Cao Viejo, Perú. La momia de una mujer tatuada sacude las teorías sobre los indios mochica
Hallan en Perú sorprendente momia de mujer
Fotos: (1)La piel conservada permite apreciar los tatuajes. (2) El cuerpo estaba envuelto en cientos de metros de tela. FOTOS REUTERS
La Misteriosa Señora de CaoWashington, 16 may (PL) La sociedad National Geographic divulgó hoy el hallazgo en Perú de una momia de mujer de la cultura moche ataviada con tatuajes y rodeada de armas, por lo que podría tratarse de una gobernante.
Los restos pertenecen a una adulta de 25 años, que perteneció a las clases privilegiadas y posiblemente murió durante el parto, según las evidencias arqueológicas.
El cadáver de La Señora de Cao -nombre que recibió- se encontró en un lugar llamado el Brujo, en la costa norte peruana y cercana a Trujillo.
La momia data del año 450 de nuestra era. La cultura moche tuvo su época de esplendor entre los siglos I y VIII de nuestra era, de acuerdo con los expertos.
Según el antropólogo John Verano, de la Universidad de Tulane, las joyas de oro y otros objetos preciosos indican que se trataba de una mujer muy importante, tal vez una gobernante o personalidad religiosa.
Pero resultó sorprendente para los expertos,ç la existencia de armas de guerra, que no solían acompañar en la tumba a las mujeres de esa cultura, explicó el científico.
Los brazos de la mujer estaban tatuados con imágenes de serpientes y arañas.
En el interior del sepulcro había joyas de oro, tocas, agujas de coser de oro, otros utensilios para la costura y algodón crudo. También rodeaban el cuerpo lanzas, mazas y otras armas para la lucha, divulgó National Geographic.
Los arqueólogos creen que esas armas pudieron ser presentes fúnebres de hombres o quizás de trataba de una mujer guerrera, aunque nunca se identificó a una en las miles de tumbas descubiertas de la cultura moche.
Fuente: Prensa Latina. 17 de mayo de 2006
Enlace: http://www.prensalatina.com.mx/article.asp?ID=%
7B9634C797-D342-4503-A997-1E4B14B86586%7D&language=ES
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(2) La momia de una mujer tatuada sacude las teorías sobre los indios mochica
Fue una sociedad teocrática y belicosa que se asentó en Perú en el siglo primero después de Cristo.
Un grupo de prisioneros desfila desnudo hacia una muerte segura, observados desde lo alto de la pirámide por una mujer ataviada con sus mejores joyas, mientras los dioses de la cultura moche peruana sobrevuelan el lugar. La ceremonia forma parte de la apertura al turismo de la ruina preincaica Cao Viejo, tras 16 años de excavaciones, que se coronaron seis meses atrás con el hallazgo del cuerpo momificado de la gobernante de los mochicas, una cultura que habitó la costa norte de Perú entre los siglos I y VIII después de Cristo.
Bautizada como la Señora de Cao, la momia fue encontrada en buen estado de conservación por arqueólogos peruanos, junto con el cuerpo de una adolescente que se habría colocado en forma de ofrenda.
El descubrimiento podría revolucionar las ideas que los científicos manejan sobre los mochicas, ya que hasta ahora se creía que esa sociedad había sido gobernada sólo por hombres, dijo Régulo Franco, uno de los arqueólogos que participó del hallazgo.
Junto con el cuerpo, los investigadores hallaron objetos bélicos, joyas de diverso tipo y lujosos vestidos, lo que los llevó a pensar que se trataba de la mujer que hacia el año 300 después de Cristo gobernó con mano firme a la cultura mochicadel valle de Chicama, en el norte de Perú. "Es el primer hallazgo científico de una gobernante mochica en el antiguo Perú", dijo Franco.
"Es una mujer líder en su época, que vivió hacia los 300 años después de Cristo aproximadamente. Murió a los 25 años y una de las cosas que nos ha llamado la atención es que el cuerpo lo tiene tatuado con figuras místicas", agregó.
Tatuada en sus brazos con imágenes de serpientes y arañas, la Señora de Cao habría desempeñado un rol político religioso y en algunos casos habría dirigido los sacrificios humanos que realizaba la cultura mochica, una sociedad teocrática y bélica que tenía a la decapitación como una práctica habitual.
"La envolvieron con muchos tejidos y colocaron en su interior muchas joyas importantes. La conservación de su cuerpo es excepcional y durante el desenfardelamiento hemos encontrado un producto, sulfato de mercurio, que ha servido para eliminar los microorganismos y ayudar a la conservación del cuerpo", precisó Franco.
Los arqueólogos creen que la Señora de Cao habría muerto tras dar a luz, debido a que su abdomen se encuentra dilatado y con fuertes cicatrices, aunque aún están realizando investigaciones para determinar la causa de su muerte.
Centro ceremonial
La huaca, palabra que significa centro ceremonial en quechua, fue construida por los mochicas y es un complejo de adobe de 2.500 metros cuadrados, que fue techado recientemente para garantizar un mejor estado de conservación.
Coronada con una plataforma ceremonial en lo alto de su estructura triangular, la ruina se ubica dentro del complejo arqueológico "El Brujo", llamado así por la constante afluencia de curanderos o chamanes, quienes realizaban rituales de curación en el lugar.
Los investigadores estiman que la ruina, una pirámide escalonada remodelada hasta en siete ocasiones, fue construida por primera vez a inicios de la era cristiana para luego entrar en decadencia durante el siglo VII después de Cristo.
Decorada con frisos con imágenes religiosas y de sacrificios, la ruina habría estado dedicada al dios Aiapaec, conocido también como "El Decapitador" y principal deidad de la cultura mochica, denominada de esa forma por la lengua muchik que hablaban sus integrantes.
Fuente: Reuters. 17 de mayo de 2006
Enlace: http://www.lacapital.com.ar/2006/05/17/
general/noticia_294250.shtml
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Señora de Cao fue enterrada junto con sus oficiantes y guardianes
(1) DELICADOS. Un especialista limpia los cabellos de la Señora de Cao. Los restos aún son analizados.
(2) MURO. Imagen de un ser de apariencia felina con tentáculos de pulpo. Este muro es uno de los que da forma al mausoleo de la Señora de Cao.
El director del INC, Luis Lumbreras es uno de los más entusiastas con este descubrimiento. Él ha podido ver directamente los restos. Se encontró una compleja estructura hasta dar con un fardo funerario de unos cien kilos de peso y una longitud de 1,80 metros.
Los primeros días del 2005 se detectó indicios de una tumba ubicada cerca del recinto ceremonial (ver infografía). Su ubicación respondería a la intención de los moches de colocar al personaje enterrado lo más cerca de donde tenían lugar los ritos. Tras establecerse el perímetro del entierro, se encontró restos de ceniza que fueron rápidamente analizados y que correspondían a ovillos de hilos, husos de madera, agujas de cobre, estiércol de roedor, pescado, figurinas de madera, fragmentos de cerámica, restos de cinabrio y otros elementos. Esto sería una prueba que después del entierro habría sido quemado todo lo que se utilizó durante los funerales.
Comenzaron las excavaciones y se encontró una compleja estructura hasta dar con un fardo funerario de unos cien kilos de peso y una longitud de 1,80 metros. Este había sido colocado con la cabeza orientada al sur, a la usanza moche. El fardo había sido cubierto con un petate y debajo se encontró el rostro de una mujer bordado sobre la primera capa de tela que formaba parte del fardo. También se halló gran cantidad de vasijas de cerámica fuera del fardo, entre las que destacan dos: una que representa a un personaje conocido como el ingeniero y otra más misteriosa e importante que representa una escena de curanderismo en donde una mujer envuelta en un pallar aplica sus manos sobre el vientre de una bebe que es sostenida por su madre. Franco tiene dos hipótesis: que la dama del entierro sea la niña o que sea la madre que sostiene a la bebe.
El fardo estuvo formado por más de veinte capas de tela, en medio de las cuales se encontró más objetos como mantos cubiertos de láminas doradas o restos de algodón. Al retirar las últimas capas se halló collares, diademas, coronas y 31 narigueras, algunas de ellas guardadas en estuches de tela. Los moche es también se cuidaron de colocarle a la difunta las agujas e hilos que seguramente utilizó en vida.
