Foto: Mosaico de San Apolinar Nuovo(Rávena, Italia)
Cuenta la leyenda que cuando Jesús nació en Belén, tres Reyes Magos de Oriente, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, montados en elegantes camellos y guiados por una estrella muy brillante que habían visto en su lejana tierra llegaron al lugar donde nació Jesús. Felizmente llegaron al lugar donde se posó y allí encontraron a Jesús en brazos de María. Los Magos se llenaron de alegría al verlos y postrándose le rindieron homenaje y le regalaron oro, incienso y mirra.
LA TRADICIÓN CRISTIANA.
Los Reyes MAGOS (Plural del latín magus; griego mágos-oi) son los «sabios de Oriente» que vinieron a adorar ala niño Jesús en Belén (Mateo 2.1-12).
"Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.
En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel".
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje".
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar que estaba el niño.
Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.
Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino."
Aunque el Nuevo Testamento sólo menciona a un indefinido grupo de magos o astrólogos (no de reyes), desde el siglo III se habla de tres reyes, que desde el siglo VI además son conocidos como Melchor, Gaspar y Baltasar.
¿Cómo llegaron los sagrados huesos a Colonia?
A principios del siglo IV, Santa Elena, la madre de Constantino el Grande, se dedicó a la arqueología. En Persia hizo su hallazgo más importante: encontró unos huesos que identificó como los de los Reyes Magos. Llevó las reliquias a Constantinopla desde donde, en el siglo V, fueron trasladadas a Milán. En Italia reposaron durante muchos siglos hasta que en 1164 las tropas del emperador alemán Federico I (Barbarroja) asaltaron y saquearon la ciudad. La operación fue encabezada por Reinald von Dassel, canciller del emperador y al mismo tiempo arzobispo de Colonia. Él se apoderó de las reliquias y logró transportarlas clandestinamente los mil kilómetros hacia Colonia.
Colonia, centro de peregrinación
En honor a las reliquias, los coloneses encargaron al famoso orfebre Nicolás de Verdún labrar el más grande y más espléndido sarcófago de la Edad Media. El trabajo le tomó diez años. El relicario pesa 350 kilos y está adornado con figuras de oro, plata y piedras preciosas, entre ellas los tres Magos, la virgen María y 28 profetas y apóstoles.
Foto: El relicario de los Reyes Magos, en la catedral de Colonia.
Para darle al sarcófago un digno lugar, en 1248 empezaron a construir la catedral de Colonia, que hoy día sigue siendo una de las más grandes del mundo. Aunque las reliquias eran de origen dudoso, Colonia se convirtió a través de los siglos, junto a Roma y Santiago de Compostela, en uno de los grandes centros de peregrinación. En 1981 el Papa Juan Pablo II visitó la catedral y se arrodilló ante el sarcófago
Evidencia no bíblica
Según Herodoto (I, CI), al referirse al pueblo indoeuropeo de los medos "la nación Meda se componía de diferentes pueblos o tribus. Una de ellas eran los Magos...
Al jefe de esta casta, Nergal Sharezan, Jeremías da el título de Rab-Mag, «Mago-Jefe» (Jeremías 39, 3; 39, 13, en el hebreo original -las traducciones de los Setenta y de la Vulgata son aquí erróneas). Después de la caída del poder de Asiria y de Babilonia, la religión de los Magos perdió influencia en Persia. Ciro sometió totalmente a la casta sagrada; su hijo Cambises la reprimió severamente. Los Magos se sublevaron y pusieron a Gaumata, su jefe, como Rey de Persia con el nombre de Smerdis. Sin embargo, fue asesinado (521 a. C.), y Darío fue nombrado rey. Esta caída de los Magos fue celebrada en Persia con una fiesta nacional llamada magophonia (Her., III, lxiii, lxxiii, lxxix).
No obstante, la influencia religiosa de esta casta sacerdotal continuó en Persia a través del gobierno de la dinastía Aquemenida (Ctesias, «Persia», X-XV); y no es inverosímil pensar que en tiempos del nacimiento de Cristo fuese bastante floreciente bajo el dominio parto. Estrabon (XI, ix, 3) dice que los sacerdotes magos formaron uno de los dos consejos del Imperio de los Partos Arsácidas.
Según Burkert, el interés por los Magos (magush) en la esfera filosófica y religiosa se remonta por lo menos a Aristóteles y sus alumnos, que se interesaron por la bárbaros philosophía.
A partir del siglo XIX, los historiadores modernos que aplicaban el método "crítico" aun estando todavía bajo el influjo del clasicismo, se mostraban más bien escépticos frente a la sabiduría oriental en general y los Magos en particular, mostrando como una impresionante cantidad de falsificaciones había impedido una visión clara y correcta de estos personajes.
