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Terrae Antiqvae

Templo de Artemisa en Éfeso

 

Según la leyenda, las Amazonas se encontraban en guerra con Teseo (rey de Atenas e hijo de Etra y Egeo). Al detenerse en cercanías de la costa Lidia para orar a Artemisa, la diosa de la caza. Allí erigen una imagen de la diosa, danzando a su alrededor y realizando sacrificios.

Artemisa, hermana de Apolo, era la diosa griega de la Luna. En Éfeso se le rendía un culto en cierto modo pre-helenístico, representando más la fertilidad que la virginidad que significaba para los griegos. A la diosa se la representa con una corona amurallada, símbolo de Cibeles, y, al igual que ella, la Artemisa de Éfeso era servida por esclavas llamadas megabyzae.

Una inscripción votiva mencionada por Bennet, que data probablemente del siglo III a.C., asocia la Artemisa de Éfeso a Creta:

"Al sanador de los desastres, a Apolo, dador de la Luz a los mortales, Eutyches le ha erigido en ofrenda (una estatua de) la Señora cretense de Éfeso, la Portadora de la Luz."

La costumbre griega del sincretismo asimiló todas las deidades extranjeras bajo alguna forma de las deidades del Olimpo, y está claro que en Éfeso, la identificación con Artemisa que hicieron los colonos jonios no era muy apropiada.

El templo de Artemisa se encontraba en una próspera región, que cruzaban viajeros y mercaderes de toda Asia Menor. Fue influenciado por varias creencias, y era un símbolo de fe para mucha gente. Los efesios adoraban a Cibeles, e incorporaron gran parte de sus creencias al culto de Artemisa. El duo Artemisa-Cibeles distaba mucho de su equivalente romano Diana. El culto de Artemisa atrajo miles de adoradores de todas partes del mundo conocido.

Según Pausanias, en aquel lugar ya existía un templo fundado por Coreso y Efeso (de quien tomaría nombre la ciudad) y afirmó que existía muchos años antes de la inmigración Jonia y que era, incluso, más antiguo que el culto al Oráculo de Apolo en Dídima. Los anteriores habitantes de la ciudad eran legeles y lidios. El lugar en el que se fundó el santuario de Artemisa había sido ya objeto de veneración por las poblaciones locales que practicaban allí el culto a la Gran Madre o Cibeles, culto al que después se asimiló el de Artemisa. Aunque esto no sería más que un pequeño santuario. La gran abundancia de exvotos, desde el siglo VIII a.C., demuestra un lugar de culto. El edificio más antiguo que corresponde a la primera fase, se trata de un altar, al que siguió la construcción de algunos templos de pequeñas dimensiones (naískois). De éstos, el que precede al templo arcaico fue levantado hacia el 600 a.C. Medía 14 x 28 m y estaba rodeado por un muro de cierre.

Ya en el siglo VI a. c. se levanta un imponente templo sobre el santuario. Se erige en Éfeso, ciudad situada a orillas del mar Jónico y una de las 12 ciudades de Jonia, cerca de la actual Izmir, en Turquía. Éfeso fue fundada, probablemente, en el siglo XXI a.C. Se estima que en el siglo II a.C. la ciudad tenía una población de 225.000 habitantes y compartía con Antioquía de Siria y Alejandría (en Egipto) el honor de ser una de las ciudades más importantes del mundo oriental del Imperio Romano.

Éfeso adquiere renombre gracias al Templo de Artemisa, el cual se encontraba en una región próspera por donde cruzaban viajeros y mercaderes de toda el Asia Menor. Era un símbolo de fe para mucha gente y fue influenciado por varias creencias. Recibe, también, el nombre de Templo de Creso (Rey y principal benefactor del templo). Fue Creso quien llevó a cabo una suscripción pública, reuniendo fondos para construir el templo nuevo, ya que el anterior fue destruido por los sumerios en el siglo VII a.C. Creso era un amante del arte y protector de artistas y científicos. Cabe mencionar que el mismo Esopo pasó por su corte. El rey estaba maravillado por las Pirámides y quiso construir un templo igual de monumental que estas colosales estructuras. Los constructores del antiguo templo fueron Peonio y Demetrio. Creso contrata a Escopas para que se ocupe de las esculturas que adornarían el templo y al arquitecto griego Quersifrón para que se ocupe del templo. Este estaba constituido por 127 columnas de 20 metros de alto, algo casi impensable para la época. Se cree que la construcción del mismo tardaría unos 120 años, lo que nos hace pensar que las manos de más de un arquitecto pasarían por allí. El templo fue terminado por Metágenes, hijo de Quersifrón, con ayuda de Teodoro (arquitecto del templo de Hera en Samos).