LOS ACOMPAÑANTES
La Señora de Cao no fue enterrada sola, en sus funerales habrían realizado rituales mágicos no exentos de sacrificios humanos.
Así lo demostrarían las osamentas halladas en la tumba principal. Se trata de los restos de una adolescente que fue estrangulada y colocada al lado izquierdo del fardo. Al sur de la tumba de la Señora de Cao se encontró los restos de un individuo, a quien los arqueólogos llaman el guardián de la tumba. Otros tres fardos funerarios ubicados al pie del muro sur forman parte de este entierro, pero estos aún no han sido abiertos. Sin embargo, las radiografías que se les ha tomado revelan que se trata de individuos que poseen diversos ornamentos personales.
LAS REACCIONES
El director del INC, Luis Lumbreras, es uno de los más entusiastas con el descubrimiento. Él ha podido ver directamente los restos de la señora y comparte la opinión de los arqueólogos de El Brujo acerca de la importancia de este hallazgo. Sin embargo, dijo que los estudios que se realizan al cadáver momificado servirán para conocer más en profundidad detalles de la antigua cultura preínca.
Además, reafirmó su compromiso para fomentar el desarrollo de las investigaciones de las cuales son codirectores.
Lumbreras indicó que se realizará coordinaciones con las autoridades locales para fomentar el turismo hacia el complejo, que recientemente fue abierto para la visita de los interesados en la arqueología.
Mientras tanto, el doctor Walter Alva, descubridor del Señor de Sipán, indicó que el descubrimiento y registro de un complejo ajuar funerario ocurrido en Magdalena de Cao constituye una de las más grandes contribuciones a la arqueología peruana.
"Llama la atención que muchos de los atuendos, ornamentos y símbolos de poder como orejeras, collares y porras de combate se encuentren en el ajuar de una mujer. Esto, los investigadores, lo creíamos reservado para los hombres debido a que hemos considerado a los mochicas como una sociedad patriarcal gobernada por varones", explicó el descubridor de Sipán.
El especialista John Verano, que también ha examinado la momia, señala que, a pesar de su aparente fragilidad, la Señora de Cao no tuvo en vida deficiencias nutricionales ni problemas de desarrollo. La única patología observada es la de un diente picado. Agregó que se ha planificado más estudios para conocer detalles de la vida de esta gobernante.
Los investigadores
1.- El equipo de trabajo en la huaca de Cao Viejo es encabezado por Régulo Franco Jordán, director del proyecto arqueológico El Brujo, quien contó con el apoyo de Arabel Fernández López, especialista textil, quien se encargó de sacar del fardo a la Señora de Cao. Ambos forman parte de la Fundación Wiese, que financió el proyecto. Además fueron codirectores del proyecto César Gálvez Mora, del INC de La Libertad y Segundo Vásquez, de la Universidad Nacional de Trujillo.
2.- Franco es apoyado por el arqueólogo Juan Vilela y la especialista Carmen Gamarra.
3.- Los trabajos contaron con el respaldo del INC, presidido por Luis Lumbreras. Su representante en La Libertad es Lutgarda Reyes.
Fuente: El Comercio, Perú, 19 de mayo de 2006
Enlace: http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/
Html/2006-05-18/impNacional0507597.html
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El mausoleo de la gobernante
A fines del 2004, los arqueólogos que trabajaban en la Huaca de Cao Viejo (La Libertad) encontraron una pequeña muestra de pintura mural en la esquina noroeste de la parte superior de la pirámide. Conocedores de que estas expresiones pictóricas eran importantes para los antiguos pobladores decidieron seguir la pista.
Meses después quedó ante los ojos de los especialistas lo que sería un bellísimo patio decorado que tenía en su muro sur representaciones de peces conocidos como life, una especie que vive en el agua dulce, pero que tenía un significado mítico-religioso para los antiguos moches. La presencia de estos dibujos, explica el arqueólogo Régulo Franco, eran indicio de que estaban en un recinto sagrado de los moches.
Las excavaciones llevaron a los investigadores a un recinto sagrado unido a dicho muro sur. Este nuevo espacio estaba ubicado en el ángulo sureste de un amplio patio ceremonial. El recinto ceremonial está adornado con ocho imágenes de una figura sobrenatural de rasgos de felino que está acompañado por dos hermosos cóndores y dos serpientes. Estos elementos aparecen también en los ornamentos de oro y plata de la Señora de Cao. Para los arqueólogos se trataría de la representación novedosa en el arte religioso mochica. Este ser sobrenatural lleva, además, un tocado que remata en volutas que representan tal vez tentáculos de pulpo. Esta divinidad reúne cualidades acuáticas (los tentáculos de pulpo), terrestres (serpiente, felino) y celestes (cóndor).
Sin embargo, hay un hecho extraño, los constructores, de un momento a otro decidieron colocar dos hornacinas que dañaron dos de las imágenes.
En la pared este del recinto aparecen paneles que representan la figura fantástica del llamado animal lunar. Este es un ícono reconocido también en la cerámica Recuay y en las fases tempranas de la cerámica mochica. Este ser está relacionado con el culto al agua.
Fuente: El Comercio, Perú, 19 de mayo de 2006
Enlace: http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/
Html/2006-05-18/impNacional0507596.html
Fotos: Algunas joyas y utensilios hallados en el fardo. Una muestra del ajuar de la Señora de Cao, que esconde más de un secreto.
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La señora de Cao: una noble mujer
(RPP Noticias) En el año 2005 fue encontrado (y no descubierto) el entierro de una mujer de la nobleza mochica, en un patio ceremonial ricamente decorado con pintura mural, que le fue dedicado como mausoleo, el cual se localiza en Huaca Cao Viejo, uno de los templos mochicas del Complejo Arqueológico El Brujo, centro ceremonial del valle Chicama (costa norte del Perú), donde vienen realizando investigaciones el Instituto Nacional de Cultura, la Fundación Wiese y la Universidad Nacional de Trujillo desde 1990.
Esta noble mujer era de pequeña estatura (1.45m.) y falleció entre los 20 a 25 años de edad hacia el siglo IV d.C., cuando era una alta dignidad vinculada al ejercicio de la función religiosa en el centro ceremonial y que ostentaba un alto poder en el ámbito del valle Chicama, cuyo prestigio debió extenderse en toda la cuenca del Chicama y los valles vecinos de la costa norte.
Su cuerpo extendido a la usanza mochica, fue preparado siguiendo un complicado ritual, que incluyó la aplicación de cinabrio, sustancia de color rojo que inhibió el proceso de descomposición de la piel y los tejidos, debido a su toxicidad. Su rostro fue cubierto con un paño de algodón y protegido con un cuenco de cobre dorado. Sobre el pecho ostentaba un plato del mismo metal; asimismo, portaba una serie de ornamentos de plata y oro, entre ellos: aretes, narigueras, collares y otros.
El cuerpo y estos objetos fueron envueltos en un primer fardo que llevaba en el exterior el diseño estilizado de un rostro, a modo de máscara, cosido a la altura del rostro de esta importante mujer. Este primer fardo fue envuelto en un lienzo de algodón, y en su exterior se colocaron placas de cobre dorado sueltas y otras adheridas a telas, a modo de estandartes; asimismo, diademas, coronas, narigueras y objetos diversos. Para mantener los objetos y el cuerpo en su lugar, se les aseguró con placas metálicas a lo ancho del envoltorio, incluyendo dos porras o bastones emblemáticos de madera forrados de cobre dorado, que median 1.75m. de longitud.
Este fardo y las ofrendas exteriores fueron cubiertos con gran cuidado por una tela llana de algodón cuya longitud permitió dar más de veinte vueltas en torno al cuerpo. Aún más, para dar mayor estabilidad y firmeza al contenido, se utilizó 23 estólicas de madera envueltas en cobre dorado, ordenadas en forma paralela y a lo largo de la parte inferior del cuerpo, luego de lo cual se elaboró el envoltorio del segundo fardo, que al igual que el anterior- llevaba un rostro estilizado elaborado en fibra vegetal, cosido a la altura de la cabeza de este personaje.