Sobre la base del cuadro de que, para estudiar el mundo iranio entran en juego lenguas no griegas, sistemas de memoria y de conservación cultural muy diferentes a los nuestros, que los documentos son muy raros, su datación alta poco segura, y que aun existe una tradición irania viva. Evitando la especulación sobre un dios Tiempo -el llamado zurvanismo- la doctrina de las cuatro edades del mundo y otras (cuya discusión depende exclusivamente de documentos del siglo XI), este autor afirma que el término mágos es de derivación exclusivamente irania.
- En acadio la palabra "mago" es magushu y en elamita makuis.
Aparece en griego con un doble significado y su misma atestación en esta cultura no está libre de problemas:
- Ya Aristóteles decía que los auténticos mágoi son sacerdotes con una teología específica y un ritual propio, en contraposición a la goeteytiqé mageía o "MAGIA DE HECHICERÍA", LA MAGIA EN EL SENTIDO COMÚN DEL TÉRMINO CON EFECTOS MARAVILLOSOS.
- Los mágoi aparecen a menudo en Heródoto como una clase de sacerdotes medos, oficiantes de la religión persa junto con el rey. Se cuenta incluso que Temístocles, en su exilio, fue introducido en la doctrina de los mágoi. Este es el sentido auténtico de la palabra según el texto aristotélico.
- Por otra parte, los mágoi en cuanto charlatanes son mencionados no más tarde de Heródoto en el tratado hipocrático Sobre la enfermedad sagrada, junto con mendigos y vagabundos.
El texto esencial para conocer el significado de mágoi en griego es la célebre inscripción persa de Behistún. Heráclito, del que se dice (con problemas para algunos autores) que es el autor griego que lo cita por primera vez, es más de veinte años posterior a ella. Y Sófocles, Heródoto e Hipócrates unos ochenta años.
Foto: Inscripción de Behistun, de Darío I el Grande (522-486 a.C.)
De la zona fronteriza entre helenismo e iranismo, de Capadocia, proviene una inscripción bilingüe greco-arames de un hombre que fue mágos para Mithra, émágeyma Míthreí -m´gjs l mithr, tal vez del siglo I d.C.
El problema en el ámbito iranio es que el término "mago" está prácticamente ausente del Avesta, con una aparición marginal en el Yasna 65, 7. Pero una documentación auténtica sobre los Magos como funcionarios religiosos existe en las tablillas elamitas de Persépolis de la época de Darío.
La regla de oro del Zoroastrismo: Haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen a ti Zaratustra
Tirídates, rey de Armenia, que iba a Roma para rendir homenaje a Nerón, fue calificado de magus por los occidentales, según relatan Plinio (NH XXX, 16 y ss.). y Tácito, Anales XV.
Y una tesis ya muy antigua, citada por Burkert(1) sostiene que los Magos citados en Mateo 2 son un calco basado en el homenaje de los Magos al Príncipe romano.
Aún más tarde, los sacerdotes del Estado Persa Sasánida son llamados de nuevo mágoi. Pero solo se puede concluir que la situación interna del Imperio Aqueménida, la relación entre rey, zoroastrismo y mágoi sigue siendo bastante controvertida.
Dra. Ana Mª. Vázquez Hoys, profesora de Historia Antigua de la UNED
Notas y Bibliografía:
(1), op. cit. p. 135, n. 29,
Bausani, A.: "Persia religiosa da Zaratustra a Bahàùllah" Milano 2001.
Bidez, J.- Cumont, F. : Les Mages Hellénisés. París 1928, recogen los textos griegos y latinos sobre los mágoi
Burkert, W.: De Homero a los Magos. La tradición oriental en la cultura griega. El Acantilado 53, Barcelona, 2002, pp.123-157
Filoramo, G.: Storia delle Religioni. Ed. Laterza vol. I.
Foto: Ahura Mazda corona a Sapor I
(2) Los Reyes Magos, ¿padres del Cristianismo o hijos de Zoroastro?
Los Reyes Magos que describió Mateo, publicano devenido en evangelista por el llamado de Jesús, de acuerdo a la historia cristiana, no eran hechiceros sino sabios.
La propia Wikipedia se encarga de explicarlo: "(...) hay que tener en cuenta que el término griego con se designaba a un mago, no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros. Se utiliza, en este caso, para referirse a hombres sabios (así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6). Es usualmente aceptado que estos magos pertenecían a la religión zoroastrista".
