Foto: Maqueta del proyecto de Moneo
El Teatro Romano de Cartagena se cierra a espectáculos y festivales y reivindica su alto valor arqueológico. Integrado como ’gran sala arqueológica al aire libre’ en el original museo que ha diseñado Rafael Moneo, se ultiman las obras para su inauguración en primavera.
Aunque se trabaja concienzudamente para que el Museo del Teatro Romano de Cartagena, obra del arquitecto Rafael Moneo, que está encantado -«como un chiquillo», dicen sus colaboradores cercanos- con su idea de convertir el Teatro en la majestuosa sala culmen y al aire libre del singular Museo, pueda abrir sus puertas al público a finales de febrero o durante el mes de marzo, lo cierto es que tanto los responsables de la Fundación Teatro Romano de Cartagena, como la directora del Museo, la infatigable arqueóloga Elena Ruiz Valderas, prefieren ser prudentes y no adelantar una fecha concreta; eso sí, se entusiasman cuando reconocen que antes de que finalice la primavera -21 de junio-, el proyecto de recuperación global de un monumento que desde finales del siglo I a. C. provocaba el entusiasmo y la admiración de cuantos llegaban a Cartagena en barco, a través de uno de los puertos naturales más hermosos, y también menos aprovechados, del Mediterráneo, esté listo para poder ser disfrutado -otra vez hay que ser prudentes- por no menos de cien mil personas al año.
Foto: Maqueta del proyecto de Moneo
Unas cien mil personas al año podrían visitar el Teatro Romano, pero ninguna de ellas tendrá la oportunidad de asistir -como sí es el caso de Mérida o Itálica, por ejemplo- a una representación teatral, recital, concierto o puesta en escena de un ballet. Definitivamente, ni los espectáculos ni los festivales tendrán cabida en el monumento romano cartagenero, con capacidad para seis mil espectadores y enclavado en un marco natural y urbano de extrañísima atmósfera y belleza; el hallazgo del Teatro Romano de Cartagena tuvo lugar en 1990. Lo cierto es que eran muchos, sobre todo vinculados al mundo de las artes escénicas o consumidores de sus propuestas, los que confiaban en poder disfrutar del uso para el que se puso en pie este escenario privilegiado, del que ya hablaron con ilusión y expectativas murcianos de distintos campos profesionales que durante la Expo 92 de Sevilla asistieron, en el Teatro Romano de Itálica, a las representaciones de El cielo protector, la adaptación coreográfica de la novela homónima de Paul Bowles que estrenó la compañía Merche Esmeralda y el Ballet Región de Murcia.
No se podrá vivir en el recuperado monumento un momento histórico como el que disfrutaron los afortunados espectadores que, en 1989, se rindieron ante la actriz Jeanne Moreau encarnando a Celestina en el Palacio de los Papas de Aviñón; ni se verán cumplidos los sueños en voz alta de actores de la categoría de Nuria Espert, Hanna Schygulla o Alfredo Alcón: poder interpretar a los grandes clásicos en la histórica y misteriosa colina cartagenera. La Espert interpretó en agosto de 2001, en el Festival de Teatro, Música y Danza de San Javier, una Medea de Eurípides sobrecogedora que dirigió el griego Michael Cacoyannis y cuya sencilla escenografía -unos restos de columnas y unas velas- firmó Daniel Bianco.
Impacto
Los responsables de la puesta en valor del Teatro Romano de Cartagena han apostado por un futuro para el monumento muy distinto al del -hoy tan de actualidad- Teatro Romano de Sagunto, cuya restauración de fuerte impacto y destinada a su uso para disfrute habitual de espectáculos fue obra de los arquitectos Giorgio Grassi y Manuel Portacelli. Esta rehabilitación, que dio la vuelta al mundo, fue llevada a los tribunales en 1993 por un diputado autonómico del PP; y, estos días, el Tribunal Supremo ha ordenado la demolición de la reforma llevada a cabo en el Teatro en un plazo que no debe superar los 18 meses. De momento, más de un millar de representantes muy diversos del mundo de la cultura y la sociedad, entre ellos los arquitectos Oriol Bohigas y Vittorio Gregotti, han firmado un documento, oponiéndose a la demolición de la reforma, en el que elogian el trabajo realizado en el monumento y destacan cómo se ha convertido en un lugar festivo de encuentro, debate y apuesta por la cultura.