De esta manera el segundo fardo y su contenido tuvieron una gran consistencia interna pese a su longitud (1.80m.) y peso (aproximadamente 120 Kg.), lo cual facilitó su recorrido desde el lugar donde se preparó el cuerpo hasta su descenso utilizando sogas- y ubicación final en el foso que se preparó en el patio policromado.
Dentro del foso, este fardo fue colocado de modo que la cabeza de la mujer quedara en el lado sur; luego fue sacrificada una adolescente de 15 años, la cual fue dispuesta al lado derecho de este importante personaje. Asimismo, varias vasijas de cerámica se distribuyeron alrededor del fardo y de la joven sacrificada: una botella escultórica que muestra a dos mujeres adultas frente a frente (una de las cuales da de lactar a una pequeña), otra que corresponde a un guerrero con casco lenticular, así un mate, varios cántaros mochicas y otros más burdos del estilo Gallinazo. Enseguida, los encargados del ritual del enterramiento colocaron maderos de algarrobo desbastados, dispuestos paralelamente siguiendo la longitud del fardo, para proteger el entierro.
Sobre estos maderos se puso una cubierta de caña brava armada a modo de quincha, que sustentó un relleno de adobes y tierra, encima del cual colocaron un gran cántaro escultórico -que representa una lechuza- y lo enterraron hasta la parte inferior del cuello. Al momento de elaborar el piso del patio policromado, el cuello del cántaro sobresalía al exterior, hecho que habría facilitado verter líquido (¿chicha?) en honor al ancestro en los complejos rituales posteriores a su muerte. Igualmente, antes de hacer el piso se esparció el material proveniente de una incineración ritual: instrumentos de tejer, huesos de pescado, micro esculturas de madera, fragmentos de vasijas de cerámica, excrementos de roedor, cinabrio y otros.
Por último, en el mismo patio y cerca de la noble señora fueron enterrados cuatro individuos de menor jerarquía, alineados junto al muro sur, donde destacan preciosos diseños de peces en paneles oblicuos. Asimismo, forma parte del evento del entierro de ella el entierro de una escultura de madera de pequeño tamaño, con tocado de cobre dorado, porra y escudo, el cual quedo debajo de la estructura que forma la plataforma con rampa sobre el cual fue construido el recinto que se halla en la esquina del patio policromado.
El estudio realizado por especialistas en antropología física ha destacado el buen estado de conservación del cuerpo, producto del esmerado tratamiento y protección, así como al hecho de haber sido enterrado en un lugar seco. Su elevado rango y dignidad le confirió el pleno derecho a ser enterrada en el patio policromado de la cima del cuarto templo, de los siete que forman Huaca Cao Viejo, los mismos que fueron construidos en diferentes épocas.
A su vez este pequeño patio está alineado con otros recintos pintados de blanco, los cuales rodean el patio principal ubicado en el centro de la cima del edificio, donde se realizaban las ceremonias más complejas y secretas de la época. En la esquina sureste del patio principal hay un recinto ubicado sobre una plataforma baja con rampa, -como el del patio pequeño donde fue enterrada la señora-, donde se observa el diseño de un ser sobrenatural con rasgos felínicos, que lleva un bastón corto puntiagudo (mano derecha) y una cabeza humana (mano izquierda); las otras paredes interiores fueron decoradas con relieves policromos que muestran peces estilizados.
La condición de la alta dignidad debió ser tal que en su época (siglos IV-V d.C.) fue considerada sin duda- como un personaje vinculado al mundo de las deidades, pues además de su complejo ajuar y objetos emblemáticos, llevaba tatuados en sus antebrazos, tobillos y dedos los símbolos que realzaban su prestigio: la araña, animal asociado al mundo nocturno y a la captura de víctimas, y la serpiente, un ser que está vinculado a la comunidad de los ancestros, la comunidad natural y la de las divinidades.
No cabe duda que, pese a su juventud, ella presidía las ceremonias y rituales realizados en el cuarto templo de Huaca Cao Viejo, asistida por oficiantes subordinados a su rango y poder, hacia el siglo IV d.C. De esta manera, el encuentro con esta mujer del antiguo Caup, que es un término irrespetuoso), realizado por arqueólogos, conservadores y personal obrero del Proyecto Arqueológico El Brujo, ha confirmado la importancia y el elevado rol que desempeñó la mujer en el mundo mochica, y en particular en el valle Chicama, pues en la cima de Huaca Cao Viejo también se encontró a dos dignatarias mochicas que vivieron mucho después que ella, en una tumba decorada con pintura mural que fue utilizada dos veces en el tiempo, para enterrarlas por separado. Asimismo, en San José de Moro (valle Jequetepeque) se encontró a una oficiante cuyo prestigio fue muy grande a fines de la época Mochica.
Toda la información que viene brindando esta dignidad femenina a los investigadores se suma a todos los demás hallazgos desde un fragmento de cerámica hasta un muro decorado- localizados en el Complejo El Brujo, pues todos son importantes para reconstruir la historia. Lejos de ser el gran descubrimiento o un hito que cambiará la historia, es mucho más importante descubrir la calidad, los valores y significado de este ser humano en la sociedad de su tiempo. Por eso, debido al respeto que merece, no debe ser objeto de una publicidad sensacionalista con irrespetuosas fotografías de su cuerpo desnudo, que la dejan expuesta al escarnio público, sin tener en cuenta el gran respeto y veneración que despertó en vida y en la vida después de la muerte física desde hace más de un milenio y medio.
Fuente: RPP Noticias, 23 de mayo de 2006
Enlace: http://www.rpp.com.pe/portada/nacional/39107_1.php
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Photograph by Ira Block © June 2006 National Geographic Society
(1) Tooth Trouble. Photograph by Ira Block
An abscessed wisdom tooth inflicted great pain on one of the Moche cultures rare powerful women at the time of her death, in her late 20s, in about A.D. 450. She was likely one of the leadersmaybe even the supreme rulerof the site now known as El Brujo. The dry climate on the north coast of Peru naturally mummified her body, recently discovered in almost perfect condition, but an autopsy couldnt determine what killed her. Experts are continuing to study her body and her burial to determine who she was and how she may have met her untimely end.
(2) Material Culture. Photograph by Ira Block
Loaded with symbolic meaning still not entirely understood, strands of beads encircled the neck of the mummy from El Brujo when she was laid to rest. Though the cords disintegrated over the centuries and the beads fell out of place, archaeologists can reconstruct 15 necklacesprobably worn one at a time depending on the occasion. Skillfully crafted from lapis lazuli, quartz crystal, silver, and a gold-copper alloy, the jewelry attests to this persons elite position, and to the wealth and sophistication of the Moche culture.
(3) Grim Discovery. Photograph by Ira Block
Beneath a ritual patio at the top of a grand adobe temple, archaeologists found the tomb of the female mummy as well as three other burialsall men. At the foot of one of the men lay an intriguing ceramic pot and the skeleton of a teenage sacrifice. "The Moche may have given their sacrificial victims corn beer, called chicha, before strangling them and placing them in the tombs," says John Verano, a physical anthropologist from Tulane University who is studying the El Brujo remains.
(4) Mysterious Icon. Photograph by Ira Block
Rising beside the tomb of the mummy, a wall topped by a tall pillar bears eight different versions of the same mystical figure flanked by condors and snakes. Its teeth are fanged like a catsthe sign of a supernatural beingand its extremities are flexed like a reptile or a crabanimals associated with the underworld. "This is the first time weve seen this figure in Moche art," says Régulo Franco, the lead archaeologist at El Brujo. "It must be a protector deity in the world of the dead."
(5) Ancient Keepsake. Photograph by Ira Block
Precious additions such as lapis lazuli, turquoise, and mother of pearl probably once brightened the eyes, earrings, and necklace of a ceramic figure found with the female mummy. They had fallen off or been removed before the piece was laid in her grave, though, exposing patches of black glue. Was this a family heirloom? A beloved personal object? We may never know for sure, but similar vessels have been found in other burials.
Fuente: © 2006 National Geographic Society
Enlace: http://www7.nationalgeographic.com/ngm/
0606/feature2/gallery1.html
Huaca Cao Viejo, un sector abierto al turismo. Foto: Envío Especial para EL INFORMANTE- D.R.