Mateo nos deja ver que eran astrólogos que conocían con precisión el movimiento de la estrella (2:7). Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y despierta la desconfianza de Herodes (2:3), pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de poder, así, acabar con su potencial competidor. Los sabios, que no sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11). Un ángel previene a los Reyes de las intenciones que Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él. Iracundo, el rey manda a matar a los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.
Pero, ¿de qué trataba la religión zoroastrista?
El Zoroastrismo o mazdeísmo es el nombre de la religión y filosofía basada en las enseñanzas de Zoroastro (Zaratustra), que reconocen como divinidad a Ahura Mazda, considerado por Zoroastro como el único Creador increado de todo.
El término zoroastrismo es una construcción moderna que, según el Diccionario Oxford, apareció en primer lugar en 1874 en Principios de filología comparada, de Archibald Sayce. La primera referencia a Zoroastro en Occidente es atribuida a Thomas Browne, quien brevemente se refiere a él en su libro Religio Medici.
El término mazdeísmo probablemente derive de Mazdayasna, una expresión compuesta del avéstico que combina el último elemento del nombre Ahura Mazda y la palabra avéstica yasna, la cual significa devoción.
El zoroastrismo se presenta como una reforma de la religión practicada por tribus de lengua iraní que se instalaron en Turquestán occidental entre el II y el I milenio a.C. Estas tribus estaban estrechamente ligadas con los indoarios, los cuales aportaron el sánscrito y todas sus lenguas derivadas en la India del Norte, a partir del año 1700 a.C. Estos pueblos constituyen la familia indo-ario.
La comparación del zoroastrismo con la religión india es útil para comprender su nacimiento. Estas dos religiones tenían un dios llamado Mitra por los indios y Mithra por los iranios o iraníes (la th se pronuncia como en inglés), que significan el sol o el dios sol.
Las enseñanzas de Zoroastro llegaron a dejar su huella sucesivamente sobre tres grandes religiones: el judaísmo y el cristianismo y a través de ellos, el Islam. Ejemplos de estas huellas dejadas son los ángeles, arcángeles, etcétera, al igual que la personificación del mal como la serpiente y la oscuridad y de dios como la luz.
Evolucionó de manera muy divergente en estos dos pueblos.
Entre los indios, según François Cornillot, espécialista del Rig-Veda y del Avesta, el Mitra original se escindió en tres dioses, Mitra, Aryaman y Varuna.
Entre los iraníes, este dios guardó en cambio su unidad. Dios soberano, era el hijo de Ahura Mazda, que parece haber sido el Cielo.
Los zoroástricos se esforzaron por eliminar el culto de Mithra en provecho del de Ahura Mazda, justificando el nombre de mazdeísmo dado a veces a su religión. La Persia antigua, bajo la dinastía de los aqueménidas, no era verdaderamente mazdeista: veneraba tanto a Mithra como Ahura Mazda. Los griegos consideraban a este último como equivalente a Zeus, su dios celeste.
Según Herodoto (I, 131), la costumbre de los persas "es subir sobre las montañas más altas para ofrecerle sacrificios a Zeus, y dan su nombre a toda la extensión del cielo". Herodoto en Los nueve libros de la historia incluye una descripción de la sociedad iraní, que posee algunos elementos reconocibles del zoroastrismo, incluida la exposición de los muertos.
Según Herodoto, (I-101), los magos eran una de las seis tribus de la Media. Parecen ser la casta sacerdotal de la hoy conocida como zurvanismo, rama del zoroastrismo que tenía una gran influencia en la corte de los emperadores medos.
En cuanto a Mithra, estaba estrechamente emparentado con Sol.
Hay que observar que el término ahura era también conocido por los indios, que lo pronunciaban asura. Son los iraníes quienes transformaron la s original en una h. En los pasajes más antiguos del Rig-Veda, la palabra asura representa al Ser supremo, como entre los iranios. Más tarde, cambiando de sentido, se aplicó a los antidioses, a los demonios.
El culto de *sauma era común de los indios y de los iranios. Este término se convirtió en soma entre los primeros y en haoma por los segundos. En sentido propio, esta palabra designaba una planta, la efedra, que se utilizaba para preparar una bebida alucinógena. Pensando que les permitía a los dioses conservar su inmortalidad, se la ofrecían en sus sacrificios. Los propios participantes la bebían y accedían al mundo divino, a una inmortalidad provisional. En una lengua iraní hablada al este de Afganistán, el wakhí, el efedra es llamado yimïk, termino proveniente de *haumaka. Según el Rig-Veda, el elemento de base del soma es una seta, una sustitución que se explica por el hecho de que en la India, no hay efedra.