Ni Nuria Espert, ni Irene Papas, ni la irrepetible actriz lorquina Margarita Lozano, una de las grandes Hécuba de la Historia del Teatro. ¿Por qué el Teatro Romano de Cartagena se reserva exclusivamente para su uso como monumento visitable? Lo explica con convicción Elena Ruiz Valderas, quien, por supuesto, desde un principio descartó llevar a cabo una restauración al estilo John Ruskin -dejar, en plan romántico, las ruinas sin restaurar- o al de Violet Le Duc -partidario de imitar el estilo original-. «Se ha huido de la reconstrucción artificial y de cualquier abuso en la intervención, que es mínima», indica Ruiz Valderas. «Quizás parezca -añade- que hemos sido muy contenidos en la actuación, pero la gente va a poder utilizar su inteligencia e imaginación para ir comprendiendo con las pistas que damos cómo era realmente el monumento; y creo que van a disfrutar mucho».
«En el año 2000», explica la arqueóloga, «se empezó a hacer una carta de las patologías que tenía el monumento», incluido el extremo deterioro de sus materiales. «Que aquí de nuevo hubiera seis mil espectadores viendo una puesta en escena implicaba una intervención muy dura y la reconstrucción de las gradas», indica Valderas: «Se apostó por una restauración arqueológica, vinculada a un Museo, que propone un recorrido arqueológico difícil de olvidar». Y que quede claro: se descartan a corto plazo los experimentos con gaseosa. «Este Teatro tiene un enorme valor por sí mismo», resalta Ruiz Valderas.
Fuente: La Verdad.es, Cartagena, Murcia, 30 de enero de 2008
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Teatro Romano de Cartagena
El teatro romano de Carthago Nova, actual (Cartagena) fue descubierto en 1988 y es uno de los más grandes y fastuosos de toda la Hispania romana.
El teatro romano fue comenzado a construir en tiempos del Emperador Augusto. En el 44 a.C. la ciudad había sido elevada al rango de colonia romana, bajo el título de Colonia Vrbs Iulia Nova Carthago (C.V.I.N.C), y poco después, el emperador Augusto se lanzó a un ambicioso plan de romanización y urbanización de la ciudad.
La ciudad ya contaba con un gran anfiteatro, de época republicana, y ahora el emperador la dota de un gran foro y un teatro de grandes dimensiones.
Gracias a las inscripciones encontradas, dedicadas a Lucio y Cayo César (nietos de Octavio Augusto), se sabe que fue construido entre los años 5 y 1 a.C.
Fue construido con diversos materiales: calizas y mármoles del Cabezo Gordo (Torre Pacheco), areniscas de las canteras locales, y, destacan las columnas realizadas en mármol rojo de Mula , y muy especialmente todas la ornamentación escultórica del teatro que fue realizada en mármol pentélico blanco procedente de Grecia y muy posiblemente tallados en talleres imperiales en la propia Roma e importados expresamente a la ciudad para la construcción del teatro.
El diámetro de la cávea es de 87,6 metros , con una capacidad de unos 6.000 expectadores, siendo uno de los mayores de la Hispania romana, sólo superado por el de Corduba con una cávea de 124,3 metros, el de Gadir con 120 metros, el de Caesaraugusta con 107 metros y el de Clunia con 91 metros. Estaba excavado casi totalmente en la roca, aprovechando la ladera norte del monte del castillo de la concepción, correspondiendo al tipo clásico de teatro apoyado en ladera, en la que quedan recortadas las partes inferior y central de las cávea, si bien los cuerpos laterales del edificio se apoyarían en galerías abovedadas.