El año 2005 fue encontrado el entierro de una mujer de la nobleza mochica, en un patio ceremonial ricamente decorado con pintura mural, que le fue dedicado como mausoleo, el cual se localiza en Huaca Cao Viejo, uno de los templos mochicas del Complejo Arqueológico El Brujo, centro ceremonial del valle Chicama (costa norte del Perú), donde vienen realizando investigaciones el Instituto Nacional de Cultura, la Fundación Wiese y la Universidad Nacional de Trujillo desde 19901.
Esta noble mujer era de pequeña estatura (1.45m.) y falleció entre los 20 a 25 años de edad hacia el siglo IV d.C., cuando era una alta dignidad vinculada al ejercicio de la función religiosa en el centro ceremonial y que ostentaba un gran poder en el ámbito del valle Chicama, cuyo prestigio debió extenderse en toda la cuenca del Chicama y los valles vecinos de la costa norte.
Su cuerpo extendido a la usanza mochica, fue preparado siguiendo un complicado ritual, que incluyó la aplicación de cinabrio, sustancia de color rojo que inhibió el proceso de descomposición de la piel y los tejidos, debido a su toxicidad. Su rostro fue cubierto con un paño de algodón y protegido con un cuenco de cobre dorado. Sobre el pecho ostentaba un plato del mismo metal; asimismo, portaba una serie de ornamentos de plata y oro, entre ellos: aretes, narigueras, collares y otros.
El cuerpo y estos objetos fueron envueltos en un primer fardo que llevaba en el exterior el diseño estilizado de un rostro, a modo de máscara, cosido a la altura del rostro de esta importante mujer. Este primer fardo fue envuelto en un lienzo de algodón, y en su exterior se colocaron placas de cobre dorado sueltas y otras adheridas a telas, a modo de estandartes; asimismo, diademas, coronas, narigueras y objetos diversos. Para mantener los objetos y el cuerpo en su lugar, se les aseguró con placas metálicas a lo ancho del envoltorio, incluyendo dos porras o bastones emblemáticos de madera forrados de cobre dorado, que median 1.75m. de longitud.
Este fardo y las ofrendas exteriores fueron cubiertos con gran cuidado por una tela llana de algodón cuya longitud permitió dar más de veinte vueltas en torno al cuerpo. Aún más, para dar mayor estabilidad y firmeza al contenido, se utilizó 23 estólicas de madera envueltas en cobre dorado, ordenadas en forma paralela y a lo largo de la parte inferior del cuerpo, luego de lo cual se elaboró el envoltorio del segundo fardo, que al igual que el anterior- llevaba un rostro estilizado elaborado en fibra vegetal, cosido a la altura de la cabeza de este personaje.
De esta manera el segundo fardo y su contenido tuvieron una gran consistencia interna pese a su longitud (1.80m.) y peso (aproximadamente 120 Kg.), lo cual facilitó su recorrido desde el lugar donde se preparó el cuerpo hasta su descenso utilizando sogas- y ubicación final en el foso que se preparó en el patio policromado.
Dentro del foso, este fardo fue colocado de modo que la cabeza de la mujer quedara en el lado sur; luego fue sacrificada una adolescente de 15 años, la cual fue dispuesta al lado derecho de este importante personaje. Asimismo, varias vasijas de cerámica se distribuyeron alrededor del fardo y de la joven sacrificada: una botella escultórica que muestra a dos mujeres adultas frente a frente (una de las cuales da de lactar a una pequeña), otra que corresponde a un guerrero con casco lenticular, así un mate, varios cántaros mochicas y otros más burdos del estilo Gallinazo. Enseguida, los encargados del ritual del enterramiento colocaron maderos de algarrobo desbastados, dispuestos paralelamente siguiendo la longitud del fardo, para proteger el entierro.
Sobre estos maderos se puso una cubierta de caña brava armada a modo de quincha, que sustentó un relleno de adobes y tierra, encima del cual colocaron un gran cántaro escultórico -que representa una lechuza- y lo enterraron hasta la parte inferior del cuello. Al momento de elaborar el piso del patio policromado, el cuello del cántaro sobresalía al exterior, hecho que habría facilitado verter líquido (¿chicha?) en honor al ancestro en los complejos rituales posteriores a su muerte. Igualmente, antes de hacer el piso se esparció el material proveniente de una incineración ritual: instrumentos de tejer, huesos de pescado, micro esculturas de madera, fragmentos de vasijas de cerámica, excrementos de roedor, cinabrio y otros.
Por último, en el mismo patio y cerca de la noble señora fueron enterrados cuatro individuos de menor jerarquía, alineados junto al muro sur, donde destacan preciosos diseños de peces en paneles oblicuos. Asimismo, forma parte del evento del entierro de ella el entierro de una escultura de madera de pequeño tamaño, con tocado de cobre dorado, porra y escudo, el cual quedo debajo de la estructura que forma la plataforma con rampa sobre el cual fue construido el recinto que se halla en la esquina del patio policromado.
El estudio realizado por especialistas en antropología física ha destacado el buen estado de conservación del cuerpo, producto del esmerado tratamiento y protección, así como al hecho de haber sido enterrado en un lugar seco. Su elevado rango y dignidad le confirió el pleno derecho a ser enterrada en el patio policromado de la cima del cuarto templo, de los siete que forman Huaca Cao Viejo, los mismos que fueron construidos en diferentes épocas.
A su vez este pequeño patio está alineado con otros recintos pintados de blanco, los cuales rodean el patio principal ubicado en el centro de la cima del edificio, donde se realizaban las ceremonias más complejas y secretas de la época. En la esquina sureste del patio principal hay un recinto ubicado sobre una plataforma baja con rampa, -como el del patio pequeño donde fue enterrada la señora-, donde se observa el diseño de un ser sobrenatural con rasgos felínicos, que lleva un bastón corto puntiagudo (mano derecha) y una cabeza humana (mano izquierda); las otras paredes interiores fueron decoradas con relieves policromos que muestran peces estilizados.
La condición de la alta dignidad debió ser tal que en su época (siglos IV-V d.C.) fue considerada sin duda- como un personaje vinculado al mundo de las deidades, pues además de su complejo ajuar y objetos emblemáticos, llevaba tatuados en sus antebrazos, tobillos y dedos los símbolos que realzaban su prestigio: la araña, animal asociado al mundo nocturno y a la captura de víctimas, y la serpiente, un ser que está vinculado a la comunidad de los ancestros, la comunidad natural y la de las divinidades.
No cabe duda que, pese a su juventud, ella presidía las ceremonias y rituales realizados en el cuarto templo de Huaca Cao Viejo, asistida por oficiantes subordinados a su rango y poder, hacia el siglo IV d.C. De esta manera, el encuentro con esta mujer del antiguo Caup, realizado por arqueólogos, conservadores y personal obrero del Proyecto Arqueológico El Brujo, ha confirmado la importancia y el elevado rol que desempeñó la mujer en el mundo mochica, y en particular en el valle Chicama, pues en la cima de Huaca Cao Viejo también se encontró a dos dignatarias mochicas que vivieron mucho después que ella, en una tumba decorada con pintura mural que fue utilizada dos veces en el tiempo, para enterrarlas por separado. Asimismo, en San José de Moro (valle Jequetepeque) se encontró a una oficiante cuyo prestigio fue muy grande a fines de la época Mochica.
Toda la información que viene brindando esta dignidad femenina a los investigadores se suma a todos los demás hallazgos desde un fragmento de cerámica hasta un muro decorado- localizados en el Complejo El Brujo, pues todos son importantes para reconstruir la historia.
Nariguera con diseño de crustáceos. Otra gran belleza arqueológica. Foto: Envío Especial para EL INFORMANTE- D.R..