En el actual Turkmenistán meridional (antigua Margiana), el arqueólogo ruso Viktor Sarianidi buscó las ruinas de un edificio llamado Togolok-21. Se trataba de un templo donde se practicaba el culto del fuego y donde preparaba el haoma. Este edificio formaba parte de una cultura, la bactro-margiana (Margu), fechada del 2200 al 1700 a.C., que se extendía al este hasta la Bactriana, a lo largo del curso del Amu-Daria.
Sobre todo el territorio de esta cultura, se encuentran amuletos con representaciones de lucha entre serpientes y dragones que tenían una actitud claramente agresiva, con ojos enormes y una boca grande abierta. Era una representación primitiva de la lucha entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, que caracterizaba la religión indo-iraní y que el zoroastrismo conservaría.
Precisamente, de eso trataba el nacimiento de Jesús, de acuerdo a las profecías bíblicas: de la lucha entre la luz y las tinieblas.
Siguiendo la unificación de los imperios Persa y Medo en 550 a.C., Ciro II y más tarde su hijo Cambises II redujeron el poder de los magi. En 522, los magi se rebelaron y reclamaron el trono a través de un usurpador, Esmerdis, quien pretendió ser el hijo menor de Ciro, y llegó al poder poco después.
El pseudo-Esmerdis (de nombre real Gautama), gobernó durante siete meses, antes de ser destronado por Darío I en 521. Los magi, aunque perseguidos, continuaron existiendo, y un año tras la muerte del pseudo-Esmerdis; un segundo pseudo-Esmerdis (de nombre Vahyazdata) intentó un golpe de estado, que fracasó.
La cuestión de si Ciro II era zoroastrista está sujeta a debate.
En cualquier caso le influenció hasta el punto de no imponer una religión en Persia y permitir a los judíos cautivos volver a Canaan cuando los persas tomaron Babilonia en 539. Se desconoce si Darío I, aunque ciertamente devoto de Ahura Mazda, era un seguidor de las enseñanzas de Zoroastro.
Darío I y sus sucesores mostraron su devoción a Ahura Mazda en inscripciones, permitiendo a las religiones coexistir. Fue durante el período aqueménida cuando el zoroastrismo adquirió peso, y varios textos zoroastristas (que hoy son parte del compendio del Avesta) son atribuidos a este período, aunque probablemente en esta época permanecían en forma de relato oral.
En los últimos momentos de esa dinastía, comienzan a integrarse divinidades y conceptos divinos de las religiones proto-indo-iraníes entre los seguidores del zoroastrismo, hasta establecerse un culto a ellos en el calendario religioso. Sin embargo, dichos elementos son ajenos a la religión del zoroastrismo.
Algunos estudiosos (Boyce, 1987; Black and Rowley, 1987; Duchesne-Guillemin, 1988) creen que un buen número de elementos de la escatología, angeología y demonología del judaísmo, una influencia clave en el cristianismo, tiene su origen en el zoroastrismo, y fue transferida al judaísmo durante la cautividad babilónica y la era persa. Con todo, existen diferencias en los sistemas de creencia. La primera referencia a dicha influencia se encuentra en Isaías 45:5-7.
Casi nada se sabe del estatus del zoroastrismo bajo los imperios seléucida y partos, que gobernaron Persia tras la invasión de Alejandro Magno en 330.
Una forma de zoroastrismo fue aparentemente la religión principal en la Armenia pre-cristiana, o al menos fue prominente allí. Los persas hicieron intentos de promover la religión allí.
Con anterioridad al siglo XI, el zoroastrismo había llegado al norte de China a través de la Ruta de la Seda, obteniendo estatus oficial en algunas zonas de China. Ruinas de templos zoroastristas han sido encontrados en Kaifeng y Zhenjiang, y según algunos intelectuales permanecieron hasta 1130. En cualquier caso, la influencia del zoroastrismo puede apreciarse en el budismo, especialmente en el simbolismo de la luz.
En el siglo VII, la dinastía sasánida fue derrocada por los árabes. Aunque algunos de los últimos gobernantes habían perseguido el culto zoroastrista, inicialmente los zoroastristas fueron incluidos como Gente del Libro y se había permitido su práctica libremente.
La conversión de las masas al Islam no era deseada ni permitida, según la Ley Islámica. Hubo un lento pero permanente movimiento de población en Persia hacia el Islam. La nobleza y las personas de la ciudad fueron los primeros en convertirse. El Islam se extendió más lentamente entre los campesinos. Muchos zoroastristas se marcharon, entre ellos varios grupos que se establecieron en la India, donde se les aceptaba. A estos se les llama parsis y son más de 100,000. En los siglos siguientes el zoroastrismo volvió gradualmente a su forma original monoteísta, sin elementos politeístas.