Foto: Planta general y alzado del Scaenae Frons del Teatro de Cartagena. (Cortesía de Spanisharts.com)
Más información:
1.- Teatro de Cartagena (Carthago Nova), en Murcia.
2.- Edificios para la celebración de espectáculos
Sigue el modelo arquitectónico propuesto por Vitrubio, constando de:
- Frente escénico con doble columnata de columnas de fuste en mármol rosa y capiteles en mármol blanco.
- Orchestra: semicírculo frente a la escena en la que se sentaban las autoridades.
- Cávea: en la que según el rango social se situaban los espectadores.
- Proscenio: espacio delante de la escena.
- Pórtico detrás de la escena: patio porticado detrás de la escena.
El teatro fue concebido con un ambicioso programa ornamental: Parece que muchas de las obras fueron esculpidas en mármol griego en talleres imperiales de la propia Roma.
Muchos materiales se habían conservado gracias a su reutilización como material de construcción en el barrio bizantino del siglo VI.
Entre las obras descubiertas destacan:
- Tres altares dedicados a la tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva.
Foto: Altar de Júpiter procedente del Teatro Romano de Cartagena. Museo Arq.de Cartagena. Foto: Nano Sánchez.
Foto: "Rea Silvia" procedente del teatro romano de Cartagena. Museo Arquelógico de Cartagena. Foto: Nano Sánchez.
- Los capiteles corintios del frente escénico.
Foto: Capitel corintio del Teatro romano de Cartagena. Foto: Nano Sánchez.
- Una escultura de Apolo tocando la cítara.
Foto: Escultura de Apolo procedente del teatro romano de Cartagena. Museo Arqueológico de Cartagena. Foto: Nano Sánchez.
Después de la destrucción de la ciudad por los vándalos en 425, el teatro posiblemente quedó muy dañado y en desuso.
La ciudad vivió una cierta recuperación poblacional y económica después del paso de los vándalos, y sobre el teatro, y aprovechando materiales de éste, se construyó un mercado cuya plaza principal, en forma semicircular fosilizaba la estructura de la orchestra.
Con la restauración del orden romano, a cargo del emperador bizantino Justiniano, la refundación de la ciudad como Carthago Spartaria y su reconstrucción y reamurallamiento, sobre las ruinas del teatro romano se instaló un barrio comercial bizantino en el s.VI.
El barrio fue construido aprovechando materiales del teatro. Los capiteles, columnas, incluso esculturas formaban parte de los muros y cimientos de las nuevas estructuras. Por esta razón, hasta un 60% del material original con el que fue construido el teatro se encuentra en su lugar original, aunque desplazado.
Sobre el barrio bizantino y el teatro, se construyó en el s.XIII la antigua Catedral de Cartagena. Muchos de los muros de la catedral contienen columnas, bloques de piedras y elementos arquitectónicos del teatro romano.
Fue descubierto casualmente cuando se comenzó la construcción del Centro Regional de Artesanía. Al haber estado cubierto por sucesivas capas de ocupación (bizantina, árabe, medieval..) el teatro estaba oculto y no se tenía ninguna constancia de su existencia.
Esta ocultación permitió que una elevada cantidad del material original del teatro se conservara "in situ".
Después de algunos años de abandono, tras su descubrimiento, se emprendió un ambicioso proyecto de reconstrucción y restauración del monumento.
El teatro se había mantenido en muy buen estado de conservación y hasta un 60 % de los materiales originales se conservaban enterrados. (Del teatro romano de Mérida, por ejemplo, sólo se conservaba un sólo capitel se comenzó la restauración de la escena).
La restauración del monumento parece que se concluirá en 2008. En la restauración se ha seguido el criterio de diferenciar claramente lo que son materiales originales de lo que son materiales nuevos.