Fuente: El Informante, Perú, 6 de junio de 2006
Enlace: http://www.elinformanteperu.com/actualidad.php?idarticulos=8905
107 comentarios
karla daniela alva miranda -
me parecio super xevere y buena :)
sadasd -
grecia huaman -
victor -
walter j carpio rivas -
eva arellan -
gilmer -
GeNiThax -
jose luis -
Joana Catot -
Joana Catot -
me llamo Joana soy de Barcelona, Catalunya, país que esta al lado de España. Voy a visitar vuestro maravilloso país los meses de enero y febrero, soy profesora de orígenes del tatuaje y tatuadora profesional, mi mayor ilusión seria poder estudiar La Dana de Cao y contemplar sus magníficos tatuajes, he viajado por todo el mundo siempre en busca de tatuajes, y esta vez la meta es Perú.
daichumadonna -
Fiorella Lisset -
Juan Abelló -
Tengo una cruz comprada en Lima en la que están fusionadas la llamada cruz católica y encima una media luna en creciente, tambíen con brazos. Quisiera saber si tiene alguna relación con este hallazgo o con la cultura Mochica.
Muchas gracias.
Puedo mandar foto de la misma.
Juan
dj warner, luis omar -
miliscita -
gianella -
increible
marlene -
anastacia -
el peru es lo maximo
katia -
yo -
Los restos pertenecen a una adulta de 25 años, que perteneció a las clases privilegiadas y posiblemente murió durante el parto, según las evidencias arqueológicas.
El cadáver de La Señora de Cao -nombre que recibió- se encontró en un lugar llamado el Brujo, en la costa norte peruana y cercana a Trujillo.
La momia data del año 450 de nuestra era. La cultura moche tuvo su época de esplendor entre los siglos I y VIII de nuestra era, de acuerdo con los expertos.
Según el antropólogo John Verano, de la Universidad de Tulane, las joyas de oro y otros objetos preciosos indican que se trataba de una mujer muy importante, tal vez una gobernante o personalidad religiosa.
Pero resultó sorprendente para los expertos,ç la existencia de armas de guerra, que no solían acompañar en la tumba a las mujeres de esa cultura, explicó el científico.
Los brazos de la mujer estaban tatuados con imágenes de serpientes y arañas.
En el interior del sepulcro había joyas de oro, tocas, agujas de coser de oro, otros utensilios para la costura y algodón crudo. También rodeaban el cuerpo lanzas, mazas y otras armas para la lucha, divulgó National Geographic.
Los arqueólogos creen que esas armas pudieron ser presentes fúnebres de hombres o quizás de trataba de una mujer guerrera, aunque nunca se identificó a una en las miles de tumbas descubiertas de la cultura moche.
Fuente: Prensa Latina. 17 de mayo de 2006
Enlace: http://www.prensalatina.com.mx/article.asp?ID=%
7B9634C797-D342-4503-A997-1E4B14B86586%7D&language=ES
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(2) La momia de una mujer tatuada sacude las teorías sobre los indios mochica
Fue una sociedad teocrática y belicosa que se asentó en Perú en el siglo primero después de Cristo.
Un grupo de prisioneros desfila desnudo hacia una muerte segura, observados desde lo alto de la pirámide por una mujer ataviada con sus mejores joyas, mientras los dioses de la cultura moche peruana sobrevuelan el lugar. La ceremonia forma parte de la apertura al turismo de la ruina preincaica Cao Viejo, tras 16 años de excavaciones, que se coronaron seis meses atrás con el hallazgo del cuerpo momificado de la gobernante de los mochicas, una cultura que habitó la costa norte de Perú entre los siglos I y VIII después de Cristo.
Bautizada como la Señora de Cao, la momia fue encontrada en buen estado de conservación por arqueólogos peruanos, junto con el cuerpo de una adolescente que se habría colocado en forma de ofrenda.
El descubrimiento podría revolucionar las ideas que los científicos manejan sobre los mochicas, ya que hasta ahora se creía que esa sociedad había sido gobernada sólo por hombres, dijo Régulo Franco, uno de los arqueólogos que participó del hallazgo.
Junto con el cuerpo, los investigadores hallaron objetos bélicos, joyas de diverso tipo y lujosos vestidos, lo que los llevó a pensar que se trataba de la mujer que hacia el año 300 después de Cristo gobernó con mano firme a la cultura mochicadel valle de Chicama, en el norte de Perú. "Es el primer hallazgo científico de una gobernante mochica en el antiguo Perú", dijo Franco.
"Es una mujer líder en su época, que vivió hacia los 300 años después de Cristo aproximadamente. Murió a los 25 años y una de las cosas que nos ha llamado la atención es que el cuerpo lo tiene tatuado con figuras místicas", agregó.
Tatuada en sus brazos con imágenes de serpientes y arañas, la Señora de Cao habría desempeñado un rol político religioso y en algunos casos habría dirigido los sacrificios humanos que realizaba la cultura mochica, una sociedad teocrática y bélica que tenía a la decapitación como una práctica habitual.
"La envolvieron con muchos tejidos y colocaron en su interior muchas joyas importantes. La conservación de su cuerpo es excepcional y durante el desenfardelamiento hemos encontrado un producto, sulfato de mercurio, que ha servido para eliminar los microorganismos y ayudar a la conservación del cuerpo", precisó Franco.
Los arqueólogos creen que la Señora de Cao habría muerto tras dar a luz, debido a que su abdomen se encuentra dilatado y con fuertes cicatrices, aunque aún están realizando investigaciones para determinar la causa de su muerte.
Centro ceremonial
La huaca, palabra que significa centro ceremonial en quechua, fue construida por los mochicas y es un complejo de adobe de 2.500 metros cuadrados, que fue techado recientemente para garantizar un mejor estado de conservación.
Coronada con una plataforma ceremonial en lo alto de su estructura triangular, la ruina se ubica dentro del complejo arqueológico "El Brujo", llamado así por la constante afluencia de curanderos o chamanes, quienes realizaban rituales de curación en el lugar.
Los investigadores estiman que la ruina, una pirámide escalonada remodelada hasta en siete ocasiones, fue construida por primera vez a inicios de la era cristiana para luego entrar en decadencia durante el siglo VII después de Cristo.
Decorada con frisos con imágenes religiosas y de sacrificios, la ruina habría estado dedicada al dios Aiapaec, conocido también como "El Decapitador" y principal deidad de la cultura mochica, denominada de esa forma por la lengua muchik que hablaban sus integrantes.
Señora de Cao fue enterrada junto con sus oficiantes y guardianes
Un especialista limpia los cabellos de la Señora de Cao. Los restos aún son analizados.
Imagen de un ser de apariencia felina con tentáculos de pulpo. Este muro es uno de los que da forma al mausoleo de la Señora de Cao.
El director del INC, Luis Lumbreras es uno de los más entusiastas con este descubrimiento. Él ha podido ver directamente los restos. Se encontró una compleja estructura hasta dar con un fardo funerario de unos cien kilos de peso y una longitud de 1,80 metros.
Los primeros días del 2005 se detectó indicios de una tumba ubicada cerca del recinto ceremonial (ver infografía). Su ubicación respondería a la intención de los moches de colocar al personaje enterrado lo más cerca de donde tenían lugar los ritos. Tras establecerse el perímetro del entierro, se encontró restos de ceniza que fueron rápidamente analizados y que correspondían a ovillos de hilos, husos de madera, agujas de cobre, estiércol de roedor, pescado, figurinas de madera, fragmentos de cerámica, restos de cinabrio y otros elementos. Esto sería una prueba que después del entierro habría sido quemado todo lo que se utilizó durante los funerales.
Comenzaron las excavaciones y se encontró una compleja estructura hasta dar con un fardo funerario de unos cien kilos de peso y una longitud de 1,80 metros. Este había sido colocado con la cabeza orientada al sur, a la usanza moche. El fardo había sido cubierto con un petate y debajo se encontró el rostro de una mujer bordado sobre la primera capa de tela que formaba parte del fardo. También se halló gran cantidad de vasijas de cerámica fuera del fardo, entre las que destacan dos: una que representa a un personaje conocido como el ingeniero y otra más misteriosa e importante que representa una escena de curanderismo en donde una mujer envuelta en un pallar aplica sus manos sobre el vientre de una bebe que es sostenida por su madre. Franco tiene dos hipótesis: que la dama del entierro sea la niña o que sea la madre que sostiene a la bebe.
