaciones pequeñas».
El origen africano del hombre de Herto muestra, según Clark Howell «que los humanos surgieron en África antes de que los neandertales europeos desaparecieran de Europa, por lo que no existe una fase neandertal en la evolución humana».
El hallazgo apoya el origen africano del «Homo sapiens», que colonizaría después Europa, desplazando a los neandertales. La hipótesis multirregional, en cambio, postula que los humanos descendieron de diversas poblaciones arcaicas en varias partes del viejo mundo.
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Tim White: «No podemos descartar que tuvieran prácticas caníbales»
Por: A.A.C., ABC, 12-06-03
El yacimiento etíope de Herto fue descubierto el 16 de noviembre de 1997 cuando el profesor Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, observó la presencia de un cráneo perforado de hipopótamo junto a varias herramientas de piedra en sedimentos arenosos cercanos a esa deshabitada aldea. Once días después, su equipo regresó a ese lugar y poco antes de la hora del almuerzo, se descubrieron los primeros fósiles humanos. Co-director del equipo de investigación Middle Awash, nombre de la región etíope próxima a la depresión de Afar donde trabajan 45 paleontólogos de catorcer países, White es una de las máximas figuras en el campo de la evolución humana.
Fascinado por la prehistoria humana desde niño, cuando buscaba flechas indias en las montañas de San Bernardino (California), White se formó con Richard Leakey y Donald Johanson, dos nombres que están unidos a las célebres pisadas humanas de Laetoli (Kenia) y el esqueleto de la australopiteco afarensis Lucy, respectivamente. A los 28 años, Tim White comenzó una larga sucesión de espectaculares hallazgos sobre nuestros orígenes, entre los que figura la especie Ardipithecus ramidus, un remoto ancestro humano que caminaba erguido en África hace más de cuatro millones de años.
Este investigador de 53 años, con fama de meticuloso en el análisis de los fósiles humanos y metódico en el trabajo de campo, manifestó a ABC desde su despacho en el campus de Berkeley que «la antigüedad y anatomía de los homínidos de Herto son la mejor evidencia fósil de que los humanos modernos surgieron en África».
-¿Qué sintió cuando en noviembre del año 1997 descubrió los primeros fósiles de homínidos en Herto?
-Los restos estaban muy fragmentados y el lugar no había sido aún datado, pero nuestra esperanza era que pudieran aportar algún conocimiento sobre un periodo clave (hace entre 100.000 y 200.000 años) de la evolución humana. Después de mucho trabajo de campo y análisis por un amplio equipo internacional, los fósiles cumplieron las expectativas. Es una buena noticia para todos saber más sobre los primeros miembros de nuestra especie.
-El descubrimiento en África de los predecesores inmediatos de los humanos modernos tiene muchas implicaciones para el estudio y comprensión de la evolución humana. ¿Cuáles son los más relevantes?
-Durante los últimos veinte años, la información genética ha venido indicando que los neandertales eran una rama secundaria de la evolución humana y que Homo sapiens evolucionó en África hace entre 100.000 y 200.000 años. Pero los genes sólo apuntan parentescos, no nos dicen cómo era el aspecto de esos humanos y cómo vivían. Por este motivo necesitábamos las evidencias fósiles, arqueológicas y geocronológicas que ahora hemos encontrado en Etiopía.
-Las herramientas de piedra halladas en el yacimiento de Etiopía sugieren prácticas mortuorias en los primeros Homo sapiens. ¿Puede descartarse la existencia de rituales caníbales?
-No, no puede eliminarse esa posibilidad. La mayoría de los científicos diría que es muy probable, porque esa clase de daños observados en los huesos también se ven en las prácticas humanas modernas relacionadas con el canibalismo. En cualquier caso, al carecer de evidencias de que existía consumo, es muy posible que esos homínidos no comieran la carne de los muertos, sino que sólo la procesaran. Somos, en este aspecto, muy conservadores. De lo que podemos estar seguros es de que existía una modificación posmortem a través de repetidas manipulaciones y realización de marcas en los cráneos.
TIM WHITE.- Paleontólogo de la Universidad de California, en Berkeley, El líder del grupo internacional que ha descubierto los fósiles de los primeros Homo sapiens asegura que aportan información necesaria sobre un periodo clave de la evolución humana.
Enlaces de interés:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_2977000/2977002.stm
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_1771000/1771890.stm
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_1470000/1470785.stm
http://www.archaeologyinfo.com/
Gráficos interactivos en El Mundo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2003/graficos/jun/s2/sapiens.html
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La Cueva del Boquete de Zafarraya prueba la coexistencia entre el neandertal y el hombre moderno
La consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Carmen Calvo, afirmó hoy que los resultados del proyecto de investigación arqueológica, realizado desde principios de los años 80 en la Cueva del Boquete de Zafarraya, prueban que "los neandertales coexistieron con el hombre moderno".