Paralelamente, se encargó la construcción del Museo del Teatro Romano de Cartagena al prestigioso arquitecto Rafael Moneo, que previsiblemente, también se inaugurará en 2008.
Fuente: Wikipedia
(2) Historia de un hallazgo
Por Fundación Teatro Romano de Cartagena
El hallazgo y excavación del Teatro Romano de Cartagena se convierte desde el principio en uno de los descubrimientos más sorprendentes de la arqueología de la ciudad, ya que viene a certificar el importante papel que desempeñó en la historia de la Hispania Antigua la ciudad de Cartagena.
La razón de que un monumento de esta categoría y dimensiones hubiera estado oculto durante siglos, está en que se trata de uno de los escasos sectores de la ciudad ocupado de forma ininterrumpida hasta nuestros días, de forma que su fisonomía original quedó oculta con el paso del tiempo. Ejemplo de esa ocupación es la superposición parcial de la Catedral Vieja sobre la parte superior del Teatro Romano, una de las mayores singularidades de este conjunto arqueológico.
La recuperación integral del edificio romano ha transcendido de ser una simple investigación arqueológica y se ha convertido en el motor de regeneración de una de las zonas que estaban más deprimidas de la ciudad. Además, su situación junto a algunos de los edificios más emblemáticos como la Catedral, el Palacio Consistorial, el Castillo medieval y las instalaciones portuarias, lo convierte en uno de los lugares más atractivos y monumentales de Cartagena.
El monumento y sus partes
La cavea del Teatro en su parte central aparece excavada en la propia roca del monte, aprovechando su ubicación en uno de los cerros más elevados de la ciudad, mientras que los flancos laterales se apoyarían en galerías abovedadas. Con capacidad para 6.000 espectadores, se articula en tres sectores horizontales (moeniana), divididos a su vez por cinco escaleras radiales en la ima, y siete en la media y summa cavea.
Los principales accesos del público se realizaban a través de dos pasillos laterales (aditus) sobre cuyas puertas de entrada se localizaban sendos dinteles con las dedicatorias a Lucio Caesar, en la oriental, y, probablemente, Caio Caesar, en la occidental. Ambas dedicatorias, junto a la mención consul designatus en el cursus de Caio de una de las aras halladas en el foso del hyposcaenium, ha permitido concretar la fecha de construcción o inauguración del edificio entre los años 5 y 1 a.C.
Desde estos corredores laterales se accedía también a la orchestra, espacio semicircular delante del cual se desarrolla el escenario o proscaenium con una longitud de 43,60 m, sobre el que intervenían los actores junto al coro, mientras que en la propia orchestra se colocaban en tres filas los asientos de honor (proedria) reservados a las autoridades. El escenario estaba rematado por un frente articulado mediante exedras, bajo el cual discurre un colector abovedado destinado a la evacuación de aguas de lluvia, con tres sumideros en la parte central, que comunica con otros dos canales situados en los extremos del pasillo de circulación, al pie de la ima cavea.
Frente al graderío se sitúa la scaenae frons o fachada escénica que se puede restituir, a partir del análisis de las improntas y de los elementos arquitectónicos, con una planta articulada en tres exedras de tendencia curvilínea, y un alzado de 14, 60 m de altura con dos órdenes, en los que la combinación de los tonos rojizos de las columnas, blancos de los capiteles y basas, y grises del podium y entablamento provocaría un sugerente juego cromático.
En la parte posterior se desarrolla de forma aterrazada el porticus post scaenam, articulado con una doble galería porticada entorno a un jardín central.
El edificio se convirtió muy pronto en una pieza esencial en el paisaje de la ciudad antigua, la calidad de sus materiales; basas, cornisas y sobre todo capiteles, traducen la envergadura del edificio, y junto a su rico programa ornamental convierten al teatro de Cartagena en un magnífico exponente de la arquitectura pública y monumental de época augustea en Hispania.
Destacan en ese programa decorativo numerosos mensajes ideológicos entre los que destaca la introducción de los cultos a las divinidades tradicionales del Estado Romano a través de tres altares donde se representan los símbolos de la Triada capitolina.