El fardo estuvo formado por más de veinte capas de tela, en medio de las cuales se encontró más objetos como mantos cubiertos de láminas doradas o restos de algodón. Al retirar las últimas capas se halló collares, diademas, coronas y 31 narigueras, algunas de ellas guardadas en estuches de tela. Los moche es también se cuidaron de colocarle a la difunta las agujas e hilos que seguramente utilizó en vida.
LOS ACOMPAÑANTES
La Señora de Cao no fue enterrada sola, en sus funerales habrían realizado rituales mágicos no exentos de sacrificios humanos.
Así lo demostrarían las osamentas halladas en la tumba principal. Se trata de los restos de una adolescente que fue estrangulada y colocada al lado izquierdo del fardo. Al sur de la tumba de la Señora de Cao se encontró los restos de un individuo, a quien los arqueólogos llaman el guardián de la tumba. Otros tres fardos funerarios ubicados al pie del muro sur forman parte de este entierro, pero estos aún no han sido abiertos. Sin embargo, las radiografías que se les ha tomado revelan que se trata de individuos que poseen diversos ornamentos personales.
LAS REACCIONES
El director del INC, Luis Lumbreras, es uno de los más entusiastas con el descubrimiento. Él ha podido ver directamente los restos de la señora y comparte la opinión de los arqueólogos de El Brujo acerca de la importancia de este hallazgo. Sin embargo, dijo que los estudios que se realizan al cadáver momificado servirán para conocer más en profundidad detalles de la antigua cultura preínca.
Además, reafirmó su compromiso para fomentar el desarrollo de las investigaciones de las cuales son codirectores.
Lumbreras indicó que se realizará coordinaciones con las autoridades locales para fomentar el turismo hacia el complejo, que recientemente fue abierto para la visita de los interesados en la arqueología.
Mientras tanto, el doctor Walter Alva, descubridor del Señor de Sipán, indicó que el descubrimiento y registro de un complejo ajuar funerario ocurrido en Magdalena de Cao constituye una de las más grandes contribuciones a la arqueología peruana.
"Llama la atención que muchos de los atuendos, ornamentos y símbolos de poder como orejeras, collares y porras de combate se encuentren en el ajuar de una mujer. Esto, los investigadores, lo creíamos reservado para los hombres debido a que hemos considerado a los mochicas como una sociedad patriarcal gobernada por varones", explicó el descubridor de Sipán.
El especialista John Verano, que también ha examinado la momia, señala que, a pesar de su aparente fragilidad, la Señora de Cao no tuvo en vida deficiencias nutricionales ni problemas de desarrollo. La única patología observada es la de un diente picado. Agregó que se ha planificado más estudios para conocer detalles de la vida de esta gobernante.
Los investigadores
1.- El equipo de trabajo en la huaca de Cao Viejo es encabezado por Régulo Franco Jordán, director del proyecto arqueológico El Brujo, quien contó con el apoyo de Arabel Fernández López, especialista textil, quien se encargó de sacar del fardo a la Señora de Cao. Ambos forman parte de la Fundación Wiese, que financió el proyecto. Además fueron codirectores del proyecto César Gálvez Mora, del INC de La Libertad y Segundo Vásquez, de la Universidad Nacional de Trujillo.
2.- Franco es apoyado por el arqueólogo Juan Vilela y la especialista Carmen Gamarra.
3.- Los trabajos contaron con el respaldo del INC, presidido por Luis Lumbreras. Su representante en La Libertad es Lutgarda Reyes.
Fuente: El Comercio, Perú, 19 de mayo de 2006
Enlace: http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/
Html/2006-05-18/impNacional0507597.html
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El mausoleo de la gobernante
A fines del 2004, los arqueólogos que trabajaban en la Huaca de Cao Viejo (La Libertad) encontraron una pequeña muestra de pintura mural en la esquina noroeste de la parte superior de la pirámide. Conocedores de que estas expresiones pictóricas eran importantes para los antiguos pobladores decidieron seguir la pista.
Meses después quedó ante los ojos de los especialistas lo que sería un bellísimo patio decorado que tenía en su muro sur representaciones de peces conocidos como life, una especie que vive en el agua dulce, pero que tenía un significado mítico-religioso para los antiguos moches. La presencia de estos dibujos, explica el arqueólogo Régulo Franco, eran indicio de que estaban en un recinto sagrado de los moches.
Las excavaciones llevaron a los investigadores a un recinto sagrado unido a dicho muro sur. Este nuevo espacio estaba ubicado en el ángulo sureste de un amplio patio ceremonial. El recinto ceremonial está adornado con ocho imágenes de una figura sobrenatural de rasgos de felino que está acompañado por dos hermosos cóndores y dos serpientes. Estos elementos aparecen también en los ornamentos de oro y plata de la Señora de Cao. Para los arqueólogos se trataría de la representación novedosa en el arte religioso mochica. Este ser sobrenatural lleva, además, un tocado que remata en volutas que representan tal vez tentáculos de pulpo. Esta divinidad reúne cualidades acuáticas (los tentáculos de pulpo), terrestres (serpiente, felino) y celestes (cóndor).
Sin embargo, hay un hecho extraño, los constructores, de un momento a otro decidieron colocar dos hornacinas que dañaron dos de las imágenes.
En la pared este del recinto aparecen paneles que representan la figura fantástica del llamado animal lunar. Este es un ícono reconocido también en la cerámica Recuay y en las fases tempranas de la cerámica mochica. Este ser está relacionado con el culto al agua.
Fuente: El Comercio, Perú, 19 de mayo de 2006
Enlace: http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/
Html/2006-05-18/impNacional0507596.html
Fotos: Algunas joyas y utensilios hallados en el fardo. Una muestra del ajuar de la Señora de Cao, que esconde más de un secreto.
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La señora de Cao: una noble mujer
(RPP Noticias) En el año 2005 fue encontrado (y no descubierto) el entierro de una mujer de la nobleza mochica, en un patio ceremonial ricamente decorado con pintura mural, que le fue dedicado como mausoleo, el cual se localiza en Huaca Cao Viejo, uno de los templos mochicas del Complejo Arqueológico El Brujo, centro ceremonial del valle Chicama (costa norte del Perú), donde vienen realizando investigaciones el Instituto Nacional de Cultura, la Fundación Wiese y la Universidad Nacional de Trujillo desde 1990.
Esta noble mujer era de pequeña estatura (1.45m.) y falleció entre los 20 a 25 años de edad hacia el siglo IV d.C., cuando era una alta dignidad vinculada al ejercicio de la función religiosa en el centro ceremonial y que ostentaba un alto poder en el ámbito del valle Chicama, cuyo prestigio debió extenderse en toda la cuenca del Chicama y los valles vecinos de la costa norte.
Su cuerpo extendido a la usanza mochica, fue preparado siguiendo un complicado ritual, que incluyó la aplicación de cinabrio, sustancia de color rojo que inhibió el proceso de descomposición de la piel y los tejidos, debido a su toxicidad. Su rostro fue cubierto con un paño de algodón y protegido con un cuenco de cobre dorado. Sobre el pecho ostentaba un plato del mismo metal; asimismo, portaba una serie de ornamentos de plata y oro, entre ellos: aretes, narigueras, collares y otros.
El cuerpo y estos objetos fueron envueltos en un primer fardo que llevaba en el exterior el diseño estilizado de un rostro, a modo de máscara, cosido a la altura del rostro de esta importante mujer. Este primer fardo fue envuelto en un lienzo de algodón, y en su exterior se colocaron placas de cobre dorado sueltas y otras adheridas a telas, a modo de estandartes; asimismo, diademas, coronas, narigueras y objetos diversos. Para mantener los objetos y el cuerpo en su lugar, se les aseguró con placas metálicas a lo ancho del envoltorio, incluyendo dos porras o bastones emblemáticos de madera forrados de cobre dorado, que median 1.75m. de longitud.
Este fardo y las ofrendas exteriores fueron cubiertos con gran cuidado por una tela llana de algodón cuya longitud permitió dar más de veinte vueltas en torno al cuerpo. Aún más, para dar mayor estabilidad y firmeza al contenido, se utilizó 23 estólicas de madera envueltas en cobre dorado, ordenadas en forma paralela y a lo largo de la parte inferior del cuerpo, luego de lo cual se elaboró el envoltorio del segundo fardo, que al igual que el anterior- llevaba un rostro estilizado elaborado en fibra vegetal, cosido a la altura de la cabeza de este personaje.
