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El Museo Británico de Londres muestra los tesoros del desconocido Imperio Persa

El Museo Británico de Londres muestra los tesoros del desconocido Imperio Persa El Museo exhibe por primera vez en Europa piezas de los ricos fondos del Museo Nacional de Teherán y de Persépolis junto a otras de diversas colecciones

El Museo Británico de Londres muestra desde mañana los tesoros de uno de los grandes imperios de la antigüedad, el persa, que tuvo en su día una extensión casi similar al del imperio romano, pero mucho más desconocido. Bajo el título de 'Un Imperio Olvidado: el Mundo de la Antigua Persia' (550 a 330 antes de Cristo), se exhiben por primera vez en Europa piezas fascinantes de los ricos fondos del Museo Nacional de Teherán y de Persépolis junto a otras de diversas colecciones, como la del propio Museo Británico o del Louvre, en París.

Entre ellas figuran artefactos vinculados a Ciro o Jerjes que atestiguan de su poderío, placas ornamentadas que muestran a sacerdotes y sirvientes, además de lujosa vajilla de oro y plata y joyería procedente de las capitales imperiales de Pasagarda y Susa. Algunas de las piezas más espectaculares como los relieves del palacio de Darío en Persépolis son, sin embargo, réplicas obtenidas de moldes realizados en 1892.

Estos muestran procesiones de oferentes de distintas partes del imperio, combates entre héroes barbados y monstruos o leones atacando a toros. Los fragmentos de bases de columnas, algunos con garras de leones, dan una idea de la monumentalidad de los edificios que mandaron construir los reyes de la dinastía aqueménida como demostración de su poderío.

La exposición, que estará abierta al público hasta el 8 de enero, repasa las sorprendentes innovaciones que ayudaron a los reyes persas a controlar sus dominios, de cuya vastedad ofrecen testimonio objetos procedentes de lugares tan lejanos como Egipto, el Asia Central o Cáucaso. Todo ello ayudará al visitante a entender mejor un imperio que duró alrededor de dos siglos en todo su esplendor y tuvo un papel crucial en la transmisión a Occidente, a través de Grecia, de los aportes culturales de Asiria y Babilonia.

Vivero de déspotas y tiranos

Según John Curtis, responsable del departamento de Oriente Medio del museo, el parcial desconocimiento del imperio persa hay que atribuirlo sobre todo a los griegos, que fueron sus enemigos y lo desfiguraron totalmente. Persia es representada por los griegos como vivero de déspotas y tiranos frente a la democracia y la libertad que caracterizan a Atenas, interpretación totalmente equivocada en opinión del experto británico.

El Cilindro de Ciro, descubierto en Babilonia en 1789 y que forma parte de la colección del Museo Británico, un documento en barro cocido inscrito por ese Gran Rey Persa después de su captura de Babilonia, describe cómo devolvió a sus santuarios las estatuas de los dioses de los pueblos conquistados. Ciro permitió también el retorno a sus hogares de los pueblos deportados, y gracias a él pudieron, por ejemplo, los judíos regresar de Babilonia a Jerusalén.

Los persas respetaron en gran medida la autonomía de los pequeños estados que incorporaron a su imperio, incluidas las ciudades griegas del litoral occidental de Anatolia, y se contentaron con instalar a gobernantes filopersas y someterlos a tributo. Para Curtis, los persas no fueron tampoco más belicosos que otros imperios a pesar de las guerras médicas (greco-persas) bajo Darío y su sucesor, Jerjes, aunque el relato que hicieron de ella Heródoto y otros historiadores griegos contribuyeron a presentarlos así.

Alejandro el Magno

Todo el mundo recuerda hoy a los heroicos griegos, que gracias a la astucia de Temístocles y a la movilidad de su flota naval, lograron infligir una fuerte derrota a la armada persa, o la batalla de Maratón, de 490, ganada también por los griegos. Por culpa de esa versión partidista, los persas han pasado a la historia como un imperio bárbaro cuando el aqueménida fue, por el contrario, un imperio tolerante.

Aunque se cree que sus reyes eran seguidores de la religión fundada por Zoroastro, permitieron, sin embargo, que floreciesen las religiones locales en las distintas partes de un imperio que en su momento de mayor esplendor se extendía desde el norte de África hasta China y la India.

Un imperio al que Alejandro el Magno asestó un golpe definitivo cuando en 331 antes de Cristo invadió Persia, derrotó a las huestes de Darío III, y prendió fuego a los magníficos edificios de su capital, Persépolis, en lo que algunos han visto un acto de venganza por la destrucción de la acrópolis de Atenas por Jerjes.

LA EXPOSICIÓN:

Título: 'Un Imperio olvidado: el mundo de la Antigua Persia (550 a 330 antes de Cristo)'.

Lugar: Museo Británico de Londres.

Contenido: La muestra repasa las innovaciones que ayudaron a los reyes persas a controlar sus dominios. Se exhiben por primera vez en Europa los fondos del Museo Nacional de Teherán y de Persépolis y piezas de otras colecciones.