En declaraciones a Europa Press, Calvo explicó que así se pone de manifiesto en el libro, editado por la Consejería de Cultura, dentro de su colección de monografías arqueológicas, titulado 'El Pleistoceno Superior de la Cueva del Boquete de Zafarraya' que recoge los resultados del mencionado proyecto de investigación arqueológica, realizado por Cecilio Barroso Ruiz y su equipo sobre este abrigo natural de la sierra de Alhama, en el término municipal de Alcaucín (Málaga), que sirvió de hábitat temporal a los neandertales.
La consejera de Cultura presentó hoy dicho libro en Lucena (Córdoba), dado que en su término municipal se ubica la Cueva del Angel, "que está relacionada plenamente con la del Boquete de Zafarraya, al tratarse de un yacimiento excepcional del Pleistoceno Medio, con lo que estamos ante dos yacimientos arqueológicos importantísimos, junto con el de Gibraltar, para entender en el mundo la famosa teoría del Estrecho, es decir, de como pasaron los primeros homínidos desde Africa, donde tuvieron su origen, hasta Europa".
De hecho, Calvo afirmó que, "a raíz de los resultados de las dos campañas arqueológicas realizadas, la del año pasado y la que está en curso, en la Cueva del Angel, cofinanciadas por el Ayuntamiento lucentino y la Consejería de Cultura, se están haciendo descubrimientos, por los mismos equipos que han trabajado en la Cueva del Boquete de Zafarraya, que indican que aquí podremos obtener información sobre la primera aparición, anatómicamente hablando, del hombre moderno".
En este sentido, la consejera de Cultura destacó que el estudio de la Cueva del Boquete de Zafarraya viene a paliar algunas de las carencias del registro arqueológico en el Sur de la Península Ibérica, donde, si bien las grandes secuencias estratigráficas de la región confirmaban la pervivencia de los neandertales, se carecía de niveles de transición entre distintos periodos, donde se pudiera observar lo sucedido.
De esta forma, este libro pretende dar conocer mejor su medio de vida, su cultura, su comportamiento y su hábitat, a través de un trabajo multidisciplinar que integra estudios paleoambientales, paleontológicos o palinológicos, que permiten una completa interpretación paleoecológica del yacimiento de la Cueva del Boquete de Zafarraya.
La edición de esta monografía viene, además, a llenar un vacío en la investigación arqueológica, ya que son pocos los trabajos de excavación referidos a este momento -tan sólo Zafarraya y la excavación en la Cueva de la Carihuela; además de los trabajos de los investigadores ingleses en Gibraltar- y las publicaciones son antiguas, por lo que también contribuye en gran medida a actualizar el estado de la investigación sobre el tema en el Sur peninsular.
Dentro de las dos tendencias en las que se agrupa la investigación en torno al Paleolítico Superior Inicial: la continuista o partidaria de una etapa neandertal en la evolución de los humanos y la rupturista, el equipo de investigación coordinado por Cecilio Barroso Ruiz se inscribe dentro del modelo denominado como rupturista, iniciado por M. Boule, que negaba un puesto a los neandertales en la evolución humana.
En nuestros días, los máximos defensores de este modelo son, fundamentalmente, los genetistas, aunque también se encuentran paleoantropólogos y prehistoriadores, que son partidarios de una sustitución abrupta, tanto en el plano cultural como en el físico, partiendo de que el Paleolítico Superior se forma fuera de Europa y llega a ésta a través de los hombres modernos.
RUPTURISMO Y CONTINUISMO
El equipo de trabajo de Zafarraya, basándose en los datos aportados por la excavación, plantea no obstante una nueva hipótesis, un punto intermedio entre la corriente rupturista y la continuista.
Así, la cueva muestra para ellos nuevos puntos de vista sobre el proceso de reemplazamiento de neandertales por poblaciones de hombres modernos, pues las dataciones aportadas por la Cueva del Boquete de Zafarraya -aunque deben ser confirmadas en otros lugares, como la Cueva del Angel- permiten pensar que la coexistencia de ambas poblaciones en la Península Ibérica debió ser muy larga, de al menos 10.000 años.
Ello rompería con el concepto de sustitución rápida y brutal de un grupo por otro, lo que vendría a complicar el panorama del Oeste europeo, en el proceso de poblamiento del hombre moderno.
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El último neandertal
Por: Cecilio Barroso y Francisca Medina, Revista Investigacion y Ciencia, Nº 153 junio 1989, pags. 37 y 38.