De esta manera el segundo fardo y su contenido tuvieron una gran consistencia interna pese a su longitud (1.80m.) y peso (aproximadamente 120 Kg.), lo cual facilitó su recorrido desde el lugar donde se preparó el cuerpo hasta su descenso utilizando sogas- y ubicación final en el foso que se preparó en el patio policromado.
Dentro del foso, este fardo fue colocado de modo que la cabeza de la mujer quedara en el lado sur; luego fue sacrificada una adolescente de 15 años, la cual fue dispuesta al lado derecho de este importante personaje. Asimismo, varias vasijas de cerámica se distribuyeron alrededor del fardo y de la joven sacrificada: una botella escultórica que muestra a dos mujeres adultas frente a frente (una de las cuales da de lactar a una pequeña), otra que corresponde a un guerrero con casco lenticular, así un mate, varios cántaros mochicas y otros más burdos del estilo Gallinazo. Enseguida, los encargados del ritual del enterramiento colocaron maderos de algarrobo desbastados, dispuestos paralelamente siguiendo la longitud del fardo, para proteger el entierro.
Sobre estos maderos se puso una cubierta de caña brava armada a modo de quincha, que sustentó un relleno de adobes y tierra, encima del cual colocaron un gran cántaro escultórico -que representa una lechuza- y lo enterraron hasta la parte inferior del cuello. Al momento de elaborar el piso del patio policromado, el cuello del cántaro sobresalía al exterior, hecho que habría facilitado verter líquido (¿chicha?) en honor al ancestro en los complejos rituales posteriores a su muerte. Igualmente, antes de hacer el piso se esparció el material proveniente de una incineración ritual: instrumentos de tejer, huesos de pescado, micro esculturas de madera, fragmentos de vasijas de cerámica, excrementos de roedor, cinabrio y otros.
Por último, en el mismo patio y cerca de la noble señora fueron enterrados cuatro individuos de menor jerarquía, alineados junto al muro sur, donde destacan preciosos diseños de peces en paneles oblicuos. Asimismo, forma parte del evento del entierro de ella el entierro de una escultura de madera de pequeño tamaño, con tocado de cobre dorado, porra y escudo, el cual quedo debajo de la estructura que forma la plataforma con rampa sobre el cual fue construido el recinto que se halla en la esquina del patio policromado.
El estudio realizado por especialistas en antropología física ha destacado el buen estado de conservación del cuerpo, producto del esmerado tratamiento y protección, así como al hecho de haber sido enterrado en un lugar seco. Su elevado rango y dignidad le confirió el pleno derecho a ser enterrada en el patio policromado de la cima del cuarto templo, de los siete que forman Huaca Cao Viejo, los mismos que fueron construidos en diferentes épocas.
A su vez este pequeño patio está alineado con otros recintos pintados de blanco, los cuales rodean el patio principal ubicado en el centro de la cima del edificio, donde se realizaban las ceremonias más complejas y secretas de la época. En la esquina sureste del patio principal hay un recinto ubicado sobre una plataforma baja con rampa, -como el del patio pequeño donde fue enterrada la señora-, donde se observa el diseño de un ser sobrenatural con rasgos felínicos, que lleva un bastón corto puntiagudo (mano derecha) y una cabeza humana (mano izquierda); las otras paredes interiores fueron decoradas con relieves policromos que muestran peces estilizados.
La condición de la alta dignidad debió ser tal que en su época (siglos IV-V d.C.) fue considerada sin duda- como un personaje vinculado al mundo de las deidades, pues además de su complejo ajuar y objetos emblemáticos, llevaba tatuados en sus antebrazos, tobillos y dedos los símbolos que realzaban su prestigio: la araña, animal asociado al mundo nocturno y a la captura de víctimas, y la serpiente, un ser que está vinculado a la comunidad de los ancestros, la comunidad natural y la de las divinidades.
No cabe duda que, pese a su juventud, ella presidía las ceremonias y rituales realizados en el cuarto templo de Huaca Cao Viejo, asistida por oficiantes subordinados a su rango y poder, hacia el siglo IV d.C. De esta manera, el encuentro con esta mujer del antiguo Caup, que es un término irrespetuoso), realizado por arqueólogos, conservadores y personal obrero del Proyecto Arqueológico El Brujo, ha confirmado la importancia y el elevado rol que desempeñó la mujer en el mundo mochica, y en particular en el valle Chicama, pues en la cima de Huaca Cao Viejo también se encontró a dos dignatarias mochicas que vivieron mucho después que ella, en una tumba decorada con pintura mural que fue utilizada dos veces en el tiempo, para enterrarlas por separado. Asimismo, en San José de Moro (valle Jequetepeque) se encontró a una oficiante cuyo prestigio fue muy grande a fines de la época Mochica.
Toda la información que viene brindando esta dignidad femenina a los investigadores se suma a todos los demás hallazgos desde un fragmento de cerámica hasta un muro decorado- localizados en el Complejo El Brujo, pues todos son importantes para reconstruir la historia. Lejos de ser el gran descubrimiento o un hito que cambiará la historia, es mucho más importante descubrir la calidad, los valores y significado de este ser humano en la sociedad de su tiempo. Por eso, debido al respeto que merece, no debe ser objeto de una publicidad sensacionalista con irrespetuosas fotografías de su cuerpo desnudo, que la dejan expuesta al escarnio público, sin tener en cuenta el gran respeto y veneración que despertó en vida y en la vida después de la muerte física desde hace más de un milenio y medio.
Fuente: RPP Noticias, 23 de mayo de 2006
Enlace: http://www.rpp.com.pe/portada/nacional/39107_1.php
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Photograph by Ira Block © June 2006 National Geographic Society
(1) Tooth Trouble. Photograph by Ira Block
An abscessed wisdom tooth inflicted great pain on one of the Moche cultures rare powerful women at the time of her death, in her late 20s, in about A.D. 450. She was likely one of the leadersmaybe even the supreme rulerof the site now known as El Brujo. The dry climate on the north coast of Peru naturally mummified her body, recently discovered in almost perfect condition, but an autopsy couldnt determine what killed her. Experts are continuing to study her body and her burial to determine who she was and how she may have met her untimely end.
(2) Material Culture. Photograph by Ira Block
Loaded with symbolic meaning still not entirely understood, strands of beads encircled the neck of the mummy from El Brujo when she was laid to rest. Though the cords disintegrated over the centuries and the beads fell out of place, archaeologists can reconstruct 15 necklacesprobably worn one at a time depending on the occasion. Skillfully crafted from lapis lazuli, quartz crystal, silver, and a gold-copper alloy, the jewelry attests to this persons elite position, and to the wealth and sophistication of the Moche culture.
(3) Grim Discovery. Photograph by Ira Block
Beneath a ritual patio at the top of a grand adobe temple, archaeologists found the tomb of the female mummy as well as three other burialsall men. At the foot of one of the men lay an intriguing ceramic pot and the skeleton of a teenage sacrifice. "The Moche may have given their sacrificial victims corn beer, called chicha, before strangling them and placing them in the tombs," says John Verano, a physical anthropologist from Tulane University who is studying the El Brujo remains.
(4) Mysterious Icon. Photograph by Ira Block
Rising beside the tomb of the mummy, a wall topped by a tall pillar bears eight different versions of the same mystical figure flanked by condors and snakes. Its teeth are fanged like a catsthe sign of a supernatural beingand its extremities are flexed like a reptile or a crabanimals associated with the underworld. "This is the first time weve seen this figure in Moche art," says Régulo Franco, the lead archaeologist at El Brujo. "It must be a protector deity in the world of the dead."
(5) Ancient Keepsake. Photograph by Ira Block
Precious additions such as lapis lazuli, turquoise, and mother of pearl probably once brightened the eyes, earrings, and necklace of a ceramic figure found with the female mummy. They had fallen off or been removed before the piece was laid in her grave, though, exposing patches of black glue. Was this a family heirloom? A beloved personal object? We may never know for sure, but similar vessels have been found in other burials.