Fecha: La muestra permanecerá abierta desde mañana viernes hasta el 8 de enero.

Más información en español: http://www.thebritishmuseum.ac.uk/spanish/

Fuente: J. Rábago/Efe /Madrid/Londres, La Estrella Digital, 8 de septiembre de 2005
Enlace: http://www.estrelladigital.es/articulo.asp?sec=cul&fech=08/09/2005&name=museo

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(2) El Museo Británico se reconcilia con el arte persa

La exposición, en colaboración con Irán, reivindica a un «imperio olvidado»

Con el objetivo de romper su fama de despotismo y de reavivar el interés por su cultura, la galería londinense dedica al imperio persa una ambiciosa muestra, a la que han contribuido los museos del Louvre, Teherán y Persépolis. de Goya prestadas para su gran retrospectiva alemana porque, según la Academia, la Galería Nacional incumplió el nivel de «lux» exigible para conservar las obras, que sí viajarán a Viena

(Foto) A la izquierda, placa de oro del tesoro de Oxus. A su derecha, una estatuilla de plata que puede representar a un rey persa

Londres- En un momento en el que las relaciones diplomáticas entre Irán y Occidente atraviesan dificultades, el Museo Británico quiere contribuir al entendimiento mutuo con una ambiciosa exposición sobre los persas, una de las civilizaciones más poderosas de la historia de Oriente Medio (550 a 330 antes de Cristo).

Bajo el título «Un Imperio Olvidado», la galería londinense mostrará a partir de mañana centenares de piezas provenientes de sus propios fondos, del Louvre de París y de los museos iraníes de Teherán y Persépolis, muchas de las cuales no habían sido exhibidas en Europa hasta la fecha.

Según los responsables de la muestra, su objetivo es doble. Por una parte, pretenden romper el mito popular de que los persas eran una civilización despótica y despiadada, cuando en realidad sus avances políticos y sociales fueron notables.

Y como el propio título de la muestra indica, quieren reavivar el interés por una cultura que ha permanecido en la penumbra durante siglos. «En Occidente, prestamos mucha más atención a Grecia, Roma o Egipto, cuando Persia es igual de interesante», se quejó ayer John Curtis, comisario de la muestra, que permanecerá abierta hasta el 8 de enero y viajará a Barcelona en marzo.

Sofisticación. En apenas cinco salas, el museo repasa una civilización que durante siglos desbordó Oriente en las cuatro direcciones: desde el Magreb hasta India y desde el Mar de Aral hasta el Golfo Pérsico. Especial atención reciben los monumentales palacios encargados por los reyes Ciro, Darío y Jerjes en capitales imperiales como Pasagarda, Susa y, sobre todo, Persépolis. Quizás la pieza más llamativa sea la reproducción del friso que decoraba este último palacio, con detallados relieves de escenas bélicas, ofrendas y luchas entre animales. Además, varios descomunales plintos de columnas dan una idea de la enormidad de estos edificios, con los que los reyes simbolizaban la fortaleza de su pueblo. Idéntico esplendor se encuentra en las vajillas empleadas por los monarcas para sus banquetes, deslumbrantes piezas de oro, plata y cerámica. La más delicada es una copa dorada adosada a un león alado, cincelada con absoluta precisión.

El resto de obras, tanto frescos como grabados, joyas e inscripciones en arcilla, dan una idea del grado de sofisticación de una civilización que decayó a partir del 331 aC, cuando Alejandro de Macedonia les derrotó y prendió fuego a Persépolis.

Fuente: Gonzalo Suárez / La Razón Digital, 8 de septiembre de 2005
Enlace: http://www.larazon.es/noticias/noti_cul74599.htm

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(3) Ancient secrets of a mighty empire

Online exclusive: The Iranian government almost put a stop to the British Museum’s latest exhibition, but Richard Holledge discovers that these Persian treasures are worthy of a wider audience

(Foto) A view of Persepolis

For an empire as mighty as the Persian, you would expect an exhibition to open with a flourish of its mightiest artifacts. So it is with Forgotten Empire: The World of Ancient Persia at the British Museum. A towering, headless, statue of King Darius I greets you at the door, and in the main hall a limestone mastiff, unleashed to leave Iran for the first time since it stood guard at the gates of the great palaces of Persepolis, sits alongside the colossal reliefs that tell the story of Persian power and life.

That’s what you expect from the celebration of an empire that lasted from 550BC to 330 BC and spread from Libya to the Indus Valley, from the Persian Gulf, north to the Aral Sea, before it was torn apart by Alexander the Great. More than twenty countries came under its sway and legendary kings such as Cyrus the Great, Darius I and Xerxes ruled an empire that was characterized by sound administration, shrewd governance and religious toleration.

This is a ground breaking exhibition, and the fact that it is on at all is down to the drive and persistence of John Curtis, the show’s curator, and the enthusiasm of the National Archaeological Museum in Tehran. Indeed, so ground breaking did it seem to the new Iranian government that last month it almost cancelled the shipment of fabulous artifacts, many of which have never left the country before.