La restauración
Teniendo en cuenta los antecedentes más recientes en cuanto a la recuperación de espacios teatrales de la antigüedad y tras una reflexión acerca del uso y función que se quería dar al mismo, ha primado la recuperación del teatro como un monumento visitable que se devuelve a la sociedad para su contemplación y disfrute en sí mismo, y como transmisor de las señas de identidad de la Cartagena Romana.
La restauración ha seguido unos criterios básicos orientados principalmente a una mejor comprensión del monumento para los visitantes, por lo que ha sido necesario reponer con obra nueva aquellos restos del graderío que habían desaparecido por completo, sin alterar en ningún momento la fisonomía original, mientras que se han consolidado la obra original que se había conservado. Por último, se ha realizado una reposición de los accesos para garantizar la visita y recorrido en el interior del edificio, y se ha restituido parcialmente la fachada escénica integrando elementos originales.
Se trata además, de una restauración que ha pretendido de un lado ser reversible y que de otra parte ha intentado minimizar al máximo el impacto material.
Reversible porque se han tomado las medidas necesarias que aseguran que la obra nueva sea perfectamente desmontable sin ningún tipo de perjuicio para la obra original. Con ese objetivo se ha separado la obra nueva de la original mediante un entramado de tiras de fibra geotextil que permita aislar lo suficiente ambas como para permitir un hipotético desmontaje.
Para reducir el impacto material se han empleado materiales lo más afines a los originales, reproduciendo de la manera más aproximada las técnicas empleadas en la construcción del edificio. Básicamente se ha empleado un mortero de cal, con arena lavada de río. En el mortero se han empleado además andesitas, calizas y filitas de la roca disgregada, que son las empleadas en la obra originalmente. En la cantería se han empelado sólo materiales pétreos de características similares a los utilizados en la antigüedad.
El proyecto integral de Rafael Moneo
El largo camino emprendido en 1988 no termina con la restauración del edificio teatral y de la porticus post scaenam sino que contempla, también, la integración de los restos en el tejido urbano, su adecuada conservación y exposición con fines didácticos y culturales, así como la construcción de un museo monográfico y un centro de investigación anexo.
De manera que la actuación en el monumento ha llevado parejo el desarrollo del proyecto integral realizado por el prestigioso arquitecto Rafael Moneo, que incluye:
1.- Adecuación y urbanización con zonas verdes de todo el espacio exterior situado tras el muro perimetral del Teatro, una especie de plataforma aterrazada que constituye la prolongación natural hacia el oeste de la ladera del Cerro de la Concepción. Este espacio establece el nexo de unión entre los restos medievales del Castillo de la Concepción y el complejo Catedral/Teatro Romano.
2.- Accesos y urbanización de todo este sector: infraestructuras, alumbrado, pavimentación, así como trazados viarios peatonales y rodados. Los materiales seleccionados para la urbanización quedan armonizados con el paisaje natural e histórico. De este modo, todo el recorrido perimetral y público del teatro romano se unifica mediante la urbanización de calles y espacios verdes.
3.- El Museo es otro de los elementos que conforman la globalidad del Proyecto Integral y surge para dar respuesta a la necesidad de un espacio museístico en el que reunir la totalidad de las piezas halladas durante las sucesivas excavaciones. El Museo da pie a incorporar el Palacio de Riquelme, y a incardinar la Iglesia de Santa María la Vieja en el conjunto, convirtiendo el Teatro en la última y más notable pieza presentada en el Museo. Su construcción se desarrolla en dos edificios, unidos entre sí por un corredor dispuesto bajo la calle: el primero, que incorpora las crujías aún en pie del Palacio de Riquelme, se organiza en torno a un patio a modo de impluvium e incluye en sus distintas plantas dependencias de servicio, tales como vestíbulo, cafetería, sala de exposiciones temporales, biblioteca, salas de archivo y estudio, despachos, salas de reunión, etc., mientras que el segunda cuerpo, situado en General Ordoñez, cuya terraza conecta con la entrada a la Catedral Vieja, estará destinado a las salas de exposición permanente.