En el verano de 1988 y en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas que se venían desarrollando en el sur de la Península Ibérica, en la Cueva del Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga), se desenterró una mandíbula de neandertal que, por su excepcional estado de conservación, se ha considerado una de las mejores piezas encontradas en Europa occidental. Su estudio habrá de enriquecer, sin duda, nuestro conocimiento de los Neandertales y su desaparición.
Situada en el límite septentrional de la comarca malagueña de la Axarquía, la Cueva del Boquete de Zafarraya se localiza en el dominio subbético de las Cordilleras Béticas; en las calizas blancas pisolíticas de la Unidad de Zafarraya, de edad liásica (Jurásico inferior). Tanto estas calizas como las dolomías y las calizas dolomitizadas que conforman la mayor parte de la Sierra de Alhama se encuentran muy tectonizadas, presentando fuerte buzamiento de sus estratos, a favor de uno de los cuales se desarrol la dicha cavidad, representando un hábitat excepcional por la variedad de biotopos que circunscriben dicho lugar.
Las excavaciones, iniciadas en 1981, han permitido obtener una secuencia estratigráfica ligada a un complejo musteriense. Con los estudios realizados sobre el material que ha proporcionado el yacimiento, hemos podido inferir no sólo el tipo de hombre que allí vivió, sino también el modo de vida que desarrolló durante la ocupación de la cueva.
Los restos humanos localizados en el yacimiento corresponden a un fémur fragmentario y a una mandíbula, pertenecientes a Horno sapiens neandertalensis.
Los caracteres del fémur, así como el examen radiográfico y tomográfico, hacen pensar que pudiera haber pertenecido a un varón adulto próximo a la madurez. Esta pieza presenta una característica especial: antes de haber sido abandonada sobre el suelo de la cueva, fue fracturada intencionadamente sobre la diáfisis femoral; esta misma característica se ha observado sobre numerosos huesos largos de animales localizados en el yacimiento. Muy probablemente haya que relacionar este tipo de fractura con la necesidad de extraer la médula.
La mandíbula, perteneciente a un varón que no habría sobrepasado los treinta años de edad, se desenterró con la sínfisis rota a causa de una antigua fractura producida probablemente por la presión de los sedimentos. Salvo una antigua pérdida de sustancia ósea que afecta a la apófisis coronoide derecha, así como el cóndilo izquierdo que ha sufrido una ligera mutilación, la mandíbula está completa y su estado de preservación es excepcional. Conserva in situ toda la dentición, excepto tres piezas que han caído post morten.
El "hombre de Zafarraya" pertenece al mismo tipo de hombre que ya en el 1848 fuera descubierto en la Cueva de Forber Quarry (Gibraltar) y que posteriormente y hasta nuestros días ha visto multiplicarse los hallazgos del mismo, fundamentalmente en Europa y Asia.
Los hombres de Neandertal han pasado por diversas vicisitudes que lo han supuesto desde una rama aberrante en la historia de la humanidad (M. Boule) hasta la consideración actual de subespecie dentro de nuestra propia especie.
El "hombre de Zafarraya" desarrolló sus actividades en tres espacios diferentes. El primero de ellos vendría a estar ocupado por lo que actualmente se denomina Axarqula, con un relieve laberíntico, formado por amplios barrancos y pronunciadas pendientes. El segundo corresponde a los macizos subbéticos que, por su vigoroso relieve (Sierra de Alhama y Sierra Tejeda con su cumbre, el Maroma, de 2065 metros de altitud), actúa de barrera infranqueable entre la Axarquía y el interior. Por último, y a unos 900 metros de altitud y a escasos centenares de metros de la cueva, se localiza el polje de Zafarraya, un amplio llano donde no se observan desniveles apreciables a lo largo de sus treinta kilómetros cuadrados. Esta variedad espacial genera una diferenciación de biotopos que enriquecerá el medio en que se desenvuelve este hombre.
Eran hábiles talladores de la piedra obteniendo su utillaje casi exclusivamente de nódulos de sílex, materia muy abundante en la zona. Por medio de la percusión sobre los núcleos, obtenían lascas sobre las que realizaban sus útiles, en este caso compuestos de raederas, puntas, denticulados, muescas, cuchillos y otros, que vienen a de finir un Musteriense típico.
En toda sociedad depredadora, una de las actividades fundamentales es la caza. En Zafarraya, a través de los restos paleontológicos podemos deducir el tipo de caza desarrollada por este hombre y el carácter de estacionalidad del hábitat. Entre las especies detectadas en el yacimiento, encontramos la Capra pyrenaica, cuyo hábitat natural está centrado en las altas sierras que rodeanel entorno del yacimiento. Caballos, bóvidos, corzos y ciervos habitarían en las zonas boscosas del polje, mientras que 0505, jabalíes y lobos compartirían el hábitat del polje y las zonas de la Axarquía.