What we see captures the glory of an empire, but it is the detail that wins you over. Having visited Persepolis and marveled at the grandeur of the place – it covers more than 30 acres with vertiginous columns and stupendous statuary - I was lucky enough to see some of the precious material that is usually hidden in the museum vaults. It felt like discovering buried treasure.

Look closely at the statue of Darius and you will see the small blemishes where Alexander’s soldiers chipped away at their enemy; look at the sandals worn by the ‘royal hero’ battling the lion in the doorway to the main hall. We know he is not a king, but only a symbolic figure, because a king would have worn buttons on his sandals and this chap, whatever his symbolic import, has straps.

The relief casts that dominate two sides of the hall are massive, but the fascination – and the revelation - is in the minutiae. The originals in Persepolis have been rubbed smooth in places by the thousands of visitors, and others have been damaged by the nearby petro-chemical works, but these casts, made in the late 19th century, have been preserved in the cool confines of the British Museum, and show in detail the delegates from the 23 satrapies visiting the king with tributes of bowls, jars containing oils and perfumes, cloth, bracelets and clothes. They carry swords and axes, sporting bracelets and earrings and lead camels and mules.

Don’t dismiss the three-minute video that reconstructs the vastness of the palaces and gives an idea of the colours – not the monochrome limestone of the exhibits - but vivid reds and greens and blue which decorated the walls, doors and columns.

The richness of the imagery comes alive in the rooms dedicated to eating, luxury, governance and war. Take the room entitled The Royal Table for a glimpse into a world of conspicuous consumption.

Mealtimes at the royal table was an opportunity for net-working and winning influence with complicated seating arrangements, elaborate etiquette and exotic food; sweet grape jelly, candied turnips and radishes prepared with salt, candied capers, dates and figs and pomegranates.

The Greek chronicler Herodotus enviously recorded how the “richer Persians cause an ox, a horse, a camel and an ass to be baked whole and so served up to them….they eat little solid food but abundance of dessert ... they are very fond of wine and drink it in great quantities.”

If I had to choose one piece from among the golden goblets, duck-headed trays and silver bowls on display, to symbolize the glory, luxury and sophistication of the Persians, it would be a silver and bronze amphora handle, in the shape of a leaping ibex. A ravishing piece of workmanship.

The extravagance of the dining room extended into the luxury of everyday life in the palaces. Men and women wore gold bracelets with the heads of lions, rams or monsters, gold spirals often inlaid with turquoise or lapis lazuli or monsters. They wore finger rings, earrings of gold filigree inlaid with precious stones, and great chunky necklaces that could have been straight out of Vogue.

But it was also an empire of strict governance and tight control. In a section devoted to administration we see how coins were used to emphasise royal iconography, and how records were written with a stylus on clay to keep track of farm produce, economic details and rations.

The kings relied on an impressive road network and the skills of their horsemen. Nothing sums up the pride these inspired better than the little figurine used as a lynchpin for a chariot wheel. Attached to his arms would have been bracelets that jingled as the chariots moved. How flash - a bit like those BMW drivers who put independently whirling hubcaps on their wheels and cruise around the West End.

Two big events have been arranged to celebrate this milestone exhibition. The Friends of Iran, an expatriate group, will gather for a dinner worthy of Darius himself, while another will be hosted by one of Iran’s vice president. An altogether drier affair.

Both have their different agendas, but both should remember the words Cyrus the Great had inscribed on his tomb set in the plain at Pasargadae near Persepolis: “Mortal! I am Cyrus … who founded the Persian Empire. Grudge me not then my monument.”

Even he might have been surprised to discover that 1500 years later, far from being rejected or forgotten, the glories of his empire rise again in central London.

Forgotten Empire; the World of Ancient Persia. From September 9. British Museum, Great Russell, Street, London WC1 3DG 0207 323 8000. www.britishmuseum.ac.uk

Fuente: Richard Holledge / Copyright 2005 Times Newspapers Ltd., 7 de septiembre de 2005
Enlace: http://entertainment.timesonline.co.uk/article/0,,14933-1769439,00.html

5 comentarios

isabel batista -

todos los q escriben comentarios apuesto q ni saben de q se trata, y solo se metieron por error, sean inteligentes por amor adios.

leidy johana perez villa -

seria muy interesante que mostraran una galeria sobre los restos del titanic y lo que quedo de este o por lo menos si me pudiesen mandar esto a mi correo , yaque me encanta esta historia.
gracias

diego cerezo duran -

tengo un medallon que dice:
"BUSTE D'ALEXANDRE BRONGNIART ENFANT Jean Antoine Hondon
1777"

"tresors du louvre"

Y del lado opuesto hay un retrrato grabado de un niño. Si sabes algo escribeme

eduardo -

muy buena la pagina

sigan asi

Vailima -

Interesante. ¡Ojalá puediera ir!
Un saludo