A través de estos espacios expositivos, iluminados por un complejo sistema de lucernarios, que sirven de marco a la presentación de las piezas encontradas, se guiará al visitante desde las partes más bajas de la ciudad hasta el interior del teatro romano.
Consolidación y revitalización socio-económica de los ejes viarios que conducen hasta el Teatro, lo que va a permitir recuperar uno de sus barrios y uno de los monumentos más emblemáticos.
Desde el centro de la ciudad y a través de la calle Cuatro Santos.
Desde la zona del Puerto.
A través de las calles de Cañón y Cuesta de la Baronesa.
Fuente: Fundación Teatro Romano de Cartagena
Fotos del reportaje cortesía de La Verdad.es y Fundación Teatro Romano de Cartagena
Reconstrucciones Virtuales:
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14 de febrero de 2008
Unas escaleras mecánicas irán elevando al público en el Museo del Teatro Romano
Foto: Sección del Museo del Teatro Romano de Cartagena
Diseñado por Rafael Moneo en Cartagena, propone al visitante un viaje arqueológico y arquitectónico que lo transporta del siglo XXI al siglo I. a. C.
Aclarémoslo: la escalera mécanica que recorrerá las diversas alturas del Museo del Teatro Romano de Cartagena, obra del prestigioso y espartano arquitecto Rafael Moneo, insertando de esta forma un elemento industrial, tan útil como ajeno a la sobriedad del edificio y a su contenido arqueológico, no es el Mid-Levels Escalator de Hong Kong, pero dará que hablar; y mucho. De hecho, la escalera mécanica de Moneo no ha pasado desapercibida para ninguno de los privilegiados visitantes que han podido contemplar la creación, aún en obras, del arquitecto autor de la ampliación del Museo del Prado. Eso sí, si el Mid-Levels Escalator, la escalera pública más larga del mundo, salva cómodamente la empinada orografía de la exótica ciudad, la de Moneo, claro ésta que infinitamente más modesta, hace posible que el visitante se eleve, también cómodamente, desde el siglo XXI al siglo I a. C.
Se aproxima el día, aún por concretar, en que el Museo del Teatro Romano de Cartagena, cuya cabeza corona al aire libre el gran monumento escénico construido para seis mil espectadores, abrirá sus puertas -antes de junio- y desatará la admiración (de unas cien mil personas al año, según los datos manejados con prudencia por los responsables de la Fundación Teatro Romano: Consejería de Cultura, Ayuntamiento de Cartagena y Cajamurcia). Un viaje al pasado, una subida a la demostración del poder tentacular de Roma y de la belleza que nos legó. Sorpresa, admiración, arqueología y arquitectura. Volúmenes sencillos, tamaño discreto, luz natural muy bien aprovechada, materiales seleccionados con sumo cuidado por Moneo y un tesoro -la contemplación de los restos hallados en las excavaciones del lugar- destinado a los amantes del conocimiento, el urbanismo y la curiosidad.
Ruinas respetadas
Un viaje que comienza en la misma Plaza del Ayuntamiento, mientras se puede echar una última mirada al cercano puerto, y que acaba en lo alto de la colina urbana donde espera al visitante el recién recuperado Teatro Romano, cuya restauración ha procurado respetar al máximo las ruinas rescatadas del olvido. Los visitantes entrarán, para iniciar su aventura, en el Palacio de Riquelme -cuya fachada para nada hace presagiar lo que nos espera- situado en la citada Plaza del Ayuntamiento. Ya en el primer corredor se inicia el recorrido museístico, que nos irá mostrando la evolución urbana del solar del teatro desde el siglo XXI al siglo I a. C. En él se ilustrará, indica Elena Ruiz Valderas, directora del Museo, «a partir de los objetos arqueológicos recuperados en la excavación y de planos, fotografías y audiovisuales, la historia del solar: desde el Barrio de Pescadores (siglos XVIII al XX), siguiendo por el Arrabal Viejo, la Medina de Qartayanna al Halfa, el barrio portuario de época bizantina, destruido por Suintila, y la transformación del teatro en mercado a mediados del siglo V d.C., para, directamente, entrar en la primera gran sala de exposiciones».