El templo se ubicó sobre un terreno rocoso como precaución frente a terremotos. No se sabe mucho del templo, pero según relatos de Plinio el Viejo, este tenía 115 metros de largo por 55 de ancho. Realizado en mármol, constaba de 127 columnas, cada una de unos 20 metros de algo, las bases de cada columna era de 5 pies de diámetro. Tenía 36 columnas en la fachada occidental distribuidas en 3 hileras de 8 columnas, todas ellas ornamentadas estaban distribuidas de tal manera que rodeaban la sala donde estaba situada la estatua de la diosa, una estatua de forma similar a la que se encuentra en el museo de Efeso, de color negro y cubierta de oro. Se dice que podría estar tallada de un meteorito. El templo en sí mismo era colosal, un orgullo para la ciudad y visita obligada de todos los que por allí pasaban. Pero no duró mucho. Dos siglos después de su construcción, un mendigo loco, hambriento de fama y notoriedad llamado Eróstrato logró destruir en poco tiempo lo que llevó tanto tiempo en acabarse. Incendió el edificio para hacerse de un nombre que perdurara a través del templo. De esta manera, Efeso perdería nuevamente aquello que lo llenaba de orgullo: El Templo de Artemisa.

"Se descubrió que un hombre había planeado incendiar el templo de Diana en Éfeso, de tal modo que por la destrucción del más bello de los edificios, su nombre sería conocido en el mundo entero" Valerio Máximo.

Los efesios, ultrajados, intentaron que su nombre nunca fuera recordado. Sin embargo, éste ha llegado a través de Estrabón.

Veinte años después del suceso Alejandro Magno pasó por Efeso. Al ver las ruinas del templo se interesó por él. Al saber que la destrucción del templo ocurrió el mismo día en que él nació (21 de julio del año 356 a.c.) vio en ello una señal y se dispuso a colaborar, aunque los efesios declinaron su oferta. Designó para el proyecto a Dinócrates, quien realizó mediciones para la fundación de Alejandría en Egipto. Sin embargo, el templo fue restaurado tras la muerte de Alejandro, acaecida en el año 323 a.C. Pero, una vez más, el templo sería arrasado. Esta vez serían los Godos en tiempos del emperador Galieno.

"Respa, Veduc y Thuruar, líderes de los godos, embarcaron y navegaron a través del Helesponto hacia Asia. Allí arrasaron varias populosas ciudades y prendieron fuego al renovado templo de Diana en Éfeso" Jordanes en Getica (xx.107)

En el año 262. Para esos tiempos la mayoría de los efesios se convirtieron al cristianismo y el templo perdió su interés religioso. Los restos del templo fueron derribados y los materiales fueron reutilizados para otras construcciones.

Entre 1863 y 1874, el ingeniero J. T. Wood excava el suelo de Éfeso en busca del templo de Artemisa. El Museo Británico patrocina sus trabajos con 80.000 dólares de la época. Tras diez años de búsqueda y 100.000 metros cúbicos de tierra removida, encuentra parte de los cimientos del templo que los griegos llamaban Artemison. Descubre que el edificio se apoyaba en una plataforma a la que se subía por una escalinata circular de diez travesaños. Tenía 117 columnas de 2,15 metros de diámetro y 20 de altura, y en 36 de ellas había esculturas talladas. Cuadruplicaba la superficie del Partenón de Atenas, con 110 metros de largo y 55 de ancho. Todos estos hallazgos confirmaron la descripción del templo hecha por Plinio y puesta en duda por muchos estudiosos. Durante su búsqueda, larga, errática y laboriosa, Wood saca a la superficie la antigua ciudad de Éfeso, que, según Herodoto, fue «la primera y más importante de las metrópolis de Asia».

Bibliografía:

Naturalis Historia, Plinio el Viejo: XXXVI.xxi.95

Vida de Alejandro Magno, Plutarco: III.5

Fuente: Wikipedia

Las Siete Maravillas del Mundo antiguo, los auténticos tesoros

Las nuevas maravillas, elegidas por votación popular a instancias de Bernard Weber, responden a criterios mediáticos y nada tienen que ver con las que Herodoto citó en el siglo V antes de Cristo.