Fuente: © 2006 National Geographic Society
Enlace: http://www7.nationalgeographic.com/ngm/
0606/feature2/gallery1.html
EL BRUJO MARAVILLA AL MUNDO
Huaca Cao Viejo, un sector abierto al turismo. Foto: Envío Especial para EL INFORMANTE- D.R.
El año 2005 fue encontrado el entierro de una mujer de la nobleza mochica, en un patio ceremonial ricamente decorado con pintura mural, que le fue dedicado como mausoleo, el cual se localiza en Huaca Cao Viejo, uno de los templos mochicas del Complejo Arqueológico El Brujo, centro ceremonial del valle Chicama (costa norte del Perú), donde vienen realizando investigaciones el Instituto Nacional de Cultura, la Fundación Wiese y la Universidad Nacional de Trujillo desde 19901.
Esta noble mujer era de pequeña estatura (1.45m.) y falleció entre los 20 a 25 años de edad hacia el siglo IV d.C., cuando era una alta dignidad vinculada al ejercicio de la función religiosa en el centro ceremonial y que ostentaba un gran poder en el ámbito del valle Chicama, cuyo prestigio debió extenderse en toda la cuenca del Chicama y los valles vecinos de la costa norte.
Su cuerpo extendido a la usanza mochica, fue preparado siguiendo un complicado ritual, que incluyó la aplicación de cinabrio, sustancia de color rojo que inhibió el proceso de descomposición de la piel y los tejidos, debido a su toxicidad. Su rostro fue cubierto con un paño de algodón y protegido con un cuenco de cobre dorado. Sobre el pecho ostentaba un plato del mismo metal; asimismo, portaba una serie de ornamentos de plata y oro, entre ellos: aretes, narigueras, collares y otros.
El cuerpo y estos objetos fueron envueltos en un primer fardo que llevaba en el exterior el diseño estilizado de un rostro, a modo de máscara, cosido a la altura del rostro de esta importante mujer. Este primer fardo fue envuelto en un lienzo de algodón, y en su exterior se colocaron placas de cobre dorado sueltas y otras adheridas a telas, a modo de estandartes; asimismo, diademas, coronas, narigueras y objetos diversos. Para mantener los objetos y el cuerpo en su lugar, se les aseguró con placas metálicas a lo ancho del envoltorio, incluyendo dos porras o bastones emblemáticos de madera forrados de cobre dorado, que median 1.75m. de longitud.
Este fardo y las ofrendas exteriores fueron cubiertos con gran cuidado por una tela llana de algodón cuya longitud permitió dar más de veinte vueltas en torno al cuerpo. Aún más, para dar mayor estabilidad y firmeza al contenido, se utilizó 23 estólicas de madera envueltas en cobre dorado, ordenadas en forma paralela y a lo largo de la parte inferior del cuerpo, luego de lo cual se elaboró el envoltorio del segundo fardo, que al igual que el anterior- llevaba un rostro estilizado elaborado en fibra vegetal, cosido a la altura de la cabeza de este personaje.
De esta manera el segundo fardo y su contenido tuvieron una gran consistencia interna pese a su longitud (1.80m.) y peso (aproximadamente 120 Kg.), lo cual facilitó su recorrido desde el lugar donde se preparó el cuerpo hasta su descenso utilizando sogas- y ubicación final en el foso que se preparó en el patio policromado.
Dentro del foso, este fardo fue colocado de modo que la cabeza de la mujer quedara en el lado sur; luego fue sacrificada una adolescente de 15 años, la cual fue dispuesta al lado derecho de este importante personaje. Asimismo, varias vasijas de cerámica se distribuyeron alrededor del fardo y de la joven sacrificada: una botella escultórica que muestra a dos mujeres adultas frente a frente (una de las cuales da de lactar a una pequeña), otra que corresponde a un guerrero con casco lenticular, así un mate, varios cántaros mochicas y otros más burdos del estilo Gallinazo. Enseguida, los encargados del ritual del enterramiento colocaron maderos de algarrobo desbastados, dispuestos paralelamente siguiendo la longitud del fardo, para proteger el entierro.
Sobre estos maderos se puso una cubierta de caña brava armada a modo de quincha, que sustentó un relleno de adobes y tierra, encima del cual colocaron un gran cántaro escultórico -que representa una lechuza- y lo enterraron hasta la parte inferior del cuello. Al momento de elaborar el piso del patio policromado, el cuello del cántaro sobresalía al exterior, hecho que habría facilitado verter líquido (¿chicha?) en honor al ancestro en los complejos rituales posteriores a su muerte. Igualmente, antes de hacer el piso se esparció el material proveniente de una incineración ritual: instrumentos de tejer, huesos de pescado, micro esculturas de madera, fragmentos de vasijas de cerámica, excrementos de roedor, cinabrio y otros.
Por último, en el mismo patio y cerca de la noble señora fueron enterrados cuatro individuos de menor jerarquía, alineados junto al muro sur, donde destacan preciosos diseños de peces en paneles oblicuos. Asimismo, forma parte del evento del entierro de ella el entierro de una escultura de madera de pequeño tamaño, con tocado de cobre dorado, porra y escudo, el cual quedo debajo de la estructura que forma la plataforma con rampa sobre el cual fue construido el recinto que se halla en la esquina del patio policromado.
El estudio realizado por especialistas en antropología física ha destacado el buen estado de conservación del cuerpo, producto del esmerado tratamiento y protección, así como al hecho de haber sido enterrado en un lugar seco. Su elevado rango y dignidad le confirió el pleno derecho a ser enterrada en el patio policromado de la cima del cuarto templo, de los siete que forman Huaca Cao Viejo, los mismos que fueron construidos en diferentes épocas.
A su vez este pequeño patio está alineado con otros recintos pintados de blanco, los cuales rodean el patio principal ubicado en el centro de la cima del edificio, donde se realizaban las ceremonias más complejas y secretas de la época. En la esquina sureste del patio principal hay un recinto ubicado sobre una plataforma baja con rampa, -como el del patio pequeño donde fue enterrada la señora-, donde se observa el diseño de un ser sobrenatural con rasgos felínicos, que lleva un bastón corto puntiagudo (mano derecha) y una cabeza humana (mano izquierda); las otras paredes interiores fueron decoradas con relieves policromos que muestran peces estilizados.
La condición de la alta dignidad debió ser tal que en su época (siglos IV-V d.C.) fue considerada sin duda- como un personaje vinculado al mundo de las deidades, pues además de su complejo ajuar y objetos emblemáticos, llevaba tatuados en sus antebrazos, tobillos y dedos los símbolos que realzaban su prestigio: la araña, animal asociado al mundo nocturno y a la captura de víctimas, y la serpiente, un ser que está vinculado a la comunidad de los ancestros, la comunidad natural y la de las divinidades.
No cabe duda que, pese a su juventud, ella presidía las ceremonias y rituales realizados en el cuarto templo de Huaca Cao Viejo, asistida por oficiantes subordinados a su rango y poder, hacia el siglo IV d.C. De esta manera, el encuentro con esta mujer del antiguo Caup, realizado por arqueólogos, conservadores y personal obrero del Proyecto Arqueológico El Brujo, ha confirmado la importancia y el elevado rol que desempeñó la mujer en el mundo mochica, y en particular en el valle Chicama, pues en la cima de Huaca Cao Viejo también se encontró a dos dignatarias mochicas que vivieron mucho después que ella, en una tumba decorada con pintura mural que fue utilizada dos veces en el tiempo, para enterrarlas por separado. Asimismo, en San José de Moro (valle Jequetepeque) se encontró a una oficiante cuyo prestigio fue muy grande a fines de la época Mochica.
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todo sobre la SEÑORA DE CAO esta realmente bonito ,al menos su historia ,, espero nos sigan brindando mas hechos sobre la SEÑORA DE CAO ,MIS RESPETOS A TODOS LOSQ ETRABAJARON EN ESE ALLASGO ,,MERZY
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dayana -
moises -
y es nesesario que el gobierno invierta mas para descubrir los avanses de nuestros antepasados en las diferentes culturas de nuestro peru...........
yoseliph -
betty -