Esta gran sala, que Moneo ha configurado como un espacio de más de 100 m2 y siete de altura, iluminado cenitalmente, permitirá albergar «con gran dignidad y magnificencia» la colección de arquitectura monumental; «en ella se darán las claves necesarias para entender la arquitectura del edificio teatral a través de la exposición de piezas originales, además de una maqueta y otros elementos didácticos», explica Ruiz Valderas. En esta sala, el visitante podrá comprender la envergadura del Teatro Romano de Cartagena, «pues la entidad de sus basas, cornisas y sobre todo capiteles, le convierten en un magnífico exponente de la arquitectura pública y monumental de época augustea». Además, se explicará lo que significó la construcción del edificio: planificación, oficios que participaron, acopio de materiales de las principales canteras de mármol del Mediterráneo, elección de materiales constructivos de las canteras locales, etc.
Y desde la entreplanta, el visitante llegará a la segunda gran sala de la colección permanente, el espacio de mayor tamaño del Museo, de diez metros de altura, «iluminado por la combinación de lucernarios y huecos de muy diverso carácter, que proporcionarán los matices de luz necesarios para la exposición de las piezas que configuran el programa epigráfico y ornamental del teatro», precisa la arqueóloga y directora. Un programa decorativo cargado de mensajes ideológicos, entre los que destaca la introducción de los cultos a las divinidades tradicionales de Roma a través de tres altares donde se representan los símbolos de la Triada Capitolina, que serán las piezas que presidan la parte central de esta sala, sorprenderá al público. Esta gran sala guarda una sorpresa: enlaza con la cripta arqueológica que discurre bajo la iglesia de Santa María la Vieja. Y, además tiene, a juicio de Moneo, una misión fundamental: la de preparar al visitante para la contemplación que tendrá al final de su visita: una visión completa del Teatro, «tan magnífica como inesperada».
Contemplación
Realmente, lo que le espera al visitante no le dejará indiferente: un pasillo de circulación ya exterior le proporcionará una visión completa del Teatro, cuya rotundidad geométrica es remarcada por la restitución de un muro de cerramiento en piedra, que separará el recinto arqueológico del Parque de la Cornisa que le sirve de marco paisajístico y punto de contemplación. A partir de ahí: el Teatro a sus pies. El Museo, además, reúne los principales equipamientos y avances tecnológicos de un museo del siglo XXI: salón de actos bien equipado, sala de exposiciones temporales, cafetería, aula didáctica, salas de archivo y documentación, biblioteca, además de zonas administrativas del museo y del propio Patronato, que junto al futuro Centro de Investigación dotaran a Cartagena de un gran equipamiento cultural, científico y turístico.
Del trabajo llevado a cabo por Moneo, los responsables de la Fundación Teatro Romano destacan, entre otros aciertos: el brillante manejo del paisaje urbano y la escala, donde los edificios del Museo quedan integrados en armonía con su entorno más inmediato; la incorporación de la luz natural en los espacios expositivos, creando un bello juego de luces cenitales y huecos; la recuperación de la fachada palaciega del edificio de Pascual de Riquelme, incorporando sus miradores de madera, que han sido adaptados a las nuevas necesidades de seguridad y climatización; y el Parque de la Cornisa, que crea una superficie ajardinada conectando los vestigios monumentales de la ciudad medieval: uniendo Castillo e Iglesia Mayor, además de enmarcar y dignificar el entorno del monumento romano.
Fuente: ANTONIO ARCO. La Verdad.es, 14 de febrero de 2008