En el incendio de la biblioteca de Alejandría, en el año 47 antes de Cristo, ardió un volumen de Calímaco de Cirene, del siglo III a.C., dedicado a las Siete Maravillas del Mundo. Unos sostienen que cinco de ellas convivieron en el tiempo; otros afirman que algunas sólo existieron en la imaginación humana; y la mayoría mantiene que fueron siete porque éste era el número mágico para los griegos.

La pirámide de Keops es la única que sobrevive en la actualidad. Se construyó en 2640 a.C. con bloques de piedra tan alineados y ajustados que entre ellos no entraba la hoja de una daga. El faraón quería un sepulcro que eclipsase el sol. Lo logró: su tumba alcanzó los 147 metros de altura, aunque hoy mida 10 menos por efectos de la erosión. Novelas y películas relatan las penurias de los esclavos que la construyeron, aunque lo cierto es que, en su mayoría, eran obreros remunerados y artesanos bien retribuidos y socialmente muy considerados. Son pocas las pirámides halladas intactas. La mayoría fueron saqueadas por los ladrones de tumbas, a pesar de los muchos desvelos de los arquitectos por ocultar las entradas y las cámaras sepulcrales con los valiosos ajuares mortuorios.

Al rey Nabucodonosor II se le considera tan destacado guerrero como arquitecto. Gobernó Persia en el siglo VI a.C. Diodoro de Sicilia le atribuye la creación de los Jardines Colgantes de Babilonia como obsequio a una concubina persa llamada Amytis que añoraba su tierra y le pidió «que la imitara mediante la destreza del cultivo». Muchos contradicen esta bella historia y adjudican los legendarios jardines a la reina Shammuramat, llamada Semiramis por los griegos, que, a la muerte del rey Shamsidad V, en el siglo IX a.C., dirigió el imperio asirio como regente de su hijo Adadnirari III y se suicidó cuando descubrió que él perpetraba una conjura en su contra. A Santiago Segura, autor del libro 'Los jardines en la Antigüedad' (Universidad de Deusto, Bilbao, 2005), estas autorías no le cuadran, porque el historiador Jenofonte narra cómo el espartano Lisandro se deshace en elogios al contemplar los Jardines Colgantes, a lo que el rey Ciro 'el grande', en el siglo VI a. C., replica: «Pues todo ello, Lisandro, lo diseñé y lo distribuí yo, y algunos de los árboles incluso los planté personalmente».

No existen pruebas de que los Jardines Colgantes llegasen a existir, aunque muchos reyes se adjudicaran su construcción. Numerosas y contradictorias son también las descripciones de los vergeles babilónicos, llamados colgantes por una errónea traducción de la palabra griega 'kremastos' y la latina 'pensilis', que, en realidad, significan saliente. Para Segura, eran terrazas escalonadas adosadas a una ladera, apoyadas sobre bóvedas, con árboles en los pilares huecos y, en la bancada superior, un gran jardín con paseos, esculturas y muros decorados. «En su conjunto ofrecerían un espectáculo impresionante». Se les atribuye una superficie de 19.000 metros cuadrados y una caída de 90. Muchos arqueólogos han ido en su búsqueda. Claudius James Rich y Rober Keer Porter lo intentaron en 1811 y 1818. En 1903 Robert Koldewey creyó hallar sus cimientos. Pero Theodor Dombart, Wolfram Nagel y Muyad Said, en 1967, 1978 y 1982, demostraron que erró en el lugar y en las dimensiones, y situaron los vergeles en la ribera occidental del Eúfrates.

El Mausoleo y el Faro

La mayor parte de las Maravillas del Mundo estaban en suelo heleno. Poco después de que su templo en Éfeso sea incendiado por Eróstrato, la propia Artemisa impulsa en la ciudad de Halicarnaso un espectacular sepulcro en memoria de su esposo Mausolo, rey de esa ciudad de Asia Central que hoy lleva el nombre de Bodrum. El sepulcro se construye en 353 a.C. Al parecer, esclavos y hombres libres trabajaron en el monumento, bajo la dirección de los arquitectos Sátiros y Piteos, para levantar una plataforma rectangular sobre la que descansaba una columna jónica, sobre la que se levantaba a su vez una pirámide escalonada y la escultura de una cuádriga. Se dice que el conjunto superaba los 50 metros de altura. Las tallas se atribuyen a los mejores artistas del momento: Escopas, Briaxis, Leucastes y Timoteo. El monumento sólo estará en pie dieciséis años, porque en 334 a.C. Alejandro Magno destruye la ciudad. El sepulcro de Mausolo dio el nombre genérico de mausoleo a todos los monumentos funerarios.