El animal mejor documentado en el yacimiento es la cabra, que representa el 85 por ciento de los restos faunísticos; de ellos, las dos terceras partes son de animales cuyas edades oscilan entre los tres y los seis meses. Si tenemos en cuenta que las cabras se aíslan para parir las primeras semanas de abril y que las crías han nacido en mayo, se puede calcular que el hombre cazó en la zona desde finales de junio a noviembre.
La primera conclusión a la que podemos llegar es que los grupos de neandertales que habitaron Zafarraya tenían una caza especializada, concretándose en animales muy jóvenes de cápridos, lo que supondría una utilización de la cueva como hábitat estacional: acudirían a ella en primavera, para abandonarla a principios del otoño, que coincide con una mayor dureza climática.
Entre las poblaciones neandertales que habitaron en Europa y Asia, se ha puesto en evidencia toda una serie de manifestaciones que nos hablan de un pensamiento elevado. La Cueva del Boquete de Zafarraya ha proporcionado una nueva prueba de los rituales -utilizados por los neandertales, siendo la primera vez que se obtienen datos de -este tipo en la Península Ibérica. Así, la mandíbula se depositó en una fosa excavada en el mismo suelo de ocupa-ción y rodeada de un círculo de piedras, cubriéndose posteriormente, por -un pequeño túmulo compuesto de piedras, restos óseos e industriales, que nos hablan de un ritual de enterra,miento ampliamente documentado entre las poblaciones neandertales de Euroasia (Chapelle-Aux-Saints, Le Moustier, La Ferrassie, Monte Circeo, Shanidar IV y otros). Por otro lado, la fractura intencional que presenta el fémur , nos podría sugerir un ritual relacionado -con la antropofagia de estos pueblo- primitivos, lo mismo que sucede en lo yacimientos de Hortus y Kaprina.
Los estudios efectuados sobre los restos de micropaleontologla nos han permitido determinar la existencia en el yacimiento de Microtus cf. brecciencis, Microtus arvalis, Pytymys duodecimcostatus, Apodemus aff. flavicollis y Eliomys quercinus aff. lusitanicus. La correlación que hemos podido establecer entre esta secuencia faunística y la que proporciona el yacimiento del Pleistoceno Superior de Carigúela, si tuado igualmente en el sur de la Península Ibérica, nos permite enmarcar cronológicamente el yacimiento de Zafarraya dentro de un Würm III, en una fase climática caracterizada por una temperatura relativamente templada y húmeda. Si esta datación de carácter relativo se viene a confirmar por otras técnicas de datación, estaríamos en presencia de las últimas poblaciones de Neandertales que habitaron en nuestro planeta. Este hecho que, en principio, puede parecer que cae fuera del contexto cronológico asignado hasta ahora a los Neandertales, corrobora la existencia en todo el litoral mediterráneo español de una larga perduración de las culturas musterienses, así como la tardía presencia de los primeros hombres modernos.
Las culturas del Perigordiense inferior o Chatelperroniense parecen constituir la transición del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior, si no en toda la Península Ibérica, sí al menos en una parte de ella, circunscrita al área cantábrica. Sabemos que, durante los períodos fríos del Wúrm III, la región cantábrica recibió el influjo de las corrientes culturales procedentes del Perigord francés. No conocemos todavía el proceso de sustitución del Musteriense por el Chatelperroniense; en el sudeste francés, parece quedar demostrado que esta última cultura es el re sultado de una evolución local del Paleolítico Medio al Paleolítico Superior, cambios que operarían los propios neandertales. La región mediterránea peninsular se aleja de la cantábrica: en aquélla, apenas si está esbozado el Chatelperroniense, localizándose en Cataluña como zona de contacto entre el sudeste de Francia y el noreste de la Península Ibérica.
Será con la presencia del Auriñacien se cuando asistamos a la llegada de hombres modernos a la Península Ibérica. Lo mismo que ocurría con el período anterior, la región más sensible a las nuevas corrientes, y donde mayor presión ejercerán las nuevas poblaciones, será la cantábrica. En el sudeste de Francia ese episodio acontece hacia el 34.000; en la Península Ibérica, se produce unos miles de años más tarde. Durante este período se sustituirán probablemente los últimos grupos neandertales del sur de España (último lugar colonizado por los nuevos hombres), que continuaban con sus propias tradiciones culturales, al margen de lo que estaba ocurriendo en el resto del continente.
9 comentarios
alejandra -
http://www.puntoradio.com/popup/audio.php?id=45933#
tokita -
per0 k mal plan d no poner dibujitossss..
bueno bye...¢¾
vale -
saxo -
dona -
rocio -
P a Z -
ma¨giver -
maluisimo -