Evidentemente eran monoteístas los magos que llegaron a Belén.
La religión que sucedió al Zoroastrismo en Persia estuvo marcadamente influida por éste. Cuando los sacerdotes iraníes trataron de derribar las enseñanzas de Zoroastro, resucitaron la antigua adoración de Mitra, y el mitraísmo se difundió a lo largo y a lo ancho del Levante y de otras regiones mediterráneas, siendo durante cierto tiempo contemporáneo tanto del judaísmo como del cristianismo.
La mayor parte de seguidores de esta religión se encuentra en la India e Irán. También hay unos 10,000 parsis en Pakistán y unos 2,500 parsis en Sri Lanka. Son una comunidad muy próspera dedicada al comercio, a la administración y a las profesiones liberales, pero su número es cada vez menor.
Según Mary Boyce, el zoroastrismo es la más antigua de todas las religiones de credo reveladas, y ha tenido probablemente más influencia, directa o indirectamente, que cualquier otro culto individual". (Boyce, 1979, p. 1). El zoroastrismo ha sido propuesto como la fuente de los aspectos post-Torah más importantes del pensamiento religioso judío, que emergió durante la cautividad babilónica.
Fuente: Urgente 24.info, 6 de enero de 2008
Foto: Disco estelar babilónico
(3) Una tablilla neobabilónica con escritura cuneiforme revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 antes de Cristo
Los Evangelios enmarcan el nacimiento de Jesús en tiempos del censo del imperio ordenado por César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria, y en los últimos años del rey Herodes, quien falleció el mes de marzo del año 4 a.C. Para los historiadores, Jesús nació unos siete años antes del año «0». El evangelista Mateo (2, 2) pone en relación el evento de Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. Y es precisamente en este momento en el que la tablilla de arcilla ofrece un testimonio particular.
Existen muchas hipótesis sobre la estrella que vieron los magos ("magoi" en griego era la palabra con que se denominaba a la casta de sacerdotes persas y babilonios que se dedicaban al estudio de la astronomía y de la astrología) y que les llevó a afrontar un viaje de unos mil kilómetros con el objetivo de rendir homenaje a un recién nacido.
El 17 de diciembre de 1603, Johannes Kepler, astrónomo y matemático de la corte del emperador Rodolfo II de Habsburgo, al observar con un modesto telescopio desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo fenómeno. Hizo concienzudos cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C. Recordó también que el famoso rabino y escritor Isaac Abravanel (1437-1508) había hablado de un influjo extraordinario atribuido por los astrólogos hebreos a aquel fenómeno: el Mesías tenía que aparecer durante una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Kepler habló en sus libros de su descubrimiento, pero la hipótesis cayó en el olvido perdida entre su inmenso legado astronómico.
Faltaba una demostración científica clara. Llegó en 1925, cuando el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias de escritura cuneiforme acuñadas en una tabla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del dios sol ama, en la escuela de astrología de Sippar, antigua ciudad que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Éufrates, a unos cien kilómetros al norte de Babilonia. La tablilla se encuentra ahora en el Museo estatal de Berlín.
Foto: Sippar, relieve con representación del dios ama
Entre los numerosos datos de observación astronómica sobre los dos planetas, Schnabel encuentra en la tabla un dato sorprendente: la conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis tiene lugar en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Además, según los cálculos matemáticos, esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
Si este descubrimiento se identifica con la estrella de Navidad de la que habla el Evangelio de Mateo, el significado astrológico de las tres conjunciones hace sumamente verosímil la decisión de los Magos de emprender un largo viaje hasta Jerusalén para buscar al Mesías recién nacido. Según explica el prestigioso catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani, autor del libro «Jesús, constructor y maestro» («Gesú costruttore e maestro, Cittadella, Asís, 1997), «en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo y la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos. El planea Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina. Cuando Júpiter se encuentra con Saturno en la constelación de Piscis, significa que el Señor del final de los tiempos se aparecerá este año en Palestina. Con esta expectativa llegan los Magos a Jerusalén, según el Evangelio de Mateo 2,2». «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» preguntan los magos a los habitantes de Jerusalén y después a Herodes.
La triple conjunción de los dos planetas en la constelación de Piscis explica también la aparición y la desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio. La tercera conjunción de Júpiter y Saturno, unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio, «delante de ellos» (Mt 2, 9).
Fuente: Dawlin A. Ureña / Orbita Agencia de Noticias, Lima, Perú, 6 de enero de 2008