Lo mismo ocurrió con el Faro de Alejandría, que guiaba a los barcos a la entrada de ese puerto egipcio, uno de los más importantes de la época. Con vidrio, mármol y plomo se construyó una torre con base rectangular y cuerpo octogonal de 134 metros de altura. En su parte superior, los espejos metálicos reflejaban durante el día los rayos del Sol; por la noche, el resplandor de un potente fuego a 50 metros de distancia. Lo construyó el arquitecto Sóstrases de Crido en 279 a.C. por encargo del rey Ptolomeo Filadelfio, aunque fue su hijo, Ptolomeo II, quien lo vio terminado. Se erguía en la isla de Pharos, frente a la bahía egipcia de Alejandría. Asombraba a propios y extraños por sus dimensiones y belleza. Era la construcción más alta de la época. Dejó de serlo en el año 700, cuando se derrumbó su parte superior. El Faro desapareció totalmente en el siglo XIV a causa de los terremotos. Parte de sus restos han sido recuperados y han permitido reconstruir digitalmente su imagen primitiva.

Olimpia fue el centro religioso griego y la sede de otra de las Maravillas del Mundo: el templo levantado en honor a Zeus, en 450 a.C., a los pies del monte Olimpo. Las esculturas de sus frontones y metopas representan la pugna entre Pelope y Enomao por conseguir la mano de Hipodamia, así como el enfrentamiento entre lapitas y centauros. No se conoce el nombre del autor de estos conjuntos escultóricos, al que se denomina Maestro de Olimpia. En el interior del edificio Fidias levantó una figura de Zeus, de doce metros de altura, con cuerpo de marfil y joyas de oro. Según la leyenda, el escultor pidió a Zeus el visto bueno de su obra. Cuentan que un rayo atravesó un cielo extremadamente despejado y se clavó a los pies del artista. Era la señal que Fidias pedía. Pero el apoyo de Zeus no libró al templo de las llamas. Lo incendiaron los cristianos durante el reinado de Teodosio II y los terremotos del siglo VI destruyeron definitivamente la grandiosa estatua de Zeus, que rivalizaba con el Partenón ateniense y los templos de Éfeso.

El Coloso de Rodas

Igualmente famoso fue el Coloso de Rodas, que conmemoraba la victoria de esa isla griega sobre las tropas del macedonio Demetrio, y fue construido durante doce años con el bronce de las armas usadas en aquella batalla. Representaba a Helio, dios del Sol. El escultor Cares de Lindos lo terminó en 345 a.C. Aseguran que costó nueve toneladas de plata. Una pintura de Fischer von Erlach, de 1700, lo representa protegiendo la entrada del actual puerto de Mandráki entre sus piernas, en cuyos puntos de apoyo se levantan hoy un ciervo y un venado de bronce. Otros sitúan el Coloso en el Palacio de los Grandes Maestres, antiguo el templo de Apolo, construido en Rodas por los Caballeros Hospitalarios que negociaron en el siglo XIV la compra de la isla con Vignolo de Vignoli, señor del Dodecaneso, a cambio de someter a sus habitantes y fueron expulsados de ella en 1522.

¿Cuál era la más bella y grandiosa Maravilla del Mundo? Para Antipatro de Sidón (siglo II a.C.), no existía duda: «He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, estos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: 'Aparte de desde el Olimpo, el Sol no pareció jamás tan grande'».

Fuente: LUISA IDOATE / Diario Sur.es, 4 de marzo de 2008

Las 7 Maravillas del Mundo Antiguo

3 comentarios

josepegaribaldi -

Muy interesante la información, que requeria.

pera -

Me encantan las 7 maravillas desde que lei este articulo:
http://www.saberia.com/es/2009/11/cuales-son-las-siete-maravillas-del-mundo/

Y este me ha encantado por todos los detalles que trae.

Tania -

Definitivamente, cuanto más leo esta página más me gusta.. Todos los artículos están genial!